El virus de la pobreza genera las primeras revueltas en el sur de Italia
El Gobierno aprueba medidas para ayudar a las familias sin recursos ante los primeros conatos de desórdenes sociales
Un video en redes sociales de un padre que come un pan con algo de Nutella con su hija y dice que si no tiene nada más que darle a la niña iremos a asaltar supermercados, fue la primera señal de alarma. Ocurrió en Palermo, Sicilia. Ese mismo día, el jueves pasado, en la misma ciudad, un grupo de 20 personas organizadas por un grupo de Facebook intentaron saquear un supermercado y huir sin pagar con sus carros llenos de productos. La policía ya ha desplegado agentes frente a diversas grandes superficies, explicaba el sábado por la noche un jefe de carabinieri en la isla, “para evitar que se repitan estos hechos”. No es casualidad que hayan ocurrido allí, en Palermo se calcula que hay al menos 50.000 personas que no ingresan un solo céntimo desde que se decretó la cuarentena. Ese escenario se repite en otras partes. No es generalizado aún, hay mucha más gente en estas zonas que está ayudando y generando cadenas de ayuda y solidaridad que las que se han lanzado a robar en las calles, pero el Gobierno sabe que el sur es una zona roja con muchas complicaciones sociales dentro a las que se ha añadido, ahora, una pandemia.
Y es que el virus que puede provocar neumonía se ha contagiado con enorme facilidad en el norte de Italia, pero el siguiente “virus”, el de la posible pobreza que sobrevendrá a todo esto, se expande con facilidad por el sur del país. Tanto, que el sábado por la noche el Primer Ministro, Giuseppe Conte, salió a dar un comunicado en el que anunciaba las primeras ayudas directas. Se trata de un plan global de 4.700 millones para los ayuntamientos y las personas a las que el Covid-19 les ha infectado no los pulmones sino sus neveras. “Hay riesgo de revueltas sociales y actuaciones de bandas criminales en las regiones del sur”, aseguraba un informe de los servicios secretos mandado al Gobierno. La respuesta ha sido rápida para intentar frenar eventos de desorden público muy complicados de gestionar en estas circunstancias.
Italia es un país partido en dos. Muchos creen que si en algo ha habido suerte, si es que en esta dolencia esa palabra se puede asociar a algo, es que el virus ha golpeado a regiones del norte como Lombardía, Emilia-Romaña o Véneto donde hay una mejor infraestructura sanitaria y económica. El sur no la tiene, y el miedo a que hubiera una fuerte ola de contagios en esas regiones fue desde el principio una quebradero de cabeza para las autoridades. Parece haberse contenido (ya saben, siempre todo en condicional porque este virus tiene la facultad de cambiar todo en horas), pero diversos eventos de desórdenes han desempolvado algo que se sabía que iba a llegar y para lo que, como en casi todo, se está improvisando una respuesta. Tras tres semanas de cuarentena, hay muchos hogares que están al límite de sus recursos financieros.
En octubre pasado, un informe del Instituto de Estadística sobre 2017, cifraba en 211.000 millones de euros la economía sumergida en Italia (12% sobre el total del PIB).
Otro estudio de 2018, elaborado por la oficina de estudios de la CGIA (pymes), explicaba también que hay tres millones de trabajadores invisibles para el fisco en el país que facturan 77.300 millones de euros en negro y le birlan a Hacienda una recaudación anual de 42.600 millones. Las tres regiones con mayor tasa de trabajo irregular son las tres del cono sur occidental: Calabria, 9,9%; Campania, 8,8% y Sicilia, 8,1%. Justo, esas tres regiones, según datos del Istat, fueron en 2018 las que menos renta per capita tuvieron: Calabria, 16.900 euros; Sicilia, 17.600 euros y Campania
18.500. Por poner un ejemplo comparativo, Lombardía, la región donde el coronavirus está golpeando con crudeza, tiene una renta per capita de 38.800 euros.
Italia sabe que sin atajar el virus económico que afecta a las familias más débiles, será muy difícil mantener la cuarentena por mucho tiempo
En ese panorama social, hay un enorme caldo de cultivo para que se produzcan revueltas sociales. Más, si a todo lo explicado añadimos que en estas tres regiones hay una fuerte presencia sobre el territorio de grupos criminales organizados (mafia en Sicilia, camorra en Campania y ndrangueta en Calabria). “Los clanes mafiosos reclutan a los emprendedores en crisis”, ha advertido el Jefe de la Policía, Franco Gabrielli, que ha enviado un comunicado advirtiendo que “el impacto de la actual crisis sanitaria podría exponer a empresarios y comerciantes a los intentos de reclutamiento económico y financiamiento ilegal con métodos de interposición ficticia”, asegura un amplio reportaje de 'Repubblica'. En el texto se asegura que “los padrinos han cambiado también sus costumbres. Parece que hace unos días, por sorpresa, un mafioso había convocado un encuentro simulado entre la gente que hacía cola en un supermercado. No ha sido posible detenerlos”.
“No serán tolerados comportamientos ilegales”, es el mensaje de la ministra del Interior, Luciana Lamorgese que, a su vez, entiende que “cuando se acaba el día debe haber la posibilidad de dar algo de comer a los propios hijos. De esto debemos encargarnos también”. Aquí será importante no sólo la labor de las administraciones sino la de los ciudadanos que comienzan a organizar grupos de ayuda por todo el territorio para atener a las personas con mayores necesidades. Italia sabe que sin atajar el virus económico que afecta a las familias más débiles, será muy difícil mantener la cuarentena por mucho tiempo. Ya hay planes en el Ejecutivo, en cuanto haya una significativa reducción de contagios, para ir relajando las medidas, que casi con seguridad se extenderán hasta el 18 de abril, y permitir antes la apertura de ciertos sectores económicos. Incluso en Lombardía, donde el virus ha golpeado y golpea con mayor crudeza, hay voces de responsabilidades políticos que piden la reapertura de determinadas industrias para no provocar daños severos al tejido industrial. Toca empezar a pensar en el ahora y el después de muchos antes de que sea demasiado tarde.
Un video en redes sociales de un padre que come un pan con algo de Nutella con su hija y dice que si no tiene nada más que darle a la niña iremos a asaltar supermercados, fue la primera señal de alarma. Ocurrió en Palermo, Sicilia. Ese mismo día, el jueves pasado, en la misma ciudad, un grupo de 20 personas organizadas por un grupo de Facebook intentaron saquear un supermercado y huir sin pagar con sus carros llenos de productos. La policía ya ha desplegado agentes frente a diversas grandes superficies, explicaba el sábado por la noche un jefe de carabinieri en la isla, “para evitar que se repitan estos hechos”. No es casualidad que hayan ocurrido allí, en Palermo se calcula que hay al menos 50.000 personas que no ingresan un solo céntimo desde que se decretó la cuarentena. Ese escenario se repite en otras partes. No es generalizado aún, hay mucha más gente en estas zonas que está ayudando y generando cadenas de ayuda y solidaridad que las que se han lanzado a robar en las calles, pero el Gobierno sabe que el sur es una zona roja con muchas complicaciones sociales dentro a las que se ha añadido, ahora, una pandemia.