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AirBnb y los peligros de la economía colaborativa: ¿intermediario o responsable?
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la empresa modificará sus protocolos

AirBnb y los peligros de la economía colaborativa: ¿intermediario o responsable?

Un caso de acoso sexual producido en uno de los pisos privados que se ofertan en la plataforma reabre el debate de si esta empresas deberían tener una mayor responsabilidad

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El auge de la economía colaborativa ha marcado el consumo durante los últimos años. Impulsada por internet y azuzada por las necesidades fruto de la crisis, se ha convertido en una revolución. Muchas han sido las objeciones surgidas de este nuevo modelo: que si se perderán puestos de trabajo, que si es ilegal… En pleno debate sobre la situación de Blablacar, que será llevado a juicio en otoño, un nuevo suceso ha puesto en duda la seguridad de este tipo de servicios, que en ocasiones se lavan las manos declarándose meros intermediarios.

Plataformas como AirBnb, que permiten alquilar viviendas y habitaciones a modo de hotel, dependen a menudo de la buena voluntad de sus usuarios, siempre potenciada por el sistema de puntuación y karma establecido. Los problemas, sin embargo, son inevitables: apartamentos vandalizados, casas alquiladas por prostitutas que terminan en una redada policial… En todos los casos la empresa no se ha hecho responsable o lo ha hecho después de repetidas protestas, impacto mediático incluido.

El último caso en sumarse a esta lista sucedió este verano en Madrid. El 4 de julio, un joven estadounidense de 19 años se puso en contacto desde la capital española con su madre, que se encontraba al otro lado del charco. Se trataba de una llamada de auxilio, ya que el estudiante había sido encerrado por su anfitrión, en una truculenta historia que relató este fin de semana The New York Times y que terminó en una presunta violación.

Lo más llamativo de un caso ya de por sí pintoresco es la falta de reacción inmediata por parte de AirBnb, que retrasó la llegada de la policía más de lo necesario cuando la madre de la víctima se puso en contacto con ellos. La empresa, que se define como simple intermediario entre particulares, se negó a darle la dirección donde se encontraba su hijo y a llamar directamente a las fuerzas de seguridad.

AirBnb asegura que modificará sus protocolos de seguridad para avisar con velocidad a los contactos de emergencia

La historia ha provocado que algunos se replanteen la seguridad de este tipo de servicios. El portavoz de FACUA, Rubén Sánchez, explica a Teknautas que es complicado determinar el grado de responsabilidad de estas empresas. “Esquivar la ley en este tipo de situaciones y no tener que hacer frente a responsabilidades es fácil”, asegura.

Desde la central estadounidense de AirBnb nos remiten al comunicado oficial, en el que señalan el carácter minoritario de estos incidentes: “El fin de semana en el que ocurrieron estos sucesos, más de 800.000 personas se hospedaban en un alojamiento anunciado en la plataforma, 70.000 de ellas en España”. A pesar de ello remarcan que “un sólo accidente ya es demasiado”.

Por ese motivo admiten que pueden “aprender mucho de este incidente y hacerlo mejor”, por lo que revisarán sus procedimientos para asegurar que se contacte con los cuerpos de seguridad en casos de emergencia. También recuerdan que los usuarios pueden registrar un contacto de emergencia, y que están trabajando “para potenciar la herramienta y que dichos contactos puedan recibir cualquier información necesaria en caso de necesidad”. Al margen de ello queda la duda de si habría que cambiar la legislación para aumentar la responsabilidad de estas empresas sobre sus clientes.

Necesidad de regulación

En opinión de Sánchez, haría falta una regulación que dejara, “muy claro y no con las clásicas parrafadas que nadie lee”, los riesgos a los que se expone el usuario. “Eso o que se obligara a las plataformas a responsabilizarse, porque si montas un negocio para lucrarte a lo mejor deberías asumir determinados compromisos”. De momento la administración no ha entrado a intervenir en este tipo de plataformas, pero el portavoz considera que los políticos deberían estudiar nuevos marcos de regulación.

'Esquivar la ley en este tipo de situaciones y no tener que hacer frente a responsabilidades es fácil'

AirBnb, por su parte, presenta sus Condiciones del servicio en un apartado de su web que ocupa 64 páginas (unas 40.000 palabras). La empresa insta a sus usuarios a leerlo “cuidadosamente”, aunque quizá pueda resumirse mejor con su lema “la confianza es la clave”. Esta posición como intermediarios sin responsabilidades es, según Sánchez, “cómodísima”, ya que basan su seguridad en las puntuaciones que reciben los usuarios en la plataforma, y a cambio “lo único que hacen es ganar dinero”.

A pesar de todo, esta legislación, aunque necesaria, no sería sencilla. Bajo el paraguas de economía colaborativa se amparan cientos de servicios muy diferentes entre sí. Sánchez recuerda que si lo único que hacen es poner en contacto a dos personas “no hay responsabilidad por parte de la plataforma, ya que es tan sólo una red social”. Según esto la empresa sería comparable a Facebook o Meetic. ¿Denunciaría algún usuario a Tinder porque su contacto le ha robado o acosado?

Caso aparte, en opinión de Sánchez, son las plataformas que prestan un servicio al estilo de Uber. Aquí los conductores han sido reconocidos como trabajadores a pleno derecho de la compañía, por los que “las condiciones contractuales son diferentes para el consumidor, y la plataforma sí es corresponsable de las irregularidades”. Diferenciar si una empresa se limita a poner en contacto a dos personas para que compartan gasolina o si esta es responsable de los posibles incidentes es uno de los retos legales a los que se enfrenta este tipo de economía.

El auge de la economía colaborativa ha marcado el consumo durante los últimos años. Impulsada por internet y azuzada por las necesidades fruto de la crisis, se ha convertido en una revolución. Muchas han sido las objeciones surgidas de este nuevo modelo: que si se perderán puestos de trabajo, que si es ilegal… En pleno debate sobre la situación de Blablacar, que será llevado a juicio en otoño, un nuevo suceso ha puesto en duda la seguridad de este tipo de servicios, que en ocasiones se lavan las manos declarándose meros intermediarios.

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