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Europa ya tiene su nueva Biblia digital para frenar a las 'big tech', pero no será tan fácil
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"Todo lo ilegal 'offline', ilegal 'online"

Europa ya tiene su nueva Biblia digital para frenar a las 'big tech', pero no será tan fácil

La propuesta trata de regular el opaco negocio de la publicidad 'online', pero asociaciones por los derechos digitales creen que es insuficiente

Foto: Margrethe Vestager. (EFE)
Margrethe Vestager. (EFE)

Hacía casi dos semanas que la Unión Europea debiera haber publicado su nueva Biblia contra el monopolio de las grandes plataformas digitales, un manuscrito de dos tomos: la Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés) y la Ley de Mercados Digitales (DMA, por sus siglas en inglés). Todo apuntaba a que el retraso podría deberse a negociaciones de última hora y a ajustes a un contenido que ya de por sí se auguraba controvertido. Y no ha defraudado, no del todo.

La Ley de Servicios Digitales, cuyo borrador tuvo la 'gracia' de filtrar la noche anterior el portal de noticias europeo EurActiv, creará en la Unión Europea un complejo entramado regulatorio para terminar con las opacidades y los vacíos de que disfrutan las grandes plataformas tecnológicas. Cada país miembro deberá nombrar a un coordinador de Servicios Digitales que será el punto de contacto para las compañías y para la Comisión Europea. Aparte, la DSA tiene dos grandes objetivos: la seguridad del contenido 'online' y garantizar la transparencia.

Foto: Margrethe Vestager, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea. (Reuters)

Este primer tomo promete que “todo lo que sea ilegal 'offline', sea ilegal también 'online”, en palabras de la vicepresidenta de la Comisión, Margrethe Vestager. La propuesta obligará a las grandes plataformas a crear mecanismos para identificar contenido ilegal y a eliminarlo rápidamente. También obliga a reforzar la transparencia, el verdadero punto fuerte de la legislación. La DSA, que se espera que empiece a aplicarse a principios de 2023, obligará a las grandes plataformas digitales a identificar claramente los anuncios, quién está detrás de ellos y los parámetros que hacen que lleguen al usuario. Es decir, los granos de la personalización. Saber quién quiere influenciarnos y cómo.

Otro de los platos fuertes es el refuerzo al acceso a los datos de las VLOP, llamadas así por su nombre en inglés: plataformas digitales muy grandes ('very large online platforms'). Ya sea para supervisar el cumplimiento como para investigación, tendrá que haber un repositorio de anuncios. El archivo, además de mostrar el contenido del anuncio e identificar a la persona o empresa detrás, también tendrá que mostrar las variables que tomó como referencia el algoritmo de personalización para mostrarlo al usuario.

placeholder El comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, junto a la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, en su comparecencia ayer. (EFE)
El comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, junto a la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, en su comparecencia ayer. (EFE)

Aunque la propuesta trate así de arrojar luz en el opaco negocio de la publicidad en línea, asociaciones por los derechos digitales lo ven insuficiente. Es cierto que es un comienzo, pero no limita “el modelo de negocio abusivo e intrusivo de publicidad basada en el comportamiento”, como escribe EDRi. La DSA, a pesar de obligar a la transparencia, seguirá permitiendo la hiperpersonalización de los anuncios. En el escueto artículo que dedica al fenómeno de los sistemas de recomendación, la DSA obliga a mencionar en los términos y condiciones —los que nadie lee— que la plataforma usa algoritmos de personalización y que, dentro de la plataforma, haya una opción para modificar los parámetros por los cuales se le categoriza. Sin duda, algo en lo que los legisladores europeos se han quedado flojos.

De no cumplir con las obligaciones de la DSA, las grandes plataformas digitales podrían enfrentarse a multas de hasta el 6% de sus ingresos globales totales.

Un semáforo a favor de la competencia

Si en la DSA las empresas protagonistas son las VLOP, en la Ley de Mercados Digitales (DMA) son los famosos 'gatekeepers', los guardianes. Este paquete de medidas por fin define la palabreja que llevaba haciendo ruido desde hace ya tiempo en Bruselas. Europa entiende por 'gatekeeper' aquella empresa que tiene un gran impacto en el mercado digital, que opera una plataforma necesaria para que las empresas lleguen al consumidor (como el motor de búsqueda de Google o Amazon), y que está consolidada en el mercado de tal manera que su posición dominante no parece que vaya a caer en los siguientes años.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Regular el mercado digital era necesario por varios motivos. En primer lugar, porque estos 'gatekeepers' tienen un acceso casi ilimitado a datos de sus usuarios y competidores a través, no solo de su actividad principal, sino también de otras plataformas que han ido adquiriendo para matar la competencia. Es el caso de YouTube, en el caso de Google, o de Instagram y WhatsApp en el caso de Facebook. Bajo la nueva legislación estas plataformas no podrán utilizar los datos de sus plataformas laterales ni los adquiridos a terceros para navegar por el mercado digital.

El segundo gran motivo es el de la interoperabilidad. Otra de las maneras por la que los 'gatekeepers' tratan de mantener su ventajosa posición en el mercado es limitando el uso de aplicaciones de terceros de tal manera que el usuario se sienta obligado a usar las de la empresa simplemente porque funcionan. La DMA es clara en esto: estas empresas no podrán restringir el uso del 'software' de terceros siempre que no pongan en peligro la integridad de los sistemas de la empresa ni sus sistemas operativos.

Por último, la tercera gran restricción viene de la mano de las preferencias. Los 'gatekeepers' dejarán de recomendarse a sí mismas. O eso intentará la Comisión Europea. Parece algo sencillo, pero prueba a buscar un vídeo en la barra de Google y que no te salga algo de YouTube como primera opción. Al igual que en la DSA, bajo la DMA, las empresas que no cumplan con sus obligaciones tendrán que pagar cuantiosas multas. En este caso, hasta el 10% de sus ingresos globales totales.

En la presentación de estos dos documentos, que suman más de 200 páginas, Thierry Breton advertía: “todo el mundo es bienvenido en Europa, pero es nuestra responsabilidad crear normas para proteger aquello que es importante para nosotros. Cuando más grande se es más hay que cumplir”. Los grandes escándalos de los últimos años, como el de Cambridge Analytica que pudo haber ayudado a Trump a llegar a la Casa Blanca en 2016, y la enorme dependencia de gobiernos, empresas, e individuos en las grandes plataformas digitales, como evidenció la reciente caída de los servidores de Google, hacen más que necesario este paso de la UE, un gran esfuerzo para volver a tomar las riendas de un caballo desbocado llamado internet.

Hacía casi dos semanas que la Unión Europea debiera haber publicado su nueva Biblia contra el monopolio de las grandes plataformas digitales, un manuscrito de dos tomos: la Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés) y la Ley de Mercados Digitales (DMA, por sus siglas en inglés). Todo apuntaba a que el retraso podría deberse a negociaciones de última hora y a ajustes a un contenido que ya de por sí se auguraba controvertido. Y no ha defraudado, no del todo.

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