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“Una solución contra el cambio climático sería hacer humanos más bajitos”
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Entrevista a Mathew Liao

“Una solución contra el cambio climático sería hacer humanos más bajitos”

Este filósofo de tono afable y aspecto menudo dedica su vida a “reflexionar sobre los dilemas éticos de las tecnologías emergentes: mi trabajo básicamente es pensar”

Foto: Mathew Liao. (Marta García Aller)
Mathew Liao. (Marta García Aller)

Mathew Liao, director del centro de Bioética de la Universidad de Nueva York, sabe que sus ideas son muy provocadoras, pero no actúa como un gurú que quiera escandalizar ni llamar la atención. Este filósofo de tono afable y aspecto menudo dedica su vida a “reflexionar sobre los dilemas éticos de las tecnologías emergentes: mi trabajo, básicamente, es pensar”, explica al comenzar esta entrevista en la Cámara de Comercio de San Sebastián, tras un encuentro organizado por la plataforma de conocimiento científico y tecnológico OpenMind, de BBVA.

La conferencia de Liao sobre 'Ingeniería humana para combatir el cambio climático' no ha dejado al público indiferente. Unos señores de traje y corbata comentan junto al guardarropa que las propuestas de este filósofo neoyorquino les parecen “populismo científico”. Tres jóvenes con pinta de estudiantes, sin embargo, están fascinados con lo que acaban de oír: “¿Te imaginas que el futuro fuera así?”, se pregunta en alto una de ellas a las puertas del auditorio. Entrevistar a un filósofo del futuro también exige mucha imaginación.

El profesor Mathew Liao defiende que hay que explorar soluciones en la “ingeniería humana”, que es como llama a la modificación genética, “para que mitiguemos mejor y nos adaptemos a los efectos del cambio climático sin tener que hacer sacrificios”. Entre sus propuestas más sorprendentes está favorecer que los humanos del futuro nazcan más pequeños, “porque contaminarán menos”, así como diseñar un parche que induzca la intolerancia a la carne roja “para disminuir los gases de efecto invernadero” y utilizar fármacos que potencien la inteligencia y la empatía “para que la gente sea más colaborativa y bondadosa”. Su trabajo no es hacer posibles estas tecnologías, que él considera “potencialmente viables en el futuro”, sino plantearse si sería beneficioso y ético estimular su desarrollo en la comunidad científica.

PREGUNTA. Sus propuestas para combatir el cambio climático con manipulación genética son muy controvertidas. ¿De qué sirve plantearse si son éticas si ni siquiera son posibles?

RESPUESTA. Trato de dar con soluciones innovadoras, que por supuesto sean voluntarias y beneficien a todo el planeta, que está en serio peligro por el cambio climático sin que la ciencia ni el mercado hayan todavía encontrado solución. No son posibles hoy en día, pero mi visión es a largo plazo.

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Mathew Liao.

P. Hablando de visión, entre sus propuestas para combatir el cambio climático está la de desarrollar una visión nocturna para humanos. ¿En qué consiste?

R. Imagine que fuera posible diseñar humanos con visión nocturna, como la de los gatos. ¡Se ahorraría muchísima energía! Yo vivo en Nueva York y es increíble cuántas luces hay encendidas de noche. La visión de los felinos tiene una base genética que les permite ver siete veces mejor que nosotros en la oscuridad. Si pudiéramos modificar el ojo humano para que tuviera visión nocturna, como tienen otros mamíferos… Todavía no sabemos qué genes son los que hacen posible esta capacidad y es un rasgo poligénico que implica más de 500 genes diferentes. Pero si llegáramos a averiguar cómo hacerlo, ¿cuánta energía ahorraríamos globalmente? ¿Y quién no querría mejorar su visión? Es lo que llamo un ‘win-win’.

P. ¿Su propuesta de convertirse en humanos con ojos de gato sería opcional?

R. Totalmente voluntario. Igual que no fuerzas a la gente a tener el último iPhone. La gente simplemente lo quiere.

P. Pero no a todo el mundo le gusta el iPhone ni puede pagárselo. ¿Qué pasaría con la población que no pudiera o no quisiera ver en la oscuridad? ¿Podrían sobrevivir en una ciudad sin luces?

R. Buena pregunta. Para los que no pueden pagárselo podría haber subsidios, como un asunto más de salud pública, igual que las vacunas. Pero para los que no quisieran tener visión nocturna, igual que hay gente que no quiere usar móviles o rechaza otras tecnologías, la sociedad tiene que poder funcionar también.

placeholder Mathew Liao. (Marta García Aller)
Mathew Liao. (Marta García Aller)

P. ¿A oscuras? ¿No estarían en inferioridad de condiciones?

R. Habría menos luces, pero alguna habría [ríe]. De todos modos, ir a Nueva York sería voluntario. O podrían ir, pero no salir de noche. Igual que los Amish que rechazan algunas tecnologías no quieren vivir en Nueva York. También podría ofrecérseles gafas de visión nocturna como solución temporal.

P. ¿Ha calculado el ahorro energético que supondría esta propuesta, de llegar a ser posible?

R. No, pero sería mucho.

P. ¿Ha conocido científicos que piensen que sea una buena idea? Es muy controvertida.

R. No creo que sea tan controvertida. Simplemente a la gente no se le ha ocurrido planteárselo todavía. ¿Que si he hablado con genetistas de esto? Déjame pensar, trato de recordar. [duda unos segundos] Básicamente me dicen que no es posible. Al menos, todavía. Es una tecnología en evolución. Hay mamíferos que tienen visión nocturna y sabemos que esa capacidad tiene un origen genético, así que podríamos encontrar el modo de hacerlo posible para los humanos modificando los genes adecuados. Hay especies que nos demuestran que es posible.

P. También hay animales que pueden volar y eso no significa que los humanos vayamos a poder, ¿no?

R. Bueno, significa que no podemos volar... todavía. No tenemos la forma corporal necesaria, al menos actualmente. [Duda por un momento] Pero tener alas es mucho más difícil que tener visión nocturna.

Los bajitos contaminan menos

P. Usted también propone modificar a los humanos en un laboratorio para que sean más bajitos. ¿De verdad le parece ético? ¿Qué ventajas tendría ser más pequeños?

R. Ya somos capaces de secuenciar el genoma y tenemos tecnología de edición genética para curar enfermedades y mejorar el bienestar. ¿Por qué no modificar genes para evitar las consecuencias del cambio climático que podrían llevar el planeta al colapso? Una solución sería hacer humanos más bajitos, porque consumirían menos energía.

"¿Por qué no modificar genes para evitar las consecuencias del cambio climático que podrían llevar el planeta al colapso?"

P. ¿Cómo propone hacerlo?

R. Ya se está haciendo ingeniería genética con otros propósitos. Existe el diagnóstico de preimplantación genética en clínicas de fertilidad asistida, que analiza si los embriones tienen alguna enfermedad antes de ser transferidos al útero y seleccionar el más sano. En EEUU ya se puede hacer hasta selección del género del bebé. Es controvertido, pero se hace. En New Jersey, la empresa Genomic Prediction está ofreciendo incluso un análisis de ADN para que los padres puedan elegir no solo los embriones más sanos, también combina el análisis genético con inteligencia artificial para prever qué embriones tienen más probabilidades de convertirse en personas más bajas o altas e inteligentes.

P. ¿Está comprobada su efectividad? Si ni siquiera hay consenso en de qué hablamos exactamente al hablar de inteligencia.

R. Aún no está comprobado que funcione. Pero seguro que la altura es más fácil de prever que la inteligencia. Se podría seleccionar qué embriones implantar según la altura. Eso traspasa menos cuestiones éticas, porque si eliges fecundar ese embrión, luego el niño no se puede quejar cuando crezca por ser así, porque de otro modo no habría nacido. Es más problemático éticamente modificar las células ya existentes o tratar de influir en la altura farmacológicamente. Pero esto último hace décadas que se hace. Desde los años sesenta en EEUU, por motivos culturales que podemos considerar sexistas, se trataba a las niñas que iban a ser demasiado altas para el estándar de la época para que crecieran menos. No estoy de acuerdo con ello, solo planteo que lleva tiempo permitido socialmente modificar el tamaño de los hijos. Y a los niños con problemas de crecimiento los padres tienen permitido darles hormonas para para que se desarrollen y en vez de medir 1,60 lleguen a 1,70 cm. La pregunta es, ¿si la sociedad considera aceptable para los padres interferir en la altura de los niños por razones culturales y estéticas, por qué no permitirlo por cuestiones éticas? El cambio climático es un problema ético. Va a afectar a todo el mundo, también a la vida de ese niño.

"Es más problemático éticamente modificar las células ya existentes o tratar de influir en la altura farmacológicamente"

Niños a la carta

La polémica empresa Genomic Genetics a la que se refiere trabaja en técnicas de análisis de ADN para que los padres puedan elegir, prometiéndoles calcular con 'machine learning' los embriones con menos probabilidades de tener una lista de 11 enfermedades, incluyendo el riesgo de diabetes, ataques al corazón y cinco tipos de cáncer. La palabra clave aquí es ‘elegir’. No hay modificación, pero sí selección a través de la predicción genómica, y eso plantea la duda tanto científica como filosófica de si estamos ya viviendo el comienzo de los bebés “de diseño”, como planteaba 'The Economist' hace unos días.

Según MIT Technology Review, Genomic Genetics promete predecir también a los padres si un embrión va a convertirse en alguien que se encuentre en el 2% más bajo de la población y, lo que es aún más polémico, si estará en el 2% con menos cociente intelectual. El test es nuevo y carece de datos concluyentes que demuestren su efectividad. De hecho, muchos genetistas dudan de que sus pruebas genéticas puedan predecir estos factores y la empresa ha recibido muchas críticas de la comunidad científica.

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Mathew Liao. (Marta García Aller)

Sin embargo, que ya haya una empresa ofreciendo estos dudosos cálculos a clientes de las clínicas de fertilidad asistida nos lleva de nuevo a los planteamientos de Mathew Liao. En lo que sin duda tiene razón este filósofo es en que la ética va a tener que ofrecer muchas respuestas al respecto. No sé si las suyas. Una cosa es que la altura o la inteligencia tengan un componente heredable y otra que se pueda prever.

Y de llegar a ser posible tecnológicamente, ¿es deseable que los padres accedan a un menú de factores de selección genética más allá de cuestiones estrictamente de la salud? Esto abre otro melón: qué entendemos por salud. ¿Es también el cambio climático un tema de salud y bienestar, como plantea Liao?

P. Usted propone que veamos la altura humana como una cuestión ética, porque la gente más grande contamina más.

R. No usaría la palabra contaminar, pero está comprobado que los altos gastan más energía. La huella ecológica del ser humano está relacionada en parte con nuestro tamaño. Los altos necesitan más comida, gastan más combustible para transportarse de un sitio a otro, usan más tejido en la ropa y zapatos. Ser pequeño es más respetuoso con el medio ambiente. En nuestra sociedad ser alto es visto como ventajoso, está estudiado que las mujeres ven más atractivos a los hombres altos y estos tienen más éxito laboral. Pero esto podría cambiar, igual que ser vegetariano está mejor visto ahora que hace 30 años por su estatus ético. Ser bajo puede tener otras ventajas en la longevidad, si miras las personas centenarias, ninguna mide 1,90.

"Los altos necesitan más comida, gastan más combustible para transportarse de un sitio a otro, usan más tejido en la ropa y zapatos"

P. Tal vez porque hace 100 años la gente medía menos que ahora y, por tanto, este siglo si los haya.

R. Es cierto, pero hay evidencias de que la gente más alta tiene una menor esperanza de vida y mayores riesgos cardíacos.

P. ¿Le parece ética la eugenesia?

R. Obviamente, de la eugenesia que hacían los nazis basándose en la discriminación y el exterminio eran forzosas estoy totalmente en contra. Yo propongo incentivar soluciones voluntarias que la gente desee libremente y sean beneficiosas para todos.

P. ¿Y cuál sería la altura ideal para los humanos del futuro según sus cálculos?

R. Sería medir 15 centímetros menos, que era lo normal hace un siglo. Entonces las puertas, las camas, todo era más pequeño. Reducir la estatura media de los estadounidenses en solo 15 centímetros significaría una disminución del 23% en la masa de hombres y el 25% en la de mujeres, con sus correspondientes recortes del metabolismo basal. Eso reduciría mucho la huella de carbono proporcionalmente.

P. ¿Cuánto mide usted, por cierto?

R. Aproximadamente 1,70 cm.

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Mathew Liao. (Marta García Aller)

P. ¿No es sospechoso que su propuesta coincida con su tamaño?

R. [Risas] A lo mejor estoy un poco influido por ello, sí. Pero es que ser bajito tiene sus ventajas.

P. ¿Y cómo convencería al resto de la gente de ello?

R. Si hiciera falta incentivarlos, más allá de la motivación climática, podría ofrecerse ventajas fiscales por tener hijos más bajos.

P. ¿Podrían los más ricos permitirse ser altos? No parece muy voluntario.

R. Si es verdad. Es un riesgo. Pero yo lo que propongo es que cada uno pueda elegir y tenga la opción. Si el cambio climático va a ser tan dañino que hay que limitar las emisiones y la huella de carbono, podría darse un cupo por familia. Así podrían elegir si quieren tener un hijo alto, dos medianos o tres pequeños.

P. ¡Habla de los niños como si fueran menús del Burger King!

R. [Risas] No, no. Podrías decidir si tienes un hijo alto o varios más bajos. Ya estamos haciendo selección genética con los hijos por motivos de salud. Seleccionamos también a una pareja porque nos parece más atractiva o más inteligente. Eso también es selección.

"Ya hacemos selección genética con los hijos por motivos de salud. Seleccionamos a una pareja porque nos parece más atractiva o inteligente"

P. ¡Pero selección natural! No es lo mismo la lotería genética que intervenir en ella con criterios arbitrarios.

R. ¿No lo estamos haciendo ya?

Al preguntarle si a algún científico que conozca le ha parecido buena su idea de reducir la altura humana al dar alguna de sus charlas, e incluso si alguien se la ha tomado en serio, no pierde la paciencia ni su tono cordial en ningún momento. Se ve que está acostumbrado al escepticismo con sus teorías. Dice con humor (y en serio) que lo que más recibe en las conferencias son felicitaciones de gente bajita que se le acerca a darle las gracias “porque después de escucharme se sienten más respetuosos con el medioambiente y mejor consigo mismos”.

El parche anti-carne roja

Su propuesta de modificar la altura genéticamente es la más controvertida de todas, “pero hay otras mejor aceptadas que incluso me han sugerido patentar”, explica. Se refiere a su idea de un parche anti-carne roja para ayudar a quienes, como él, no son vegetarianos porque les gusta mucho la carne, pero por razones éticas les gustaría comer menos.

P. ¿En qué consiste ese parche anti-carne que propone para combatir el cambio climático?

R. Sabemos que muchos gases de efecto invernadero se producen por la ganadería. Si reducimos el consumo de carne, reduciríamos esa emisión de gases. Pero a la gente le cuesta, porque le gusta mucho. Por eso, propongo desarrollar un mecanismo que cause intolerancia a la carne. Serían similares a los parches de nicotina y creo que tendrían buena aceptación entre la gente que tiene un dilema ético cuando consume carne pero no es capaz de dejar de hacerlo. En Brooklyn, funcionaría seguro.

"Sabemos que muchos gases de efecto invernadero se producen por la ganadería. Si reducimos el consumo de carne, reduciríamos esa emisión"

P. ¿Es un planteamiento meramente teórico o hay alguna base científica?

R. Hay una garrapata, llamada Lone Star, que al picarte inyecta una proteína que se llama alfa-galactosa y activa el sistema inmune. Al comer carne después de que esa proteína llegue a tu sangre, sufres una especie de reacción alérgica. Inducir una intolerancia farmacológica a la carne ayudaría a quienes voluntariamente lo desean, pero les cuesta trabajo. También ayudaría a la gente que tiene que dejar de comer carne roja por motivos de salud. Cuando di una conferencia en Yale sobre esto, un directivo de una empresa farmacéutica me propuso patentarlo, pero yo solo soy un filósofo.

P. Usted también propone utilizar tratamientos de oxitocina para mejorar la empatía de la sociedad y que la gente se implique más en la lucha contra el cambio climático. ¿No es esto como un dopaje moral que haría el comportamiento más artificial?

R. Hay experimentos que demuestran que después de tomar oxitocina la gente coopera más. No se trata de obligar a nadie a tomarla, pero podría ser beneficioso para quienes quieren ser mejores personas y no tienen fuerza de voluntad. En cuanto a si es artificial o no, ¿hace una droga que una emoción sea menos auténtica? No lo creo. También organizamos citas con la pareja o tomamos vino para generar un sentimiento. ¿Por qué sería más artificial una pastilla del amor?

P. En ese futuro hipotético en el que los genes sean elegidos previamente y luego se tomen pastillas para condicionar el comportamiento socialmente aceptado, ¿dónde queda la libertad?

R. Puedes elegir si tomar o no la pastilla.

P. ¿Como en 'Matrix'?

R. Eso es. Tú eliges si tomas la pastilla roja o la azul. La decisión es tuya.

P. Si tengo rebajas de impuestos por tomar la pastilla, no es tan voluntario.

R. Esa es una buena pregunta. Serías una buena filósofa.

"Si un científico encuentra la cura contra el cáncer gracias a una ayuda de este tipo, ¿nos importaría cuánto esfuerzo le ha costado o el resultado?"

P. Tengo otra, la última. Actuar correctamente tiene valor en la sociedad porque requiere un esfuerzo. Si se puede comprar con una hipotética pastilla, ¿no dejaría de significar algo ser bueno? ¿No sería hacer trampas que actuar bien a unos les costara esfuerzo y a otros no?

R. [Duda] Si un científico encuentra la cura contra el cáncer gracias a una ayuda de este tipo, ¿nos importaría realmente cuánto esfuerzo le ha costado o lo que importa es el resultado? Necesitamos soluciones a enormes problemas que afectan a la humanidad. Y el cambio climático es uno de los más importantes.

Lo que planteo es que necesitamos buscar nuevas soluciones totalmente distintas a lo que estamos haciendo contra el cambio climático, porque no está funcionando. La selección genética existe, la oxitocina también. Lo que pasa es que no se han pensado como solución contra el cambio climático. No estoy proponiendo que se haga ya, pero sí que a largo plazo necesitamos buscar nuevas soluciones creativas.

Mathew Liao, director del centro de Bioética de la Universidad de Nueva York, sabe que sus ideas son muy provocadoras, pero no actúa como un gurú que quiera escandalizar ni llamar la atención. Este filósofo de tono afable y aspecto menudo dedica su vida a “reflexionar sobre los dilemas éticos de las tecnologías emergentes: mi trabajo, básicamente, es pensar”, explica al comenzar esta entrevista en la Cámara de Comercio de San Sebastián, tras un encuentro organizado por la plataforma de conocimiento científico y tecnológico OpenMind, de BBVA.

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