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Decodificando la mente del Parlamento Europeo: tras los bastidores de la institución
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Un proyecto de EC y la Eurocámara

Decodificando la mente del Parlamento Europeo: tras los bastidores de la institución

Comprender cómo funciona el Parlamento Europeo siempre ha sido fundamental para analizar el presente y futuro de la UE. Con pandemia del coronavirus, es imprescindible

Foto: Sesión plenaria del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE)
Sesión plenaria del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE)

El Parlamento Europeo es el centro de gravedad político de la Unión Europea. El ágora democrática por excelencia de los ciudadanos de los 27 se reparte, en triunvirato con la Comisión Europea y el Consejo Europeo, la acción legislativa común y se encarga de negociar y aprobar las cuentas. Comprender cómo funciona, quiénes son sus miembros y los delicados equilibrios de poder entre países, grupos políticos y con otras instituciones comunitarias siempre ha sido fundamental para analizar el presente y futuro de la UE. Ahora que la pandemia del coronavirus hará a la Eurocámara más relevante que nunca en el día a día de los europeos, es imprescindible.

Para ello, El Confidencial se ha embarcado en un ambicioso proyecto periodístico en asociación con la Eurocámara para ofrecer a nuestros lectores la agenda, actualidad y tendencias, adentrándonos detrás de bambalinas y hablando con sus protagonistas. A partir del mes de febrero, la iniciativa 'Descifrando el Cerebro del Parlamento Europeo en la Era Poscovid' abrirá una ventana al interior de la enorme maquinaria legislativa de la Unión para cumplir con nuestro compromiso de ofrecer más y mejor información europea a la audiencia española.

Porque es precisamente el Parlamento Europeo, con sus 705 eurodiputados de 27 países, siete grandes grupos políticos y 27 comisiones específicas, uno de los grandes motores de las decisiones europeas para la pospandemia, desde el presupuesto plurianual récord para hacer frente a la recuperación de la epidemia al compromiso 'verde' de que el 45% en los fondos de recuperación vayan a proyectos sustentables.

Foto: El Parlamento Europeo. (EFE)

Desde que en 1958 se celebró la primera reunión de la Asamblea Parlamentaria Europea, evolución de la Asamblea Común de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), la cámara no ha dejado de progresar en influencia y legitimidad. Bautizada como Parlamento Europeo ya en 1962, esa asamblea estaba compuesta por miembros elegidos por los parlamentos nacionales. En 1976, los líderes europeos firmaron el acuerdo para que los europarlamentarios fueran elegidos por sufragio universal directo. Tres años después, en 1979, se celebraban las primeras elecciones, rubricando el mayor —y más discreto— éxito democrático en la historia del Viejo Continente.

Los líderes europeos sabían que con ese paso estaban dando autonomía a un organismo que se presentaría como una fuerza antagónica al poder de las capitales. Un contrapoder —controlado por todos y por nadie— que sembraría la semilla de la politización de la Unión Europea. Así nacieron las familias políticas europeas, una proyección comunitaria de las fuerzas políticas domésticas para ordenar las múltiples opiniones que conviven en la cámara.

Equilibrio de un poder plural

Las dos principales formaciones históricas son el Partido Popular Europeo (PPE) y los socialdemócratas (S&D). Los conservadores son la principal familia política en estos momentos, con un liderazgo siempre en manos de los democristianos alemanes. No en vano, Helmut Kohl, canciller alemán entre 1982 y 1998, es el artífice del actual PPE: tras una importante crisis de resultados y el derrumbamiento de Democracia Cristiana en Italia, Kohl estableció las bases de una alianza amplia, con una fuerte disciplina interna, pero también con una enorme flexibilidad en lo ideológico para permitir que tuvieran cabida en la formación desde democristianos hasta liberales y conservadores. La fórmula funcionó: desde 1999 el PPE no ha perdido ninguna elección europea.

Frente a los populares se encuentran los socialdemócratas, que dominaron la política europea entre 1979 y 1999, pero que desde entonces han entrado en crisis; justo cuando Gerhard Schröder llegó a canciller alemán. La crisis de los socialdemócratas alemanes en la etapa de Angela Merkel y del Partido Democrático en Italia en los últimos años, sumada a la descomposición del Partido Socialista francés, ha convertido al PSOE en el líder de la formación europea, con la española Iratxe García al frente de la familia en la Eurocámara, con cierta resistencia de los sectores alemanes que consideran que el liderazgo histórico pertenece a la delegación germana.

placeholder El Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE)
El Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE)

Sin embargo, no existe un antagonismo total entre socialdemócratas y democristianos: lo que ha existido, de hecho, es una gran coalición con un dominio conservador. La Comisión Europea requiere de una mayoría en la Eurocámara, lo que ha hecho que la agenda europea haya tendido a ser un punto intermedio entre las prioridades conservadoras y la visión socialdemócrata.

La gran coalición europea dejó de ser suficiente en las elecciones europeas de 2019. En ese momento una tercera familia, los liberales, ahora llamados Renew Europe, entraron de lleno en la ecuación del poder disparados gracias a los escaños aportados por la formación del presidente francés Emmanuel Macron. Fuera de esta nueva amplia coalición, pero muy cerca de ella, se encuentran Los Verdes, que aumentaron un 30% sus escaños respecto a 2014 gracias a unos buenísimos resultados en Alemania, Francia, Luxemburgo y Bélgica.

Foto: El presidente Emmanuel Macron junto a Dacian Ciolos, líder del grupo Renew Europe en el Parlamento Europeo. (EFE)
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Son estas cuatro formaciones las que han influenciado la agenda de la actual presidenta Ursula von der Leyen, democristiana alemana, que ha tenido que integrar ideas socialdemócratas, verdes y liberales a sus prioridades, con especial énfasis en un plan para la transición ecológica que exigieron los socialistas para votar a favor de su elección.

Pero no son estas las únicas familias políticas de la Eurocámara. Una de las más poderosas es la de los Conservadores y Reformistas, liderada por los polacos de Ley y Justicia (PiS). La Izquierda Unitaria Europea (GUE) aglutina a un grupo muy heterogéneo de delegaciones, desde Unidas Podemos a Francia Insumisa pasando por Syriza, y se encuentra en el extremo izquierdo del mapa político de la Eurocámara. Justo en el otro extremo se encuentra el grupo de Identidad y Democracia de reciente creación y que es la casa de las formaciones de Matteo Salvini y de Marine Le Pen.

Macroencuesta

El parlamento Europeo evoluciona cada vez más hacia una Cámara europea con mayor peso legislativo y de control. Y son sus eurodiputados, 705 tras la salida del Reino Unido, quienes tienen la voz y el voto para forzar el giro de volante del Congreso y la Comisión. Aunque el mapa de las prioridades y posturas políticas de cada uno de las grandes familias puede parecer intuitivamente sencillo, El Confidencial quiere ir más allá. Por eso, como parte de este proyecto editorial cofinanciado por el Parlamento Europeo, estamos preparando una macroencuesta de los temas claves de hacia dónde se dirije la Europa poscoronavirus. Desde la relación con China a la transformación industrial, de los planes de defensa a la reforma migratoria. Se trata del mayor esfuerzo editorial hasta la fecha para 'mapear' el sentimiento de los eurodiputados.

Con ayuda de un equipo editorial especializado en la Unión Europea, El Confidencial ha elaborado un cuestionario que hará un seguimiento metódico, objetivo y plural de las prioridades y formas de entender la UE de los eurodiputados, vinculando, además, las acciones legislativas de la Eurocámara a las realidades e intentando traducir cómo las ayudas y decisiones tomadas en el contexto de la pospandemia se vinculan con las prioridades estratégicas del Parlamento Europeo.

Tras un periodo de más de 12 meses de investigación, las conclusiones de la macroencuesta serán publicada en un formato multimedia de largo alcance, formatos periodísticos que se están convirtiendo en un sello más de la calidad e innovación de El Confidencial. Estas conclusiones, además, servirán como herramienta de análisis y reflexión para el propio Parlamento Europeo y sus ciudadanos, en un momento pospandemia en el que es necesario trazar una nueva hoja de ruta europea.

¿Cómo funciona el PE?

Pero, para que la ciudadanía pueda acercarse y participar de esa reflexión sobre la nueva hoja de ruta europea, es necesario también entender el funcionamiento de la propia institución. El Parlamento Europeo tiene tres sedes: la principal en Estrasburgo (Francia), donde se celebran los Plenos, aunque en realidad la mayoría de la actividad se desarrolla en la sede de Bruselas, donde muchos de los miembros de la Cámara piden que se establezca la sede única en la capital comunitaria, y, por último también tiene una sede menor en Luxemburgo donde se encuentra la secretaría general.

Las 20 comisiones y las dos subcomisiones son el motor del Parlamento Europeo: es donde se va dando forma a la legislación. Después, la legislación preparada en las comisiones se vota en el Pleno de la Eurocámara, que es el foro en el que Comisión Europea y Consejo rinden cuentas.

El Parlamento Europeo tiene competencias presupuestarias y legislativas, así como de control al Ejecutivo comunitario. Debe dar su luz verde también a acuerdos internacionales así como a la ampliación del club comunitario.

Sin embargo, la Eurocámara no cuenta con el derecho de iniciativa legislativa, que recae de forma fundamental en los hombros de la Comisión Europea. El Parlamento sí que tiene, en base al artículo 225 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, la potestad para pedir a la Comisión Europea la presentación de una propuesta. El objetivo de muchos eurodiputados es que la Eurocámara tenga la capacidad de iniciar un procedimiento legislativo de forma directa, siendo este uno de los principales pulsos del Parlamento.

¿Cómo se legisla? La Comisión es la que presenta la propuesta, teniendo en cuenta las ideas de la Eurocámara y del Consejo (donde están representados los Estados miembros). Cuando ya hay una propuesta del Ejecutivo comunitario, el Parlamento y el Consejo aprueban sus propias versiones con enmiendas y, acto seguido, las tres instituciones se sientan a negociar (los llamados “trílogos”) para alcanzar un acuerdo sobre una versión final del texto, que debe ser aprobado por el Parlamento y el Consejo. El proceso puede ser muy largo e incluso finalizar sin un acuerdo.

El Parlamento Europeo es el centro de gravedad político de la Unión Europea. El ágora democrática por excelencia de los ciudadanos de los 27 se reparte, en triunvirato con la Comisión Europea y el Consejo Europeo, la acción legislativa común y se encarga de negociar y aprobar las cuentas. Comprender cómo funciona, quiénes son sus miembros y los delicados equilibrios de poder entre países, grupos políticos y con otras instituciones comunitarias siempre ha sido fundamental para analizar el presente y futuro de la UE. Ahora que la pandemia del coronavirus hará a la Eurocámara más relevante que nunca en el día a día de los europeos, es imprescindible.

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