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Moscú ataca infraestructuras clave para Kiev pese al 'fin' de las represalias por el puente de Crimea
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Guerra en Ucrania

Moscú ataca infraestructuras clave para Kiev pese al 'fin' de las represalias por el puente de Crimea

Putin ha dado por concluida la ofensiva en respuesta contra la infraestructura, pero Kiev sigue denunciando que la capital del país vuelve a ser un blanco para las fuerzas rusas

Foto: Comparecencia de Putin a través de una pantalla en Enerhodar, Zaporiyia. (Reuters/Alexander Ermochenko)
Comparecencia de Putin a través de una pantalla en Enerhodar, Zaporiyia. (Reuters/Alexander Ermochenko)

El golpe encajado por Vladímir Putin con la explosión del puente de Kerch (Crimea) no iba a quedar sin respuesta. Y así ha sido. La reacción de Moscú al envenenado regalo de cumpleaños para el líder ruso orquestado por las fuerzas ucranianas -que, oficialmente, nunca se han atribuido como propio- tuvo por respuesta una campaña de "bombardeos estratégicos" contra edificios civiles e infraestructuras eléctricas clave para Kiev. Pero la enésima demostración de fuerza del aparato militar ruso no se ha limitado a cinco días de ataques masivos.

El propio presidente ruso confirmaba este viernes que la campaña intensiva de bombardeos contra suelo ucraniano había terminado, siempre que Ucrania no volviera a repetir acciones como la de la conexión entre el territorio anexionado y la Rusia continental. Algo que se contradice con los reportes emitidos por las autoridades ucranianas este mismo sábado, que denuncian nuevos impactos en las inmediaciones de la capital del país.

Foto:  IRIS-T. (Dihel Defence)

"Ahora no hay necesidad de ataques masivos. Tenemos otros objetivos", sostuvo Putin el viernes desde Astana (Kazajistán), donde se está llevando a cabo una cumbre regional. En el Kremlin se conforman, según su propio balance, con haber golpeado 22 puntos de la infraestructura ucraniana. Pingües resultados que, no obstante, han sido motivo de celebración en la Rusia de un Putin que ha decidido dar así carpetazo a las represalias por el ataque contra un puente simbólico para su relato expansionista.

Todo esto, en mitad de un avance sostenido del ejército leal a Kiev en diferentes puntos del frente desde principios de septiembre, con una movilización parcial que ha evidenciado el descontento popular del país eslavo y con el caudal de ayuda militar occidental a pleno rendimiento, como demuestra la entrada en el tablero de los sistemas antiaéreos IRIS-T.

La mente 'siria' de Putin

La delicada situación que atraviesa el frente ruso en Ucrania ha tenido también sus consecuencias en el estamento militar a cargo de la, hasta ahora, "operación especial" de Moscú. Putin ha llamado a filas al general Serguéi Surovikin, otro de los prohombres del alto aparato del Kremlin, al que le avala su experiencia en las guerras de Siria y Chechenia. Es decir, el mismo bagaje de algunos de los ocho generales que han sido apartados de una invasión que, hasta ahora, no ha conseguido los objetivos deseados por Moscú.

Uno de sus últimos periodos de servicios en el país árabe coincidió con el bombardeo masivo de la ciudad de Alepo, así como el uso de armas químicas en Guta. El hacer de Surovkin en Siria le hizo ganarse la condecoración de "héroe de Rusia". Ahora, Putin le confía el mando de una ofensiva cada vez más enrocada en las posiciones ganadas en los primeros meses de la guerra. Rusia ha conseguido contener el avance ucraniano estas últimas semanas, en comparación a la rápida caída de la región de Járkov hace un mes, pero Kiev mantiene la presión en el este y sur del país.

Foto: Surovikin, junto a Putin, en el Kremlin en 2017. (Sputnik/Alexei Druzhinin)

Las miradas, con este escenario, se dirigen ahora a dos localidades del sur del país, Jersón y Mykolaiv, donde las tropas ucranianas estarían concentrándose para asentar un nuevo golpe a la estrategia rusa. De hecho, el temor al posible colapso de las tropas del Kremlin llevó al gobernador en funciones de la región de Jersón, Vladímir Saldo, a pedir ayuda a Moscú para evacuar a los civiles de la zona de conflicto.

La llegada del invierno abre la posibilidad de un nuevo estancamiento del conflicto, favorable a los intereses del Kremlin, ya que pondrá a prueba la solidez de los apoyos de la UE a Zelenski. Sin embargo, la fugaz respuesta rusa al atentado contra el puente de Kerch también ha levantado las suspicacias de la inteligencia occidental y ucraniana. La cronificación del conflicto en Ucrania podría estar agotando las reservas armamentísticas rusas, motivo por el que desde la cúpula militar se habría optado por parar la respuesta por el golpe en Crimea, más simbólico que efectivo, puesto que la infraestructura fue reparada a los pocos días del atentado.

Otra de las bazas con la que ha empezado a jugar en estas últimas semanas el mando ruso ha sido con la entrada de la Bielorrusia de Aleksandr Lukashenko en el conflicto. Desde Minsk, se ha venido denunciando la hostilidad de las tropas ucranianas en la frontera, acusándolas incluso de sabotear las conexiones entre ambos países. En este contexto se ha producido el desembarco en suelo bielorruso de tropas rusas anunciado esta semana por el Gobierno del país, que sigue amagando con involucrarse definitivamente con su (único) aliado, pese a su escasa capacidad militar y al perfil ambiguo que ha jugado el dictador Lukashenko desde el comienzo de las hostilidades.

El golpe encajado por Vladímir Putin con la explosión del puente de Kerch (Crimea) no iba a quedar sin respuesta. Y así ha sido. La reacción de Moscú al envenenado regalo de cumpleaños para el líder ruso orquestado por las fuerzas ucranianas -que, oficialmente, nunca se han atribuido como propio- tuvo por respuesta una campaña de "bombardeos estratégicos" contra edificios civiles e infraestructuras eléctricas clave para Kiev. Pero la enésima demostración de fuerza del aparato militar ruso no se ha limitado a cinco días de ataques masivos.

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