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China no se baja de la burra: ¿hasta dónde puede aguantar el 'covid cero' de Xi?
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El perpetuo pulso de Pekín al covid-19

China no se baja de la burra: ¿hasta dónde puede aguantar el 'covid cero' de Xi?

La apuesta de Xi Jinping por contener el virus ha salido bien hasta ahora, pero mientras el país quiere mantener su cerrojo, el resto del mundo apuesta por convivir con el virus

Foto: Controles en la ciudad de Xian, confinada por un brote de coronavirus a finales de diciembre. (Reuters vía 'China Daily')
Controles en la ciudad de Xian, confinada por un brote de coronavirus a finales de diciembre. (Reuters vía 'China Daily')

En la entrada de un 7-eleven de la capital china, un hombre viste una sudadera completamente roja con los caracteres en blanco, 中国. 'Zhōngguó': "El país del centro". China. El hombre fuma, como es habitual en los hombres chinos, con intensidad, casi con desesperación. ¿Se siente orgulloso? Por supuesto que sí. Dice: “China tiene muy buena comida, China tiene grandes montañas, muchos paisajes, y China se enfrenta muy bien al coronavirus”.

La gestión de la pandemia, que puede calificarse de exitosa comparada con la mayoría de los grandes países, es un motivo de orgullo nacional y es usada como una herramienta de cohesión social por parte de la propaganda del Gobierno del partido comunista chino. Sin embargo, la estrategia empieza a mostrar los límites de sus costuras. A menos de un mes para la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, y con la llegada de la variante ómicron, se suceden los confinamientos masivos y repentinos de ciudades enteras. Todo eso, pese a que el país lleva 19 meses casi completamente cerrado.

Foto: Vacunas de las empresa china Sinovac. (EFE/Wu Hong)

En contraste con Occidente, que ha elegido una estrategia de convivencia con el virus ahora que tiene un alto porcentaje de vacunados, la política China se basa en la destrucción o eliminación del virus. Esto obliga a un arduo aislamiento, a controles masivos, a confinamientos generalizados y a veces indiscriminados y sobre todo a un cierre de las fronteras que a veces resulta asfixiante. No solo para China, sino también para el resto del mundo, con las disrupciones que el 'cero covid' chino provoca en las cadenas productivas y de suministros. El banco de inversión Goldman Sachs ha publicado una nota esta semana en la que apuesta a que los cierres de fronteras chinos podrían mantenerse en pie durante todo el año 2022, en gran medida por la falta de eficacia de las vacunas locales contra las nuevas variantes como ómicron.

Con los recientes confinamientos masivos en Xi'an (13 millones de personas) y Yuzhou (1,2 millones de personas), o la cuarentena parcial en Nigbo (8,8 millones de personas y uno de los puertos de mercancías más importantes del mundo) surge la pregunta de hasta cuándo puede el país seguir aplicando esta rígida estrategia. Cuando comenzó la pandemia, las enormes diferencias en la forma en que China y Estados Unidos (las dos economías de mayor peso mundial) eligieron lidiar con el virus resultaron en una gran cantidad de estudios, comentarios y artículos a ambos lados del globo sobre hasta dónde podrían conducir. Con los números en la mano, la mayoría de los académicos chinos defienden la estricta estrategia de 'covid cero'. Aunque también es cierto que prácticamente no hay lugar para disidencias.

La última referencia pública sobre el estado de la vacunación en China data de mediados de diciembre, cuando anunciaron haber superado la barrera del 80%. No obstante, los primeros estudios sobre la efectividad de la vacuna de Sinovac muestran su ineficacia para proteger contra la variante ómicron, según revelaron investigadores de la Universidad de Hong Kong. Este es el mayor desafío para la estrategia 'covid cero' china.

Foto: Mercado en Wuhan (Reuters)

La geopolítica del 'covid cero'

Está claro que los efectos de la pandemia no son solo sanitarios. También están provocando movimientos tectónicos en el tablero geopolítico global. En su ensayo 'El coronavirus y un cambio único en un siglo', publicado en junio de 2020, el académico chino Yuan Peng conecta el manejo de la crisis con la idea de que la potencia asiática será la protagonista de este siglo. Peng sostiene que la coordinación exitosa contra el covid-19 demostrada por muchos países del este de Asia —sobre todo, sostiene, por China— ha impulsado este cambio y que Pekín ha ganado terreno en el frente económico en toda la región, en muchos casos reemplazando a Estados Unidos como su socio más importante.

Jiang Ruiping, profesor de la Universidad de Asuntos Exteriores de China, coincide con él: “En la actualidad, la pandemia de coronavirus todavía se está propagando sin control por todo el mundo y en muchos países y regiones la situación es muy complicada. Esto ha creado una amenaza sin precedentes para la vida humana. El rápido desplazamiento del centro del mundo hacia Asia oriental y la remodelación igualmente rápida del paisaje de la región constituyen tendencias fundamentales en este cambio”.

Léase: la pandemia está empujando las cosas para que el "país del centro" sea el centro comercial, financiero y cultural del planeta. En su artículo 'La pandemia de coronavirus está acelerando la remodelación del este de Asia', publicado en diciembre del año que acaba de terminar, Jiang Ruiping deja bien en claro este punto de vista: “La pandemia ha fortalecido el impulso del Este en ascenso y el Oeste en declive. Esto se debe a que el este de Asia, en general, se ha desempeñado mejor que otras regiones del mundo en términos de contención del virus y recuperación económica”.

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De hecho, tras el brote de la pandemia, ante el aumento adicional de la dependencia económica y comercial de Asia oriental con respecto a China, la administración Biden ha incrementado aún más sus medidas de control político y de seguridad en la zona. Sus principales iniciativas incluyen la reparación activa de las alianzas militares con Japón y Corea del Sur, la atracción de los países de la Asean a nivel político y de seguridad y el aumento de la intensidad de la implementación de su estrategia en el Indopacífico, como dejó claro el acuerdo Aukus.

Pero para Jiang Ruiping las consecuencias del mejor manejo de la pandemia por parte de China no son solo económicas sino sobre todo geopolíticas: "En Europa y América del Norte, la pandemia fue precedida por los impactos del Brexit y la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico (TPP), respectivamente, lo que significó que el marco de cooperación regional fue aún menos efectivo durante la epidemia". Mientras tanto, considera el profesor, "en Asia oriental, tanto en términos de contención de epidemias y recuperación económica, como en estructuras cooperativas regionales como el marco China-Japón-Corea del Sur, el '10 + 1' (Asean + China) y el '10 + 3' (Asean + China, Japón y Corea del Sur), la cooperación demostró ser eficaz".

¿Cuándo dejaremos atrás 2020?

Dado todo este optimismo ¿por qué acabar con una política que ha dado en gran medida buenos resultados? La respuesta es simple: su implementación es tan radical que puede terminar por desfavorecer al país y simplemente sofocarlo. Abandonar la política de covid cero podría desencadenar una crisis en los hospitales y la atención médica. Las primeras semanas de la pandemia, cuando los hospitales de Wuhan estaban abrumados y el número de muertos incluía a profesionales de la salud está aún muy fresca en la memoria de todos los chinos y nadie quiere repetir situaciones similares.

Por ello permanecen cerradas las fronteras a cal y canto. A pocas personas se les permite entrar o salir de China, y quienes entren al país enfrentan tres semanas de cuarentena impuesta por el gobierno lo que dificulta enormemente la llegada de profesionales, docentes o investigadores. Pero en el horizonte se acercan dos eventos de importancia central y el país no puede arriesgarse a tener un brote de coronavirus.

Del 4 al 20 de febrero Pekín será la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en los que China pretendía presumir de su estrategia de eliminación del virus. Atletas de todos los rincones del mundo cruzarán las fronteras chinas por primera vez en mucho tiempo (mientras las delegaciones diplomáticas de EEUU, UK o Australia no asistirán por su boicot), con el consiguiente riesgo de que importen el virus y obliguen al Gobierno a imponer nuevos confinamientos para mantener el plan a flote. Además, en otoño de este año está previsto que se reúna el vigésimo Congreso del Partido para renovar por tercera vez el mandato de Xi Jinping durante, al menos, otros cinco años.

Foto: Xi Jinping. (EFE)
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El hombre de la sudadera roja lo tiene bien en claro: “En China todavía no tenemos la cantidad suficientes de hospitales, el gobierno debe controlar bien el coronavirus, sino los centros médicos se verían abarrotados”. Su opinión parece ser compartida por sus compatriotas y si hay que elegir entre una política que desde su perspectiva es poco más que una molestia o un nivel de contagios que ponga en riesgo el aún endeble sistema médico del país, la mayoría se inclina razonablemente hacia la primera.

La pandemia ha acelerado procesos que venían insinuándose o que ya estaban en camino en todo el mundo. China comenzó el año 2020 con ciertas inercias, como Xi Jinping afianzando su poder o la economía centrándose más en el mercado interno, creando más barreras entre el interior y el exterior, y un mayor control generalizado. A comienzo de 2022, estas tendencias se han enfatizado. La política de 'cero covid' es una estrategia coherente con ello y nada indica que vaya a ser abandonada en el corto plazo.

En la entrada de un 7-eleven de la capital china, un hombre viste una sudadera completamente roja con los caracteres en blanco, 中国. 'Zhōngguó': "El país del centro". China. El hombre fuma, como es habitual en los hombres chinos, con intensidad, casi con desesperación. ¿Se siente orgulloso? Por supuesto que sí. Dice: “China tiene muy buena comida, China tiene grandes montañas, muchos paisajes, y China se enfrenta muy bien al coronavirus”.

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