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¿Pandemia superada? No tan deprisa: Suecia vive también una segunda ola de coronavirus
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¿Pandemia superada? No tan deprisa: Suecia vive también una segunda ola de coronavirus

Suecia aprieta las tuercas de su estrategia anti-covid pero sigue fiel a su confianza ciega en los ciudadanos

Foto: Swedish prime minister stefan lofven in self-isolation
Swedish prime minister stefan lofven in self-isolation

“La situación es muy grave. El pequeño respiro que tuvimos en verano ha acabado”. Así resumía el panorama de la pandemia en Suecia el martes el primer ministro, el socialdemócrata Stefan Löfven, en una rueda en la que instó a “todos los ciudadanos a asumir su responsabilidad” para contener la propagación del coronavirus. “Cada vez hay más unidades de cuidados intensivos con enfermos graves de covid, y hay muchos indicios de que el número de muertos aumentará”, alertó.

En efecto, los números de las últimas dos semanas muestran que aquella imagen del verano y principios de otoño de una Suecia prácticamente libre del virus –que suscitó incluso teorías sobre una supuesta inmunidad de grupo mucho más elevada en el país escandinavo que en otros lares—fue sólo un espejismo, o una tregua.

Foto: Un hombre pasea durante la pandemia de covid en Londres. (Reuters)

La incidencia acumulada (nuevos casos durante las últimas dos semanas) se ha triplicado desde el 22 de octubre, llegando a 314. Este jueves se registró el récord de contagios diarios, con más de 4.000, y se superó el umbral de 6.000 muertos. La ratio de positivos (porcentaje de positivos sobre los tests realizados) roza el 10%, el doble que la semana pasada, y las cifras de hospitalizaciones, que estaban estabilizadas a niveles bajos hace dos semanas, presentan también una clara tendencia al alza: este jueves había 90 pacientes graves en unidades de cuidados intensivos, más del doble que hace dos semanas.

Recomendaciones "más duras"

“El cambio en las últimas dos semanas es drástico y más rápido de lo que esperábamos, pero todavía estamos lejos de la situación que tuvimos en la primavera”, dijo el epidemiólogo estatal, Anders Tegnell, a Sveriges Radio. Ante esta situación, las autoridades suecas han modificado ligeramente la estrategia, introduciendo recomendaciones más duras a nivel regional en las áreas donde el coronavirus está causando más estragos. Así, Suecia ha apretado un poco las tuercas de su estrategia anti-covid, pero sin alterar la filosofía central: pocas restricciones legales y muchas recomendaciones y apelaciones a la responsabilidad de los ciudadanos.

La estrategia sueca se puede resumir en dos palabras: allmänna råd, cuya traducción literal sería ‘recomendaciones generales’, y que se puede entender como recomendaciones obligatorias, aunque no son sancionables. “Tus decisiones diarias pueden ayudar a cambiar el rumbo: puedes causar sufrimiento al ignorar tus responsabilidades o puedes salvar vidas siguiendo las restricciones y recomendaciones que están en vigor. Es tu deber como ciudadano de Suecia y como ser humano en nuestra sociedad común”, resumió la ministra de Sanidad, Lena Hallengren, en la rueda de prensa del martes.

placeholder Estocolmo (Reuters)
Estocolmo (Reuters)

En Suecia, las únicas restricciones (y, por tanto, lo único prohibido por ley) que están en vigor son los eventos públicos de más de 50 personas –ahora ampliados a 300 en algunos casos—y la entrada al país desde fuera de la UE excepto en circunstancias excepcionales. Desde esta semana, además, los bares y restaurantes pueden aceptar grupos de como máximo ocho personas. El resto son ‘recomendaciones generales’, que Löfven resumió en los siguientes puntos: evita el contacto físico con personas con las que no convives; evita interiores con aglomeraciones; evita fiestas, y trabaja desde casa. Además, ya son diez regiones, donde vive más del 70% de la población, en las que se han introducido recomendaciones más severas, y donde básicamente se insta a los ciudadanos a evitar socializarse y evitar lugares públicos como gimnasios, bibliotecas, tiendas, centros comerciales, y transporte público.

Durante los últimos meses ha aflorado el concepto ‘excepcionalismo sueco’ para referirse a esta estrategia sueca, a menudo asociada con medidas mucho más laxas para contener el virus. El debate sigue vivo dentro del país, donde la oposición vuelve a sacar la cabeza –aunque de momento con un perfil muy bajo—pidiendo un cambio de rumbo, y ciudadanos y científicos se unen en grupos críticos que reclaman, por ejemplo, una mejor estrategia de rastreo de contactos y el uso de la mascarilla.

Confianza, la palabra clave

Según Johan Strang, experto en estudios nórdicos de la Universidad de Helsinki, una de las posibles explicaciones para este excepcionalismo sueco es una “elevada autoconfianza”, que se debe a que Suecia está acostumbrada a ser un país líder. “La imagen de que Suecia es el país más avanzado y moderno del mundo fue creciendo gradualmente en la conciencia sueca durante el siglo XX, y tiene influencia en cómo Suecia se ve a sí misma a escala global”, argumenta. Según Strang, este es un aspecto peculiar de Suecia, ya que el resto de nórdicos suelen tener más en cuenta la guía de los otros países.

Pero también hay voces que defienden que la situación no es tan diferente en Suecia. “Se están exagerando las diferencias”, considera Anders Lindberg, redactor jefe del periódico Aftonbladet, el de mayor tirada y de tendencia socialdemócrata. “Si se mira el contenido de estas recomendaciones, es muy parecido a las medidas aplicadas en otros países”, asegura en una entrevista a El Confidencial.

Se dice que Suecia no ha aplicado medidas. En realidad, estas recomendaciones son muy parecidas a lo aplicado en otros países

“La relación entre el Estado y el individuo es el elemento clave para entender la estrategia sueca”, señala Lindberg, que está convencido de que si las autoridades intentaran forzar a la gente “probablemente obtendrían una reacción contraria”. “Esta relación de confianza con las instituciones se ha construido durante generaciones. Es una tradición profundamente arraigada en nuestra sociedad”.

Coincide con este argumento el politólogo Bo Rothstein, profesor en la Universidad de Gotemburgo, que resalta que en Suecia “la gente confía en las autoridades y en las otras personas a un nivel excepcionalmente alto”. “La política sueca se ha focalizado en hacer recomendaciones pensando que, si la población las encuentra razonables y legítimas, las seguirán voluntariamente”, añade. “No creo que sea una cuestión de libertarismo o de amor a la libertad individual”, agrega.

“Así es como lidiamos las crisis en Suecia: generamos confianza en la sociedad, damos recomendaciones, no forzamos a la gente. Y funciona, la gente las sigue”, concluye Lindberg, que lamenta que algunos medios internacionales están dando una imagen de Suecia que no se corresponde con la realidad. “Los periodistas extranjeros vienen a Estocolmo, van a un par de bares de la zona sur de la ciudad y se quedan con la imagen de que todo el mundo está fuera de casa, pero no es una imagen real de lo que pasa en Suecia”, asevera.

¿Son suficientes las recomendaciones?

Pero, ¿cuál es la imagen? ¿Están teniendo efecto las últimas recomendaciones? “Se ha notado un cambio enorme durante los últimos días”, asegura Disa, empleada de una librería del mayor centro comercial de Malmö, que el pasado sábado presentaba una imagen ciertamente distinta a la de un sábado habitual. “La gente está siguiendo las recomendaciones, y más rápidamente de lo que pensaba”, añade. Algunas tiendas han introducido nuevas medidas de protección, como mascarillas entre los empleados, e incluso Apple obliga a los clientes a usarla, aunque en Suecia no está recomendada en ninguna circunstancia por las autoridades. En el transporte público también empiezan a proliferar, aunque aún son una minoría.

Foto: Verano en Estocolmo. (EFE)

Para desincentivar que la gente salga de casa, algunas instalaciones públicas, como bibliotecas, pabellones y museos, han cerrado. Pero el principal problema, según Anders Tegnell, se encuentra en las fiestas, los ‘afterwork’, las oficinas y los encuentros privados. El límite de 50 personas sólo se aplica a eventos públicos, por lo que, legalmente, no se puede prohibir una fiesta privada multitudinaria. Es lo que ocurre, por ejemplo, en las ‘nations’, el equivalente sueco de las hermandades universitarias estadounidenses, donde no es nada inusual que se organicen fiestas privadas con 30, 40 o 50 personas (o más), según cuentan algunos miembros de las ‘nations’ de Lund, una de las principales ciudades universitarias suecas.

Los gimnasios tampoco están para nada vacíos, ni tampoco las cafeterías, aunque sí que se ha notado un cierto descenso de clientes en la última semana. “Puede que las últimas recomendaciones hayan tenido algún efecto; hay menos gente, pero sigue habiendo bastante”, dice Ebba, trabajadora de una de las cafeterías más céntricas de Lund. Un martes por la tarde, prácticamente todas las mesas (una treintena) están llenas; algunas con grupos de tres o cuatro personas.

“Lo que hagamos ahora marcará la diferencia en cómo celebramos la Navidad; quién formará parte de las celebraciones”, advirtió el primer ministro, que aseguró que el Gobierno no dudará en aplicar más medidas si es necesario. Pero nada parece indicar que haya un cambio radical de estrategia. “El excepcionalismo sueco será consistente durante toda la pandemia”, augura Lindberg.

“La situación es muy grave. El pequeño respiro que tuvimos en verano ha acabado”. Así resumía el panorama de la pandemia en Suecia el martes el primer ministro, el socialdemócrata Stefan Löfven, en una rueda en la que instó a “todos los ciudadanos a asumir su responsabilidad” para contener la propagación del coronavirus. “Cada vez hay más unidades de cuidados intensivos con enfermos graves de covid, y hay muchos indicios de que el número de muertos aumentará”, alertó.

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