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El pueblo madrileño que guarda el ADN de la ganadería española para evitar su extinción
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El pueblo madrileño que guarda el ADN de la ganadería española para evitar su extinción

El Banco Nacional de Germoplasma Animal se encuentra en Colmenar Viejo y preserva una copia del material genético de las razas ganaderas autóctonas para evitar su extinción

Foto: Material genético almacenado dentro de un tanque de nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero. (CENSYRA)
Material genético almacenado dentro de un tanque de nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero. (CENSYRA)

Una de las mayores preocupaciones de la comunidad científica en la actualidad es el aumento de la tasa de extinción de especies. Este aumento ha sido tan llamativo en el siglo XX, y lo que llevamos del XXI, que los científicos ya están hablando de la sexta extinción masiva de especies. Aún no se sabe cuándo acabará, pero ya hay estudios que oscurecen bastante el horizonte pues marcan como una de las causas la superpoblación humana, y no parece que la llegada de seres humanos vaya a frenarse. Pero lo peor es que puede ser que con nuestra forma de vivir también nos estemos cargando la solución a esta desaparación de animales.

Tal y como está planteado el sistema alimentario actual, este está provocando la pérdida de gran parte de especies autóctonas ganaderas, las cuales, según algunos expertos, pueden llegar a salvar a la humanidad de la extinción. Para frenar esta desaparición masiva, miles de investigadores se han lanzado a crear proyectos que protejan las razas autóctonas y sus genes, y uno de ellos es el español Banco Nacional de Germoplasma Animal situado en la sierra norte de Madrid.

Foto: Un hidroavión trabaja en las labores de extinción de los incendios en Ávila. (EFE)

España dispone de 189 razas totales, de entre ellas 165 son razas autóctonas. Actualmente, de las 165 razas autóctonas, 140 están en peligro de extinción y 25 en fomento, según El Catálogo Oficial de Razas de Ganado Español. Es decir, más del 80% de las razas autóctonas se encuentran en riesgo de extinción en España. De hecho, el Sistema de Información sobre la Diversidad de los Animales Domésticos estima que casi el 27% de las razas locales a nivel mundial se encuentran actualmente en peligro de extinción.

"Nuestro principal objetivo en el Banco Nacional de Germoplasma es conservar una copia de seguridad de las diferentes razas autóctonas, para así evitar su extinción", cuenta para Teknautas, Santiago Moreno, Director del Departamento de Producción Animal del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Agroalimentario.

Actualmente, el Banco Nacional de Germoplasma, situado en Colmenar Viejo (a unos 40 kilómetros al norte de Madrid), preserva aproximadamente 72.618 dosis seminales de 895 donantes de 47 razas, y a la vez, 364 embriones, de 73 hembras y 44 machos de 3 razas, protegidos dentro de tanques de nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero. Este material no tiene fecha de caducidad y es una copia de seguridad cedida por las asociaciones de ganaderos de las diferentes razas de otros centros distribuidos por la geografía española.

placeholder Tanque de nitrógeno líquido abierto. (CENSYRA)
Tanque de nitrógeno líquido abierto. (CENSYRA)

España, un caso muy peculiar

El caso de España es muy peculiar porque es el país con más diversidad de especies en toda Europa (tanto ganaderas como silvestres), dando aún más importancia a ideas como las de este banco genético. Moreno explica que esto se debe a que la orografía y climatología de España es muy variada y esto "ha supuesto una diferenciación de especies muy considerable en comparación con los demás países europeos", apunta el experto.

El material genético se guarda con bastante recelo, nada puede salir del laboratorio si no es con el dictamen favorable de la comisión del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, encargado de la gestión de este banco. Precisamente, para poder utilizar este material se tienen que dar unas circunstancias muy específicas como la reconstrucción de una raza en peligro de extinción y el apoyo a la conservación de una raza introduciendo más variedad de material genético.

placeholder Algunas de las razas de bovino que cuyos genes se guardan en el Banco nacional de germoplasma animal
Algunas de las razas de bovino que cuyos genes se guardan en el Banco nacional de germoplasma animal

Por ahora, Moreno asegura que no se ha llegado a utilizar el material genético para rescatar ninguna especie, no obstante, no descarta usarlo en un futuro, porque hay muchas que se encuentran en situación crítica. "Tratamos de conservar nuestra riqueza genética porque está en peligro de extinción", ya que no son tan rentables en comparación con las especies de alta producción "que en buena parte de los casos son razas importadas", aclara el experto.

Para recuperar una raza que se haya extinguido se tendría que inseminar, con dosis existentes en el banco de esa raza ya extinta, a una hembra con características similares a la raza desaparecida y por medio de cruzamientos llegar al animal que se quiere recuperar. Además, explica Moreno que también existe la opción de implantar embriones, almacenados en el banco de esa raza, en otras hembras que no tienen por qué ser de la misma raza, y la descendencia sería genéticamente igual a los de la raza perdida.

Seguro frente al cambio climático

Las causas del almacenamiento de germoplasma son muy diversas, como apunta el informe El Segundo Documento de las Líneas Directrices para Elaboración de Planes Nacionales de Gestión de los Recursos Genéticos de Animales de Granja, y en el capítulo 'Utilización de Bancos de Recursos Zoogenéticos', incluido en el libro 'Biotecnologías Reproductivas en la Producción, Conservación y Experimentación Animal', elaborado por Sonia Pérez y Julián Santiago. No sólo se guarda ADN de razas ganaderas porque aporta mayor seguridad genética frente a una posible catástrofe natural, que podría suponer la extinción de poblaciones vivas genéticamente importantes, sino que también se hace porque plantea una gran ventaja frente al espacio limitado y abre una nueva vía de negocio.

Hay que ponerse en la situación de que un gran número de especies e individuos pueden estar almacenados con la única limitación de los tanques de almacenamientos disponibles, en comparación con el espacio necesario para mantener poblaciones vivas. Además, no es lo mismo transportar material genético en un tanque de preservación que a un toro vivo de 1.000 kilos: el coste en infraestructura y esfuerzo difiere mucho.

placeholder (Foto: Reuters)
(Foto: Reuters)

Eso sí, no todo son ventajas. La falta de evolución adaptativa presenta un gran inconveniente (sobre todo en las especies silvestres más que ganaderas) en el sentido de que la población viva desarrolla cambios genéticos para adaptarse al medio cambiante, pero el material genético almacenado de esa especie permanece estable al no estar sometido a ningún cambio. Es decir, la descendencia que se obtenga a través de este material puede que sea incapaz de sobrevivir al nuevo medio ambiente.

Debido a esto, la investigadora Sonia Pérez, autora del capitulo 'Utilización de Bancos de Recursos Zoogenéticos', explica a El Confidencial que lo recomendable es que los bancos de germoplasma sean dinámicos a la hora de introducir nuevo material genético. Esto significa que deben actualizar constantemente las dosis que tienen sobre cada raza.

El negocio de los genes

Pese a las complicaciones que esto pueda tener, la evolución en estas técnicas ha hecho que de estos bancos nazca un nuevo negocio a nivel mundial. Moreno, director del Departamento de Producción Animal del IMIDRA, explica que cada vez hay más tendencia a recurrir a las técnicas de germoplasma para obtener más y mejor descendencia. De la manera tradicional, un macho puede reproducirse con 30 o 40 vacas en un año, por lo que puede llegar a tener entre 30 y 50 crías. Sin embargo, si a ese mismo toro se le aplican técnicas de inseminación artificial se puede llegar a obtener entre 2.000 y 3.000 dosis a la semana, es decir, al año se podrían concebir 20.000 crías potenciales.

Gracias a esta tendencia, España ha conseguido acceder a mercados altamente exigentes, como es el caso de Estados Unidos, donde, según el MAPAMA, se exportaron dosis seminales de ovejas Assaf (de origen israelí pero muy asentada en nuestro país). Sin olvidar la importancia de las exportaciones de material genético de la raza bovina Rubia Gallega, que aseguran desde el propio ministerio que es una raza que ya casi se vende más fuera de España que dentro.

placeholder Vaca rubia gallega. (Foto: Wikimedia)
Vaca rubia gallega. (Foto: Wikimedia)

Antes, una especie evolucionaba dentro del medio donde había nacido y desarrollaba unas características u otras para sobrevivir en su entorno. Estos animales llebavan impreso en su ADN siglos y siglos de historia del ser humano, porque el hombre cuando emigraba de una zona a otra, iba acompañado de su ganado y estos animales se veían obligados a adaptarse a cada nuevo entorno. Sin embargo, a día de hoy, un animal puede viajar a miles kilómetros de su lugar de origen, en una dosis de 0,25 ml, ser preservado a 196 grados bajo cero y nacer, tal vez, 20 años después, sin necesidad de que sus progenitores hayan tenido ningún contacto físico.

La imagen que parece más propia de la obra de ficción La Isla del Doctor Moreau, es real. En España desde hace décadas se llevan utilizando técnicas basadas en el germoplasma y todo apunta a que es una tendencia que va a seguir desarrollándose y evolucionando y, claro está, a nivel mundial. Pues gran parte de la comunidad científica entiende la importante necesidad de proteger la riqueza genética de las especies que poblan el planeta.

Una de las mayores preocupaciones de la comunidad científica en la actualidad es el aumento de la tasa de extinción de especies. Este aumento ha sido tan llamativo en el siglo XX, y lo que llevamos del XXI, que los científicos ya están hablando de la sexta extinción masiva de especies. Aún no se sabe cuándo acabará, pero ya hay estudios que oscurecen bastante el horizonte pues marcan como una de las causas la superpoblación humana, y no parece que la llegada de seres humanos vaya a frenarse. Pero lo peor es que puede ser que con nuestra forma de vivir también nos estemos cargando la solución a esta desaparación de animales.

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