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La nieve convierte Barcelona en una ratonera: tres horas para recorrer diez kilómetros
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EL AYUNTAMIENTO RESERVÓ HOTELES PARA LOS QUE NO PODÍAN IR A SU CASA

La nieve convierte Barcelona en una ratonera: tres horas para recorrer diez kilómetros

Cataluña fue Noruega por un día. La propia Barcelona no había vivido en décadas -desde el 62, el año de la gran nevada- una situación similar.

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La nieve convierte Barcelona en una ratonera: tres horas para recorrer diez kilómetros

Cataluña fue Noruega por un día. La propia Barcelona no había vivido en décadas -desde el 62, el año de la gran nevada- una situación similar. Hicieron falta varias horas de persistente caída de copos para que comenzase a cuajar, pero al final hasta las playas de la capital catalana quedaron sembradas de un manto blanco que la mayoría de los habitantes nunca habían visto. Enormes caravanas de tráfico, transportes públicos inhabilitados o vías cortadas fueron la tónica dominante desde última hora de la mañana en toda la comunidad.

 

En Barcelona ciudad, el caos fue mayúsculo. A las 17 horas, los autobuses dejaron de circular “por motivos de seguridad”, según confirmaron a El Confidencial fuentes de la empresa Transports Municipals de Barcelona (TMB). Para compensar este contratiempo, el Ayuntamiento decidió abrir el Metro durante toda la noche. Pero el consistorio que preside Jordi Hereu fue más allá y realizó reservas en algunos hoteles en previsión de que hubiese gente que no pudiese ir a dormir a su casa y tuviese que hacer noche en la capital.

A media tarde, 11 carreteras habían sido cortadas por la gran cantidad de nieve que fue cayendo durante horas. Pero las dificultades para transitar se extendían a muchas más. En Barcelona, eran 47 las vías impracticables, mientras que en Lleida llegaban a 96; en Girona, a 23 (la frontera de La Jonquera ya había sido cerrada a última hora de la mañana) y en Tarragona, ocho. Según manifestaron a El Confidencial fuentes del Servei de Transit de Catalunya (STC), a las 20.30 horas, las vías afectadas por la nieve eran un total de 175.

Los accesos a Barcelona se convirtieron en un infierno. En una ratonera. Para avanzar apenas 10 kilómetros se necesitaban tres o cuatro horas. Ciudadanos que habían salido de Terrassa (distante 25 kilómetros de la capital) a las 15.30 horas, se encontraban a las 18.30 horas a la altura del centro comercial de Baricentro, a algo más de 10 kilómetros de Barcelona, según pudo comprobar este diario. En otras palabras, tres horas para avanzar 15 kilómetros o, lo que es lo mismo, se desplazaban a tres kilómetros por hora. ¡Y eso que era por autopista! La entrada por el oeste no era mucho más halagüeña, ya que el tráfico era tremendo. Desplazarse de Bellvitge (Hospitalet) al centro de Barcelona, es decir, un puñado de kilómetros que incluso en hora punta se puede sobrellevar, llevó ayer por la tarde un total de ¡una hora y media!

Hubo también fábricas y oficinas en Barcelona que cerraron sus puertas a media tarde. Parte de sus trabajadores viven en poblaciones del área metropolitana, como Rubí o Terrassa y, si no salían con tiempo, no tenían garantizado el traslado a sus domicilios, ya que a las 17 horas todavía caía una nevada como no se recuerda.

Luz cortada y trenes parados

La situación de emergencia fue agravada por la interrupción del fluido eléctrico a unos 200.000 abonados en comarcas del interior de Cataluña -dos cables de alta tensión se rompieron-. Más de 400 escuelas tuvieron que cerrar y dejar sin clase a 145.000 alumnos. Por si fuera poco, el caos se apoderó del aeropuerto de Girona, que tuvo que cancelar 21 vuelos, que fueron desviados a Barcelona o a Reus. También el servicio de Cercanías de Renfe se vio interrumpido en dirección de Barcelona a Girona, donde fueron suspendidas cuatro de las líneas que normalmente funcionan. A última hora de la tarde, en Montmeló, al norte de Barcelona, un tren estaba detenido con 400 personas a bordo, mientras que en Sant Celoni no podía proseguir viaje otro convoy con 490 personas. En Maçanet de la Selva, dos trenes con 270 personas se veían también afectados y en Sils, cerca de Girona, otro con 190 usuarios esperaba que el tiempo amainase.

Los Ferrocarriles de la Generalitat (FGC) sufrieron también los avatares del temporal. Dos centenares de pasajeros quedaron atrapados en la localidad de Les Planes, cercana a Barcelona, mientras que otros fueron evacuados hacia otro convoy. La caída de un árbol en la catenaria de Barcelona a Sant Cugat provocó también la interrupción de la línea férrea entre estas poblaciones.

La situación desbordó a la consejería de Interior. El secretario general de este departamento, Joan Boada, compareció ante la prensa por la tarde. Y su ignorancia sobre la situación era tanta como la de los periodistas que le acosaban. No sabía cuántas personas había atrapadas en las carreteras. El STC sí tenía constancia de que muchos vehículos estaban paralizados en la AP 7, la autopista que lleva hacia Francia por La Jonquera, y en la C66, que enlaza la población de Sant Cugat con Barcelona, por debajo de la montaña del Tibidabo. En la AP7, según confirmaron fuentes del STC a este diario, hubo problemas por la caída de cable de alta tensión en la vía, a la altura de Maçanet de la Selva, pero ignoraban cuándo podrían habilitar de nuevo la vía.

La Generalitat activó el plan de emergencias Neucat 2, recomendando no viajar desde Barceloan hacia el norte, así como evitar realizar actividades al aire libre, porque tras la nevada viene el temporal que provoca olas de hasta 7 metros en la costa. El presidente de la Generalitat, José Montilla, se desplazó por la tarde a la sede de la consejería de Interior-que preside el ecosocialista Joan Saura- para seguir en primera persona las incidencias de la jornada.

Cataluña fue Noruega por un día. La propia Barcelona no había vivido en décadas -desde el 62, el año de la gran nevada- una situación similar. Hicieron falta varias horas de persistente caída de copos para que comenzase a cuajar, pero al final hasta las playas de la capital catalana quedaron sembradas de un manto blanco que la mayoría de los habitantes nunca habían visto. Enormes caravanas de tráfico, transportes públicos inhabilitados o vías cortadas fueron la tónica dominante desde última hora de la mañana en toda la comunidad.