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Salvar al soldado arroz: la crisis del fertilizante acecha al grano que alimenta al mundo
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El arroz es un 'bien estratégico'

Salvar al soldado arroz: la crisis del fertilizante acecha al grano que alimenta al mundo

Una triple amenaza acecha al grano que alimenta a la mitad del mundo: la subida global de los costos de los fertilizantes, las medidas proteccionistas de China y el cambio climático

Foto: Un mercado de arroz en Camboya. (EFE)
Un mercado de arroz en Camboya. (EFE)

En Brasil, cerca de un 30% de los agricultores de café reportan no tener acceso a suficientes fertilizantes para mantener la producción. En Estados Unidos, los productores de maíz, grano que necesita gran cantidad de fertilizantes de nitrógeno, plantean pasarse a la soja para limitar los costes en un momento en el que los precios del fertilizante ya son el doble que los de 2020. En Francia, el mayor productor de grano en la Unión Europea, las asociaciones de agricultores denuncian la dificultad no ya para comprar, sino siquiera encontrar suministros suficientes de fertilizantes para la próxima primavera. El precio de la cesta alimentaria global está a máximos de hace 10 años, y las perspectivas para los próximos meses no son buenas. Hasta el momento y a diferencia de otros productos como el maíz, la soja o la carne, el arroz había logrado esquivar la subida de precio, ayudando a mitigar una amplia inflación alimenticia. Pero los últimos datos apuntan a que esa estabilidad está a punto de romperse.

Una triple amenaza acecha al grano que alimenta a la mitad del mundo: a la subida global de los costos de los fertilizantes por el auge de los precios de los combustibles y componentes químicos necesarios para elaborarlos (que también obligó al cierre de muchas fábricas y ha subido los gastos del transporte global), las medidas proteccionistas a favor de su mercado interno del gran productor mundial China —tanto para la exportación de fertilizantes como para el propio arroz— y el cambio climático.

El aumento global de fertilizantes y el bloqueo de exportaciones en China está elevando los costos de producción para muchos agricultores en Asia, región donde se produce la gran mayoría de la oferta mundial de arroz. El Gobierno de Vietnam ha publicado mensajes animando a los productores de arroz a reducir el uso de fertilizantes a la mitad. En Filipinas, los costos del fertilizante suponen ya hasta el 70% del costo de producción, por lo que se espera que los precios del arroz y el maíz aumenten en los próximos meses, según estimaciones de la gubernamental Fertilier and Pesticide Authority (FPA). "Una tonelada de fertilizante es ahora más cara que una tonelada de arroz", ha asegurado Pramote Charoensilp, presidente de la Asociación de Agricultores de Tailandia (el tercer mayor exportador de arroz del mundo) a la agencia Bloomberg, "será un problema para los productores de arroz en los próximos meses. Muchos de ellos ya han cosechado el arroz de la temporada pasada y se están preparando para plantar, por lo que necesitarán fertilizantes". El precio del fertilizante en Tailandia, muy dependiente de las exportaciones de materiales claves de los fertilizantes como el fosfato, potasio y urea (que a su vez se produce con ammonia, extraída del carbón y el gas natural) de China, está a punto de doblarse con respecto a 2020.

“El arroz es un producto de estratégico de seguridad alimentaria”, explica Patricio Mendez del Villar, economista del Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (CIRAD) e investigador de los mercados internacionales del arroz, a El Confidencial. Alimento básico en parte del mundo, especialmente en Asia, África subsahariana e incluso Latinoamérica, para muchos gobiernos mantener el control de este grano es una cuestión de Estado. “El Gobierno debería intervenir”, pedía Pramote Charoensilp en su entrevista con Bloomberg. Otros gobiernos más afectados podrían verse forzados a aplicar mayores subsidios a los agricultores para hacer frente a la subida de costes, como ya ha hecho Bangladés.

Asegurar el arroz es política

Porque el arroz es también cuestión de geopolítica: el informe de 2019 de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial señala cómo el aumento de las tensiones internacionales aumenta el riesgo de "interrupciones del suministro de alimentos por motivos geopolíticos"; y la producción de este cereal es una herramienta de economía política para mantener la paz social para muchos gobiernos, especialmente después de la crisis de 2008 y las docenas de los ‘motines del hambre’ en países dependientes de las importaciones, según sostiene otro estudio de 2020 titulado ‘La geopolítica de la seguridad alimentaria’, del SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute).

En el terreno se traduce en que gigantes como China apuesten por unas políticas proteccionistas del mercado interior, limitando a cifras de hace 10 años las exportaciones de arroz. En un contexto en el que China mira cada vez más hacia su mercado interno y la estabilidad social con sus ciudadanos, aunque eso aminore sus perspectivas de crecimiento macroeconómico, y especialmente tras el gran toque de atención mundial que significó la pandemia del covid-19, el Gobierno chino está apostando hacia la soberanía e independencia alimentaria.

Y eso ha afectado, precisamente, a la limitación no solo de la exportación de arroz (al mismo tiempo, también está aumentando la importación de arroz, que de junio a agosto de 2021 se han doblado con respecto a 2020, según datos ofrecidos por Pekín), sino también del fertilizante, dada su importancia para la producción agrícola y la seguridad alimentaria, como recordaba un reciente aviso de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reformas (NDRC, por sus siglas en inglés) china, el principal planificador económico del país.

Foto: Grúas de construcción en la 'Ciudad Cultural del Turismo' de Evergrande. (Reuters)

Poco después del aviso del NDRC, entró en vigor una nueva regulación aduanera que ha ordenado inspecciones adicionales a la exportación de fertilizantes, bloqueando varios cargamentos de fertilizantes chinos con destino al extranjero y redirigiéndolos al mercado local, según reporta Bloomberg. La medida ha sido leída como un intento de proteger los suministros internos, también muy afectados por la subida de precios global del gas natural y el carbón, de donde se extraen los ingredientes claves para los fertilizantes de nitrógeno. La subida de precios de la energía forzó también el cierre de muchas fábricas, incluidas de fertilizantes, por lo que Pekín quiere asegurarse los suministros para el mercado interno en medio de la subida global de los precios de los productos alimentarios. El movimiento proteccionista de China ha afectado a todo el mundo, ya que representa cerca del 30% del comercio mundial de productos como la urea. Los mayores compradores de fertilizantes provenientes de China son India, Pakistán y otros países del sudeste asiático, que son, precisamente, los grandes exportadores del arroz mundial.

Al paso atrás de China y la subida de precios en Tailandia y Vietnam, India es la gran esperanza para mantener los suministros a precios asequibles del arroz, apunta Méndez del Villar. “India va camino de convertirse en el máximo exportador mundial de arroz”, asegura el economista, que apunta a las reservas que el país tiene ya de este grano. Delhi, mientras tanto, se enfrenta a las agresivas y continuas protestas de los agricultores en contra de la gran reforma agraria que ha presentado Narendra Modi.

El dilema de África

La amenaza de una crisis inflacionaria en el arroz fruto de la subida del fertilizante se dibuja como un avance de lo que puede terminar sucediendo en los próximos años con la crisis climática, especialmente en África subsahariana, extremadamente dependiente de las importaciones a otros países y donde este grano es clave para la alimentación.

Con apenas un 13% de la población global, África supone el 32% de la importación global de arroz. La demanda de arroz en África subsahariana está creciendo a un ritmo de alrededor el 6% al año, más rápido que ningún otro alimento básico, según datos del Centro Africano del Arroz, debido al aumento de la población y la creciente urbanización. Algunos expertos están ya advirtiendo de que los países africanos deben abandonar ya su dependencia del arroz y encontrar alternativas, antes de que sea demasiado tarde y se enfrenten a crisis alimentarias como la de 2008.

Solo un país en todo el mundo está hoy en día cumpliendo con su parte “justa” en cuanto a la decarbonización y emisión de gases de su economía, y es Gambia. El país más pequeño en África continental, 11.295 km² de apenas una pequeña franja junto al río homónimo adentrándose en Senegal, acarrea también una de las más pequeñas ‘huellas de carbono’ mundiales, menos de un 0,01% de las emisiones totales, la mayoría fruto de la agricultura y vehículos de combustión.

Foto: El experto en geopolítica y futurista Parag Khanna, durante una conferencia. (Alamy)

La responsabilidad de la crisis climática de Gambia es irrisoria y, sin embargo, su Gobierno está aplicando medidas hacia la decarbonización de su economía, lo que —proporcionalmente a su contribución— le coloca como el único país haciendo su “parte justa” de la mitigación mundial del cambio climático, según un reciente informe del Climate Action Tracker (CAT). Según el último plan climático del Gobierno gambiano, publicado el 12 de septiembre, entre las medidas que el país está desarrollando para disminuir su pequeña huella de carbono está precisamente la de limitar el cultivo de arroz en campos inundados.

Una fuente importante de emisiones de metano es la descomposición de los fertilizantes y residuos de cultivo en los campos de arroz inundados, que también bloquean el oxígeno. Aparte, está la propia enorme demanda acuífera que implica el sistema de arrozales inundados. Analistas apuntan a que en los próximos años veremos crecer los conflictos alimentados por la desertificación, especialmente en zonas tan frágiles climáticamente como el Sahel, que se verán traducidas en mayores flujos migratorios. Entre países africanos, sí, pero también a zonas que escapen o hayan conseguido mitigar los efectos más inmediatos del cambio climático, como Europa.

"Según estudios, en países como Senegal la producción de arroz caerá un 50% para 2035"

"Hay varios estudios que demuestran que el cambio climático tendrá un impacto en la agricultura [de los países de África subsahariana cercanos al Sahel] con una caída de los rendimientos de hasta el 50%. Hay otro estudio muy reciente, del pasado octubre, que muestra que para el arroz, uno de los cultivos más promovidos por nuestro Gobierno en términos de inversión, habrá una caída de los rendimientos de alrededor del 50% para 2035. Eso es mañana", advierte Laura Tall, investigadora de la agroecología en Senegal, en entrevista con El Confidencial.

Tall apuesta por reducir el arroz en favor de otros granos autóctonos, como el mijo o el sorgo, cuya producción y consumo se ha visto desplazada por el reinado casi mundial del arroz. "Senegal quiere soberanía alimentaria, y está invirtiendo mucho en la producción de arroz [en campos inundados], pero ¿hemos pensado en el clima de mañana? Cada vez va a resultar más difícil producir arroz y hacerlo con una productividad suficientemente interesante como para que los productores puedan salir adelante", explica la agroecologista.

Foto: Una calle en Cotonú, Benin. (Reuters)

Porque, además de ecológico, la cuestión del arroz es económica y política, como ya ha vivido en sus carnes el gran gigante demográfico africano, Nigeria, con una última crisis inflacionaria del arroz en 2019-2020. Desde su llegada al poder en 2015, el presidente Muhammadu Buhari ha llevado a cabo varios intentos de alcanzar la suficiencia alimentaria para el país, impulsando la producción local de arroz con préstamos de 150 millones de dólares para agricultores locales y estableciendo aranceles y otros gravámenes astronómicos, de hasta el 70%, para la importación de arroz extranjero.

Incapaz de generar la suficiente producción local a la creciente demanda (Nigeria es el país más poblado de África, con 206 millones de habitantes), el arroz acababa entrando de contrabando desde el vecino Benín. Nigeria ordenó cerrar la frontera y la inflación del arroz se disparó en cifras de dos dígitos. Ante la crisis y las protestas que comenzaban a amenazar con estallar en un país tremendamente inestable, el Gobierno tuvo que relajar la mano, pero este noviembre, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural ha asegurado que va a aumentar los controles contra el contrabando ilegal de arroz por tierra (apuntando a Benin), según el 'Farmers Review Africa'. La crisis alimentaria y la subida de precios añaden un perverso ingrediente más a la crisis de seguridad a la que se enfrenta el país, al borde del colapso. "El problema de África con el arroz es serio", concluye Menéndez Villar.

En Brasil, cerca de un 30% de los agricultores de café reportan no tener acceso a suficientes fertilizantes para mantener la producción. En Estados Unidos, los productores de maíz, grano que necesita gran cantidad de fertilizantes de nitrógeno, plantean pasarse a la soja para limitar los costes en un momento en el que los precios del fertilizante ya son el doble que los de 2020. En Francia, el mayor productor de grano en la Unión Europea, las asociaciones de agricultores denuncian la dificultad no ya para comprar, sino siquiera encontrar suministros suficientes de fertilizantes para la próxima primavera. El precio de la cesta alimentaria global está a máximos de hace 10 años, y las perspectivas para los próximos meses no son buenas. Hasta el momento y a diferencia de otros productos como el maíz, la soja o la carne, el arroz había logrado esquivar la subida de precio, ayudando a mitigar una amplia inflación alimenticia. Pero los últimos datos apuntan a que esa estabilidad está a punto de romperse.

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