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El ingeniero que inventó los comparadores de precios hace 20 años: "Vimos el futuro"
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"FUIMOS UNOS PROFETAS"

El ingeniero que inventó los comparadores de precios hace 20 años: "Vimos el futuro"

Bruce Krulwich lideró el proyecto para crear BargainFinder, el considerado como primer comparador de precios de la historia

Foto: El ingeniero que  Bruce Dov Krulwich.
El ingeniero que Bruce Dov Krulwich.

Los hay de todo tipo: para encontrar billetes de avión, hoteles, seguros, supermercados, la compañía eléctrica más económica, teléfonos e incluso videojuegos. Pero todos ellos cumplen la función de ofrecer al usuario una lista de opciones para que este pueda elegir la que más se adapta a sus necesidades, casi siempre en base a su bolsillo.

Foto:  Uno de los salvapantallas míticos de After Dark

Los comparadores de precio se han convertido en una de las herramientas más populares de internet, pero también una de las más manipuladoras. No solo nos bombardean con supuestos chollos y mensajes que nos instigan a comprar rápido y sin pensar, sino que también nos engañan con gangas que dejan de serlo en cuanto se les suman sobrecostes inesperados o con descuentos solo aparentes.

Las prácticas del sector comienzan a preocupar. Agencias gubernamentales como la Autoridad de los Mercados y la Competencia (CMA) británica o, más recientemente, el Bundeskartellamt alemán han lanzado investigaciones para vigilarlas y proteger a los consumidores. Según la CMA, la mayoría de los usuarios no son conscientes de sus tácticas ni saben que las páginas ordenan los resultados de acuerdo a intereses económicos.

"Teníamos dudas sobre su legalidad"

Sin embargo, no siempre ha sido así. El primer comparador de precios de la historia nació como un mero experimento. “Teníamos dudas sobre su legalidad, no sabíamos si nos podían llegar a demandar porque no había nada parecido”, cuenta a Teknautas Bruce Dov Krulwich, el ingeniero que lideraba aquel proyecto de investigación gestado en 1995 en el seno de Andersen Consulting, hoy en día Accenture.

BargainFinder —como bautizaron a la herramienta— solo comparaba precios de discos de música. El escenario en el que había nacido tampoco daba para mucho más. A principios de los 90 “las puntocom aún no habían explotado, ni las ‘startups’, apenas había tiendas de libros en internet [era lo único que vendía Amazon] y no existían las de ropa [las pantallas ni siquiera hubieran mostrado fielmente sus colores]”, rememora Krulwich.

placeholder La consultora estadounidense Anderson Consulting describía BargainFinder como una herramienta inteligente (Fuente: Bruce Dov Krulwich)
La consultora estadounidense Anderson Consulting describía BargainFinder como una herramienta inteligente (Fuente: Bruce Dov Krulwich)

El objetivo del proyecto, según Andersen Consulting, era “demostrar el impacto del comercio electrónico en la industria de las ventas y cómo los agentes web podían empoderar a los consumidores”. Por entonces, los empresarios aún se preguntaban por qué debía interesarles vender productos ‘online’ o si la red de redes había llegado para quedarse.

La tecnología detrás del sistema también iba acorde a la época. “Ni siquiera almacenábamos nada en una base de datos”, dice su creador, por miedo a las posibles repercusiones legales. Cuando un usuario introducía el nombre de un álbum, la web le devolvía una lista de diferentes precios y los enlaces a sus vendedores virtuales.

La tecnología iba acorde a la época. “Ni siquiera almacenábamos nada en una base de datos”

“Cuando recibía una consulta, BargainFinder entraba en diferentes tiendas ‘online’ simulando ser un comprador, reunía la información que obtenía de los productos y se la presentaba”, describe Krulwich. El ingeniero y su equipo debían introducir cada uno de los comercios electrónicos con código de programación en el propio ‘software’ de la plataforma. Así, el número de webs consultadas fue creciendo a lo largo de la corta vida del comparador hasta alcanzar la quincena.

Cuando la innovación causa recelos

De los siete u ocho negocios que figuraban en las primeras listas, algunos bloquearon directamente al comparador para evitar que hurgara en sus estanterías virtuales. “Era muy pronto”, aclara el por entonces líder del proyecto, quien continúa explicando que “temían que BargainFinder tuviese intereses comerciales y no lo veían como una oportunidad”. Pero no se trataba de un sistema para generar beneficios, “solo un intento para experimentar y mostrar al mundo cómo iba a ser el futuro”.

Con el tiempo, sin embargo, se percataron de las ventajas de la herramienta e, incluso, les pusieron las cosas más fáciles. Algunos abrieron de par en par las puertas de su web ofreciéndoles interfaces de programación de aplicaciones a medida para que el ‘software’ pudiera trabajar más eficientemente —de forma parecida a los comparadores de precios actuales—. Otros añadieron reseñas, descripciones, ofertas especiales o dejaban escuchar alguna muestra de canciones para atraer a los clientes

Pero a pesar de que evolucionaba favorablemente, el proyecto duró tan solo unos cuatro años. Como recalca Krulwich una y otra vez, era solo un experimento. “Habría sido bonito ganar dinero con ello, pero por entonces nadie estaba construyendo sistemas como aquel”. Los que vinieron después sí supieron sacarle partido.

placeholder  Aunque su precursor no tenía fines económicos, los actuales comparadores de precios sí obtienen beneficios de su actividad (Negative Space I Pexels)
Aunque su precursor no tenía fines económicos, los actuales comparadores de precios sí obtienen beneficios de su actividad (Negative Space I Pexels)

En los años posteriores, comenzaron a surgir otras herramientas similares, cuyos autores preguntaban a veces a Krulwich sobre su funcionamiento. “Los que hacíamos esto éramos entonces una comunidad pequeña y nos conocíamos todos. Ahora es un universo enorme”, subraya. En el 2000, los comparadores de precio automatizados estaban ya extendidos. Internet ha cambiado mucho desde finales de los 90.

Las plataformas de comercio electrónico se han multiplicado, al mismo tiempo que el número y tipo de las webs que confrontan sus productos para el cliente. También sus estrategias para manipular a los usuarios, ofrecerles dudosos descuentos y achucharles para que no se piensen las compras dos veces.

Entonces eramos una comunidad pequeña y nos conocíamos todos. Ahora es un universo enorme

Para este visionario, sin embargo, esta actitud embaucadora no es algo por lo que haya que preocuparse, ni que haya que cambiar. Según él, la responsabilidad recae en los hombros del consumidor, que “debe ser precavido y tener cuidado con lo que compra”. Tampoco cree que el problema sea mayor en los comparadores de precios que en cualquier otro sector comercial: “El mundo de las ventas ‘online’ y ‘offline’ está gobernado por la publicidad, que es manipulativa”, dice.

Krulwich, que no ha vuelto a trabajar en ningún proyecto similar, desarrolla actualmente sistemas de recomendación personalizados y proporciona asesoramiento sobre sistemas de localización en interiores para negocios. Este visionario recuerda los tiempos de BargainFinder con nostalgia y orgullo: “Siento como si fuéramos profetas, vimos el futuro y lo hicimos primero”, concluye.

Los hay de todo tipo: para encontrar billetes de avión, hoteles, seguros, supermercados, la compañía eléctrica más económica, teléfonos e incluso videojuegos. Pero todos ellos cumplen la función de ofrecer al usuario una lista de opciones para que este pueda elegir la que más se adapta a sus necesidades, casi siempre en base a su bolsillo.

Billetes de avión Precios
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