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Chats racistas y amenazas de muerte: una red neonazi en el seno de la policía alemana
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Chats racistas y amenazas de muerte: una red neonazi en el seno de la policía alemana

Insultos racistas y amenazas de muerte, chats privados con lemas ultraderechistas, uso criminal de información clasificada. Así opera la red NSU 2.0 en la policía alemana de Hesse

Foto: Rally de Afd en Altenburg. (EFE)
Rally de Afd en Altenburg. (EFE)
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Mensajes con insultos racistas y amenazas de muerte, chats privados con lemas ultraderechistas e imágenes de Hitler, uso fraudulento de información policial clasificada para fines criminales. Este es el cóctel tóxico que emerge en Alemania tras destaparse una trama de red de agentes del estado federado de Hesse que llevaba dos años enviando amenazas anónimas a políticas, abogadas y artistas de izquierdas o de origen extranjero. Pero el escándalo no amaina. Después de que la investigación ya haya señalado a seis policías, los testimonios siguen llegando.

Las siete mujeres que por el momento han reconocido ser víctimas de la trama neonazi apuntan a un patrón común en los mensajes. Graves insultos y descalificaciones por ideología o raza, críticas a su actividad laboral o activismo político, amenazas de muerte personales y contra sus familiares. Y, quizá lo más doloroso para los afectados, el empleo de información personal de carácter confidencial, como el nombre de pila de sus hijos, la dirección de su domicilio privado o su cuenta de mail personal para potenciar las amenazas.

Foto: Fragmento del muro de Berlín. (EFE)

Hay otra macabra característica común, un golpe bajo para toda la sociedad alemana. La trama firma sus escritos con seudónimo. Se hace llamar NSU 2.0, en referencia a Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), el trío de ultraderechistas que asesinó a al menos diez personas -entre ellos ocho turcos y un griego- en la primera década de este siglo. Fue la banda terrorista más mortífera del país en años y uno de los fiascos más sonados de las fuerzas de seguridad alemanas, que en lugar de atar cabos y perseguir a los asesinos, justificaba todas las muertes como ajustes de cuentas no vinculados entre sí.

El escándalo está copando actualmente titulares en Alemania. No solo porque la trama todavía no ha sido desarticulada definitivamente y que el alcance de la acción de la fiscalía es por el momento una incógnita. Si no porque la presión sobre el Ejecutivo regional de Hesse ante la crisis está escalando enteros y se han empezado a exigir consecuencias personales. El responsable de Interior, Peter Beuth, forzó la semana pasada la salida del jefe de la policía regional, Udo Münch. Pero las voces más críticas están pidiendo la cabeza del propio Beuth. Y una reforma estructural de las fuerzas de seguridad, una demanda en la que resuenan las exigencias de cambios profundos en Estados Unidos tras la muerte de George Floyd.

Políticas y activistas en la mira

La abogada Seda Besay-Yıldız, de origen turco, fue la primera en recibir un anónimo de la NSU 2.0 hace ya casi dos años. La denuncia sirvió para encontrar el número desde el que se había mandado el fax y descubrir que era de una comisaría de Fráncfort. Y que, justo antes del envío, se había consultado desde un ordenador de esa sede -y sin justificación oficial- información confidencial sobre Besay-Yıldız en una base de datos interna. La agente que ocupaba ese puesto de trabajo fue interrogada y al analizar su teléfono móvil y su disco duro se descubrió un chat que compartía con otros cuatro compañeros en el que se intercambiaban lemas racistas e imágenes de Hitler. Los cinco fueron suspendidos.

Foto: Un partidario de Amanecer Dorado hace el saludo nazi en una manifestación. (Reuters)

Eso fue apenas solo el inicio. La propia Besay-Yıldız volvió a recibir un anónimo de la NSU 2.0 cuatro meses más tarde, al que seguirían otros cuatro más a lo largo de 2019. Luego llegaron las denuncias de otras mujeres víctimas de la red, como la jefa del grupo parlamentario de La Izquierda en el Legislativo regional de Hesse, Janine Wissler, la parlamentaria nacional de La Izquierda Martina Renner y la diputada de La Izquierda en el Parlamento regional de Berlín Anne Helm. Las últimas en reconocer públicamente ser víctimas de la trama, en una sucesión de confesiones concentrada en este mes de julio, son la cabaretista İdil Baydar, también de origen turco, la diputada Helin Evrim Sommer, de La Izquierda y origen turco, y la periodista Maybrit Illner, una de las moderadoras más conocidas de la televisión pública ZDF.

La fiscalía, tras analizar todos los escritos, ha reconocido un patrón común tanto en el lenguaje como en el contenido. El uso de información confidencial, las referencias a los "colegas" suspendidos, el uso reiterado del seudónimo NSU 2.0 y la continuación de los mensajes llevan asimismo a consolidar la línea de investigación de la trama neonazi dentro de las fuerzas de seguridad. En uno de los casos, explica la fiscalía, el anónimo se envió después de otra consulta no justificada de información confidencial en una base de datos policial. Pero en esta ocasión, desde una comisaría de Wiesbaden, la capital de Hesse. Sin embargo, el tiempo pasa y no llegan nuevas detenciones ni imputaciones.

No basta con cesar al responsable de policía. Es un enorme problema estructural

La falta de avances en la investigación y el rosario de casos empieza a pasar factura al Gobierno de Hesse, que ha actuado tarde y a la defensiva. Renner, una de las destinatarias de las amenazas, ha tachado de "grave fracaso" la gestión de la crisis por parte de Beuth, a quien ha afeado ser incapaz de defender a “mujeres comprometidas”. El responsable de Interior de Hesse no reconoció hasta el 10 de julio que podría tratarse de una facción neonazi en el seno de la policía regional. Cuatro días más tarde forzó la dimisión de su jefe de la Policía.

“No basta con cesar al responsable de policía”, ha denunciado Wissler, otra de las amenazadas, que considera que los anónimos ultraderechistas son síntoma de “un enorme problema estructural” en la policía.

placeholder Trasladan a juicio al acusado de asesinar al político local Kassel Walter Lübcke. (EFE)
Trasladan a juicio al acusado de asesinar al político local Kassel Walter Lübcke. (EFE)

¿Foco neonazi?

El escándalo ha levantado muchos interrogantes. Algunos van dirigidos hacia Hesse, el acaudalado 'Land' donde la policía está infiltrada -no se sabe todavía hasta qué punto- por esta red neonazi. Porque en este mismo estado federado se produjo el asesinato del político de Kassel Walter Lübcke, un conservador defensor de la acogida de refugiados, a manos de un neonazi en junio del año pasado. También en Hesse se sitúa Hanau, la localidad donde un ultraderechista asesinó a tiros este febrero a nueve personas en dos bares frecuentados por personas de origen turco.

Las miradas también se han dirigido hacia las fuerzas de seguridad del país, a las que en ocasiones se ha acusado de estar "ciegas del ojo derecho", por presuntamente mirar hacia otro lado ante las actividades de los neonazis. El escándalo de los anónimos tiene lugar de forma paralela a la decisión del Gobierno alemán de desmantelar parte de las Fuerzas Especiales de la Bundeswehr (KSK) tras reconocer en un informe que estaban infiltradas por la extrema derecha. En total, la inteligencia militar MAD sospecha que unos 550 soldados son ultraderechistas. Hace tres años un soldado fue detenido por planear un atentado haciéndose pasar por refugiado. La investigación posterior descubrió que en varios cuarteles se exponía parafernalia nacionalsocialista.

Según la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA), el año pasado se produjeron en Alemania 22.342 delitos de carácter ultraderechista, frente a los 9.849 atribuibles a la extrema izquierda. Los servicios secretos del interior, la denominada Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), estima que en el país unas 32.080 personas pueden ser catalogadas como ultraderechistas, de los que unas 13.000 estarían dispuestas a cometer actos violentos de carácter ideológico. "La mayor amenaza en los delitos de motivación política proviene de la ultraderecha", ha asegurado el ministro de Interior, el conservador Horst Seehofer

Mensajes con insultos racistas y amenazas de muerte, chats privados con lemas ultraderechistas e imágenes de Hitler, uso fraudulento de información policial clasificada para fines criminales. Este es el cóctel tóxico que emerge en Alemania tras destaparse una trama de red de agentes del estado federado de Hesse que llevaba dos años enviando amenazas anónimas a políticas, abogadas y artistas de izquierdas o de origen extranjero. Pero el escándalo no amaina. Después de que la investigación ya haya señalado a seis policías, los testimonios siguen llegando.

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