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¿Por qué mataron a Asunta Basterra? Todo lo que se sabe (y lo que no) del caso de la menor
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posibles hipótesis en un caso sin móvil

¿Por qué mataron a Asunta Basterra? Todo lo que se sabe (y lo que no) del caso de la menor

Los padres de la niña, adoptada cuando solo tenía un año, fueron condenados en 2015 por el asesinato de la menor. ¿Pero cuáles son los motivos que estaban detrás de su muerte?

Foto: Vista de apelaciÓn de la sentencia
Vista de apelaciÓn de la sentencia

​​Despertó el interés en todo el país y provocó ciertas dudas en torno a cómo se realizaban las valoraciones de idoneidad a quienes se adentraban en el largo proceso de adopción: el 'caso Asunta' saltó a los medios el 21 de septiembre de 2013, cuando dos padres adoptivos, ya por aquel entonces separados como pareja, denunciaban la desaparición de su hija de 12 años, de origen chino. Horas después, su cadáver era hallado por dos viandantes en una pista forestal próxima a la vivienda de la madre, y aquí empezó todo un procedimiento que duró apenas dos años y medio y que concluyó con una condena de 18 años de cárcel para cada uno de los padres. La decisión del jurado, popular, fue unánime; nadie dudó de la culpabilidad de ambos, pero a día de hoy poco se sabe sobre el verdadero motivo del crimen.

Semanas después de que se iniciara la investigación, cuando el juez levantó el secreto de sumario del 'caso Asunta', la historia de la muerte de la menor tenía más sombras de las que se esperaba. Por aquel entonces llamaban la atención algunos de los comportamientos de los padres, Rosario Porto y Alfonso Basterra: a pesar de haber sido imputados por la muerte de su hija apenas días después de encontrar el cuerpo, ninguno de los dos se desmoronó y mantuvieron en todo momento una actitud firme. Ni uno ni otro dijeron nada en contra del otro en un principio, lo que provocó cierto recelo en las autoridades: ¿había algún tipo de acuerdo? Desde entonces se han barajado diferentes hipótesis en torno al posible móvil.

Un obstáculo en su relación de pareja

Entre las primeras hipótesis que se barajaron se encuentra esta. Según constató entonces a El Confidencial el psiquiatra forense José Cabrera, daba la impresión en aquel 2013 de que la niña "sobraba en el binomio hombre-mujer, en la relación". ¿Pero en qué medida? El especialista señaló que esta podría ser una de las palancas que habría desencadenado el asesinato. Rosario Porto y Alfonso Basterra contrajeron matrimonio en octubre de 1996, y la ruptura de la pareja se oficializó en 2013, aunque siete meses antes de la muerte de la niña; ambos habían ligitado por la custodia de la menor antes de que la sentencia de divorcio fuera firme: desde este momento, Rosario contó con la custodia de la menor, aunque la patria potestad era compartida entre los dos.

Asunta, cuyo nombre original es Yong Fang, fue adoptada cuando tenía un año, es decir, en 2002 entró en la familia Basterra Porto. Cabrera consideró entonces que no creía que existiera "odio" o algún tipo de "aversión concreta" hacia la niña, sino que simplemente su presencia podría estar rompiendo un esquema. "Los hijos, en un matrimonio, no son un elemento céntrico ni básicos. En muchas ocasiones son un elemento de disputa", explicó. En aquella fecha, los expertos consultados consideraron que el hecho de que la niña hubiera sido adoptada en China no tenía relevancia en el crimen en sí.

La herencia de los abuelos

Al poco de pasar los dos padres a estar bajo custodia policial, la investigación se dirigió hacia otra posible hipótesis: el móvil económico. Un documento de 1975 hallado durante los registros practicados en las viviendas de la expareja situaban a la madre de Asunta, Rosario Porto, y no a la niña, como única heredera; sin embargo, fuentesde la investigación aseguraban por aquel entonces que la existencia de este documento no impedía que éste fuera modificado con posterioridad. Lo que sí constaba para la Guardia Civil era que la expareja no disponía de efectivo para mantener el "alto nivel de vida" que mantenía. Entonces, la prima del abuelo materno de Asunta aseguró que quería mucho a la niña y que éste había decidido "dejarle todo".

placeholder La vivienda de Rosario Porto, la madre de Asunta Basterra, apenas visible por la maleza del jardín y que trató de vender sin éxito en Teo (A Coruña) (EFE)
La vivienda de Rosario Porto, la madre de Asunta Basterra, apenas visible por la maleza del jardín y que trató de vender sin éxito en Teo (A Coruña) (EFE)

Los abuelos maternos de la niña habían fallecido poco antes, y con poco tiempo de margen entre ambos: primero lo hizo la madre de Rosario Porto, María del Socorro Ortega Romero, en diciembre de 2011; en julio del año siguiente lo hacía el padre de Rosario, el abogado Francisco Porto Mella, con 88 años. La Guardia Civil se planteó incluso investigar la muerte de los abuelos. El chalet cercano al lugar donde se encontró el cadáver, en Teo (A Coruña), era propiedad de los abuelos maternos de Asunta, quienes lo dejaron en herencia a Rosario, su única descendiente. Aunque ésta lo puso a la venta la propiedad quedó totalmente abandonada y sin levantar el interés de ningún comprador, a pesar de los 400 metros cuadrados que ocupa la vivienda en una finca de 10.000, protegida por un amplio muro.

Rosario Porto, una madre inestable

La dificultad a la hora de determinar el móvil del asesinato, la única evidencia sólida en la que la investigación se pudo mover fue la inestabilidad psicológica de Rosario, con episodios frecuentes de estrés y ansiedad. En 2009, la madre de Asunta tuvo que ser ingresada por un cuadro de "ansiedad, angustia y tristeza". Durante el juicio, una de las psiquiatras que la atendió aseguró que la madre "tenía deseos de morir", aunque no parecía suponer un riesgo para terceras personas, sino más para ella misma. Antes del juicio y poco después de que tuviera lugar la muerte de la niña, otro especialista que la habría atendido en el mismo centro aseguró en 'El programa de Ana Rosa' que la mujer estaba muy agobiada, y que algunas de las frases que le dijo aquel día mostraban un desinterés por seguir cuidando de su hija.

placeholder Rosario Porto, durante el juicio por la muerte de su hija (EFE)
Rosario Porto, durante el juicio por la muerte de su hija (EFE)

Siempre se declaró inocente y ya en prisión fue su abogado quien insistió en que padecía episodios de "depresión profunda". Hasta el 18 de noviembre de 2020, cuando su cadáver fue hallado en la celda en la que cumplía su condena, trató de suicidarse al menos en dos ocasiones estando en prisión, donde se activaron los protocolos antisuicidio varias veces. El padre de su exmarido y abuelo paterno de la niña, Ramón Basterra, llegó a acusarla directamente: "Yo sigo sospechando de que ha sido ella. Sospecho en todo caso que mi hijo es un infeliz de padre. Estaba enamoradísimo de esta mujer. Ha intentado encubrirla en algún momento, lo pienso", llegó a decir.

¿Un móvil sexual?

Otra de las hipótesis que se ha barajado es que hubiera algún móvil de tipo sexual, desde el inicio de la investigación. Los análisis de la ropa de Asunta Basterra revelaron restos de semen en su camiseta; poco después, se identificó al hombre cuyo semen estaba presente en la vestimenta de la niña, un hombre de nacionalidad colombiana residente en Madrid y cuyo ADN estaba clasificado por una investigación previa por una presunta agresión sexual. Fue imputado en el caso, aunque negó en todo momento haber estado en Galicia el día de autos. Tras ser interrogado (y confirmar que el día de la muerte de Asunta se encontraba en la capital), y fruto de muchas contradicciones, no se determinó una explicación exacta al semen hallado en la camiseta, por lo que el juez concluyó que ésta pudo haber sido contaminada en el transcurso de la investigación, al no haber sido realizada "de manera natural".

Sin embargo, tiempo después, en junio de 2014, se halló en el portátil del padre de Asunta material erótico y pornográfico de mujeres asiáticas: otra vía abierta para el posible móvil sexual. Después de haber inspeccionado varias veces el inmueble del padre, Alfonso Basterra, sin encontrar ningún dispositivo, a finales de diciembre el juez autorizó un nuevo registro, en el que se encontraron su portátil y un teléfono móvil; dado que antes no habían aparecido se pensó que alguien podría haberlos colocado en el domicilio del padre. Entre el material hallado se encontró una imagen donde aparecía la niña tumbada en un sillón, vestida con un corsé y medias, y en una actitud que los investigadores consideraron impropia para haber sido el padre quien hubiera tomado las fotografías.

Sin móvil, pero con muchas pistas

Aunque a día de hoy no se puede decir con seguridad cuál fue el móvil de la muerte de Asunta, sí fueron algo más claras algunas de las pistas en las que se basaron los investigadores durante el caso, que acabó con sendas condenas a 18 años de prisión:

  • Los restos de cuerda de color naranja hallados junto al cuerpo de Asunta Basterra eran idénticos a los que se encontraron en el chalet de Rosario Porto. Desde el inicio de la investigación, la hipótesis fue que la niña, sedada, fue atada de pies y manos con la cuerda para posteriormente ser asfixiada. Según la Policía y varios investigadores, las cuerdas eran de un material y color poco común en la zona.
  • La elevada presencia de ansiolíticos: la investigación determinó que tanto Rosario como Alfonso habían suministrado sedantes a la pequeña Asunta bastante tiempo antes de su muerte. En el informe toxicológico del cadáver de la menor había una alta presencia de este tipo de fármaco; dos especialistas que participaron en el análisis explicaron en el juicio que la niña sufrió una intoxicación de esta sustancia, sin lugar a dudas, y que había ingerido "al menos" 27 pastillas de Lorazepam, un ansiolítico de la marca Orfidal. Este antidepresivo se lo habían prescrito a la madre, con un historial psicológico complejo. Varias profesoras de Asunta sostienen que ya en julio la niña había ido a clase con una sintomatología extraña y que la propia niña aseguraba que su madre le había dado "unos polvos blancos" que la mantenían dormida.

Estas dos fueron las únicas 'pruebas de cargo', es decir, las únicas pruebas suficientemente argumentadas como para incriminarlos; el resto, fueron todo indicios. Las versiones contradictorias de ambos padres, las incongruencias en sus testimonios, la coautoría del crimen.... todo lo demás formó parte de los más de 30 indicios probatorios, todos ellos "concordantes, coherentes, unidireccionales y convergentes", que no fueron enervados por contraindicios, que formaron prate de la sentencia y que apuntan a la resolución acordada en 2015: que los padres fueron los culpables. Aún hoy sigue sin saberse por qué.

​​Despertó el interés en todo el país y provocó ciertas dudas en torno a cómo se realizaban las valoraciones de idoneidad a quienes se adentraban en el largo proceso de adopción: el 'caso Asunta' saltó a los medios el 21 de septiembre de 2013, cuando dos padres adoptivos, ya por aquel entonces separados como pareja, denunciaban la desaparición de su hija de 12 años, de origen chino. Horas después, su cadáver era hallado por dos viandantes en una pista forestal próxima a la vivienda de la madre, y aquí empezó todo un procedimiento que duró apenas dos años y medio y que concluyó con una condena de 18 años de cárcel para cada uno de los padres. La decisión del jurado, popular, fue unánime; nadie dudó de la culpabilidad de ambos, pero a día de hoy poco se sabe sobre el verdadero motivo del crimen.

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