Poner a muchas mujeres en la junta directiva perjudica los resultados de la empresa

Los partidarios de reducir la presencia de mujeres entre los altos cargos de las empresas ya tienen un nuevo clavo al que agarrarse. La Escuela londinense de Ciencias Políticas y Económicas les ha servido en bandeja la posibilidad de contraatacar las iniciativas por la igualdad que tantas compañías se están molestando en implantar.

Según publica Finacial Times, Daniel Ferreira y Reneé Adams, dos investigadores del centro británico, han llevado a cabo un estudio políticamente incorrecto: poner a más mujeres en las juntas directivas puede perjudicar los resultados de una empresa con buena salud. Ferreira y Adams analizaron durante siete años (entre 1996 y 2003) unas 2.000 compañías estadounidenses y sus políticas de dirección. En total, cerca de 87.000 altos cargos fueron examinados, y ahora nos llegan una serie de polémicas conclusiones que choca de frente con la actual campaña paritaria.

La investigación indica que las empresas cuyos consejos están formados por mayor número de mujeres que de hombres muestran un valor mercado y unos beneficios menores. Sin embargo, los dos autores del estudio se han apresurado a matizar su trabajo, conscientes de que puede echar por tierra los esfuerzos de muchas dinámicas a favor de la diversidad. Así, en lugar de la fácil conclusión antifeminista con la que muchos se quedarán, ellos se muestran tajantes al afirmar que “es la intromisión en las juntas que funcionan bien lo que produce unos resultados inesperados y normalmente nefastos”.

En un momento financiero delicado se toman decisiones extremas y nacidas muchas veces de la urgencia o la falta de planificación. Además, es evidente la presión que a la que muchos negocios se ven sometidos para contratar a más mujeres, jóvenes o personas de minorías étnicas. Son estas circunstancias las que precipitan que los comités sufran cambios que pueden ser fatales.

‘Meter mano’ a la ligera a un consejo de administración formado mayoritariamente por hombres de clase media alta y con experiencia reportará consecuencias insospechadas. “Nuestro estudio muestra que incrementar la vigilancia y la presión sobre una junta no será beneficioso para una compañía que ya está bien dirigida”, puntualiza Ferreira.

Los valores femeninos

No obstante, este complejo retrato empresarial también arroja argumentos contundentemente valiosos sobre la labor de las mujeres al frente de un negocio: su efectividad es incontestable en las tareas de supervisión ejecutiva y atención. “Y su presencia en las reuniones trae repercusiones y aportaciones positivas para sus compañeros. Es innegable que las mujeres establecidas en los altos mandos están haciendo muy bien su trabajo”, añade Adams.

Asimismo en 2007, otra investigación demostró las carencias principales de los negocios con el porcentaje más bajo de presencia femenina en sus plantillas. Sus agujeros se concentraban en tres áreas: rendimiento de ventas, de capital invertido e igualdad. Los datos demuestran que una mujer al mando aporta escucha, capacidad de organización y autoridad. Son valores que conviene recordar en un panorama en el que todavía hay cientos de empresas en las que las mujeres no suponen ni el 12%  del total de los directivos.

Por eso, Ferreira insiste en puntualizar que la idea fundamental de su investigación no es ‘Necesitamos menos mujeres en nuestras juntas’, sino ‘Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?’.