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El 'oro blanco' se queda sin brillo: cómo caímos (y volveremos a caer) en la trampa del litio
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Un ciclo de auge y caída

El 'oro blanco' se queda sin brillo: cómo caímos (y volveremos a caer) en la trampa del litio

La vertiginosa subida de los precios del litio, que desató una fiebre global por expandir la producción, se ha enfrentado a una bajada no menos espectacular que ha paralizado estos planes

Foto: Una excavadora mueve carbonato de litio en una planta de Bolivia. (EFE/Luis Gandarillas)
Una excavadora mueve carbonato de litio en una planta de Bolivia. (EFE/Luis Gandarillas)
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A principios de esta década, mientras la economía de China sufría una dura ralentización fruto de las medidas más restrictivas del mundo contra la pandemia, uno de los productos del país vivía una explosión sin precedentes. Entre finales de 2020 y noviembre de 2022, el valor del carbonato de litio chino, el componente principal para la fabricación de baterías de iones que utilizan muchos vehículos eléctricos, se multiplicó por 15. Este breve periodo supuso una era dorada para el litio, un metal cuya valoración había estado de capa caída desde el fin de la Guerra Fría —su mayor uso era para la elaboración de armas de fusión nuclear— y que ahora volvía a hacer honor al mote que se había ganado décadas atrás: el de oro blanco.

Pero esta vertiginosa subida de los precios del litio, que desató una fiebre global por expandir la producción, se ha enfrentado a una bajada no menos espectacular. Desde su cenit a finales de 2022, el metal ha pasado de pagarse a más de 80.000 dólares por tonelada a venderse a menos de 14.000 dólares durante este mes de febrero, lo que implica una pérdida de más de un 80% de su valor, según datos del Financial Times. Una trampa tendida por una combinación de factores especulativos y la sobreestimación de la demanda futura y en la que han quedado atrapados mineros, productores de baterías y fabricantes de vehículos eléctricos.

Un principio común en el mundo de la economía es que el mejor remedio para los precios altos son los precios altos. El caso del colapso del valor del litio parece, a primera vista, un ejemplo clásico de esta regla. Impulsadas por el boom de 2021 y 2022, las compañías extractoras del metal aumentaron su producción a niveles récord, pasando de un déficit de suministro a un excedente en 2023. Tras dos años de narrativas sobre la supuesta escasez, los almacenes de medio mundo, de repente, se encontraban inundados de litio.

Por si fuera poco, a la pólvora del exceso de oferta se le sumó el tambaleo de la demanda. China, el mayor mercado global de vehículos eléctricos, sorprendió al mundo con un crecimiento del 89% en las ventas de estos productos, desatando expectativas desorbitadas de cara al futuro próximo. Sin embargo, esta cifra fue seguida de un mucho más modesto 31% en 2023. Estados Unidos y Europa experimentaron cifras similares, decepcionando a inversores y fabricantes. “El crecimiento de los vehículos eléctricos sigue siendo muy bueno, pero los fabricantes de baterías anticipaban un crecimiento todavía más fuerte”, explica Jeff Amrish Ritoe, director general de la empresa de análisis Number Three B.V., en entrevista con El Confidencial.

El desajuste es ahora evidente. La industria china produjo el año pasado una cantidad de baterías de ion de litio equivalente a 747 gigavatios-hora (GWh), mientras que en el mismo periodo solo se instalaron 387 GWh en vehículos, según un reporte del South China Morning Post. Estas compañías cuentan ahora con un enorme inventario, adquirido a precios más de cinco veces mayores al actual, del que deben deshacerse. Auge y caída. Un ciclo de sobra conocido, pero que se ha visto especialmente agravado en el caso del metal, cuyo mercado es todavía muy inmaduro.

Una volatilidad explosiva

La alternancia de periodos de boom y estallido forman parte del ADN de los mercados de materias primas. Sin embargo, la agresividad de la subida y la bajada en el caso del litio supone una dinámica preocupante para una transición energética en la que el metal debe jugar un papel clave.

Desde el primer momento en el que los precios comenzaron su etapa alcista, los fabricantes de baterías se lanzaron a una frenética ola de compras de litio, temerosos de que los costos subieran todavía más. Una lógica especulativa que funcionó como una profecía autocumplida, acelerando todavía más las escaladas. Este círculo vicioso, sumado a las expectativas de un auge sin precedentes en las ventas de vehículos eléctricos, contribuyó a crear una burbuja de precios insostenible en tiempo récord. “Los 80.000 dólares por tonelada nunca fueron sostenibles. Fue una locura de precio, para ser sinceros”, opina Ritoe.

Foto: Un hombre camina sobre el salar de Uyuni en Bolivia, el país que alberga las mayores reservas de litio del mundo. (Reuters/Claudia Morales)

La burbuja desató un verdadero pánico. Gran parte de los fabricantes de vehículos eléctricos del planeta, incluyendo Tesla, se lanzaron a invertir en proyectos de extracción y asegurarse tanto inventario como fuera posible: impactado por el súbito valor del metal, el Gobierno de Estados Unidos comenzó una revisión urgente de 100 días para abordar las vulnerabilidades en la cadena de suministro de baterías; en medio de este frenesí, las compañías productoras de litio, incapaces de atender todos los pedidos, terminaron recurriendo a subastas que, a su vez, dispararon el ascenso de los precios todavía más.

La corrección era inevitable. Pero, más allá de la volatilidad explosiva, las turbulencias en torno al litio han revelado un preocupante problema de transparencia por parte de China, el actor hegemónico en este mercado. Cuando el valor del metal estaba en máximos, el Gobierno chino convocó a actores clave de la cadena de suministro y les ordenó que normalizaran los precios para evitar poner en peligro las industrias de producción de baterías y vehículos eléctricos. Poco después, la burbuja reventó. “Las medidas del Gobierno chino son una caja negra de la que no sabemos mucho”, advierte Ritoe.

China produce un 14,6% del litio global, pero más del 80% de las baterías de ion de litio. Este control del mercado no solo es un testimonio de las capacidades superiores de producción y procesamiento del país, sino también de su dominio de la cadena de suministro global. Por otra parte, la preferencia de Pekín por las compras en el mercado spot, en lugar de los contratos a largo plazo, agrava las fluctuaciones en los precios del metal y arrastra al resto del planeta a la dinámica del mercado chino. Esto hace que cualquier competidor internacional sea sumamente vulnerable a los cambios en la demanda y las acciones regulatorias chinas. “Lo que está claro es que cualquier cosa que suceda en China tiene la capacidad de alterar enormemente al mercado”, agrega el analista.

Hacia la siguiente trampa

La caída en los precios ha llevado a paralizar gran parte de los proyectos de expansión minera planeados durante los dos años dorados para la materia prima. Una decisión que puede tener sentido a corto plazo —"Los números no dan para esos proyectos", dijo a sus inversores el CEO de Albemarle, el mayor productor de litio del mundo—, pero que, según han alertado numerosos expertos, corre el riesgo de desatar un nuevo escenario de boom de precios a finales de esta década. “Existe un claro riesgo de terminar en una crisis similar debido a que muchos proyectos de expansión en la producción de litio se han puesto en pausa. Más importante todavía: el entorno macroeconómico actual de bajos precios del litio y alta inflación ejerce presión sobre la viabilidad económica de los proyectos y sus ampliaciones. Esto hace que sea más difícil para los desarrolladores financiar sus proyectos, lo que a su vez pone en peligro el suministro futuro de litio al mercado”, considera Ritoe.

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El litio no es difícil de encontrar. Se trata del 33.º elemento más abundante en la naturaleza y existen yacimientos en gran parte del planeta. El problema radica en la viabilidad de su extracción y procesamiento. La inflación y el aumento en los costos de capital han elevado el umbral de precios necesario para justificar nuevas inversiones en la producción justo en el momento en el que el valor del metal ha colapsado. "Está claro que muy pocos proyectos de expansión del litio tienen sentido económico a los precios actuales del mercado. Y, cuanto más tiempo permanezcan los precios cerca de estos niveles, mayor será el impacto en futuros déficits de suministro", vaticinaba en un informe reciente Paul Graves, presidente y director ejecutivo de Arcadium Lithium.

Sin estos proyectos, la historia está destinada a repetirse si la demanda de vehículos eléctricos vuelve a dispararse por encima de las nuevas —y rebajadas— expectativas. En comparación con la vertiginosa celeridad del mercado del metal, donde los precios se multiplican o se dividen en cuestión de semanas, los cambios en la producción ocurren a cámara lenta. Según la Agencia Internacional de la Energía, las minas de litio que comenzaron a operar entre 2010 y 2019 tardaron un promedio de 16,5 años en desarrollarse.

Foto: Fotografía de una persona mientras trabaja en las Salinas Grandes, lugar donde se realiza la extracción de litio, en Jujuy, Argentina. (EFE)

El dilema va más allá de lo meramente económico y cuenta con una importante dimensión estratégica para Occidente. Mientras la mayoría de los proyectos de expansión de empresas occidentales, como Albemarle, se han paralizado, la amplia mayoría de las empresas chinas siguen adelante con sus planes de desarrollo del litio, independientemente de la debilidad del mercado. El resultado: una nueva ampliación de la cuota de mercado para Pekín.

No todo es gris en el presente del oro blanco. Los precios actuales pueden servir para que Europa y Estados Unidos hagan acopio del metal y, además, desarrollen sus propias cadenas de suministro y sus industrias para la producción de baterías. Si esta oportunidad de mitigar los riesgos geopolíticos asociados con la dependencia de Pekín es desaprovechada, advierte Jeff Amish Ritoe, el precio a pagar irá mucho más allá del valor del metal. “Hoy en día no existe una alternativa real al mercado chino para el litio. Y, mientras eso no cambie, seguiremos expuestos a lo que China determine”, sentencia el experto

A principios de esta década, mientras la economía de China sufría una dura ralentización fruto de las medidas más restrictivas del mundo contra la pandemia, uno de los productos del país vivía una explosión sin precedentes. Entre finales de 2020 y noviembre de 2022, el valor del carbonato de litio chino, el componente principal para la fabricación de baterías de iones que utilizan muchos vehículos eléctricos, se multiplicó por 15. Este breve periodo supuso una era dorada para el litio, un metal cuya valoración había estado de capa caída desde el fin de la Guerra Fría —su mayor uso era para la elaboración de armas de fusión nuclear— y que ahora volvía a hacer honor al mote que se había ganado décadas atrás: el de oro blanco.

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