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¿Veremos un 'asalto al Capitolio' en Brasil?: los miedos del cara a cara entre Lula y Bolsonaro
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La sombra del golpe de Estado

¿Veremos un 'asalto al Capitolio' en Brasil?: los miedos del cara a cara entre Lula y Bolsonaro

El 2 de octubre, Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro se enfrentan en la contienda electoral ante el miedo de que el ultraderechista prepare un golpe contra la democracia.

Foto: Jair Bolsonaro y Lula da Silva son los candidatos en las elecciones presidenciales de octubre en Brasil. Ueslei Marcelino / REUTERS
Jair Bolsonaro y Lula da Silva son los candidatos en las elecciones presidenciales de octubre en Brasil. Ueslei Marcelino / REUTERS

Jair Bolsonaro afirma que respetará los resultados de las elecciones del 2 de octubre, "siempre y cuando sean transparentes". A qué se refiere exactamente el presidente brasileño con unos comicios "transparentes" -que este año lo enfrentarán con Luiz Inácio Lula da Silva- es una incógnita que pone los pelos de punta a muchos en una de las democracias más grandes del mundo. En una última entrevista este lunes con 'Jornal Nacional' del grupo Globo, de los más críticos con su gestión, Bolsonaro ha insinuado una de sus ya tradicionales críticas al sistema de voto electrónico de Brasil. Pese a que se trata de uno de los más avanzados del mundo, el mandatario sostiene que puede ser propenso a un fraude electoral, una afirmación que puede poner en peligro la democracia brasileña.

Muchos brasileños se preguntan cómo reaccionará el actual mandatario a una posibe derrota ante Lula. Sobre todo si está dispuesto a utilizar la sombra de un supuesto fraude para boicotear el resultado de las elecciones. El izquierdista, según los principales sondeos, tiene un 44% de intención de voto, y Bolsonaro está en el 32%, pero empieza a subir en las encuestas tras la concesión de un subsidio de unos 115 euros mensuales para los más pobres.

Foto: Bolsonaro en un acto en Río de Janeiro. (EFE/André Coelho)

El ultraderechista ha crispado el ambiente preelectoral con su condena a las urnas electrónicas, mientras que el juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes afirma que el sistema es motivo de orgullo nacional. Lo hacía mientras asumía la presidencia del Tribunal Superior Electoral y daba el pistoletazo de salida a la campaña electoral. En la ceremonia, un Bolsonaro con cara de pocos amigos que no apludió en ningún momento. No es de extrañar. Moraes es considerado el enemigo número uno del actual presidente no solo por su defensa el sistema de voto electrónico que el presidente tanto odia, sino por liderar la investigación del Supremo sobre la diseminación de noticias falsas por parte de Bolsonaro.

A poco más de un mes para los comicios presidenciales, la tensión aumenta con cada declaración del presidente. Es muy probable que sea necesaria una segunda vuelta, prevista para el 30 de octubre. Sin embargo, los analistas más agoreros temen que hasta entonces pueda producirse un golpe a la joven democracia brasileña, restablecida en 1985 tras 21 años de dictadura militar. "Los gestos del presidente Jair Bolsonaro de cara al 7 de septiembre (Día del Bicentenario de la Independencia de Brasil) coinciden con los de alguien que se está preparando para un golpe. Lo que no se sabe es si tendrá condiciones de tener éxito en este intento", afirma la politóloga Maria Hermínia Tavares, investigadora del Centro Brasileño de Análisis y Planificación (Cebrap) y profesora jubilada de la Universidad de São Paulo (USP).

El país más grande de América Latina -156.454.011 votantes- entra ahora en una intensa y polarizada campaña para las elecciones consideradas como las más decisivas desde el fin de la dictadura militar. Los brasileños elegirán a su nuevo presidente, a 513 diputados del Congreso, a los 27 senadores y a los gobernadores de los 27 estados que integran la Federación de Brasil. En total, hay 28.274 candidatos registrados.

Estas elecciones se diferencian de las anteriores por varios aspectos. Por primera vez, el número de candidatos negros supera al de los blancos en un país en el que el 54% de la población se autodefine afrodescendiente. Por otro lado, la participación de la comunidad indígena ha llegado a las 175 candidaturas, una cifra récord. No obstante, este número aún tiene escasa representatividad en el proceso electoral. Solo el 0,62% de los candidatos se declaran indígenas, frente al 48,84% que se declaran blancos. Además, el 12% de los candidatos se declara millonario y hay incluso un multimillonario. Se trata del empresario Marcos Ermírio de Moraes, heredero del grupo Votorantim. A sus 36 años, este ingeniero y amante del motocrós se presenta para el cargo de senador en el Estado de Goiás.

El miedo a un ataque contra la democracia

Sin embargo, una de las mayores diferencias es el miedo a que la violencia se imponga durante o después de las elecciones. El año pasado, grupos extremistas protagonizaron manifestaciones en varias ciudades de Brasilia en el Día de la Independencia. En la capital, como de costumbre, Bolsonaro atacó con vehemencia el Tribunal Supremo. "Ya no aceptaremos que ninguna autoridad que utilice la fuerza del poder vaya más allá de nuestra Constitución. […] Tampoco podemos seguir aceptando (...) que los tres poderes siguen barbarizando a nuestra población. No podemos aceptar más prisiones políticas, nosotros no, Brasil", dijo el mandatario ante millares de personas. Pocos días después, Bolsonaro reculó durante una llamada telefónica al juez Moraes, mediada por el expresidente Michel Temer.

En su momento, analistas y simpatizantes llegaron a afirmar que las manifestaciones de 2021 fueron un ensayo general para el 7 de septiembre de este año, más simbólico todavía porque marca el bicentenario de la independencia de Brasil. Augusto Aras, fiscal general y aliado de Bolsonaro, ha alertado sobre la posibilidad de que se produzcan actos violentos en esta fecha. Mientras, el presidente mantiene un pulso con el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, para celebrar un desfile militar en la playa de Copacabana, algo inédito y que de momento no ha sido autorizado.

Foto: El presidente de Brasil, Jair Bolsonar. (Reuters/Adriano Machado)
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Valeria Saccone. Río de Janeiro

Algunos candidatos del Partido de los Trabajadores (PT) confiesan extraoficialmente que temen un atentando organizado desde el entorno de Bolsonaro para culpar a la izquierda, como ocurrió hace cuatro décadas en una conocida sala de conciertos de Río de Janeiro. El 30 de abril de 1981, una explosión en el aparcamiento de Riocentro mató a un sargento e hirió a un capitán. El ataque, planeado por los militares, fue atribuido a militantes de izquierda. A principios de agosto, los servicios brasileños de inteligencia han confirmado la posibilidad de un atentando violento y estarían trabajando para evitar un baño de sangre.

Otros actores políticos sugieren que el supuesto ataque contra la democracia podría acontecer entre la primera y la segunda vuelta de Brasil. "El golpe puede ser dado la noche del 2 de octubre (en la primera vuelta) o la noche del 30 de octubre (en la segunda vuelta). Tal vez no tenga éxito, pero la intención es real y debe ser tenida en cuenta por todos los que valoran la democracia", escribe el columnista Ricardo Noblat.

Perder las elecciones no es una opción

En los sectores progresistas hay cierto consenso sobre la idea de que Bolsonaro no va a aceptar pacíficamente el resultado electoral, en el caso de que pierda, y que podrían producirse escenas parecidas a las del Capitolio de Washington tras la derrota de Donald Trump. "No necesito decir lo que estoy pensando, pero sabéis lo que está en juego. Sabéis cómo os debéis preparar, no para el nuevo Capitolio, nadie quiere invadir nada. Pero sabemos lo que tenemos que hacer antes de las elecciones", dijo el propio Bolsonaro a principios de julio, durante su transmisión semanal en directo desde las redes sociales.

Tres semanas después, en el lanzamiento oficial de su candidatura, el presidente convocó a sus seguidores para que salgan a protestar "por última vez" el 7 de septiembre. Paralelamente, la Cámara de los Estados Unidos estudia la posibilidad de investigar a Eduardo Bolsonaro, el hijo diputado del presidente, por su supuesta participación en la invasión del Capitolio.

Desde hace meses, tanto candidatos como politólogos y periodistas hablan abiertamente de la posibilidad de una ruptura constitucional en Brasil. Es algo que hace cinco años todavía era un tabú, a pesar de las numerosas manifestaciones callejeras clamando por la intervención militar. El escenario que se baraja es que en las próximas semanas se produzcan episodios violentos para enturbiar la campaña electoral. Esto podría llevar al Ejecutivo a sugerir un aplazamiento de las elecciones con la connivencia de los diputados del "Centrão", el grupo de partidos menores que apoyan al Gobierno a cambio de generosas dotaciones de dinero público conocidas como "presupuestos secretos".

Foto: Captura del video cedido por la Justicia Federal de Brasil, del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva durante su declaración ante el juez federal Sergio Moro. (EFE)

De hecho, la precampaña ya se ha teñido de sangre tras el asesinato del tesorero del PT en la ciudad turística de Foz de Iguaçú a manos de un policía que gritó "Aquí es Bolsonaro", antes de efectuar varios disparos. Anteriormente, un artefacto explosivo con heces había sido lanzado en el centro de Río de Janeiro durante un comicio de precampaña de Lula, que usaba un chaleco antibalas debajo de su guayabera.

En este contexto, juristas, intelectuales y artistas de Brasil, como el cantante Caetano Veloso, lanzaron el 11 de agosto un manifiesto en defensa de la democracia. El acto se realizó en la universidad de São Paulo y desde entonces la carta ha reunido más de un millón de firmas. Al mismo tiempo, otras miles de personas se manifestaron en 50 ciudades de todo el país a favor de la democracia.

Evangelismo y 'fake news' por WhatsApp

Hay muchos indicios que indican que la campaña electoral ha empezado en Brasil. Hasta Michelle Bolsonaro, la esposa del mandatario, ha entrado en el juego político. La brasileña, cristiana ferviente, ha asumido el papel de dialogar con el sector evangélico de la población, muy numeroso en las periferias y en las pequeñas ciudades de este enorme país. Recientemente la primera dama dijo en un acto público que, en el pasado, el Planalto, la Moncloa brasileña, había sido consagrado a los demonios y que hoy, en cambio, estaba "consagrado al Señor Jesús".

Por otro lado, la información falsa relacionada con las elecciones ha llegado hace tiempo a los grupos de WhatsApp. En los más bolsonaristas ya están siendo difundidas noticias falsas que aseguran que Lula cerrará las iglesias evangélicas en caso de que llegue al poder. Todo apunta a que las 'fake news' seguirán teniendo un papel relevante en esta campaña, al igual que en 2018.

De hecho, ya habría empezado. En la entrevista con 'Jornal Nacional', entre sus críticas al sistema de voto electrónico, habría salpicado al menos 19 mentiras o 'fake news', según un conteo de 'Revista Forum'. El equipo de Lula llegó a cifrarlas en al menos 40.

Foto: La llegada de Bolsonaro al poder en Brasil no está dejando indiferente a nadie

A menos de dos meses de las elecciones más polarizadas de la historia reciente de Brasil, queda evidente la falta de una tercera vía. Como en los comicios anteriores, el peso del voto nulo y en blanco será muy significativo, un elemento que revela el profundo desengaño de los brasileños con la política tras los numerosos escándalos de corrupción de la última década.

En este panorama tan agitado surgen varias dudas. Aunque Lula gane las elecciones, ¿será capaz de gobernar un país tan dividido? Si Bolsonaro es finalmente expulsado de la presidencia, ¿qué ocurrirá con el 30% de bolsonaristas que le llevaron al poder y que le siguen apoyando? Los resultados de las elecciones también ponen en jaque las políticas para combatir la violencia en un país con una alta tasa de criminalidad. En una esfera más amplia, una victoria o un fracaso electoral de Lula da Silva alimentará el debate sobre el futuro de la izquierda en América Latina tras el triunfo de Gustavo Petro en Colombia y Gabriel Boric en Chile, entre otros.

Jair Bolsonaro afirma que respetará los resultados de las elecciones del 2 de octubre, "siempre y cuando sean transparentes". A qué se refiere exactamente el presidente brasileño con unos comicios "transparentes" -que este año lo enfrentarán con Luiz Inácio Lula da Silva- es una incógnita que pone los pelos de punta a muchos en una de las democracias más grandes del mundo. En una última entrevista este lunes con 'Jornal Nacional' del grupo Globo, de los más críticos con su gestión, Bolsonaro ha insinuado una de sus ya tradicionales críticas al sistema de voto electrónico de Brasil. Pese a que se trata de uno de los más avanzados del mundo, el mandatario sostiene que puede ser propenso a un fraude electoral, una afirmación que puede poner en peligro la democracia brasileña.

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