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Sin vacunas contra el covid: España entra en terreno desconocido al retrasar la 2ª dosis
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El riesgo de incumplir plazos

Sin vacunas contra el covid: España entra en terreno desconocido al retrasar la 2ª dosis

La falta de suministro deja en el aire la administración de la segunda inyección en los plazos previstos. ¿Un contratiempo sin consecuencias o un riesgo?

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Los planes de vacunación contra el covid no contaban con una interrupción del suministro, pero la anunciada "velocidad de crucero" en el proceso no solo no llega, sino que se ralentiza ya dramáticamente. El principal problema está en los envíos de Comirnaty, la vacuna de Pfizer y BioNTech, por cambios en el proceso de fabricación. Algunas comunidades autónomas ya han tenido que frenar el proceso y en algunos sitios están anulando citas. Por parte de Moderna las entregas aún son limitadas y la pelea continua entre la Comisión Europea y AstraZeneca, que anunció un recorte de un 60% en el número de vacunas que tiene previsto enviar en el primer trimestre, tampoco augura nada bueno.

Con este panorama, el ministro de Salud de Alemania, Jens Spahn, ha pronosticado que habrá "al menos diez semanas difíciles" por la escasez de vacunas, lo que situaría la normalización de los envíos en el mes de abril. No obstante, Pfizer asegura que a partir del 15 de febrero conseguirá aumentar el suministro para llegar a la cifra comprometida con la Unión Europea (UE) en los tres primeros meses de 2021.

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Al margen de retrasar la planificación prevista, esta situación pone en peligro que algunas personas reciban la segunda dosis en el plazo previsto después de que se les haya inyectado la primera. El proceso en las residencias está bastante avanzado, así que los grandes perjudicados pueden ser los profesionales sanitarios de primera línea de atención al covid, que ya están siendo vacunados como uno de los grupos prioritarios.

Ante esta situación, la Agencia Española del Medicamento y Producto Sanitario (Aemps) advierte que una demora "tiene el riesgo de que la protección conferida por la primera dosis es de corta duración en comparación a la que se obtiene tras dos dosis". Para la vacuna Comirnaty está establecido un intervalo de 21 días y para la de Moderna son 28. No obstante, la Aemps admite que el producto de Pfizer puede retrasarse una semana más (de los 21 a los 28 días) "sin que esto influya en su grado de eficacia".

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Foto: Reuters.

¿Cómo se determina el intervalo óptimo? La ficha técnica que aprueban los organismos reguladores recoge la pauta de los ensayos clínicos. En este caso, a los participantes incluidos en la fase 3 de la vacuna de Pfizer y BioNTech se les administraron las dosis con una separación de entre 19 y 42 días, ya que "por diversos motivos, algunos de ellos no la recibieron en las fechas previstas". Esa ventana en el caso de Moderna fue muy parecida, entre 21 y 42 días.

Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), tiene claro que "los estudios se han realizado en unas condiciones determinadas y no es conveniente cambiarlas", ya que han permitido alcanzar una eficacia del 95%. En concreto, esa protección se alcanza "cuando pasa una semana después de la segunda dosis", recuerda el experto en declaraciones a Teknautas. En cualquier caso, admite que las vacunas de Moderna y Pfizer "son dos productos similares, basados en ARN mensajero", de manera que "podríamos asumir que si también retrasas la de Pfizer a los 28 días podría funcionar igual”.

Más allá de ese plazo se entra en terreno desconocido. Desde el punto de vista de la lógica inmunológica, "si nos vamos hasta los 42 días casi con toda seguridad también van a funcionar, pero no está demostrado", advierte. "El riesgo es que la vacuna no sea igual de efectiva", asegura López Hoyos. En cambio, "no hay riesgo de que haya más reacciones adversas por ponerse una sola dosis".

José Antonio Navarro Alonso, experto de la Asociación Española de Vacunología (AEV), explica que tanto los voluntarios de los ensayos de Pfizer como los de Moderna que recibieron la segunda dosis a los 42 días se consideraron válidos para formar parte del ensayo, así que están incluidos en los resultados de eficacia que evaluó la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). "Esto quiere decir que al menos teóricamente la segunda dosis se puede llevar hasta las seis semanas, pero también es verdad que la mayoría la recibió en un intervalo mucho más cerca del ideal, entre dos y siete días arriba o abajo en el caso de Pfizer, y entre tres y siete días en el caso de Moderna", comenta.

placeholder El contrato entre AstraZeneza y la Comisión Europea, publicado ayer parcialmente. (Reuters)
El contrato entre AstraZeneza y la Comisión Europea, publicado ayer parcialmente. (Reuters)

Por lo tanto, ¿si estiramos el plazo hasta los 42 días tenemos la misma protección? "Esa es la pregunta del millón y está en el aire", asegura. "Si no hay más remedio, ese periodo está recogido en los protocolos de los ensayos clínicos, pero tendríamos que saber si la eficacia es la misma o no en condiciones reales", reflexiona Navarro Alonso.

Por eso, en opinión del presidente de la SEI, las comunidades autónomas que guardan pocas vacunas y tienen que decidir qué hacer con ellas ante la falta de suministros deberían dar prioridad a completar las segundas dosis en lugar de seguir inyectando las primeras a otras personas. "Completar las dos es lo que ofrece una eficacia superior al 90%. En cambio, con una dosis la protección podría quedarse en cifras cercanas al 50%. De hecho, los israelíes que ofrecieron datos con población real ya vacunada con la primera dosis la cifraban en el 60%", recuerda.

Reino Unido: de 3 a 12 semanas

Sin embargo, hay países que han optado deliberadamente por la estrategia de retrasar el segundo pinchazo para ir inmunizando a un mayor porcentaje de su población aunque sea parcialmente. En su día, España rechazó esta posibilidad; pero el caso más llamativo fue el del Reino Unido, donde el Joint Committee on Vaccination and Immunisation (JCVI) aceptó a finales de diciembre que la segunda dosis se administre hasta 12 semanas después.

"Esa decisión se tomó por la falta de vacunas y por la situación epidemiológica del país, que era y es dramática", señala Navarro Alonso. El plazo se amplió tomando como referencia la vacuna de AstraZeneca, que ya se administra en el Reino Unido desde hace semanas y cuyo intervalo entre dosis quedó fijado de una manera mucho más flexible: entre las cuatro y las 12 semanas. De hecho, "en el ensayo clínico vieron que al llegar a los tres meses la eficacia subió 20 puntos", apunta el experto. "Eso tiene su explicación científica, porque das tiempo a que los linfocitos B maduren y esto hace que cuando das el segundo pinchazo la respuesta inmune sea más potente y robusta", comenta.

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Foto: Reuters.

Sin embargo, siendo rigurosos, esos datos solo valen para AstraZeneca, cuyos ensayos se llevaron a cabo tanto en el Reino Unido como en Brasil. Trasladar la idea a la vacuna de Pfizer es un riesgo: "Surge la duda de si se mantiene la eficacia o no". El JCVI "es soberano, está integrado por personas del máximo prestigio desde la perspectiva inmunológica y vacunológica y el Reino Unido asume esa decisión", apunta el experto de la AEV, igual que podrían hacerlo las autoridades sanitarias de cada país de la UE en relación a esta u otras cuestiones —como los grupos de edad— al margen de las recomendaciones de la ficha técnica aprobada por la EMA. Sin embargo, en la práctica los británicos tampoco están agotando ese plazo de tres meses.

En el fondo, el problema es la falta de experiencia con las vacunas del coronavirus, así que cualquier decisión que se salga de las pautas establecidas en los ensayos clínicos se mueve entre lo audaz y lo temerario. Si los expertos británicos se atreven a aconsejarlo es porque confían en que el comportamiento del sistema inmunitario humano sea similar al que tiene frente a otras vacunas más establecidas. "A veces la respuesta inmune es incluso mejor espaciando más las dosis. El ejemplo paradigmático es el de la vacuna contra el virus del papiloma humano. Tras un mes, la respuesta inmune es bastante pobre, pero cuando pasan seis meses o un año, es mucho más elevada por el nivel de anticuerpos que se alcanza", explica Navarro Alonso.

En este caso, nadie sabe con seguridad qué pasará. "Con el tiempo se irá ajustando la pauta y veremos cuál es la mejor. La vigilancia epidemiológica va generando datos y los documentos se van actualizando", comenta. Así es cómo la vacuna del meningococo C, por ejemplo, ha sufrido todo tipo de variaciones acerca del número de dosis que había que administrar y los plazos para hacerlo.

¿Y si el retraso favorece mutaciones?

La diferencia es que, ante una emergencia sanitaria sin precedentes, no estamos para jugar con estas cuestiones, según algunos expertos, alarmados por la estrategia del Reino Unido. De hecho, en las últimas semanas ha corrido como la pólvora la teoría de que una inmunización parcial podría favorecer la aparición de mutaciones en el SARS-CoV-2 y, por lo tanto, nuevas variantes. Los virólogos que advierten de esta posibilidad creen que un retraso importante en la administración de la segunda dosis podría crear grupos de personas que solo estén inmunizadas parcialmente, de manera que tienen anticuerpos para ralentizar el virus y evitar el desarrollo de síntomas graves, pero no son suficientes para eliminarlo.

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Foto: Reuters.

De esta manera, el virus podría mantenerse durante más tiempo en el organismo, propiciando más errores porque su ARN se replica continuamente y, por lo tanto, originando mutaciones que se podrían adaptar para esquivar a los anticuerpos. Esas nuevas variantes generadas en las personas inmunizadas parcialmente se podrían transmitir a otras comprometiendo la eficacia de las vacunas.

Hasta ahora se ha documentado un caso que sirve de ejemplo. Fue publicado en diciembre en la revista 'The New England Journal of Medicine' (NEJM) y analiza la evolución de un hombre inmunodeprimido que se infectó por covid y acabó falleciendo. Esta persona sufrió la enfermedad durante un tiempo muy prolongado y los investigadores fueron analizando el virus, que mutó a un ritmo muy rápido en comparación con el que circulaba en el resto de la población general.

Sin embargo, los expertos creen que el riesgo de que esto suceda con una vacunación parcial es hipotético y poco probable. "No está demostrado que por dar solo una dosis haya más riesgo de que mute más", afirma López Hoyos. En su opinión, esta idea ha surgido por analogía con las resistencias bacterianas que se generan cuando no se completa un tratamiento basado en antibióticos. Sin embargo, "no se puede asumir que suceda lo mismo en el caso de un virus y de sus mutaciones".

Foto: Los sanitarios están en el primer grupo del plan de vacunación. (EFE)

"El virus muta constantemente y la mayoría de los cambios no tienen repercusiones en cuanto a la transmisión ni a la gravedad", señala Navarro Alonso, aunque ya hay ejemplos en los que parece estar sucediendo, como las variantes localizadas en el Reino Unido, Sudáfrica y Brasil. En cualquier caso, "las mutaciones son más probables cuando sometemos a los virus a una gran presión y esa presión es vacunar a toda la población o que toda la población se haya contagiado. No sé hasta qué punto una vacunación parcial puede influir en la generación de variantes", admite.

Otros especialistas están radicalmente en desacuerdo con esta teoría: "El doble de personas con inmunidad parcial tiene que ser mejor que la inmunidad total en la mitad de ellos", comentaba en la revista 'Science' Andrew Read, microbiólogo de la Universidad Estatal de Pensilvania (EEUU). Solo queda adentrarse en lo desconocido y esperar para conocer quién tiene razón.

Los planes de vacunación contra el covid no contaban con una interrupción del suministro, pero la anunciada "velocidad de crucero" en el proceso no solo no llega, sino que se ralentiza ya dramáticamente. El principal problema está en los envíos de Comirnaty, la vacuna de Pfizer y BioNTech, por cambios en el proceso de fabricación. Algunas comunidades autónomas ya han tenido que frenar el proceso y en algunos sitios están anulando citas. Por parte de Moderna las entregas aún son limitadas y la pelea continua entre la Comisión Europea y AstraZeneca, que anunció un recorte de un 60% en el número de vacunas que tiene previsto enviar en el primer trimestre, tampoco augura nada bueno.

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