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Así me estafaron en una página web falsa de Inditex con la promesa de un gran empleo
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"¿Cómo pudiste ser tan ingenuo?"

Así me estafaron en una página web falsa de Inditex con la promesa de un gran empleo

Utilizan nombres de grandes empresas y la promesa de trabajo seguro y dinero fácil para estafar a incautos. La última es una web que dice pertenecer al Grupo Inditex y busca personal. Así funcionan estos timos

Foto: Una persona realiza una compra por internet con su tarjeta bancaria. (EFE)
Una persona realiza una compra por internet con su tarjeta bancaria. (EFE)
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Tener problemas económicos y una baja percepción de vulnerabilidad digital puede ser el cóctel de condiciones ideal para sufrir una estafa en internet. Así estaba yo el pasado sábado 2 de marzo cuando, desde el sofá de mi casa, vi una tentadora oferta en Instagram. El anuncio prometía teletrabajo, cero inversión y más de 100 euros de facturación diaria. Lo pinché y me llevó a un chat de WhatsApp con un número extranjero que tenía como foto de perfil a una mujer y una niña soplando la vela de una tarta.

Me alegré de que todo fuera directo. La mayoría de estos enlaces llevan a páginas con vídeos explicativos y clases de emprendimiento. Se presentó (nunca supe si era un humano o un robot) una presunta María que me garantizaba trabajo en una plataforma de comercio electrónico de Inditex. María me remitió a otro chat donde un supuesto reclutador me dijo que se llamaba Julio, aunque tenía la misma foto de perfil que su compañera (esto lo pasé por alto).

Julio en realidad era una especie de coach. Me envió el enlace de la plataforma, inditexu.org y, después de crear una cuenta, seguí todas sus indicaciones para aprender a "trabajar". Mi cometido era completar 38 tareas diferentes. Cada una consistía en mejorar la valoración de productos como camisetas, pantalones o relojes. Para ello, con criptomonedas que la propia plataforma me enviaba a la cuenta, debía comprar esas prendas y, a cambio, me llevaba una comisión. La idea detrás, aseguraba Julio, era mejorar la valoración de los productos de cara a su venta real al público, ya que la opinión de los clientes satisfechos animaría a otros a comprar. Había objetos de Zara, pero también de Louis Vuitton o Tommy Hilfiger. Tampoco reparé en la variedad de marcas, iba ciego hacia un agujero.

"Este tipo de estafas se basan es en la necesidad y en la ingenuidad de algunas personas. La falta de concienciación de ciertas personas y su vulnerabilidad les lleva a aceptar trabajos fáciles, pero no valoran que al final son mulas y que en algún punto se les va a estafar, se les va a pedir dinero", explica a El Confidencial el ingeniero informático Lorenzo Martínez, director de Securízame, una empresa especializada en la ciberseguridad.

Foto: Foto: Giles Lampert (Unsplash / CC)

Julio era muy amable, contestaba rápido y enseñaba muy bien. No me costó mucho coger la rutina y mi ilusión aumentó cuando al cierre de mis tareas del sábado acumulé en mi cuenta 97 USDT (criptomoneda que actualiza en tiempo real su precio con respecto al dólar estadounidense). Con la premisa de retirarlos, Julio me sugirió hasta tres aplicaciones de criptomonedas. Pero cuando logré verificarme en una de ellas, la web donde trabajaba me impidió sacarlos. "Las extracciones serán de, como mínimo, 100 USDT", me alertó un mensaje. El tema está en engancharte, en lograr que tú legitimes lo que Julio llamaba una "increíble posibilidad de emprender".

Julio se despidió cordialmente de mí y me envió varios mensajes de aliento: "Lo has hecho genial, tienes mucha suerte con las comisiones, espero verte mañana…". Todo pintaba bien y no me pidieron dinero. Todavía no. Al día siguiente, Julio comenzó a asesorarme otra vez y avancé rápido en las tareas. Era el domingo 3 de marzo y esa fue otra señal que ignoré: ¿quién teletrabaja un domingo con un coach?

placeholder Pantallazo de la web Inditexu-org, que se hace pasar por una empresa del Grupo Inditex para estafar a gente. (EC)
Pantallazo de la web Inditexu-org, que se hace pasar por una empresa del Grupo Inditex para estafar a gente. (EC)

Cuando ya tenía más de 300 USDT acumulados en mi cuenta, uno de los pedidos que valoré era muy grande y convirtió parte de mi saldo en negativo. Según Julio, para revertir esa situación, completar las tareas y extraer mis ganancias, debía ingresar 80 USDT a mi cuenta. Como durante el adiestramiento del día anterior había visto a Julio haciendo lo mismo con su cuenta, no lo pensé mucho. Cambié 80 euros a USDT en una aplicación de criptomonedas y luego los ingresé a mi cuenta en la plataforma.

Mi saldo se había puesto negativo en el pedido nueve de los 38 que cada día asigna la página. Al ingresar el dinero recuperé el saldo y seguí avanzando, pero en la tarea 21 volvió a ocurrir lo mismo. Esa vez tenía que ingresar 260 USDT para continuar.

"Si dices tonterías en el grupo, te patearé. Te lo advierto (emojis de enfado). Esta es una plataforma justa y equitativa"

"Esto es falta de sabiduría popular", me cuenta el ingeniero Martínez. Tiene razón. "Nadie regala duros a cuatro pesetas. Nadie te va a regalar nada. Un trabajo que te proponen y parece muy sencillo, con un gran beneficio económico, suena demasiado bien para ser verdad".

Cuando vi que tenía que ingresar tanto dinero mi alarma saltó y dejé de ignorar detalles como los ya mencionados. También percibí que Julio comenzó a ser evasivo y mintió sobre su ubicación real (primero dijo que estaba en el extranjero y luego en Madrid). Un grupo de WhatsApp con más "valoradores de Inditex" al que Julio me había agregado también estaba lleno de personas con fotos de perfil falsas. Cuando di la voz de alarma en ese chat y escribí directamente a algunos de sus miembros, todos me ignoraron. Irónicamente, el grupo se llamaba Buena vida. Uno de los usuarios me contestó lo siguiente un rato después: "Si dices tonterías en el grupo, te patearé. Te lo advierto (emojis de enfado). Esta es una plataforma justa y equitativa. Completaremos la tarea mañana y ganaremos comisión".

Empecé a ponerme nervioso y estuve horas hablando con mi estafador, quien no renunciaba a terminar de devorar a su presa. Lo último que intentó para convencerme fue enviar un mensaje con el borrador de un contrato que tenía que firmar. Al ver que aquel texto no tenía ni pies ni cabeza, me di oficialmente por estafado y decidí acudir a una comisaría de Policía en Madrid a presentar una denuncia.

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(Reuters)

Julio nunca se dio por vencido. Incluso mientras un agente en la comisaría tomaba nota de lo sucedido, seguía recibiendo mensajes suyos. Textos a veces inconexos y que me llegaban demasiado rápido como para haber sido tecleados. Eran mensajes que se referían a mí con diferentes concordancias de género y número, que a veces me trataban como un grupo o una mujer.

Todos esos detalles se los conté al agente de Policía Nacional que me atendió en la comisaría del barrio de Las Letras. No parecía ser mucho mayor que yo y noté que sintió algo de pena por mí. Mientras le explicaba mi historia, a veces me miraba con una cara que insinuaba: "¿Cómo pudiste ser tan ingenuo?". Paradójicamente, al hablar con él iba cayendo en todos los detalles que debieron parecerme sospechosos desde el primer segundo. A modo de consuelo, el policía me dijo que estaban recibiendo muchas denuncias por estafas similares a la mía, incluso de gente que había perdido muchísimo dinero.

"Estamos viendo un claro incremento de estas estafas. Si antes se estafaba en la calle, ahora la mayoría de estos timos son en internet"

"Es muy importante que haya más concienciación sobre este tipo de amenazas, que la gente esté al tanto, que se hable de esto", explica Martínez. "Y hay que hacer foco en que se aprovechan de la vulnerabilidad de algunas personas. Hay que hacer que todo el mundo sea capaz de sospechar de un trabajo fácil muy bien remunerado y que apenas requiere esfuerzo".

Hay otro frente: una vez estafado, estás solo. En mi caso, el dinero que perdí pasó por dos bancos y una aplicación de criptomonedas antes de llegar a la web macabra. Ninguna de esas entidades bancarias pudo ayudarme a recuperar lo perdido. La sensación de indefensión es doble, por la estafa y por la impotencia de no poder hacer nada una vez ha sucedido.

Portavoces de la Policía Nacional confirman a este diario que, por desgracia, este tipo de estafas son cada vez más comunes. "Estamos viendo un claro incremento, ya que ahora todo se hace digitalmente. Si antes se estafaba en la calle, ahora la mayoría de estos timos son en internet". Tanto la policía como especialistas en ciberseguridad recuerdan que siempre hay que desconfiar y comprobar antes las empresas con las que estamos hablando. Contactados por este diario, portavoces de Inditex aseguran que "monitorizamos y alertamos a las autoridades correspondientes si tenemos constancia de cualquier intento de fraude", aunque no confirman si han estado en contacto con la Policía por esta estafa en concreto.

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Pantallazo de la web Inditexu.org, que se hace pasar por una empresa del Grupo Inditex para estafar a gente. (EC)

Después de investigar en internet, descubrí que otros ya habían alertado sobre lo mismo que yo sufrí. De hecho, la web Scamdoc, especializada en evaluar la confianza de cualquier página, emitió tres conclusiones generales después de analizar el sitio www.inditexu.org: el nombre del sitio ha sido adquirido muy recientemente (tiene menos de seis meses); el propietario del nombre de dominio asociado a este sitio está oculto; y el nombre de dominio caduca en enero de 2025. "Es una lástima que encima siempre se aprovechan de la gente más necesitada", comentaba en esta web uno de los afectados.

Más de una semana después de presentar la denuncia, pasé por la misma comisaría a preguntar. "Si no te llamamos es porque no hay ninguna novedad", me dijo un agente en la puerta. Lo que más me ha dolido de todo esto es que otras personas seguirán cayendo en lo mismo. Julio nunca más me escribió, quizás ya está ocupado con otra víctima.

Tener problemas económicos y una baja percepción de vulnerabilidad digital puede ser el cóctel de condiciones ideal para sufrir una estafa en internet. Así estaba yo el pasado sábado 2 de marzo cuando, desde el sofá de mi casa, vi una tentadora oferta en Instagram. El anuncio prometía teletrabajo, cero inversión y más de 100 euros de facturación diaria. Lo pinché y me llevó a un chat de WhatsApp con un número extranjero que tenía como foto de perfil a una mujer y una niña soplando la vela de una tarta.

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