'Operación Yellowhammer': el plan para mantener el orden ante un Brexit caótico
La perspectiva de una salida británica de la UE sin acuerdo es cada vez más tangible, lo que ha hecho que se rescate la planificación ante un escenario difícilmente concebible de escasez
En una de las visitas que el responsable del Tesoro, Philip Hammond, realizó a Downing Street el pasado otoño, llamó poderosamente la atención de los fotógrafos unos documentos que portaba bajo el brazo. Pese a las distintas polémicas, los ministros no aprenden a llevar informes confidenciales en carpetas. Fue así como salió a la luz la llamada “Operación Yellowhammer”.
En el peor escenario posible ante el Brexit, en el Reino Unido se impondría el caos: escasez de alimentos, colas en los cajeros, subida de precios y desconcierto en las fronteras. Algunos de los párrafos textuales que se filtraron a la prensa aludían a que la población podría verse obligada a comer una “dieta restringida”. Se mencionaba también la intervención del Ejército para ayudar sobre todo en zonas rurales. En aquel momento, un portavoz de Whitehall -donde se agrupan los ministerios- recalcó: “es un escenario muy improbable, pero es responsable estar preparados”.
Cuando quedan sólo ocho días para que se cumpla la salida del bloque, los titulares han vuelto a recuperar la “Operación Yellowhammer”. El ministro del Brexit, Stephen Barclay, ha advertido por carta al Gabinete que el plan de contingencia debe implementarse el lunes 25 de marzo, si para entonces no hay nueva fecha de salida.
Todo apunta a que no la habrá porque, aunque Theresa May ha solicitado formalmente a Bruselas una prórroga, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, la ha condicionado a que primero se ratifique en la Cámara de los Comunes el Acuerdo de Retirada. El texto ya ha sido rechazado en dos ocasiones por sus señorías.
Si el pacto fuera ratificado in extremis, habría una prórroga corta hasta el 30 de junio, más técnica que política, para que Westminster aprobara la legislación pertinente que se necesita para legitimar la salida y transformar en británica, la actual normativa comunitaria. Pero si no hubiera convenio, y nadie lo remedia, todo apunta a que el país abandonaría el bloque con una ruptura abrupta y sin periodo de transición.
En la Cámara de los Comunes nunca ha habido mayoría para un divorcio caótico, pero ante la crisis institucional sin precedentes que se vive en el Reino Unido, nadie se atreve ya a descartar ningún escenario. Entre los puntos que incluyen la “Operación Yellowhammer” destacan retrasos en la frontera que llevaría a una “reducción significativa” en el abastecimiento de bienes básicos por “hasta seis meses”, un colapso en los controles de inmigración y un potencial aumento de precios en alimentos y gasolina.
"Reducción dramática"
“No hemos evaluado el potencial de la producción de alimentos del Reino Unido para alimentar a la población si no tuviéramos acceso a dependencias críticas”, advertían los párrafos que salieron a la luz el año pasado. “Si se llega a un evento extremo que afecte el acceso del Reino Unido a los alimentos, la agricultura del país tiene suficientes alimentos nutritivos para los más vulnerables, sin embargo, sería una dieta restringida con menos opciones para los consumidores”, añade. “Maximizar la producción de calorías conduciría a una reducción dramática en la producción de ganado, ya que toda la producción de cultivos se utilizará para la alimentación humana cuando sea posible en lugar de la alimentación animal”, matizaba el documento al que tuvo acceso The Telegraph.
Por su parte, en caso de que finalmente haya una salida abrupta, el ministerio de Defensa tendría ya preparados a 3.500 soldados para proporcionar asistencia. Los militares ejecutarían trabajos de ingeniería y logística para asegurarse sobre todo de la entrega de alimentos y medicamentos.
Lo cierto es que, el hecho de que Bruselas haya condicionado la prórroga a que Westminster ratifique el Acuerdo de Retirada pone a May en una situación complicada. Entre otras cosas, porque esta misma semana, el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, ateniéndose a una norma de 1604, advirtió que, sin cambios sustanciales, el texto no puede ser sometido a una tercera votación.
Existen ahora varías vías legales, entre ellas, la intervención de Isabel II como jefa de Estado, para inaugurar una nueva sesión parlamentaria. Aunque May podría plantear al conocido como Mr. Speaker que las circunstancias excepcionales justifican el voto. Si hubiera una nueva negativa, esta vez sí, la alternativa sería un divorcio caótico. En realidad, Downing Street podría revocar también de manera unilateral el artículo 50, pero la líder tory ya ha recalcado que (hoy por hoy) es una opción que no contempla.
Sin confirmación oficial, el Ejecutivo podría convocar la tercera votación del pacto para el martes 26, a fin de evitar in extremis una salida abrupta. Para la ratificación del texto será determinante la postura de los norirlandeses del DUP -de cuyo apoyo depende el Gobierno en minoría-. En las dos votaciones previas, el DUP se pronunció en contra por sus reservas sobre la salvaguarda con la que se quiere evitar una frontera dura entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte.
En una de las visitas que el responsable del Tesoro, Philip Hammond, realizó a Downing Street el pasado otoño, llamó poderosamente la atención de los fotógrafos unos documentos que portaba bajo el brazo. Pese a las distintas polémicas, los ministros no aprenden a llevar informes confidenciales en carpetas. Fue así como salió a la luz la llamada “Operación Yellowhammer”.
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