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Nos estamos olvidando de escribir a mano. Y es un problema enorme
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Nos estamos olvidando de escribir a mano. Y es un problema enorme

Uno de cada tres adultos no ha escrito nada a mano en los últimos seis meses. Sin habernos dado cuenta, hemos abandonado un hábito primitivo y nos hemos entregado a los teclados y pantallas

Foto: Un escritor firma un poema. (Getty Images)
Un escritor firma un poema. (Getty Images)
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Hace unas semanas asistí a una fiesta de cumpleaños y viví una situación reveladora. En medio de todo el barullo me acercaron una postal para que firmara una dedicatoria y cuando cogí el bolígrafo me vino una extraña sensación de nervios. No era ni mucho menos porque me hubiera pillado de improvisto la tarea de dedicarle unas bonitas palabras a un amigo. Como periodista, enfrentarme a una hoja en blanco nunca me ha costado demasiado. Mi estrés, en cambio, venía porque me percaté de que mi caligrafía era horrorosa.

Un poco avergonzado, y mientras alejaba tímidamente el papel de los ojos de los asistentes que se encontraban cerca, empecé a juntar letras para formar algo que parecía más una pintura abstracta de Kandinsky que una dedicatoria. Había visto recetas médicas más estilosas. Me di cuenta, en ese preciso momento, de que me había vuelto torpe a la hora de redactar en un papel las palabras que mi cerebro mandaba a mis dedos. Me di cuenta de que me había olvidado de escribir a mano.

Los motivos están claros: uso el ordenador y el móvil para todo, incluido mi trabajo. No estoy solo. Varias encuestas revelan que uno de cada tres adultos no ha escrito nada a mano en los últimos seis meses. Sin habernos dado cuenta, hemos abandonado un hábito primitivo y nos hemos entregado a los teclados y las pantallas. En los colegios, cada vez más niños tienen dificultades para escribir con soltura. Algo que llevó al Gobierno a “blindar” la obligatoriedad del dictado en la última reforma educativa. El año pasado dio mucho de que hablar la deficiente caligrafía de la princesa Leonor cuando tuvo que firmar un ejemplar de la Constitución, en imágenes difundidas por la Casa Real.

Foto: Una persona escribiendo a mano. (iStock)

La principal causa es más que evidente y tiene que ver con la exposición a cortas edades a los dispositivos tecnológicos y que ya no se enseña caligrafía como antes, algo que no parece importar a nadie. Los exámenes en los institutos cada vez requieren menos escritura y los de tipo test se han generalizado en todo el país. Basta decir que en 1985 la mítica editorial Rubio distribuía entre los estudiantes españoles 10 millones de sus libritos para aprender a escribir "con buena letra". Este año las ventas apenas llegan a un millón.

El resultado es que se escribe a mano menos que nunca. Un sondeo elaborado por la consultora IPSOS reveló que el 75% de los españoles escribía a diario con un teclado y no con lápiz y papel. La cifra entre los jóvenes de entre 16 y 24 años alcanzaba el 91%. La pérdida de costumbre ha desembocado en lo que el experto en grafología Germán Belda califica como un “retroceso caligráfico de la población”.

placeholder Cuadernillo Rubio.
Cuadernillo Rubio.

“Hay un nivel muy pobre. Existe un déficit de la escritura elevado, lo que se conoce como disortografía. Yo, como seleccionador y evaluador de personal para empresas, me quedo pasmado cuando llegan directores de empresas con una escritura ilegible o escribiendo todo en mayúsculas. Letras y palabras incompletas, trazos inadecuados. Es un caos”, señala Belda a El Confidencial.

El grafólogo explica que para que una escritura sea correcta hay que comenzar antes de los 6 años. "A los 12 los alumnos deberían tener ya una escritura bastante resuelta. Y no digamos a los 14. Sin embargo, la gente ha optado por la escritura “desligada” o de “imprenta” (letras sueltas y aisladas) y algunos ni eso. Como resultado, hay niños que solo manejan el pulgar y que usan la mano como una garra, limitaciones que te van a afectar a la motricidad fina en el futuro para hacer muchas otras tareas con las manos", apunta.

A mano, mejor para nuestro cerebro

Esta tendencia presenta innumerables problemas. La literatura científica sobre los beneficios de la escritura no escasea. La mayoría de estudios destaca que teclear palabras o escribirlas de forma manual en un papel ejecuta procesos físicos y cognitivos totalmente distintos, y con consecuencias también diferentes para las personas.

Según un estudio reciente de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología en Trondheim publicado en Frontiers in Psychology, la caligrafía aumenta la conectividad entre varias regiones del cerebro (corteza parietal, giro fusiforme y giro frontal inferior), que afectan al aprendizaje y la memoria.

Foto: Los Detectives de la ESO de un colegio de Badajoz. (Imagen cedida)

Para llegar a esa conclusión, Audrey van der Meer y Ruud van der Weel, autores de la investigación, reclutaron a cientos de estudiantes, les colocaron electrodos en la cabeza y les pidieron que escribieran en un ordenador y a mano mientras los sensores registraban la actividad eléctrica de sus cerebros. Cuando el equipo de científicos comparó los resultados de ambas pruebas, se percataron de que escribir a mano no solo activaba áreas neuronales que están relacionadas con la codificación de la memoria, sino que también facilitan el aprendizaje.

“Dejar de escribir a mano plantea un problema, ya que es una habilidad motora fina –implica movimientos complejos de los dedos y los sentidos– que estimula y desafía al cerebro mucho más que teclear. Esto requiere que el cerebro se comunique entre sus partes activas, lo que lo coloca en un estado que ayuda tanto a niños como a adultos a aprender más y recordar mejor. El uso de lápiz y papel le da al cerebro más "ganchos" para colgar los recuerdos. La mayoría de los sentidos se activan al presionar el bolígrafo sobre el papel, ver las letras que escribes e incluso escuchar el sonido. Esto crea un contacto entre diferentes partes del cerebro que lo abren al aprendizaje”, explica a El Confidencial Audrey van der Meer, neurocientífica, profesora de psicología cognitiva y coautora del estudio.

placeholder Una joven escribe y teclea con sensores en su cabeza. (NTUT)
Una joven escribe y teclea con sensores en su cabeza. (NTUT)

Van der Meer además resalta que es un proceso que también “obliga al cerebro a formar conexiones neuronales que permiten que florezcan los procesos creativos”. Sin embargo, la científica se diferencia de la opinión de muchos otros expertos de que escribir a mano sea una práctica similar a la de ir en bici, algo que nunca se olvida: “Es importante darse cuenta de que el cerebro sigue el principio de “úsalo o piérdelo”, lo que significa que las vías neuronales existentes deben usarse y mantenerse o, de lo contrario, desaparecerán para dar paso a las vías que se están utilizando. Si dejamos de utilizar nuestro cerebro para lo que es bueno –es decir, controlar los movimientos– no alcanzará su máximo potencial y acabará encogiéndose. Nuestro próximo proyecto será ver si las personas mayores que escriben a mano con regularidad (por ejemplo, un diario) tienen cerebros mejor equipados para defenderse del deterioro cognitivo”.

Un cambio en los sistemas educativos

El debate a favor o en contra de la escritura a mano en la educación se ha extendido en muchos países. A un lado de esta batalla y abrazando las pantallas está Finlandia, que ha confirmado que el próximo curso dejará de enseñar en sus escuelas el uso de la letra cursiva y se limitará a enseñar la letra de imprenta o de ‘palo’. La caligrafía dejará de ser una asignatura obligatoria para los menores y los institutos utilizarán mayoritariamente ordenadores o tabletas. “Los finlandeses somos un pueblo pragmático. Aprender a escribir así exige mucho tiempo y necesitamos esa energía para otras cosas, no para adornos innecesarios”, explicaba Minna Harmanen, responsable de la Oficina Central de Educación de Helsinki.

Foto: Imagen: iStock/CSA-PrintStock/EC Diseño.

Francia también eliminó hace tiempo el dictado y el cálculo mental a cambio de calculadoras. Sin embargo, al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos se está llevando a cabo una cruzada por recuperar la escritura a mano e incluso la cursiva. Desde 2013, cuando comenzó la Campaña por la Cursiva, los políticos estatales no han dejado de fomentar leyes pro-cursivas y ya hay 21 estados que requieren algún tipo de instrucción. Un ejemplo es California, donde recientemente se ha aprobado una nueva ley que exige su instrucción en la escuela primaria. New Hampshire y Michigan siguieron la misma línea, impulsando proyectos de ley similares.

Por otro lado, aunque algunos docentes ven prescindible esta técnica, piensan que podría ayudar a combatir el fraude académico, sobre todo en una época en la que la IA y aplicaciones como ChatGPT permiten a los estudiantes plagiar los trabajos escolares muy fácilmente.

Con todos esos beneficios sobre la mesa, con decenas de estudios destacando las ventajas de la escritura a mano, la pregunta es si realmente tiene sentido abandonarla, aunque sepamos que los jóvenes terminarán usando dispositivos cuando sean adultos. Porque, ¿quién escribe ahora textos largos a mano? Ni una dedicatoria de cumpleaños, oiga.

Hace unas semanas asistí a una fiesta de cumpleaños y viví una situación reveladora. En medio de todo el barullo me acercaron una postal para que firmara una dedicatoria y cuando cogí el bolígrafo me vino una extraña sensación de nervios. No era ni mucho menos porque me hubiera pillado de improvisto la tarea de dedicarle unas bonitas palabras a un amigo. Como periodista, enfrentarme a una hoja en blanco nunca me ha costado demasiado. Mi estrés, en cambio, venía porque me percaté de que mi caligrafía era horrorosa.

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