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Misión, culpar a Ucrania: el Kremlin no solo busca quién hizo el atentado, sino cómo usarlo
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"Iban hacia la frontera"

Misión, culpar a Ucrania: el Kremlin no solo busca quién hizo el atentado, sino cómo usarlo

El Gobierno ruso busca promover dos mensajes acerca del atentado: Ucrania probablemente está implicada y sus aliados, empezando por Estados Unidos, son corresponsables.

Foto: Rusos depositan flores en un altar a las víctimas del atentado en el Crocus City Hall. (Reuters/Yulia Morozova)
Rusos depositan flores en un altar a las víctimas del atentado en el Crocus City Hall. (Reuters/Yulia Morozova)
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Apenas unas horas después del salvaje atentado que este viernes se cobró la vida de al menos 133 personas en la capital rusa —el tercero más mortal, por ahora, de la historia de la Federación Rusa, después de la masacre de la escuela de Beslán, en 2004, y la crisis de rehenes del Teatro de Moscú, en 2002—, el Estado Islámico reivindicó su autoría a través de la agencia Amaq, el órgano de comunicación oficial de la organización terrorista. Pero como señalaba sagazmente el periodista Oliver Carroll, corresponsal de The Economist para Ucrania y Rusia, "la cuestión no es quién lo hizo, sino cómo se usa. El Kremlin ya está culpando a Ucrania".

Nada más hacerse pública la reivindicación del Estado Islámico, Margarita Simonyan, directora de RT y una de las principales propagandistas del Kremlin, tuiteaba: "¡Estado Islámico! ¿¿¿Estado Islámico??? Por ser breve, si se habla del Estado Islámico, es fake". Simonyan se apresuraba a echar balones fuera, porque una responsabilidad yihadista pone al gobierno ruso en una situación bastante incómoda.

No solo Estados Unidos, sino un total de ocho países —Reino Unido, Alemania, Letonia, Canadá, Corea del Sur, Suecia y la República Checa— habían emitido alertas públicas los días 7 y 8 de este mes sobre la posibilidad de un atentado en Moscú, pidiendo a sus ciudadanos que extremasen las preocupaciones. El propio Vladímir Putin las había desestimado abiertamente como "un intento de intimidar y desestabilizar2 a Rusia. Por eso, prácticamente desde el primer momento el ecosistema de medios rusos se lanzó a difundir especulaciones sobre quién podría estar detrás de lo sucedido. Teorías que, en todos los casos, apuntan hacia donde le interesa el Kremlin.

Sputnik, por ejemplo, entrevistaba a varios supuestos expertos mexicanos que lo calificaban de "evidente intento de 'desestabilización' a la cotidianidad rusa, cuya economía se ha mostrado sorpresivamente resiliente a los intentos de boicot económico y diplomático de Occidente de los últimos dos años, buscando instalar el caos en una nación próspera y pacífica", y afirmaban que "el ataque puede enmarcarse dentro de la campaña de confrontación y hostilidad que se viene llevando adelante contra Rusia". RT en Español hacía lo propio con figuras como Jorge Verstrynge, quien iba aún más lejos al asegurar directamente que los responsables podrían ser "Ucrania y servicios secretos de la OTAN".

Foto: Imagen del ataque en Moscú. (EFE/Vasily Prudnikov)

Este sábado, a medida que las evidencias sobre una probable autoría yihadista se acumulaban, los mensajes empezaron a cambiar. Tras el arresto de 11 personas, entre ellos los supuestos cuatro atacantes, y el consenso de los servicios de inteligencia internacionales sobre la responsabilidad del Estado Islámico, varias de las cuentas en redes sociales e individuos importantes dentro del aparato mediático ruso destacaban que "los sospechosos intentaban huir a Ucrania" y "tenían contactos en el lado ucraniano". Según reportó el medio independiente ruso Meduza, el Kremlin ordenó directamente a los medios estatales enfatizar cualquier posible "rastro" de participación ucraniana en sus informes sobre el ataque terrorista, de acuerdo con dos fuentes internas.

El propio Vladímir Putin repitió estas acusaciones el sábado durante su primer pronunciamiento tras el atentado. Más de 19 horas después del ataque, acusó a las autoridades ucranianas de preparar un cruce fronterizo para los cuatro atacantes, quienes, según las autoridades, fueron detenidos en la región de Bryansk, fronteriza con Ucrania. Al mismo tiempo, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajarova, aseguraba que "Estados Unidos debería haber entregado inmediatamente los datos sobre el ataque terrorista a la parte rusa si los tenía", dando a entender una posible complicidad estadounidense. De este modo quedaban fijados los mensajes que el gobierno ruso busca promover acerca del atentado: Ucrania probablemente está implicada y sus aliados, empezando por Estados Unidos, son corresponsables.

Una narrativa alimentada durante años

A partir de ese momento, el aparato propagandístico ruso se puso a trabajar a pleno rendimiento. El medio progubernamental Readovka empezó a difundir la idea de una conexión entre el atentado y la embajada ucraniana en Tayikistán, descrita como un centro de reclutamiento de terroristas centroasiáticos. El jefe del Comité de Defensa de la Duma, Andrei Kartapalov, declaró que "el principal interesado podría ser Ucrania y sus patrocinadores”. Zajarova, después de volver a subrayar que los sospechosos trataban de huir a territorio ucraniano, denunció que "lo más importante es que las autoridades estadounidenses no olviden cómo su entorno informativo y político vinculó a los terroristas que tirotearon a la gente en Crocus City Hall con la organización terrorista ISIS", dando a entender que se había intentado manipular a la gente al culpar al Estado Islámico.

La cadena estatal rusa NTV llegó a emitir este sábado un vídeo falso en el que un alto cargo de seguridad ucraniano, Oleksiy Danilov, admitía la responsabilidad ucraniana en el atentado. En el vídeo, Danilov aparecía diciendo: “¿Hay diversión hoy en Moscú? Creo que hay mucha diversión. Me gustaría pensar que organizaremos este tipo de diversión para ellos más a menudo”. Pero el clip ha sido identificado por el equipo de verificación de la BBC como generado mediante inteligencia artificial a partir de dos entrevistas reales anteriores de Danilov, quien según este medio británico nunca ha pronunciado dichas palabras. Los intentos por culpar a Ucrania están alcanzando tal masa crítica que muchos comentaristas lo están comparando con el “momento Reichstag” de Putin, en referencia al incendio del Parlamento alemán que Adolf Hitler manipuló y explotó para consolidar el establecimiento de la dictadura del Partido Nazi.

Lo cierto es que el Estado Islámico, y en concreto la llamada Provincia de Jorasán, su rama centroasiática con base en Afganistán, era uno de los principales sospechosos desde el principio. Especialistas en yihadismo y servicios antiterroristas de todo el mundo llevan tiempo alertando de la peligrosidad del ISKP (las siglas en inglés de esta organización), responsable no solo del atentado en la ciudad iraní de Kermán el pasado 3 de enero, que dejó 94 muertos y casi trescientos heridos, sino también de varios complots fallidos para atentar en Alemania, Austria y España. En mayo, el experto Colin P. Clarke, de la consultoría de inteligencia privada The Soufan Group, publicó un artículo en la revista Foreign Policy alertando sobre el incremento de las amenazas y la retórica contra Rusia en la propaganda de esta organización, que apuntaba a su creciente intención de atentar en Rusia.

Foto: Captura de un vídeo de julio de 2015 del líder del Estado Islámico para el llamado Estado de Khorasan, Hafiz Saeed. (EFE)

Pero en ese sentido, poco importa si finalmente la autoría del Estado Islámico queda acreditada fuera de toda duda. Porque una de las narrativas estratégicas que el ecosistema de propaganda rusa —y también los de otros países, como Irán y Siria— lleva años difundiendo, es que Occidente está detrás del terrorismo islámico, y que Estados Unidos y sus socios apoyan a los yihadistas allí donde sirve a sus intereses. Algo que parte de una base real, dado el apoyo de EEUU y algunos estados aliados clave a los muyahidines afganos tras la invasión de la URSS y a determinadas facciones rebeldes en Siria, pero que ignora deliberadamente cualquier matiz.

En esta cosmovisión, los muyahidines son lo mismo que Al-Qaeda, y da igual si la Operación Ciclón de la CIA para armar a los luchadores afganos terminó en 1989. Tampoco importa si las diferentes operaciones de la CIA y el Pentágono para entrenar y armar a los rebeldes sirios fracasaron, en gran medida, por las dificultades estadounidenses para encontrar a combatientes eficaces de ideología no yihadista, o que fuesen otros estados sin tantos escrúpulos, como Turquía, Arabia Saudí y otros países del Golfo, quienes fomentaron estas facciones radicales dentro de la insurgencia siria.

En lugar de tener en cuenta estas especificidades, se promueve un mensaje simple y eficaz: EEUU y sus socios occidentales están detrás del yihadismo en todo el mundo desde los años 70. Una idea nuclear que puede adaptarse a conveniencia. A modo de ejemplo, cuentas de desinformación rusas se han pasado los últimos años asegurando que el ejército francés desplegado en el Sahel proporcionaba armas a los terroristas, contribuyendo así a la hostilidad de la población local. De modo que no es de extrañar que, de nuevo, se haya vuelto a recurrir a esta narrativa desde el primer momento.

Movilización en el horizonte

Al crear un vínculo entre el atentado, Ucrania y Occidente, es probable que el Kremlin tenga otro objetivo inmediato en mente: fomentar el reclutamiento militar. Este viernes, el medio ruso independiente Verstka reportaba que el ministerio de Defensa ruso busca movilizar 300.000 tropas adicionales para lanzar un asalto a la región de Járkov, que Ucrania recuperó por completo tras una contraofensiva en noviembre de 2022.

Según este reporte, las autoridades rusas se centrarán principalmente en movilizar a los reservistas para lograr estos números, pero es probable que el reclutamiento no se limite a estas medidas. En Moscú, las empresas de defensa y las organizaciones estatales han comenzado a emitir certificados de exención de movilización a los empleados, y las oficinas de alistamiento militar han llamado a abogados y psicólogos que participaron en la movilización de otoño de 2022. El pasado miércoles, el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, anunció la creación de dos nuevos ejércitos, 14 divisiones y 16 brigadas. Todo apunta a que la movilización es inminente.

Los vientos están cambiando en Moscú, la capital que el Kremlin ha intentado mantener lo más ajena posible a la invasión de Ucrania. Este viernes, el portavoz presidencial, Dmitry Peskov, ofrecía una entrevista al periódico ruso Argumenty i Fakty en el que utilizaba por primera vez la palabra "guerra" para referirse al conflicto, un término que había sido tabú hasta la fecha. "Sí, comenzó como una operación militar especial", indicaba el funcionario. "Pero tan pronto como el Occidente en conjunto comenzó a participar en el conflicto del lado de Ucrania, para nosotros se convirtió en una guerra", sentenciaba. Más tarde, Peskov aclaraba ante periodistas que la definición legal de la operación no había cambiado, "pero de facto, en realidad, para nosotros se ha transformado en una guerra". El atentado en el Crocus City Hall puede convertirse en el catalizador para una nueva fase en Ucrania.

Apenas unas horas después del salvaje atentado que este viernes se cobró la vida de al menos 133 personas en la capital rusa —el tercero más mortal, por ahora, de la historia de la Federación Rusa, después de la masacre de la escuela de Beslán, en 2004, y la crisis de rehenes del Teatro de Moscú, en 2002—, el Estado Islámico reivindicó su autoría a través de la agencia Amaq, el órgano de comunicación oficial de la organización terrorista. Pero como señalaba sagazmente el periodista Oliver Carroll, corresponsal de The Economist para Ucrania y Rusia, "la cuestión no es quién lo hizo, sino cómo se usa. El Kremlin ya está culpando a Ucrania".

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