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Pero... ¿Ucrania está ganando? Guía breve para los que han desconectado de la guerra este verano
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Giro en la realidad del conflicto armado

Pero... ¿Ucrania está ganando? Guía breve para los que han desconectado de la guerra este verano

Las apariencias engañan: desde agosto, en esta guerra —que este lunes cumple 200 días— han ocurrido muchísimas cosas que, en su conjunto, han llevado al punto en el que está hoy

Foto: Soldados ucranianos en Járkov. (EFE/Orlando Barría)
Soldados ucranianos en Járkov. (EFE/Orlando Barría)
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Es tal vez inevitable, a medida que los conflictos armados se prolongan en el tiempo, que el interés en ellos decaiga, especialmente si pasan los días y parece que nada sucede. Lo vimos con Siria, y lo hemos vuelto a ver en Ucrania. La información sobre este conflicto ha ido desapareciendo progresivamente de portadas, relegado a espacios cada vez menos prominentes y, en algunos casos, ha desaparecido completamente de la cobertura.

Foto: El dron turco Bayraktar TB-2 que está haciendo estragos en el ejército ruso.

Sin embargo, las apariencias engañan: desde agosto, en esta guerra —que este lunes cumple 200 días— han ocurrido muchísimas cosas que, en su conjunto, han llevado al punto en el que está hoy. Si durante este verano no ha podido seguir lo que ha pasado y las últimas noticias sobre la contraofensiva ucraniana en varios frentes le resultan casi incomprensibles, aquí le ofrecemos una breve guía de todo lo sucedido y, sobre todo, de lo que está sucediendo ahora mismo.

De la batalla del Donbás a la llegada de los HIMARS

Dependiendo del momento en el que haya desconectado para las vacaciones, es probable que haya alcanzado a escuchar que la llegada de una serie de equipos de armamento proporcionadas por Occidente, especialmente los sistemas de cohetes HIMARS de fabricación estadounidense, estaban equilibrando la balanza sobre el terreno. Hasta entonces, la superior potencia de fuego de Rusia le había conferido a las fuerzas invasoras una ventaja casi insalvable, lo que les había permitido avanzar en el Donbás y conquistar localidades como Izium, Severodonetsk y Lisichansk.

Pero los HIMARS cambiaron esta dinámica, al proporcionar al ejército ucraniano un mayor rango de disparo. Los ucranianos aprovecharon esta capacidad de golpear a distancia para empezar a atacar sistemáticamente los depósitos de armamento y centros de mando de Rusia, obligando a las tropas rusas a extender sus líneas de suministro y, en último término, paralizando su avance.

Ucrania ataca en Jersón… y Crimea

Las autoridades ucranianas pasaron meses hablando de una inminente contraofensiva en el oblast (provincia) de Jersón, en el sureste del país, donde la acción combinada de las fuerzas especiales y las guerrillas ucranianas habían permitido la toma de numerosas aldeas desde marzo, acercando el frente casi hasta la capital regional del mismo nombre. En agosto, con los HIMARS, el ejército ucraniano inició un bombardeo sistemático de los centros logísticos rusos al este del río Dnipro y, aún más importante, los puentes, que permiten conectar la región de Jersón con el resto del territorio controlado por Rusia.

Además, Ucrania orquestó la voladura —todavía se desconoce cómo, si mediante las fuerzas especiales o con algún tipo de armamento occidental cuya posesión no se ha hecho pública— de varios objetivos en Crimea, que crearon pánico entre los ciudadanos rusos que veraneaban allí y provocó caravanas de vehículos civiles que trataban de salir de la península. Entre los puntos atacados estuvo la base aérea de Saki, sede de la Fuerza Aérea rusa del Mar Negro, y un depósito de municiones. Los ucranianos también atacaron con drones en dos ocasiones el cuartel general de la flota rusa en Sebastopol.

Foto: Escenas tras el bombardeo de Toretsk, en el Donbás. (Reuters)

Estos bombardeos imprimieron mayor urgencia a la necesidad rusa de defender Jersón: la región no solo es clave para la estrategia del Kremlin de anexionarse toda la costa del Mar Negro, sino que es imprescindible para el suministro de agua a Crimea, un territorio que Rusia se anexionó prácticamente sin derramamiento de sangre en 2014 y que integró como parte de la Federación Rusa tras un referéndum no reconocido internacionalmente. El ejército ruso se apresuró a enviar 25.000 tropas para lo que pensaban podía ser la inminente batalla de Jersón.

Comienza la verdadera contraofensiva

Este fue, probablemente, el punto en el que el rumbo de la guerra cambió definitivamente a favor de Ucrania. El 29 de agosto, las autoridades ucranianas anunciaron el inicio de "acciones ofensivas en varias direcciones, incluyendo la ciudad de Jersón". En las jornadas siguientes, sus tropas lanzaron duros combates que han tenido un coste brutal para Kiev: esta semana pasada, el 'Washington Post' publicaba un extenso reportaje en el que soldados heridos describían la intensidad de la defensa rusa. "Hemos perdido cinco hombres por cada uno de los suyos", explicaba uno de estos combatientes ucranianos. Mientras tanto, las autoridades militares rusas aseguraban haber repelido los ataques del ejército ucraniano, que tildaban de fracaso absoluto.

A la luz de lo ocurrido en los últimos cinco días, tal vez no haya sido así. En las últimas dos semanas, la artillería ucraniana ha volado los últimos puentes sobre el río Dnipro, el de Novaya Kakhovka y el de Antonovski, imposibilitando que las tropas rusas en Kherson reciban refuerzos y, en la práctica, dejando allí atrapada a una fuerza de decenas de miles de hombres, cuya rendición parece ahora cuestión de tiempo.

Muchos analistas militares creen ahora que la insistencia en el contraataque en Jersón era, en gran parte, una maniobra de distracción

Pero la sorpresa vino después, cuando Ucrania abrió un nuevo frente de la contraofensiva en la región de Jarkiv cuyo progreso ha sorprendido a propios y extraños. Las fuerzas ucranianas han puesto a prueba toda la línea del frente ruso —ahora debilitado por el envío de refuerzos a Jersón—, identificando las posiciones más débiles y, en último término, penetrando en ellas y avanzando rápidamente. Visto lo bien preparada que estaba esta operación, muchos analistas militares creen ahora que la insistencia en el contraataque en Jersón era, en gran parte, una maniobra de distracción.

Más de 2.500 kilómetros cuadrados liberados en una semana

Sea como fuere, Ucrania avanza en el noroeste como un cuchillo en la mantequilla. El pasado jueves, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski anunció la liberación de más de 1000 kilómetros cuadrados desde principios de septiembre. Este sábado, el Instituto para el Estudio de la Guerra ha indicado que en realidad son más de 2.500 kilómetros cuadrados.

En pocos días, las tropas ucranianas han tomado varias decenas de localidades, incluyendo el punto clave de Balakliya. Estas fuerzas avanzan en columnas móviles de blindados armados cuya principal ventaja es la rapidez, penetrando rápidamente en territorio enemigo y atacando por sorpresa, sin que las tropas rusas puedan presentar una defensa efectiva. Estas columnas pueden desplazarse porque la artillería y la aviación ucraniana han logrado neutralizar a la fuerza aérea rusa en esta zona. De acuerdo con algunas informaciones, la punta de lanza de esta contraofensiva ucraniana está apoyada por cientos de voluntarios extranjeros.

Las redes sociales están llenas de vídeos en los que la población de estas localidades recibe a los soldados ucranianos con los brazos abiertos y los saludan como libertadores, así como de posiciones rusas tomadas o abandonadas —junto con abundante material bélico—, y de soldados rusos muertos o capturados. El ejército ucraniano afirma que el número de prisioneros rusos es tal que están teniendo serios problemas para hacerse cargo de ellos. Entre ellos se ha reportado la captura del teniente general Andrei Sychevoi, el máximo comandante de la región occidental de las fuerzas armadas rusas, que sería el más alto oficial ruso hecho prisionero desde la Segunda Guerra Mundial.

En el momento de escribir estas líneas, las fuerzas ucranianas han tomado Kupiansk prácticamente sin resistencia, y combaten ya en Izium. Ambas localidades son dos nódulos de comunicaciones clave, tanto ferroviarias como por carretera. Su caída pondrá en serios aprietos al ejército ruso desplegado en el este de Ucrania, y podría suponer el final efectivo de la ofensiva rusa en el Donbás. Además, se ha reportado una acumulación de tropas ucranianas más al sur, frente a Lyman, cuya toma permitiría una gran maniobra para rodear a las fuerzas rusas que defienden el frente. Algunos canales rusos de Telegram, de hecho, ya hablan de la rendición de estas dos últimas ciudades.

La reacción rusa

Rusia ha enviado refuerzos a la región de Jarkiv, aunque la mayoría de los expertos considera que son insuficientes para detener el embate ucraniano. La falta de personal y las dificultades para encontrar nuevos reclutas, de hecho, podría ser una de las claves de la derrota rusa en este frente.

Mientras tanto, la conciencia sobre la debacle que esto supone para las fuerzas armadas rusas se extiende entre los comentaristas de este país. "La guerra en Ucrania seguirá hasta la derrota total de Rusia. Ya hemos perdido, el resto es solo cuestión de tiempo", escribió esta semana Igor Girkin, excoronel del GRU (el servicio de inteligencia militar rusa) y antiguo comandante de las fuerzas prorrusas en el Donbás, en su cuenta de Telegram. En su 'show' estrella "60 minutos", el presentador Vladimir Soloviov, el principal propagandista del gobierno ruso, afirmó este jueves: "Estoy preocupado. Por supuesto, queremos que nuestros chicos los machaquen y solo avancen, pero la vida no funciona así". Casi todos los expertos e invitados en los principales programas de televisión rusos, que llevan meses pronosticando una victoria total de Rusia, admiten ahora la seriedad de las pérdidas, que achacan al apoyo de la OTAN.

Foto: Un RQ-170 Sentinel como el de la imagen fue copiado por Irán para fabricar uno de los drones comprados por Rusia.

Parte de esta crítica también se dirige contra el propio Vladímir Putin, a quien muchos nacionalistas rusos achacan el no haber puesto toda la carne en el asador en la invasión al negarse a decretar una movilización general y decretar el estado de guerra. A modo de ejemplo sobre este malestar, los Consejos Municipales de dos distritos de las principales ciudades rusas —el de Smolninskoye, en San Petersburgo, y el de Lomonosovski, en Moscú— han votado a favor de exigir la dimisión de Putin. En Smolninskoye, los representantes llegaron incluso a pedir que se le juzgase por traición, y ahora enfrentan cargos por "desacreditar al gobierno".

Está por ver cuál será la reacción del Kremlin, que todavía podría decretar la movilización general y poner todos los recursos del estado a favor de la guerra, o recurrir a medidas todavía más drásticas. El pesimismo, de hecho, contrasta con la postura del propio Putin, que esta semana declaró en el Foro Económico Oriental en Vladivostok: "Creo que no hemos perdido nada y no perderemos nada [en Ucrania]. Desde el punto de vista de las adquisiciones, puedo decir que la principal es el fortalecimiento de nuestra soberanía, que es el resultado inevitable de lo que está pasando".

Esperando al "General Invierno"

Y queda la cuestión del invierno: por ahora, las estrategias de presión rusas —empezando por el cierre del suministro de gas— no han conseguido cambiar la postura ni de los gobiernos ni de las sociedades occidentales en su apoyo a Ucrania: incluso en Alemania, la más afectada por la falta de energía, el respaldo alcanza el 70%. Algunos especialistas han señalado que paradójicamente el frío, que tanto ha ayudado a Rusia a repeler las invasiones extranjeras a lo largo de su historia, podría en esta ocasión volverse contra Moscú: mientras las tropas ucranianas están bien pertrechadas en este sentido, las rusas continúan combatiendo con uniformes de verano, y dado que esta guerra ha demostrado las enormes deficiencias de las fuerzas armadas de Rusia en materia de logística —algo que la toma de Kupiansk y probablemente Izium acrecentará—, es muy probable que no puedan recibir los suministros adecuados.

Esto no significa que la guerra vaya a terminar pronto. Esta semana, EEUU anunció un plan para proporcionar apoyo continuado al ejército ucraniano a largo plazo, incluso tras el final del conflicto, mientras que los jefes del estado mayor ucraniano, el general Valeriy Zaluzhnyi y el teniente general Mykhailo Zabrodskyi, publicaron un detallado artículo titulado "Posibilidades de llevar a cabo una campaña militar en 2023: la perspectiva de Ucrania", donde analizan los factores en juego y los desafíos que enfrenta su país de cara al futuro inmediato. Pero lo que es seguro es que para cuando usted lea este artículo, algunos de los datos se habrán quedado obsoletos. Solo podemos recomendar que, si le interesa la cuestión de Ucrania, vuelva a seguirla con detenimiento en los próximos días, porque el desarrollo de la guerra se acelera, con importantísimas consecuencias.

Es tal vez inevitable, a medida que los conflictos armados se prolongan en el tiempo, que el interés en ellos decaiga, especialmente si pasan los días y parece que nada sucede. Lo vimos con Siria, y lo hemos vuelto a ver en Ucrania. La información sobre este conflicto ha ido desapareciendo progresivamente de portadas, relegado a espacios cada vez menos prominentes y, en algunos casos, ha desaparecido completamente de la cobertura.

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