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La secuela desconocida del coronavirus: una intensa caída del cabello tras la enfermedad
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"Pensaba que me iba a quedar calva"

La secuela desconocida del coronavirus: una intensa caída del cabello tras la enfermedad

Los especialistas diagnostican un tipo de alopecia temporal conocido como efluvio telógeno entre personas que se han recuperado del covid y que parece más común entre las mujeres

Foto: Reuters.
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Como muchos otros pacientes de covid, tuvo fiebre alta, tos muy fuerte, cefaleas y cansancio. Chus Rey, de 43 años, sufrió el coronavirus a principios de abril y también recuerda otros pequeños síntomas, como ampollas, llagas en la boca y un problema que ha arrastrado hasta ahora: la pérdida de cabello. “Se me caía, pero me pasaban tantas cosas que no le daba mucha importancia”, reconoce. Sin embargo, cuando fue dejando atrás la enfermedad con toda su sintomatología, la alopecia no hacía más que agravarse. “Era mucha cantidad, cada vez que me lavaba el pelo, pensaba que me iba a quedar calva”, comenta en declaraciones a Teknautas.

Al principio, a nadie se le había ocurrido que el covid pudiera provocar una caída del pelo, así que “lo asocié al estrés que había pasado, pensé que estaba débil”, explica la paciente. A pesar de utilizar unas ampollas anticaída, “cada vez iba a más, así que me empecé a alarmar”, sobre todo por la falta de información, “hasta que encontré en internet testimonios de mujeres a las que les había pasado lo mismo”. Tras consultarlo con especialistas, ya está recuperando su pelo normal, como puede comprobarse por las fotos que se ha ido haciendo en este periodo, pero “durante cuatro meses la caída ha sido brutal”, asegura.

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Su caso no es raro, como confirma Juan García Gavín, dermatólogo de Vigo: “La cantidad de gente que estamos recibiendo en consulta por caída del cabello se ha incrementado una barbaridad”, asegura, especialmente mujeres. Sin duda, es una secuela del covid, pero realmente puede serlo “de cualquier enfermedad medianamente grave o de procesos estresantes para el organismo”.

Los episodios de este tipo vinculados al coronavirus encajan en un tipo de alopecia conocida como efluvio telógeno, una caída transitoria del cabello que se produce después de acontecimientos estresantes, que pueden ser de índole psicológica o física, incluyendo episodios como una anemia o un tratamiento agresivo por alguna enfermedad. En esas circunstancias, el organismo detiene el crecimiento del cabello “como un mecanismo de protección, incluso se podría considerar de ahorro de energía”.

placeholder Personal sanitario prepara las pruebas PCR en la localidad de Santa Coloma de Gramenet (Cataluña). (EFE)
Personal sanitario prepara las pruebas PCR en la localidad de Santa Coloma de Gramenet (Cataluña). (EFE)

Básicamente, la raíz se ve dañada, pero pueden pasar varios meses desde que se produce el evento de estrés hasta que se ven sus consecuencias en el cabello. Por eso, muchos de los pacientes que sufrieron el covid en la primera gran ola de la pandemia han detectado la alopecia en fechas muy recientes. Más tarde, cuando todo finaliza y se produce la recuperación. Simplemente, el cabello caído se sustituye por pelo nuevo. Generalmente, es una cuestión de meses, porque si se prolonga, habría que buscar otra causa subyacente.

Confinamiento y coronavirus

Sergio Vañó, tricólogo y cirujano capilar del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Ramón y Cajal, diferencia dos tipos de efluvio telógeno que se pueden derivar del covid. Por una parte, aparece en personas que no han sufrido la enfermedad pero pueden haberse visto afectadas por el confinamiento —desde un punto de vista tanto psicológico como fisiológico, ya que variaron los hábitos de vida—, y por otra, pacientes de coronavirus: “El número de personas afectadas es elevado y sufren la caída de pelo muy fuerte con respecto a la que se produce por otras causas”, destaca.

Los expertos ven una clara relación entre la gravedad del covid y la cantidad de pelo que se cae posteriormente. Generalmente, quienes han tenido síntomas más severos también sufren posteriormente una pérdida de cabello más intensa. Mientras que de una melena sana se pueden desprender unos 100 cabellos al día, la pérdida vinculada al covid puede llegar a unos 500 y convertirse en angustiosa para el paciente, que en los peores casos tiene la sensación de perder pelo casi a puñados.

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La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) publicará en breve uno de los estudios científicos más rigurosos que se han realizado sobre esta cuestión, que incluye cerca de 200 casos de pacientes españoles. A falta de su revisión por pares, "podemos adelantar que vemos casos de una caída con una intensidad mayor que en otros episodios de efluvio telógeno, pero que tiene una duración similar, de tres o cuatro meses", explica Vañó, uno de los autores. No obstante, los especialistas no descartan que se pueda cronificar si la propia pérdida de cabello produce estrés en las personas afectadas.

Por el momento, hay poca literatura científica sobre el cabello y el covid. Probablemente, no es casualidad que algunos de los escasos estudios publicados procedan de Turquía —país famoso por los implantes de cabello—. Uno que aparece en la revista ‘Dermatologic Therapy’ destaca, en efecto, una alta incidencia de efluvio telógeno. Otra curiosa publicación analiza mediante Google Trends las búsquedas en internet de términos relacionados con la dermatología durante la pandemia, y 'caída del pelo' es una de las que aumentaron significativamente, según un estudio que compara los datos de Italia y Turquía entre marzo y junio de este año con los de 2019.

En EEUU, una encuesta entre pacientes que han sufrido síntomas de coronavirus de larga duración reveló que entre los más frecuentes —fatiga, dolores musculares, dificultades respiratorias, problemas de concentración y falta de memoria, entre otros— también se colaba una pérdida de pelo más o menos importante, ya que fue citada por más de un tercio de los 1.700 participantes.

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En cualquier caso, esta secuela del covid no debería suponer un gran motivo de preocupación, por su carácter temporal. En realidad, el efluvio telógeno nunca se relaciona con una pérdida capilar definitiva, sino que se trata más bien de “un sistema de recambio”, señala García Gavín. Solo se prolonga en el tiempo si las circunstancias estresantes también lo hacen, como se ha comprobado en algunos casos de cáncer, infección por VIH o déficits nutricionales prolongados. Incluso en otros tipos de alopecia, “cuando el cabello se cae, siempre viene otro detrás, lo que ocurre es que en la calvicie masculina el mecanismo es diferente y nace un pelo más fino y pequeño”. Por el contrario, en este caso, nada impide que el cabello nuevo sea de la misma calidad.

No obstante, ante la angustia que puede suponer la pérdida temporal para muchos pacientes, los especialistas están recomendando tratamientos como el minoxidil, que “acelera el proceso ajustando los ciclos foliculares”, explican, y se puede aplicar de forma tópica a través de un champú o ingerir de manera oral en pastillas. También se pueden administrar nutricosméticos (productos alimenticios con nutrientes específicos) y plasma rico en plaquetas.

Como muchos otros pacientes de covid, tuvo fiebre alta, tos muy fuerte, cefaleas y cansancio. Chus Rey, de 43 años, sufrió el coronavirus a principios de abril y también recuerda otros pequeños síntomas, como ampollas, llagas en la boca y un problema que ha arrastrado hasta ahora: la pérdida de cabello. “Se me caía, pero me pasaban tantas cosas que no le daba mucha importancia”, reconoce. Sin embargo, cuando fue dejando atrás la enfermedad con toda su sintomatología, la alopecia no hacía más que agravarse. “Era mucha cantidad, cada vez que me lavaba el pelo, pensaba que me iba a quedar calva”, comenta en declaraciones a Teknautas.

Hospital Ramón y Cajal Estrés
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