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Cuenta atrás para el 'gran espejo' de la NASA que permitirá ver el universo como nunca
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SE PONDRÁ EN ÓRBITA EL DÍA DE NAVIDAD

Cuenta atrás para el 'gran espejo' de la NASA que permitirá ver el universo como nunca

"¿Cómo hemos llegado hasta aquí desde el Big Bang?". Es la pregunta que intentará responder el mayor telescopio espacial de la historia, el James Webb. La NASA lo lanzará justo el día de Navidad

Foto: El telescopio espacial James Webb. (EFE / NASA)
El telescopio espacial James Webb. (EFE / NASA)

Ha costado tantos quebraderos de cabeza que casi dan al traste con el proyecto, pero está a punto de ser una realidad. Este sábado 25, el día de Navidad, si no hay ningún contratiempo, la NASA lanzará al espacio el telescopio espacial James Webb, el más potente y ambicioso que se ha desarrollado hasta la fecha. Se trata de un proyecto en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense que se ha desarrollado durante más de dos décadas y cuyo objetivo es nada menos que responder a algunos de los grandes enigmas cósmicos, como el origen del universo, su evolución histórica o las características de determinados exoplanetas.

Todo se resume en la pregunta que suele repetir John Mather, científico jefe de este proyecto y Nobel de física: "¿Cómo hemos llegado hasta aquí desde el Big Bang?". Una cuestión tan crucial que explica la gran inversión que hay detrás de Webb y sus vaivenes.

Foto: james-webb-nasa-telescopio-espacial

Con un presupuesto inicial de 5.000 millones de dólares, los sobrecostes han hecho que acabe duplicando esa cantidad, convirtiéndose en la iniciativa con mayor factura en la historia de la NASA después del viaje a la Luna. En concreto, han aportado algo más de 10.000 millones, mientras que sus socios han invertido una quinta parte del montante.

El acontecimiento supone la llegada práctica de una nueva generación de observatorios espaciales mucho más potentes que Hubble, que dará el relevo a este nuevo aparato, aunque trabajarán juntos durante unos años. Cabe recordar que este se puso en órbita en 1990 y fue el primero en ofrecer imágenes con alta resolución del universo.

Cuatro años después, ya comenzó a concebirse Webb, que ha ido sufriendo una serie de retrasos –el estreno inicial estaba previsto para 2007– que se han sucedido hasta el mes de lanzamiento. Primero fueron problemas técnicos –en 2005 necesitó un rediseño– o de sobrecoste, que llegaron a plantear que se diera carpetazo al proyecto, tal y como se debatió en el Congreso de Estados Unidos en 2011.

Finalmente, el telescopio se acabó de construir en 2016, pero desde entonces ha ido pasando por un exhaustivo proceso de pruebas que han ido sumando nuevas demoras. De hecho, desde 2018 la fecha de puesta en órbita se ha ido posponiendo de año en año y la pandemia volvió a ralentizar la puesta en marcha. Ahora iba a lanzarse el 18, luego el 24 y, tras las malas previsiones de temporal, hará lo propio el día de Navidad.

El gran espejo que puede cambiar todo

Webb será lanzado desde la Guayana francesa durante la madrugada de este sábado, aunque en España será entonces mediodía (a partir de las 13:20 horas). La NASA ya ha anunciado que se podrá seguir en directo en varios idiomas, incluyendo el castellano.

El telescopio, con una masa de 6.500 kilogramos en Tierra –algo más de la mitad que el Hubble– se lanzará encapsulado dentro del cohete europeo Ariane 5, donde ocupará unos 5 metros de diámetro. Tardará en llegar a su destino cerca de un mes, ya que orbitará alrededor del Sol a cerca de 1,6 millones de kilómetros de distancia de la Tierra, en el punto Lagrange 2, convirtiéndose en el objeto en órbita más lejano hasta el momento. Por contextualizar, la Luna está cuatro veces más cerca y Hubble orbita a poco más de 500 kilómetros sobre la Tierra.

Foto: The Cosmic Reef. (NASA)

Esa distancia imposibilita que pueda tener reparaciones físicas, algo que explica las numerosas pruebas para garantizar que todo está en orden y que su vida útil sea de una década. Las posibilidades de que algo salga mal están más que presentes y pueden representar un fracaso estrepitoso. "No sería realista si no estuviera nervioso", ha reconocido Thomas Zurbuchen, jefe de ciencia de la NASA. "Esta es una misión compleja. No hay forma de hacerla sencilla".

Es el proyecto más arriesgado desde Apolo y, de hecho, ha tomado el nombre del que fue el segundo administrador de la NASA –el cargo más alto de la institución–, James Webb, que ocupó el cargo entre 1961 y 1968. Fue en ese periodo cuando se desarrolló aquella iniciativa y, de hecho, era el máximo responsable cuando se produjo el accidente que acabó con la vida de tres astronautas en 1967. Dejó el cargo nueve meses después de que aquella iniciativa diera su mayor fruto: la llegada de los humanos a la Luna.

Cuando llegue a su destino, Webb comenzará a desplegarse mediante control remoto. Se estima que tardará, más o menos, medio año en obtener sus primeras imágenes. Su misión es aprovechar la luz infrarroja generada por el movimiento constante de los cuerpos celestes para enviarla al módulo de instrumentos científicos que la analizarán. Se trata de una señal que no llega a la Tierra en buenas condiciones, ya que la atmósfera la tiene en su mayoría, y motivo por el que hace treinta años se empezaron a usar los telescopios espaciales.

Webb conseguirá ir más allá gracias a su sistema de espejos llamado Optical Telescope Element, formado por uno primario y otro secundario. El primero está formado por 18 piezas hexagonales hechas de berilio, un material fuerte pero ligero y resistente a altas temperaturas. Para que pueda recoger la luz, se han recubierto de una capa muy fina de oro y, en conjunto, tendrá un tamaño de seis metros.

El Optical Telescope Element, la gran joya del proyecto, estará protegido por un parasol que tendrá un tamaño de 21 metros de ancho por 14 de alto y 10 de profundo. Es decir, si se mira de frente, similar a una pista de tenis. Esta parte, concebida como escudo térmico, está formada por cinco hojas de un material sintético (kapton) que se ha cubierto de aluminio y silicona, de forma que el telescopio se pueda mantener a una temperatura muy baja y, así, permitir que se detecten señales débiles de luz. En la parte más externa –la que da al Sol–, podrá alcanzar los 80 ºC, mientras que en la interna, a tan solo unos centímetros, unos 230 bajo cero.

placeholder Una de las pruebas del telescopio espacial James Webb. (REUTERS / NASA)
Una de las pruebas del telescopio espacial James Webb. (REUTERS / NASA)

Su tamaño también es clave para cumplir estos objetivos, ya que cuanto más grande es el espejo, más luz se recolecta y, por tanto, aumenta la sensibilidad del telescopio para incrementar el detalle de las indagaciones. En concreto, es 100 veces más potente que Hubble, que solo podía trabajar con luz ultravioleta –que solo recoge fenómenos más recientes– o infrarroja de mucho menor alcance.

Llegar al origen del universo

Un salto cualitativo que permite que Webb alcance la región en la que está la primera luz del universo, emitida hace más de 13.000 millones de años y unos 100 millones después del 'big bang'. De este modo, se pueden esclarecer la formación de las galaxias y estrellas primitivas, así como explorar las distintas fases de su historia.

placeholder Ilustración del telescopio espacial James Webb. (Kevin Gill | Flickr)
Ilustración del telescopio espacial James Webb. (Kevin Gill | Flickr)

La capacidad de Webb también permite analizar las atmósferas de los exoplanetas –aquellos que están fuera del Sistema Solar– y, entre otras investigaciones, dar con indicios de vida o distintos elementos, como el agua en estado líquido. También posibilitará ver espacios cósmicos ocultos hasta ahora, como las estrellas tapadas por el polvo de las nebulosas.

Eso sí, para que todo se materialice, de primeras no tiene que haber un solo error físico en el telescopio espacial, porque puede tirar por la borda los miles de millones y años de trabajo invertidos en el proyecto. Si lo consigue, sus hallazgos (y consecuencias) son imprevisibles.

Ha costado tantos quebraderos de cabeza que casi dan al traste con el proyecto, pero está a punto de ser una realidad. Este sábado 25, el día de Navidad, si no hay ningún contratiempo, la NASA lanzará al espacio el telescopio espacial James Webb, el más potente y ambicioso que se ha desarrollado hasta la fecha. Se trata de un proyecto en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense que se ha desarrollado durante más de dos décadas y cuyo objetivo es nada menos que responder a algunos de los grandes enigmas cósmicos, como el origen del universo, su evolución histórica o las características de determinados exoplanetas.

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