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Encontramos en una granja en Rumanía al peregrino chino que salió de Galicia con un caballo
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Ha hecho gran parte del recorrido a pie

Encontramos en una granja en Rumanía al peregrino chino que salió de Galicia con un caballo

Tras recorrer el Camino de Santiago, se quedó con ganas de más. La guerra en Ucrania cambió sus planes y tuvo que desviarse al sur. Prepara la documentación para atravesar Irán

Foto: El peregrino Unas y el caballo Furión. (Lola García-Ajofrín)
El peregrino Unas y el caballo Furión. (Lola García-Ajofrín)

A la granja de Florín y María, en el sur de Rumanía junto a la frontera de Bulgaria, se puede llegar en tren si se viaja a la ciudad más cercana, Turnu Magurele, y luego se recorren tres kilómetros en taxi. También existe un minibús desde la capital, Bucarest. El peregrino Unas, sin embargo, llegó a pie. Y con un caballo.

“¡Hay un hombre chino con un caballo! ¡Hay un hombre chino con un caballo!”, corrió María a contarle a su familia, trabajadores del vino. Era un viernes soleado de octubre. María y el peregrino se hicieron un selfi y ella acabó invitándolo a su casa. Compartieron licor de ciruelas, mosto y cigarros. Él explicó a los anfitriones que se llamaba Unas y su caballo blanco, Furión, que era un ingeniero de 33 años de la provincia china de Shandong y que había salido hace un año y medio de Galicia, después de recorrer el Camino de Santiago. Los vecinos, que organizaban una boda, llegaron con curiosidad a conocer al invitado a bordo de un coche adornado con una tela de gasa en forma de lazo.

El peregrino Unas y el caballo Furión se quedaron a pasar la noche, como llevan haciendo en granjas de desconocidos el último año y medio a través de España, Francia, Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Austria, Eslovenia, Croacia, Hungría y Rumanía. Cuando consigue cargar el móvil, publica fotografías sobre sus estancias en su cuenta de Instagram.

Estos familiares rumanos, agricultores de la uva que crían cerdos para su consumo y han pasado varios años trabajando fuera de Rumanía, en Italia, explican la historia entre risas, mientras comen pipas y beben mosto y café, haciendo montoncitos con las peladuras sobre la mesa. Su granja se encuentra a tres kilómetros de Turnu Magurele, un municipio rumano al sur del país, vestigio del Imperio otomano y la guerra ruso-turca, en las confluencias del río Olt y el Danubio. Junto a Unas, están presentes Florín, María, su madre, la vecina y un niño de la vecina.

placeholder Unas, junto a la familia rumana que lo acoge. (L. G. A.)
Unas, junto a la familia rumana que lo acoge. (L. G. A.)

"Unas, ¿cómo llegaste a Rumanía?", preguntamos. "A pie", responde, escueto, sin soltar la taza con licor de ciruela. "Simplemente, quería ir de la parte más occidental del continente europeo a la más oriental de Asia", agrega.

El peregrino chino, con el rostro y los brazos quemados por el sol, y una concha de Santiago al cuello, aparece envuelto en banderas para la entrevista. Se enrolla una blanca y celeste de Galicia alrededor de su camiseta naranja, y la de Rumanía la coloca con un nudo en la cabeza, a modo de turbante. De esa guisa explica que salió de Galicia el 20 de febrero de 2022, “cuatro días antes de que estallara la guerra en Ucrania”. “Si buscas en internet los días que llevan de guerra en Ucrania y sumas cuatro, esos son los que llevo yo caminando”, comenta. Dice que su plan era pasar por Polonia y después Ucrania, pero tuvo que desviarse al sur, hacia Rumanía. La siguiente parada será Bulgaria. Y, más adelante, Turquía.

Unas vivía en Italia desde 2009, donde había estudiado ingeniera mecánica y trabajaba como profesor privado para estudiantes de universidad, cuando decidió hacer el Camino de Santiago. Dice que aquello le inspiró. Pensó que con un caballo sería más rápido y buscó uno, primero en Portugal y después en Galicia, donde finalmente pagó 3.000 euros por Furión. En España, montaba el caballo, "porque el Camino de Santiago es muy plano y no hay tráfico en la carretera ni camiones", pero al final casi todo el recorrido desde entonces lo ha hecho a pie y con el animal a rastras. "A caballo con el tráfico, es muy difícil", asevera.

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Dice que el invierno es mucho más fácil que el verano, “sobre todo por los insectos”, no solo los mosquitos sino las moscas de los caballos. “El tiempo que pasamos en Austria cerca del Danubio fue un desastre”, rememora. Lo máximo que recorre son 40 kilómetros al día, pero “en los sitios peores vas más rápido,” aclara.

Este peculiar peregrino viaja con una tienda de campaña para "dormir en cualquier sitio". “Lo más importante no soy yo, sino cómo encontrar comida para el caballo”, explica. “Si te fijas aquí, la hierba es verde, pero habrás visto de camino que ya es amarilla. Aquí no es como Galicia, es más como La Mancha o Castilla y León. No hay mucha agua ni llueve mucho. No es muy cómodo para el caballo”, agrega.

Dice que los inviernos consisten en saltar rápido de un lugar a otro, de una granja a otra. Y por las mañanas, allá donde se queden, el dueño suele llama a sus amigos en el camino para avisar. “Así que el principio es siempre ir a lugares con una fuente de comida, agua y electricidad, sin dificultades; nunca vamos al bosque, e incluso cuando pasamos los Montes Cárpatos, elegimos el camino más corto. Lo hicimos en un día, unos 28 kilómetros. Empezamos en la mañana y en la noche habíamos cruzado la montaña”, narra.

Otro de sus secretos, cuando llega a un pueblo nuevo, es acercarse a la iglesia: “Suelen tener mucha hierba. Además, tienen luz y agua, que es lo básico que necesitamos, así que pregunto al cura si puedo quedarme”. Dice que cada lugar es distinto. En Alemania, por ejemplo, hay muchos centros ecuestres. "Los localizo en Google. Si en uno me dicen que no, continúo y me voy al siguiente".

placeholder La granja de Florín y María. (L. G. A.)
La granja de Florín y María. (L. G. A.)

"¿Y sabías algo de caballos antes de emprender esta aventura?", preguntamos. "Claro. Que tienen cuatro patas y la gente los monta", ironiza. "Solo eso. Es como ocuparse de cualquier otro animal, te dicen lo que necesitan y lo que quieren", asevera.

A punto de adentrarse en Bulgaria, Unas dice que averigua las particularidades legales de cada sitio. Dice que en muchos países se puede acampar. “En Francia, por ejemplo, la ley nacional es muy liberal. Puedes acampar en todas partes, siempre y cuando no sea propiedad privada. Pero en los Países Bajos es lo opuesto, no te puedes quedar en el espacio público, pero siempre puedes preguntar a la gente si te dejan dormir en su terreno privado”, explica.

Lo más difícil para él “son los lugares con mucho tráfico”. “En Hungría, por ejemplo, no fuimos por carretera, porque hay muchos camiones, así que íbamos por el campo. Lo más peligroso no viene de la naturaleza, sino de los conductores”, agrega. “Si viene un camión y el caballo se sorprende, puede moverse y pasarle algo”.

"Así que cuando llegas a un país nuevo, ¿te presentas en el control fronterizo con un caballo y preguntas si te dejan pasar?", preguntamos. "Sí, sí. Y pregunto qué me hace falta", responde. Después de Bulgaria, Unas y Furión planean ir a Grecia, donde espera pasar el invierno y preparar la documentación que necesiten. Puede que también tenga que volver a España en diciembre o enero a renovar el pasaporte del caballo, que dice que está un poco deteriorado, “primero fue la lluvia, luego un perro y ahora se ve terrible”.

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"Y ¿qué piensas cuando estás en el camino? En algún momento, no te preguntas: ¿qué estoy haciendo aquí?", preguntamos. "No, no piensas en este tipo de cosas, sino en cosas muy prácticas, como dónde encontrar agua, electricidad, comida para el caballo y cómo evitar el tráfico. Nada de ese tipo de sentimientos de ciudad de cuando vives en una casa segura y tienes sentimientos muy complicados. Solo piensas en cómo sobrevivir", responde.

Tiempo después, a medianos de noviembre, Unas nos envía un WhatsApp: “Hemos visto el mar Negro y vamos a la playa mañana”. Dice que está convencido de que el nombre de Furión entrará en los libros de historia por ser el primer semental que haya caminado desde el Atlántico al mar Negro sin medio de transporte o equipo de apoyo. “Será el primero desde que se construyeron las pirámides”, presume.

A la granja de Florín y María, en el sur de Rumanía junto a la frontera de Bulgaria, se puede llegar en tren si se viaja a la ciudad más cercana, Turnu Magurele, y luego se recorren tres kilómetros en taxi. También existe un minibús desde la capital, Bucarest. El peregrino Unas, sin embargo, llegó a pie. Y con un caballo.

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