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El gran temor al transporte público: ¿es tan fácil contagiarse en el metro o el autobús?
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Solo se da un 1% de los brotes encontrados

El gran temor al transporte público: ¿es tan fácil contagiarse en el metro o el autobús?

Desde el inicio de la pandemia, el transporte público y masivo ha sido uno de los grandes señalados, pero, ¿de verdad es tan peligroso? Las evidencias dicen otra cosa

Foto: (Foto: EFE)
(Foto: EFE)
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Es, sin duda, uno de los grandes señalados desde que la pandemia empezó. El transporte público, con sus espacios reducidos y llenos de desconocidos se ha convertido en uno de los sectores que más han perdido con el coronavirus y que aún siguen pagando las consecuencias. Tanto es así que en ciudades como Madrid no solo bajan las cifras sino que medios como el metro no paran de aparecer en webs y redes sociales como ejemplos de lugares peligrosos. Pero, ¿es, de verdad, el transporte público un gran foco de contagio? Las investigaciones continúan y cada día se descubre algo más, pero todas las evidencias apuntan a que no, al menos en situaciones más o menos normales.

Desde que cayese la bomba del covid, el transporte público ha sido uno de los sectores más monitorizados por todo tipo de expertos, y usuarios. El miedo a que estos espacios se convirtieran en vectores de contagio se ha extendido no solo por toda España, sino a nivel global, y ya se han ido sacando algunas conclusiones. Es cierto que al inicio de la epidemia se conocieron casos llegados de China en los que espacios como un autobús se consideraban espacios de gran riesgo tanto por ser un lugar cerrado con, aparentemente, poca ventilación y un trasiego de personas tan grande que podía dejar muchos rastros del virus potencialmente contagiosos. Pero tras esas primeras semanas, han venido muchos más estudios y correcciones que han dado la vuelta a estas ideas.

Foto: Participantes en la manifestación del 8-M de Madrid, a su paso por la Gran Vía. (EFE)

Qué evidencias hay

Tan monitorizado está este sector que este mismo viernes conocíamos un último estudio, esta vez realizado por la Junta de Normas y Seguridad Ferroviaria de Reino Unido, la (RSSB), que tras hacer una serie de simulaciones matemáticas con datos reales del uso del tren en el país británico, asegura que hay menos de un 0,01% de riesgo de infección en un viaje de una hora en un vagón de tren, incluso sin que los pasajeros llevaran mascarillas. Sea este límite cierto, lo cierto es que este estudio concuerda con otros realizados a lo largo y ancho del planeta.

En París, las autoridades de salud pública concluyeron que ninguno de los 386 grupos de infección identificados entre principios de mayo y mediados de julio estaba vinculado al transporte público de la ciudad. Y lo mismo ocurre con un estudio similar hecho entre abril y mayo en Austria. En Tokio, donde se ha hecho un meticuloso trabajo de rastreo, las autoridades de salud pública tampoco han conseguido dar con brote alguno en sus abarrotados trenes.

Si fuera así en todas partes podríamos hablar, como hizo el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, de seguridad absoluta en el transporte público, pero es prácticamente imposible que sea así, porque siempre hay probabilidades, aunque sean bajas, de contagios de covid cuando se está con gente. Como se explica en este otro artículo de Teknautas, el London School of Hygiene and Tropical Medicine, que analizó 616 eventos infectivos de todo el mundo a finales de junio, encontró que solamente ocho tuvieron lugar en medios de transporte, cinco de ellos en autobuses. Además no resultaron en números muy altos de contagios secundarios, entre dos y 30 casos.

placeholder Estudio realizado por el London School of Hygiene and Tropical Medicine.
Estudio realizado por el London School of Hygiene and Tropical Medicine.

En este sentido, sí que hay algún estudio que aumenta el riesgo en estos entornos, como el realizado en los trenes de alta velocidad de China, los llamados 'trenes bala', fijándose en lo ocurrido entre finales de 2019 y febrero de 2020, punto álgido de la pandemia en el gigante asiático y en el que aún no se conocía tantos detalles del virus como ahora, ni se tomaban medidas tan ferreas de protección. El trabajo, llevado a cabo por investigadores de universidades como la de Southampton (Reino Unido), encontró que la tasa de transmisión de la infección a los pasajeros más cercanos variaba de cerca del 0% a aproximadamente el 10%, y los que se sentaban más cerca de los pasajeros infectados en los periodos más largos eran los que mayor riesgo tenían.

234 de los 72.000 pasajeros analizados y que estuvieron cerca de los infectados desarrollaron una infección por covid-19 relacionada con su viaje en tren. Eso significa que el porcentaje de personas que dieron positivo fue de aproximadamente 0.32%, pero entre aquellos que se sentaron directamente al lado de una persona infectada el porcentaje subió hasta el 3,5% y, curiosamente, solo el 0.075% de las personas que usaban un asiento previamente ocupado por un infectado contrajeron la enfermedad (una persona de los 1.342 que llevaron a cabo esta acción). Aquí es donde justo vienen las claves que reclaman los especialistas y que pueden hacer variar el riesgo del transporte público.

Cuáles son las claves

Tras ver las evidencias y estudios dados hasta la fecha, toca hablar de las claves, porque obviamente no todas las situaciones son iguales, ni todos los transportes. Para el común de los mortales, la ecuación de la nueva normalidad pasa por cuatro dogmas de oro que nos han repetido hasta la saciedad. Las mascarillas, la higiene, la distancia social y la ventilación (las tres 'M' que tanto repite el ministro Illa más la 'V' final). Unas guías de buenas prácticas que nos llevan repitiendo desde tiempo atrás y que de nuevo debemos fijar para entender el riesgo en el transporte público.

Cuantos más elementos fallen en esa cadena, más aumentan las posibilidades de contagio. Tanto el primer punto como el segundo, con mascarillas, desinfecciones y geles hidroalcohólicos, parecen asegurados. Lo que está en el aire, cuando accedes a un espacio como un andén o un vagón de metro, de tren o en un autobús, son los otros dos puntos. “Escapan a la responsabilidad individual del usuario, por eso hay que tomar medidas para garantizarlos”, explica Isidro Barqueros, experto en movilidad. “Hay que dejar claro una cosa: el transporte público es seguro. No hay evidencia científica que nos diga lo contrario. Otra cosa es que se pueda reforzar”.

Para Barqueros, el punto que más polémica genera aquí es el de la distancia social. “Es imprescindible, por mucho que obligues a la gente a llevar mascarilla”. ¿Cómo consigues que un vagón no vaya lleno hasta las trancas a hora punto en una ciudad como Madrid? La respuesta es fácil: aumentando la oferta. No han sido pocas las veces que cientos de personas han pedido mayores frecuencias cuando se han viralizado fotos y vídeos de aglomeraciones en el metro. “Técnica y logísticamente, se podría hacer. Hay trenes en los depósitos que se podrían poner a circular”, analiza.

“Se puede aumentar prácticamente en todas las líneas. Por hacernos una idea, la línea 1, una de las que más volumen de personas mueve y más está dando que hablar, está funcionando al 50% de su capacidad”, remata el también editor de ‘Ecomovilidad’. El problema, señala, es de otra naturaleza: la falta de personal.

“Desde hace años se lleva realizando una campaña de precarización de la plantilla. Es algo que se tenía que haber previsto en marzo o abril, porque no es un empleo que puedas ponerle allí a funcionar desde el minuto uno”, añade. Los sindicatos de Metro ya denunciaban en verano que en septiembre harían falta unos 1.000 maquinistas para cubrir el trabajo y la plantilla se encontraba en 650. “La única solución a corto plazo en un contexto de urgencia es movilizar personal militar. Porque la formación tarda varias semanas”.

¿Y qué pasa con la ventilación? Este experto insiste en la idea de que el transporte es seguro, incluso en los sistemas de ventilación. “Los metros más modernos tienen sistemas de aire con un filtrado que es equiparable al de los aviones”, apunta. Más dudas pueden surgir en el caso de los convoyes más antiguos. “En líneas como la 5 o la 1 son más viejos sí, pero puedes mejorar la ventilación abriendo las ventanas que tienen estos metros, igual que en los Cercanías”.

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(Foto: Reuters)

Lo cierto es que la ventilación es uno de los puntos fuertes del metro de Madrid y uno de los aspectos en los que las compañías de transporte han puesto más atención. Según explican desde Metro a este periódico, la renovación del aire de los trenes se realiza a través de dos vías, por un lado con la apertura y cierre de puertas y por otro, a través de los equipos de climatización que se encuentran en en cada coche. El sistema de renovación del aire está diseñado conforme a la normativa UNE-EN 14750-1 y los filtros disponibles actualmente en los sistemas de filtrado de los HVAC del Material Móvil de Metro de Madrid (coincidentes con los utilizados en este tipo de explotaciones de otros Metropolitanos), son de característica G3-G4.

Con estos sistemas, según Metro de Madrid, se consigue que en hora punta, "el volumen de aire se renueve entre 17 y 29 veces en una hora", en función del tipo de tren del que se trate. Para hacernos una idea, para tener colegios seguros frente al covid, la guía de Harvard recomienda unos 6 cambios de aire por hora, el suburbano de Nueva York lo renueva 18 veces por hora y el de Barcelona 13.

Cercanías y autobuses también están por encima de las 6 renovaciones por hora. Renfe asegura hacer 9 cambios por hora en todos sus vagones y aunque la EMT de ciudades como Madrid no da esa cifra sí que empresas como Alsa aseguran que la renovación del aire en sus autobuses es "permanente" gracias a los nuevos filtros que han colocado en sus vehículos. En restaurantes, bares y oficinas la media de renovaciones está entre 6 y 12, lugares en los que estamos mucho más tiempo, hablamos e interactuamos y solemos estar sin mascarilla.

Entonces, ¿me puedo contagiar?

Después de leer todo esto puede que quede en el aire la duda de si es imposible contagiarse en uno de estos transportes. Lógicamente, y más con este virus, un sitio como este es imposible decir que es 100% seguro, como tampoco lo es el estar al aire libre o el gimnasio, por mucho que los brotes en estos espacios sean muy difíciles de encontrar. Pero sí que las evidencias y los datos demuestran que es mucho más complicado de lo que se cree, e incluso los expertos médicos así lo aseguran.

“No se trata de impresiones subjetivas. Hablamos de evidencias. Y el metro ha quedado demostrado que si se cumplen las medidas preventivas no presenta ningún riesgo especial”, apunta Rafael Ortí, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene. Ortí señala que los estudios científicos que se han realizado en este sentido apuntan a que donde está el riesgo es “en lugares cerrados, con mala ventilación, donde la gente se quita la mascarilla, como en los restaurantes, para comer y beber”.

“La pregunta, no solo en el metro de Madrid sino en todos lados, es si se están cumpliendo esas recomendaciones”, apunta este facultativo del Hospital Clínico de Valencia. Ortí pone el acento en varios aspectos. El primero, el comportamiento que normalmente la gente maneja en estos lugares. “Por lo normal la gente va callada o hablando relativamente bajo, pero no gritando. Solo con eso se reduce mucho el riesgo. Y a eso hay que sumarle la obligatoriedad de la mascarilla”, añade.

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(Foto: EFE)

Lo segundo en lo que pone el acento es en la alta rotación. “Cuando hablamos de contactos estrechos, hablamos de al menos 15 minutos a menos de dos metros. Muchas veces en el metro no coincidimos tanto tiempo con alguien”, matiza Ortí. “Tiene que producirse un contacto con alguien positivo lo suficientemente largo como para que esas gotículas o aerosoles con carga viral puedan contagiarnos”, remata, subrayando la presencia de otras barreras como las mascarillas y los sistemas de ventilación. “El metro o el autobús no es un bar. No estamos tanto tiempo en una situación de riesgo con alguien que no conozcamos. No interactuamos de la misma manera que en una cafetería”.

Con Ortí coincide el epidemiólogo Pedro Gullón, que insiste en que no se puede demonizar el transporte público aunque, obviamente, se pueda mejorar. "Claro que se pueden hacer muchas cosas para que sea más seguro, como aumentar el numero de trenes y autobuses o reducir la demanda, es decir, seguir fomentando el teletrabajo en los casos que sean posibles. Pero no podemos demonizar esta forma de movilidad, primero porque no hay evidencia que indique que sea especialmente peligroso ni podemos permitirnos un cambio de este transporte por más coche. Eso sí que sería un paso atrás para la salud pública en todos los niveles mucho más allá de el covid".

Para Gullón, se está tomando el metro y otros medios como una batalla política y en cambio científicamente no hay nada que indique que este transporte sea un gran riesgo o sea riesgo cero. "Seguramente sea algo intermedio. Es verdad que es difícil dar con un brote en un tren porque no conoces a la gente de alrededor y así es complicado saber si alguien se contagió ahí, pero ni en estudios internacionales se ha demostrado una gran incidencia. Seguramente haya algún contagio, pues no hay riesgo cero en ninguna actividad que conlleve estar con gente, pero puede que sean muy pocos".

Es, sin duda, uno de los grandes señalados desde que la pandemia empezó. El transporte público, con sus espacios reducidos y llenos de desconocidos se ha convertido en uno de los sectores que más han perdido con el coronavirus y que aún siguen pagando las consecuencias. Tanto es así que en ciudades como Madrid no solo bajan las cifras sino que medios como el metro no paran de aparecer en webs y redes sociales como ejemplos de lugares peligrosos. Pero, ¿es, de verdad, el transporte público un gran foco de contagio? Las investigaciones continúan y cada día se descubre algo más, pero todas las evidencias apuntan a que no, al menos en situaciones más o menos normales.

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