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El Ártico nunca será como antes: menos hielo, más cálido y más riesgo de incendios
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las cifras demuestran un cambio "claro"

El Ártico nunca será como antes: menos hielo, más cálido y más riesgo de incendios

Las repercusiones de las altas temperaturas y del deshielo cambiarán para siempre el Ártico tal y como lo conocíamos hasta ahora, su clima y su medioambiente

Foto: Ártico. (Pixabay)
Ártico. (Pixabay)

Nuestra idea de un Ártico helado, con planicies infinitas de permafrost (suelo permanentemente congelado) donde se esconde la tundra y se podía perder la vista, será pronto una imagen del pasado. Los últimos datos, recogidos por un grupo de expertos, evidencian que la transformación del Ártico en una zona más cálida, con menos superficie congelada y zonas más amplias con riesgo de incendio es un proceso que se encuentra actualmente "en marcha" y sin posibilidad de retroceso.

La organización Arctic Program, que elabora anualmente un estudio sobre la situación específica de esta región, admite cuando se cumplen 15 años de este informe que, a pesar de que ya en 2006 estaba claro que el Ártico se encontraba sufriendo un proceso de transformación, en aquella época no se comprendió del todo la complejidad del cambio que supondría y no se anticipó la rapidez con la que se produciría.

Foto: Inundación en México. (EFE)

Hay varias cifras con las que se constata la "clara" transformación que está sufriendo el Ártico, tanto la subida de la temperatura atmosférica, que este año ha sido "extremadamente alta" en la parte euroasiática (la segunda más alta desde, al menos, 1900), como la progresiva desaparición y los cambios en el hielo marino (en cuanto a extensión, espesor y estacionalidad). Estos dos factores están en la raíz del problema y repercuten en la situación medioambiental de la región: en las condiciones del mar y en las de la superficie terrestre, explican desde Arctic Program.

Un mar más cálido y con más ballenas

Analicemos en primer lugar los océanos: la pérdida de hielo marino esta primavera fue especialmente "temprana" en las regiones del mar de Siberia oriental y el mar de Laptev, donde marcó nuevos mínimos históricos. A finales de verano, el nivel de extensión del hielo marino supuso la segunda cifra más baja de los 42 años de imágenes por satélite, por detrás de las cifras registradas en 2012.

placeholder Foto: Arctic Program.
Foto: Arctic Program.

La temperatura de la superficie del océano, que está íntimamente ligada a la ausencia o la presencia de hielo porque repercute a la superficie de agua expuesta al calentamiento del sol —así como a las corrientes oceánicas y los parámetros atmosféricos— también aumentó: en la mayor parte del océano Ártico, el agua del mar se encontraba en agosto entre uno y tres grados más caliente de media que el periodo comprendido entre los años 1982 y 2010.

Las condiciones del hielo marino y la temperatura del océano también repercuten en la productividad primaria oceánica, que es la base de la red alimentaria marina. Y, durante julio y agosto de 2020, en el mar de Laptev, la productividad primaria oceánica se dobló en julio y fue seis veces mayor en agosto en comparación con sus respectivos promedios mensuales entre 2003 y 2009. Eso tiene su efecto también en la fauna de la zona, especialmente en las ballenas de Groenlandia.

Estos mamíferos marinos han sido un recurso básico para los pueblos indígenas costeros durante milenios y están especialmente adaptados para el ecosistema marino ártico. El tamaño de la población del Ártico Pacífico ha aumentado en los últimos 30 años probablemente debido al aumento de la producción primaria oceánica y al transporte hacia el norte del zooplancton del que se alimentan, explica el informe.

Por otra parte, los cambios en la temperatura del aire, las tormentas, el hielo marino y las condiciones del océano se han combinado para aumentar la erosión del permafrost costero en regiones donde vive una alta proporción de residentes del Ártico y las actividades industriales, comerciales, turísticas y militares se están expandiendo. Las costas de permafrost en el Ártico representan más del 30% de las costas de la Tierra.

Desde principios de la década de 2000, la erosión de las costas del permafrost en el Ártico ha aumentado en casi todos los sitios de observación donde se dispone de datos que se remontan a aproximadamente a 1960 o 1980.

El deshielo de Groenlandia

Las temperaturas primaverales "excepcionalmente altas" en las zonas de Siberia provocaron en junio una retirada récord de la capa de nieve que cubría la región, la mayor observada en los últimos 54 años. Las altas temperaturas y la brusca pérdida de nieve en la región dejó miles de hectáreas de bosque a merced de los violentos incendios forestales.

placeholder El buque de Greenpeace navegando entre bloques de hielo en el Ártico. (EFE)
El buque de Greenpeace navegando entre bloques de hielo en el Ártico. (EFE)

La capa de nieve (o la falta de ella) ejerce un fuerte control sobre el tiempo y el clima a través del reflejo de la energía solar entrante y su efecto aislante sobre la capacidad del suelo para ganar o perder calor, argumentan en el informe. La acumulación de nieve durante el invierno entre 2019 y 2020 fue superior a lo normal en todo el Ártico, pero el "excepcional" calor primaveral en el Ártico euroasiático dio como resultado la extensión más baja de la capa de nieve de junio en esta región desde que comenzó el registro de observación en 1967.

Por eso, desde septiembre de 2019 hasta agosto de 2020, la capa de hielo de Groenlandia experimentó una pérdida de hielo mayor que el promedio de 1981-2010, pero sustancialmente menor que la pérdida récord de 2018-2019. Los glaciares y las capas de hielo fuera de Groenlandia han continuado con una tendencia de pérdida significativa de hielo, dominada en gran medida por la pérdida de hielo de Alaska y el Ártico de Canadá.

Esto es preocupante porque la capa de hielo de Groenlandia es el remanente más grande del hemisferio norte de la glaciación del Pleistoceno y contiene suficiente agua para elevar el nivel del mar global en 7,4 metros.

placeholder Foto por satélite de 2019 del permafrost derretido en Groenlandia. (EFE)
Foto por satélite de 2019 del permafrost derretido en Groenlandia. (EFE)

La productividad de la tundra (su "verdor", como lo denominan en el informe) es sensible a la temperatura del aire en verano, pero la retirada de la nieve primaveral también juega un factor importante. En América del Norte, la productividad de la tundra para la temporada de cultivo de 2019 se recuperó con fuerza con respecto al año anterior, en conjunto con un calor de verano récord después del verano frío de 2018.

Desde 2016, las tendencias de verdor han divergido fuertemente por continente. De hecho, el "pico de verdor" de verano ha disminuido drásticamente en América del Norte, pero se ha mantenido por encima de la media a largo plazo en Eurasia.

Nuestra idea de un Ártico helado, con planicies infinitas de permafrost (suelo permanentemente congelado) donde se esconde la tundra y se podía perder la vista, será pronto una imagen del pasado. Los últimos datos, recogidos por un grupo de expertos, evidencian que la transformación del Ártico en una zona más cálida, con menos superficie congelada y zonas más amplias con riesgo de incendio es un proceso que se encuentra actualmente "en marcha" y sin posibilidad de retroceso.

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