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Londres, ciudad sin niños: los colegios tienen que cerrar por falta de alumnos
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No es una distopía, es la nueva realidad

Londres, ciudad sin niños: los colegios tienen que cerrar por falta de alumnos

La inflación disparada, los precios astronómicos de la vivienda y guarderías y hasta el propio Brexit han formado un 'totum revolutum' que hace insostenible tener familia en la capital

Foto: Comedor escolar de St Dunstan's College, en Londres, en 2020. (Reuters/Simon Dawson)
Comedor escolar de St Dunstan's College, en Londres, en 2020. (Reuters/Simon Dawson)
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Cuando suena el timbre, los alumnos del colegio Archbishop Tenison salen disparados para ver si pueden ver algo de la final del mundial de críquet. Juega Australia contra India y las calles en Oval están plagadas de gente. El estadio y la escuela siempre han sido los dos pilares de este barrio al sur de Londres. Pero la comunidad se queda ahora coja porque el histórico centro educativo, inaugurado en 1685, cerrará sus puertas a finales de este curso.

No es un hecho aislado. En el mítico Camden, el colegio de St Michael ni siquiera pudo llegar a final del último trimestre. La última clase se impartió en marzo. Se convirtió en el cuarto centro del distrito en cerrar sus puertas desde 2019. En Hackney, es probable que dos de sus escuelas de primaria tengan el mismo final, mientras que otros han tenido que fusionarse para poder sobrevivir. En Southwark, la situación es aún peor: 16 escuelas de primaria están en riesgo.

Foto: Tatiana y sus hijos, junto al Támesis. (Cedida)

Algo extraño está sucediendo en el corazón de Londres, algo que una generación entera nunca había presenciado. La ciudad sin niños no es una distopía, es la nueva realidad. La potencia política y económica del Reino Unido está expulsando a las familias. Entre 2012 y 2021, hubo una disminución del 17% en la tasa de natalidad, lo que supuso 23.000 bebés menos, según los últimos datos oficiales. Desde 2001, el barrio Lambeth ha visto una caída del 10% en los hogares con al menos un niño en edad escolar; en Southwark es del 11%. Lo mismo pasa en Tower Hamlets o Islington. Todo Londres está perdiendo familias jóvenes.

La inflación disparada, los precios astronómicos de la vivienda y guarderías y el propio Brexit han formado un totum revolutum que está destruyendo el sistema educativo. Por cada alumno de primaria que se va, un colegio pierde alrededor de 4.000 libras. Los pupitres vacíos significan deudas y las deudas obligan a cerrar. Hackney, por ejemplo, tiene 589 niños menos en preescolar hoy que en 2014, un déficit equivalente a unas 20 aulas vacías.

Por cada alumno de primaria que se va, un colegio pierde 4.000 libras. Los pupitres vacíos significan deudas y las deudas obligan a cerrar

"Cuando un colegio desaparece, es devastador, se trata del corazón de la comunidad, y cuando no están, la comunidad comienza a desmoronarse", asegura Helen Connor, directora de Rhyl Community School, en Camden. Lleva más de dos décadas dedicada a la educación y dice que nunca había visto "nada igual". Cuando llegó al centro donde está ahora, hace 10 años, todas las plazas estaban llenas. Pero ahora, aun cuando varios colegios de la zona ya han tenido que cerrar, tienen un 7% de vacantes. Para mantener su financiación y atraer a futuros padres, Connor ha llevado a cabo diferentes iniciativas: entre otras, ha ampliado el grupo de edad para incluir a los bebés y también brinda servicios comunitarios como clínicas de lactancia y aprendizaje para adultos.

"Con el Brexit, hubo muchas familias europeas que decidieron dejar el Reino Unido para volver a sus países", asegura a este diario. Por otra parte, cada vez hay más gente en el barrio que no puede permitirse pagar el alquiler. "El 57% de los alumnos del centro son elegibles para recibir ayudas sociales. Las familias no tienen demasiados recursos y cada vez cuentan con más dificultades. El Gobierno debe tomar medidas ante los precios disparados del sector inmobiliario", añade.

Connor está muy preocupada por la situación. "Si no hay escuelas, no tendremos jóvenes educados que trabajen en la comunidad. Además, los colegios no solo ofrecen educación. Aquí, durante la pandemia, fuimos banco de alimentos y de comidas", dice.

A colegio muerto, apartamento puesto

Una vez que una escuela primaria o secundaria cierra sus puertas, desaparece para siempre. Ese hermoso caparazón de ladrillo rojo se reparte para reencarnarse en espléndidos apartamentos. Los nuevos edificios atraen a un nuevo tipo de vecino que, a su vez, demanda un nuevo tipo de restaurante con otros precios, lo que obliga a muchas familias a mudarse a otra zona.

El fenómeno de la gentrificación no está afectando a todos los barrios de Londres, pero sí está siendo clave en algunos, como Brixton o Camberwell, donde reside Natasha. "Yo vivo en un piso de protección oficial, por lo que no me ha afectado tanto la subida de precios. Pero el año pasado cerraron el colegio de mi hijo. Ahora están construyendo muchos apartamentos caros, pero es un círculo vicioso. No se crea una nueva comunidad. Las parejas que se muden allí tendrán que dejar en el futuro la zona si quieren tener hijos, porque no hay colegios", explica.

Foto: Un artista ambulante retrata a una turista en la plaza de Neptuno de Madrid. (EFE/Mariscal)

Antonio Cabrales, experto en economía de la educación y profesor honorífico en University College of London, asegura que el abandono del centro de las ciudades por parte de muchas familias no es algo nuevo. "Ya pasó en los sesenta y setenta en Estados Unidos, en algunos países de Europa y en España algo más tarde. También hubo un ciclo de reurbanización en este siglo en algunos lugares, que parece estar ocurriendo otra vez", apunta. Obviamente, las políticas públicas pueden tener impacto en acelerar o frenar estos fenómenos. Los impuestos tuvieron alguna influencia en la primera migración y las mejoras de las instalaciones públicas y la seguridad en la reurbanización.

No obstante, más allá del cierre de escuelas en la capital británica, Cabrales recalca que el verdadero problema es "que Europa en general está perdiendo población, y población joven, de manera acelerada". "Esto es catastrófico para el continente y aún no lo hemos entendido", advierte. El experto señala que esto afecta a las escuelas, que tendrán menos estudiantes, pero también a la economía, "que tendrá menos trabajadores en un momento en que además tendrá muchos ancianos a los que mantener". "A corto plazo, la única solución es utilizar la inmigración para parar el golpe. Y hacerlo de forma inteligente y planificada. Me sorprende que esto no esté todos los días en la discusión pública y en cambio que elijamos representantes políticos en toda Europa con ideas irracionales sobre el asunto", apunta.

Pese a los dos sueldos, comprar una casa en Finsbury Park, donde estaban alquilados, era impensable para ellos

Para Dave, 46 años, y Claire, 52 años, llegó un momento en que vivir en Londres con sus tres hijos se convirtió en "insostenible". Él trabaja en JPMorgan. Ella, en una ONG de investigación contra el cáncer. Pese a los dos sueldos, comprar una casa en Finsbury Park, donde estaban alquilados, era impensable, así que se mudaron inicialmente a Twickenham, un barrio del suroeste a las afueras, plagado de familias jóvenes y con buena conexión al centro por tren.

"Mi oficina estaba en la City, por lo que de puerta a puerta tardaba hora y media en ir y otra hora y media en volver. Eso significaba que salía de casa cuando los niños aún no se habían despertado y regresaba cuando ya estaban dormidos. Los veía prácticamente solo los fines de semana", explica Dave.

Foto: El carísimo alquiler de un apartamento donde la cama está pegada al fregadero (Pixabay)

Hasta que un día decidieron cortar por completo el cordón umbilical con la capital. "Me puse a buscar trabajos dentro de mi sector en sitios de costa y vi que había precisamente una oficina de JPMorgan con un puesto vacante en Bournemouth", relata. Le ofrecieron el empleo prácticamente de inmediato. En cuestión de una semana, tomaron la decisión de comenzar una nueva vida al lado del mar en una ciudad del sur de Inglaterra que hace años era elegida como retiro por los jubilados y ahora se ha convertido en uno de los destinos más demandados por las familias de clase media.

Por el precio que vendieron la casa de tres habitaciones de Twickenham, se pudieron comprar una de cinco con espacios más grandes y jardín. "Si queremos ir a Londres, estamos a dos horas, es decir, solo 30 minutos más de lo que tardaba antes. Con la diferencia de que ahora en Bournemouth llego en cinco minutos a la oficina. Hemos ganado muchísimo en calidad de vida. Y es una maravilla vivir al lado del mar", señala.

Tras el confinamiento, muchos de sus amigos han seguido el ejemplo. Algunos teletrabajan y solo tienen que ir a Londres dos días por semana. Otros han tenido la posibilidad de montar sus propios negocios.

"El futuro es sombrío"

El problema es que en estos nuevos distritos a las afueras de Londres, donde ha habido un aumento del 34% de los hogares con niños —es el caso, por ejemplo, de Barking y Dagenham—, se plantean serias dificultades de gestión para las autoridades locales, ya que los servicios no crecen al mismo ritmo que lo hace la población.

Rachel se mudó hace tres años a Kent —a una hora de tren de la capital— poco después de tener a su hijo. En Londres, estaba pagando un alquiler de 1.320 libras por un apartamento de una habitación. Ahora paga 1.250 libras de hipoteca por una casa de tres habitaciones con jardín. "Apenas estuve viviendo ocho meses con el niño en Londres, pero me fue suficiente para ver que era extremadamente complejo y caro criarlo allí. Ahora he ganado calidad de vida con muchas cosas, pero hay muchas dificultades para encontrar colegios o cita con el médico de cabecera. Hay muy poca oferta", explica. Admite que a veces echa de menos vivir en la capital, la vida frenética y sobre todo a sus amigos. Pero asegura que tampoco tenía muchas opciones.

Foto: Unos niños en un colegio durante la pandemia. (EFE/Ángel Medina)

Además de lidiar con el éxodo de niños, las escuelas a la orillas del Támesis tienen también dificultades para contratar suficiente personal. Andrew Dyer, de la Asociación de Maestros de Camden, explica que los profesores más jóvenes "tampoco pueden permitirse vivir en el área" y, cuando se enteran del cierre de las escuelas, "aceptar un trabajo en este distrito no es una perspectiva atractiva". "Este era un barrio lleno de creatividad, con vida y familias. Ahora, el futuro es sombrío", apunta. Dyer agrega que "si el Gobierno quiere que las escuelas públicas sean atractivas tanto para los maestros como para las familias, necesitan garantías de que no se recortarán sus presupuestos".

Un portavoz del Ministerio de Educación asegura que el próximo año la financiación escolar estará "en su nivel más alto en la historia, en términos reales, según lo medido por el Instituto de Estudios Fiscales, tras el anuncio de una inversión adicional de 2.000 millones de libras tanto para el curso 2023-2024 como para el 2024-2025". "Corresponde a las autoridades locales y los fideicomisos académicos equilibrar la oferta y la demanda de plazas, de acuerdo con los cambios demográficos, como lo han hecho durante muchos años", concluye.

Cuando suena el timbre, los alumnos del colegio Archbishop Tenison salen disparados para ver si pueden ver algo de la final del mundial de críquet. Juega Australia contra India y las calles en Oval están plagadas de gente. El estadio y la escuela siempre han sido los dos pilares de este barrio al sur de Londres. Pero la comunidad se queda ahora coja porque el histórico centro educativo, inaugurado en 1685, cerrará sus puertas a finales de este curso.

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