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Los ladrones, a la caza del galgo
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EL BUTRÓN O EL ASALTO A MANO ARMADA ATEMORIZAN A LOS CRIADORES

Los ladrones, a la caza del galgo

Una noche, Pedro (nombre figurado) se despide de su galgo. Es su compañero inseparable en su afición por la caza y debido a "todas esas cosas

Foto: Los ladrones, a la caza del galgo
Los ladrones, a la caza del galgo

Una noche, Pedro (nombre figurado) se despide de su galgo. Es su compañero inseparable en su afición por la caza y debido a "todas esas cosas que se oyen por ahí sobre robos de perros", ha decidido ponerle a buen recaudo construyéndole un búnker donde pasa las noches. Duerme tranquilo, pero a la mañana siguiente, cuando abre el refugio de cemento, en lugar de su perro encuentra un agujero. Alguien ha cavado un túnel y se lo ha llevado.

Ésta es una de las cientos de historias que se le pueden sacar a un galguero cualquiera. El temor invade a este colectivo, que no pega ojo pensando que su perro, al que dedica tantas fatigas para criarle, puede desaparecer de la noche a la mañana. Poco importa el chip o el dinero invertido en auténticas fortalezas, la pena por robar un galgo en España es una falta.

“A esta gente les da igual que te hayas gastado 500.000 o 700.000 pesetas en un búnker de hormigón armado con puertas blindadas y seis cerrojos”, explica a El Confidencial el guarda de un coto de caza que prefiere mantener el anonimato por miedo a posibles represalias. “Desde principios de mes han robado ocho o diez galgos en esta zona. Se buscan contactos en los pueblos que les informan de los perros a cambio de droga”, cuenta.

Javier Martínez, de la Federación Española de Galgos, aclara detalles sobre los robos. “Tienen informadores sobre los galgos. Hay veces que un dueño tiene seis perros y le desaparece uno en concreto”, afirma a este diario. “Es raro, pero también se encuentran casos de robos por encargo”.

El Seprona, a través del teniente Benigno Martín de la sección de operaciones, señala que el perfil de estos delincuentes no encaja en una banda organizada. “Se trata de una cosa mixta. Son ladrones sueltos pero organizados. Actúan individualmente pero tienen redes de informadores”.

El todopoderoso chip, la matrícula de todo perro, de nada sirve ante estos ladrones. Un cuidado rastreo por la piel del galgo y unos alicates sirven para romperlo. ¿Su sustituto? Otro sacado de un perro de similares características físicas, pero no en el mismo estado de forma. O, incluso, según indica el Seprona, hay veterinarios implicados en la manipulación de este artefacto.

La Federación Española de Galgos ha decidido ponerse manos a la obra para evitar el robo de sus grandes canes. Una base de datos genética de los perros que participen en el Campeonato de España evitará que el fruto de estos robos, o su potencial descendencia de pura raza, pueda participar en esta prestigiosa competición con otro nombre u otro chip.

Según Martínez, detrás de las dantescas escenas de los bosques de galgos ahorcados se encontrarían también estas sustracciones de animales. “El origen del maltrato está en el robo. Un galguero sacrifica a sus perros en el veterinario”, afirma. “El galgo es perro de un solo dueño y cuando lo roban y no se adapta lo acaban abandonando”, en el mejor de los casos. Desde este colectivo rechazan las acusaciones de las matanzas de galgos, escudándose en que los grandes cuidados que se les dan demuestra el cariño que tienen hacia sus animales.

Algo con lo que coincide Amador Rodríguez, webmaster de la página del Club Nacional del Galgo Español: “El que roba un galgo, lo maltrata, el que lo cría, no”. Sin embargo, el Seprona no ve relación entre ambos problemas. “Al contrario, el que roba es porque tiene afán de lucro”, indica el teniente Martín. “Saben que lo pueden colocar o utilizarlo. Aunque cueste, se acaba aclimatando al nuevo dueño”.

Una noche, Pedro (nombre figurado) se despide de su galgo. Es su compañero inseparable en su afición por la caza y debido a "todas esas cosas que se oyen por ahí sobre robos de perros", ha decidido ponerle a buen recaudo construyéndole un búnker donde pasa las noches. Duerme tranquilo, pero a la mañana siguiente, cuando abre el refugio de cemento, en lugar de su perro encuentra un agujero. Alguien ha cavado un túnel y se lo ha llevado.

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