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El invento gallego para no volver a usar Google y proteger todos tus datos en internet
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"Tú tienes el hardware"

El invento gallego para no volver a usar Google y proteger todos tus datos en internet

IUVIA es una empresa gallega que busca devolver al usuario el poder sobre sus datos poniéndole su propia nube en casa y ayudándole a configurar todos los servicios digitales

Foto: Los fundadores de IUVA. (Foto: Noelia Alpe)
Los fundadores de IUVA. (Foto: Noelia Alpe)

A estas alturas, a pocos se les escapa que el modelo de negocio de las grandes tecnológicas se basa en la compra-venta de todos tus datos. Este ha sido el tema recurrente en las multas antimonopolio de la UE a Google o sus investigaciones a Amazon y Facebook. Es más, hace poco Francia multó de nuevo a Google con 100 millones de euros y a Amazon con otros 35 por rastrear a los usuarios por la web. Nuestros datos son la moneda de cambio actual en internet y no hay escapatoria. Pero ¿y si la hubiese?

Esta pregunta fue justo el germen de la 'startup' gallega IUVIA, creada por Sofía Prósper, arquitecta, y Santiago Saavedra, ingeniero informático. Ambos se conocen desde el instituto, pero comenzaron a colaborar en proyectos relacionados con la privacidad tras el escándalo de Cambridge Analytica, la empresa que ayudó en 2016 a Trump a entrar en la Casa Blanca y a Reino Unido a salir de la Unión Europea gracias a los datos de más de 80 millones de usuarios de Facebook.

Foto: Margrethe Vestager. (EFE)

“Cuando empezamos, la privacidad no era algo de dominio público. Ahora sí es un tema candente, pero en 2016 era otra cosa. Era algo de frikis”, comentan Sofía y Santiago por videollamada. Antes de IUVIA, Prósper y Saavedra fundaron una asociación llamada Tráckula, que nació para un proyecto con MediaLab Prado con el que representaron visualmente el rastro de datos que dejamos al visitar una página web. Al finalizar el proyecto desarrollaron una extensión para el navegador para visualizar lo que sale de la actividad en línea. Pasaron en poco tiempo de imaginar creativamente cómo nos vigilan en la red a ganar un proyecto para la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) y un proyecto europeo (LEDGER).

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

“Las soluciones que hay para tratar el problema de los datos son muy técnicas, muchas veces son incómodas y los diseños son imposibles”, explica Sofía. “Y requiere estar dispuesto a pasar muchas horas arreglando lo que sale mal”, añade Santiago. “No puedes competir con un servicio comercial porque no existen suficientes horas en el día para montarte tú todo y ofrecerte a ti mismo la misma calidad de servicio”. Optimizar el sistema, arreglar los problemas que vayan surgiendo en el camino, lleva tiempo. Y normalmente el usuario medio no sabe programar, no tiene filas y filas de servidores en casa ni ordenadores con gran capacidad de procesamiento a mano.

IUVIA apuesta por ofrecer una solución escalable de herramientas digitales respetuosas con la privacidad en los cuatro niveles: 'hardware', 'software', el procesamiento de la información y la protección del usuario. Y para conseguir atajar el problema de raíz la empresa gallega comienza en lo más básico: el alojamiento de servicios digitales. “Nos dimos cuenta de que necesitábamos un lugar para almacenar los servicios alternativos y reclamar nuestra autonomía como usuarios”, explica Saavedra. Por servicios alternativos, el ingeniero se refiere a todas las aplicaciones que esquivan el oligopolio de empresas como Google o Microsoft. Herramientas como una cuenta de correo electrónico cifrada.

Tan pequeño como un 'router'

Cuando el usuario se suscribe a IUVIA recibe en casa una caja parecida a un router, lista para ser enchufada y usada que hace de servidor. Los datos nunca salen de casa. “Cuando empezaron a surgir iniciativas comerciales proprivacidad como Tutanota o Protonmail la idea principal cambiaba poco: el usuario trasladaba la confianza de un proveedor a otro. Con nuestro servicio literalmente los datos están donde tú quieras. Tú tienes el 'hardware”, explica Saavedra. Se almacenan en este cuadrado más pequeño que una caja de zapatos y, si le pasa algo, hay opciones para seguir accediendo a ellos, como confiar en una comunidad de usuarios conocidos. Descentralización, el sueño 'hacker' y la esencia pura de internet.

El paquete básico trae el almacenamiento en tu propia nube, el correo electrónico con dominio personalizado, el calendario y el almacenamiento de contactos por defecto. Si el usuario necesitara más aplicaciones también ofrece la posibilidad de acceder a un mercado de aplicaciones de 'software' libre para descargar, como herramientas ofimáticas, edición colaborativa en línea, aplicaciones de mensajería instantánea o un gestor de gastos. “Queremos ser el pegamento que una las soluciones que ya existen”. La empresa configura el servicio, garantiza que funcione correctamente y está ahí para solucionar los problemas, pero no recopila datos de los clientes. De hecho, solo pide los necesarios para hacer el pago y el envío. “No necesitas confiar en nosotros porque no tenemos nada tuyo”, afirman. Todo esto (servicios, soporte y 'microservidor') cuesta una cuota única de 500 euros. Si a partir del segundo año el usuario quiere tener acceso al soporte y tener copias de seguridad garantizadas, tendrá que pagar una cuota de 10 € al mes.

Teníamos claro que había que empezar por lo más sensible”, comenta Sofía. “Por tu 'e-mail' pasan tus billetes de avión, tus datos bancarios, todo lo que compras, lo que haces, con quién quedas”, añade. Hecha la prueba, mi calendario sigue pegado a mi bandeja de entrada. “Es que es una parte fundamental de tu identidad digital. Si pierdes tu contraseña el último lugar para poder recuperar esta información es el 'e-mail”, interviene Santiago. El usuario podrá elegir entre recibir el paquete completo (la caja servidor, los servicios, y el apoyo técnico) o hacerlo sin la parte física, el hardware, lo que hace que el producto esté disponible para empresas.

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Foto: Reuters.

El día 14 de diciembre de 2020, los servicios de Google dejaron de funcionar durante una hora. Ni cuentas de correo, ni mapas, ni carpetas compartidas, ni documentos en la nube, ni la plataforma educativa por la cual millones de niños van a clase en tiempos de pandemia… El mundo cegado por una empresa que hasta hoy sigue sosteniendo que fue un error de configuración. Diversificar proveedores y elegir otras alternativas que hacen al usuario menos dependiente de una sola empresa siempre ha sido recomendable, pero, ahora, que usamos más y más herramientas digitales, es cada vez más necesario. Si esas alternativas nos permiten ser más libres por esquivar la vigilancia en línea mucho mejor.

Privacidad como valor colectivo

La privacidad, aunque suena contraintuitivo, es un valor colectivo. Es algo perverso. No la echas de menos hasta que la pierdes y piensas que es un problema que afecta siempre a otros”, reflexiona Prósper y añade: “No somos las mismas personas en la esfera privada que en la esfera pública. Todos tenemos una opinión sobre las cosas. El espacio privado es un espacio para disentir”.

La posibilidad de tener un entorno seguro donde opinar es tener la capacidad de crecer de manera personal. Una sociedad donde se respeta la privacidad es una sociedad que puede replantearse las cosas, buscar consensos, y avanzar. Al contrario, la falta de privacidad ha hecho posible que empresas, como la que llevó a estos dos gallegos a entrar en el mundo de la privacidad, jueguen con nuestros datos para cambiar el partido al que votamos o, que hace unos años, Facebook desvelara los resultados de un experimento sobre contagio emocional y modificación de conducta que llevó a cabo en su red social sin el consentimiento de 700.000 personas.

IUVIA comenzará a comercializarse a finales de este año, después de finalizar una campaña de 'crowdfunding' con la que pretenden reforzar su independencia, aunque su idea va más allá de la autofinanciación. En un futuro, comentan, lo ideal sería que los proveedores de internet trajeran, junto con el router, el servidor-caja de la empresa y los servicios sensibles asociados, “aunque algunos prefieran ahora mismo minar tus datos para ofrecerte servicios personalizados”, reconoce Saavedra.

A estas alturas, a pocos se les escapa que el modelo de negocio de las grandes tecnológicas se basa en la compra-venta de todos tus datos. Este ha sido el tema recurrente en las multas antimonopolio de la UE a Google o sus investigaciones a Amazon y Facebook. Es más, hace poco Francia multó de nuevo a Google con 100 millones de euros y a Amazon con otros 35 por rastrear a los usuarios por la web. Nuestros datos son la moneda de cambio actual en internet y no hay escapatoria. Pero ¿y si la hubiese?

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