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"Alguien debe asumir la responsabilidad": una nueva derrota electoral deja a Johnson al límite
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"Alguien debe asumir la responsabilidad": una nueva derrota electoral deja a Johnson al límite

La derrota sufrida este viernes en las elecciones parciales celebradas en dos distritos clave de Reino Unido ha sido mucho peor de lo que temían los conservadores

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson. (Getty/Pool/Leon Neal)
El primer ministro británico, Boris Johnson. (Getty/Pool/Leon Neal)

Todas las señales apuntan a la misma dirección: el tiempo de Boris Johnson se agota. La derrota sufrida este viernes en las elecciones parciales celebradas en dos distritos clave ha sido mucho peor de lo que temían los conservadores. Por una parte, perder ante los liberales demócratas el escaño de Tiverton & Honiton, una circunscripción del sur de Inglaterra que los 'tories' controlaban desde su creación en 1997, pone en evidencia que el primer ministro ha perdido la confianza de los votantes azules tradicionales. Por la otra, dejar de controlar Wakefield, una antigua ciudad industrial localizada en el Muro Rojo del norte de Inglaterra, revela que el excéntrico político tampoco goza ya del apoyo que los tradicionales votantes laboristas en esta zona le dieron en los comicios de 2019 con su promesa de ejecutar el Brexit.

Los resultados ya no plantean dudas sobre si la formación podría conservar la mayoría absoluta, sino sobre si tiene algún tipo de opción de mantenerse en el poder cuando se celebren las próximas elecciones generales previstas para 2024. Johnson ha dejado de ser un 'asset' y a los 'tories' nunca les ha temblado el pulso a la hora de forzar la salida de un líder cuando las cosas se complican. Pasó con Theresa May y la propia Margaret Thatcher.

Tremendamente significativo es el hecho de que, tras la derrota, Oliver Dowden, presidente del Partido Conservador, haya presentado su dimisión ante el 'premier', alegando en una carta que estas elecciones han sido “el último de una racha de muy malos resultados” y agregando que “alguien debe asumir la responsabilidad”. Toda una indirecta para un Johnson que está ahora contra las cuerdas.

Al aún inquilino de Downing Street, la humillación le pilla lejos de casa. Se encuentra en Ruanda, en la cumbre de Commonwealth. Consciente de los malos pronósticos que daban los sondeos, ya había adelantado que “sería una locura” plantearse dimitir por unas elecciones parciales celebradas en medio de una legislatura. En circunstancias normales, podría entenderse, dado que este tipo de citas con las urnas suponen un voto castigo para el Gobierno de turno. Sin embargo, Johnson no vive circunstancias normales. El escándalo del 'Partygate', constantes volantazos en sus políticas y una inflación desbocada han hecho que pierda la autoridad en la calle y entre sus propias filas.

El 'premier' ha dicho este viernes que tiene que “escuchar” el mensaje del electorado, aunque justifica que los resultados son un reflejo de “muchas cosas”, en particular del coste de vida. “Es absolutamente cierto que hemos tenido algunos resultados difíciles en las elecciones parciales. Han sido, creo, un reflejo de muchas cosas, pero tenemos que reconocer que los votantes están pasando por un momento difícil en este momento”, aseveró. “Creo que, como Gobierno, tengo que escuchar lo que dice la gente, en particular las dificultades que enfrenta por el coste de la vida, que, creo, para la mayoría de la gente es el problema número uno”, agregó.

Foto: Cartel contra el primer ministro Boris Johnson. (EFE/Andy Rain)

Las elecciones en el distrito de Tiverton & Honiton, mayoritariamente rural, con una población de gente mayor y con menos diversidad étnica que el promedio nacional, se celebraban tras la dimisión del diputado conservador por ver pornografía en su teléfono en pleno debate parlamentario. Los liberaldemócratas han conseguido derrocar a una de las mayorías conservadoras más grandes del país en lo que representa la mayor derrota en unas elecciones parciales de la historia británica.

Por su parte, en Wakefield, una antigua ciudad industrial localizada en el Muro Rojo del norte de Inglaterra, los laboristas han conseguido recuperar un escaño que mantenían en su poder desde 1931, un soplo de aire fresco para el líder de la oposición, Keir Starmer, que, pese a todos los escándalos del Ejecutivo, no saca toda la ventaja que les gustaría a sus filas.

En teoría, tras sobrevivir a principios de mes a la moción de confianza —donde el 41% de las filas votó en su contra—, Johnson sería ahora inmune a nuevos retos internos durante el plazo de un año. Pero los rebeldes no están dispuestos a dar tregua y están presionando para cambiar las reglas del partido para así poder plantear otro desafío a su liderazgo en el plazo de seis meses. Asimismo, también están barajando diferentes opciones como medida de presión, como una “huelga de votos” para paralizar la agenda legislativa del Gobierno si fuera necesario.

La caída de Johnson va más allá del escándalo de un 'Partygate' que ha forzado la dimisión de gran parte de sus asesores —el último ha sido el supervisor de asuntos éticos, Christopher Geidt—. Las elecciones parciales tenían lugar en medio de la mayor huelga ferroviaria desde 1989 que ha paralizado completamente al país. Más de 40.000 trabajadores han secundado la llamada de los sindicatos para reclamar mejoras salariales en medio de una inflación que ha llegado ya al 9,1% —su nivel más alto en 40 años— y, según las estimaciones del Banco de Inglaterra, podría alcanzar el 11%.

Foto: Boris Johnson durante su visita a Ruanda. (Reuters/Dan Kitwood)

Pero si las huelgas se alargan y abarcan múltiples sectores, la presión recaerá sobre el Gobierno, lo que recuerda al “invierno del descontento” de finales de la década de los 70 que acabó forzando la caída del laborista James Callaghan. Y el problema ya no es solo la inflación, es la falta de estrategia de Downing Street para dirigir a un país. En su momento, la facilidad del 'premier' para adaptar su discurso según convenga le permitió aglutinar a distintos sectores del partido a su favor y también a un electorado de lo más dispar. Ahora, en cambio, los volantazos se perciben como un signo de debilidad.

Para el núcleo duro de la derecha, Johnson ha dejado, además, de representar los valores de la formación. El endeudamiento para las ya debilitadas arcas públicas y la subida de impuestos tiene más firma laborista que conservadora. De ahí que, para recuperar la confianza de los 'brexiteers', tenga ahora que radicalizar aún más su postura migratoria con una nueva y polémica normativa para mandar a los solicitantes de asilo que han llegado por rutas ilegales a Ruanda.

El plan ha sido bloqueado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, aunque el Gobierno no tira la toalla y ha presentado un proyecto de ley que permitirá a los jueces del Reino Unido no implementar algunas decisiones y jurisprudencia del Tribunal de Estrasburgo. “Garantizará un mayor respeto por nuestras instituciones democráticas y protegerá mejor al público y restablecerá una saludable dosis de sentido común en el sistema de justicia, que es esencial para ganar la confianza del público”, defendía este miércoles en la Cámara de los Comunes el ministro de Justicia, Dominic Raab.

Todas las señales apuntan a la misma dirección: el tiempo de Boris Johnson se agota. La derrota sufrida este viernes en las elecciones parciales celebradas en dos distritos clave ha sido mucho peor de lo que temían los conservadores. Por una parte, perder ante los liberales demócratas el escaño de Tiverton & Honiton, una circunscripción del sur de Inglaterra que los 'tories' controlaban desde su creación en 1997, pone en evidencia que el primer ministro ha perdido la confianza de los votantes azules tradicionales. Por la otra, dejar de controlar Wakefield, una antigua ciudad industrial localizada en el Muro Rojo del norte de Inglaterra, revela que el excéntrico político tampoco goza ya del apoyo que los tradicionales votantes laboristas en esta zona le dieron en los comicios de 2019 con su promesa de ejecutar el Brexit.

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