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¿Se puede vivir solo del contrabando? Este país lo lleva haciendo décadas... hasta hoy
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El 70% de su economía depende del contrabando

¿Se puede vivir solo del contrabando? Este país lo lleva haciendo décadas... hasta hoy

Durante generaciones Benin, un pequeño país en África Occidental no ha tenido otra política económica que el contrabando con Nigeria

Foto: Una calle en Cotonú, Benin. (Reuters)
Una calle en Cotonú, Benin. (Reuters)

Durante generaciones Benin, un pequeño país en África Occidental (algo más de 114.000 kilómetros cuadrados y 11 millones de habitantes) no ha tenido prácticamente ninguna política económica oficial. No la necesitaba: el 70% de su economía depende del contrabando a y desde su vecina Nigeria. El pasado octubre, el Gobierno nigeriano tomó una medida drástica y cerró su frontera terrestre con Benin a todo tráfico de bienes. Las consecuencias ya se han hecho notar en el pequeño país africano, ahora ahogado en una crisis económica que además levanta dudas sobre la aplicación del AfCTA, el tratado que dará vida en África a la mayor área de libre comercio del mundo.

El puerto de Cotonú, en Benin, recibe anualmente miles de barcos cargados de bienes que van desde arroz a cerveza, medicamentos, algodón o incluso coches de segunda mano, sobre los que apenas pesan aranceles. Solo teniendo en cuenta el arroz proveniente de Tailandia, Benin importó en 2017 cerca de dos millones de toneladas. De los 184 países a los que Tailandia exporta arroz (uno de los grandes mercados asiáticos), Benin ha liderado la lista en los últimos años, por encima de China o la propia Nigeria. Si el arroz se quedara en Benin, cada uno de los 11,18 millones de habitantes tendría que consumir algo más de 161 kilos anualmente. Por ponerlo en perspectiva, en China el consumo anual de arroz por persona es de en torno a los 76kg.

Foto: Vista del distrito financiero en Nariobi, Kenia. (Reuters)

La mayoría del arroz importado por Benin, que en 2014 bajó los aranceles a este producto hasta el 7% (Nigeria los mantiene en un astronómico 70%, para potenciar la producción local), cruza ilegalmente la frontera a la vecina Nigeria. No solo el arroz. Cerca del 80% de los productos importados por Benin son destinados a Nigeria, según un informe del Banco Mundial.

"Benin no tiene políticas económicas anuales. Espera a ver qué bienes prohíbe Nigeria y entonces importa masivamente esos productos y los pasa de contrabando al país", afirma Jibrin Ibarhim, analista político nigeriano.

Coches prohibidos

El Gobierno federal de Nigeria prohíbe la importación de una larga lista de bienes, desde productos textiles a muebles o incluso palillos de dientes, fideos instantáneos o agua mineral. Entre otros, prohibía la importación de coches de más de 10 años de antigüedad (a principios de 2019 recortó la prohibición a los de más de 15), que oportunamente cruzaban ilegalmente desde Benin a través de sus porosas fronteras para ser vendidos luego en las principales ciudades de Nigeria. Según cifras de la compañía naviera BIM e-solutions con sede en Luxemburgo, obtenidas por la BBC, un promedio de 10.000 coches de segunda mano arriban al puerto de Cotonú desde Europa mensualmente.

En este escenario, un cierre tan brutal al tráfico fronterizo (que se tomó sin advertencia previa, tras un cierre parcial en agosto que afectó a otros países vecinos como Níger y Camerún) ha sido un 'shock' económico para Benin, donde el contrabando y comercio informal fronterizo emplea al 90% de la población, según estimaciones del African Growth Initiative.

Los pasos en la frontera entre ambos países, de más de 800 kilómetros, se han ido quedando desiertos, y las pequeñas poblaciones fronterizas, que se aprovechaban del constante flujo de personas y caravanas, languidecen. Los locales echan de menos también el goteo de gasolina contrabandeada en sentido inverso, pues en Nigeria -país petrolero- está fuertemente subvencionada. Según la compañía nacional de petróleo nigeriana (NNPC), los contrabandistas transportaban cerca de 10 millones de litros diarios a Benin.

El impacto se ha notado también en los ingresos del Gobierno beninés, que ha jugado a bajar tarifas de importación que su vecino subía. "Este comercio informal genera ingresos y empleo en Benin, y el Gobierno recauda sustancialmente también en el comercio 'entrepôt': bienes importados legalmente y reexportados legalmente a Nigeria, o desviados ilegalmente mediante el contrabando", explica Ahmadou Aly Mbaye, analista de la African Growth Initiative del centro de investigación Brookings. "El sistema de impuestos a la importación de Benin ha girado en torno a maximizar los ingresos de ese comercio 'entrepôt', gravando los bienes cuando ingresan a Benin a una tasa muy inferior a la de Nigeria o aprovechando las prohibiciones de importación de Nigeria", añade Mbaye.

placeholder Un contenedor de arroz en el puerto de Cotonú. (Reuters)
Un contenedor de arroz en el puerto de Cotonú. (Reuters)

El cierre, que se impuso inicialmente por solo por unos meses, ha sido prolongado indefinidamente este enero, "al menos hasta mediados de 2020". Según el Servicio de Aduanas de Nigeria, la reapertura de la frontera "dependerá en las medidas que tomen los países vecinos".

Esta clausura se produce apenas unos meses después de que Nigeria firmara -renuentemente- su adhesión al AfCTA (CFTA por sus siglas en inglés), una zona de libre comercio que comprenderá casi la totalidad del continente africano. Como una de las grandes y emergentes economías africanas, la entrada de Nigeria en esta área de libre comercio ha sido muy celebrada por la Unión Africana, que ahora sin embargo pone en duda que el cierre de la frontera nigeriana con Benin sea legal.

Pese a los esperanzadores augurios, la The Economist Intelligence Unit (que publica también el índice de democracias) afirmó en una publicación de este enero que la aplicación de la zona de libre comercio tendría que retrasarse más allá de la fecha prevista, el 1 de julio de 2020. Según pronostica la EIU, los países firmantes del acuerdo "no estarán preparados". Y el ejemplo de Nigeria parece darle la razón, según han denunciado las autoridades de los países vecinos.

Si Nigeria estornuda...

Pero, por mucho que la economía de Benin dependa de su vecino, el cierre del flujo de bienes desde el otro lado de la frontera también ha tenido duros efectos para la población nigeriana. Con 190,9 millones de habitantes en 2017 (y subiendo) y una alimentación fuertemente basada en el arroz, este grano se ha convertido en algo político. Desde su llegada al poder en 2015, el presidente Muhammadu Buhari ha llevado a cabo varios intentos de alcanzar la suficiencia alimentaria para el país, impulsando la producción local de arroz con préstamos de 150 millones de dólares para agricultores locales y estableciendo aranceles y otros gravámenes de hasta el 70% para la importación de arroz. Sin mucho éxito de momento.

Tras la clausura de la frontera con Benin, la inflación de los precios, especialmente del arroz, se ha disparado. La inflación general subió un 11,6% en octubre, mientras que la de los productos alimenticios subió un 14,1% comparado con el mismo periodo del año anterior. El precio de un saco de arroz de 50 kilos de producción local vendido en un mercado de Lagos (Nigeria) subió de unos 40 euros a al menos más de 56 euros, según un artículo del periódico local The Punch.

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La culpa no es solo de Benin por potenciar tanto el contrabando, admite Jibrin Ibarhim. Empresas internacionales, pero también nigerianas, prefieren importar bienes a Nigeria través de los puertos del país vecino. El servicio de aduanas acumula largos retrasos y bloqueos en el puerto de Lagos (la mayor ciudad de Nigeria), por lo que incluso en casos de productos no prohibidos, es más cómodo -y barato- adquirirlos a través de Benin.

"El sistema de importación nigeriano es engorroso, demasiado burocrático y lento, lo que hace que el contrabando sea el sistema más fácil y racional", señala Ibarhim.

Hay un dicho local que dice: "Si Nigeria estornuda, el resto [de países vecinos] se resfría". Si Nigeria cierra sus fronteras, puede que Benin se hunda.

Durante generaciones Benin, un pequeño país en África Occidental (algo más de 114.000 kilómetros cuadrados y 11 millones de habitantes) no ha tenido prácticamente ninguna política económica oficial. No la necesitaba: el 70% de su economía depende del contrabando a y desde su vecina Nigeria. El pasado octubre, el Gobierno nigeriano tomó una medida drástica y cerró su frontera terrestre con Benin a todo tráfico de bienes. Las consecuencias ya se han hecho notar en el pequeño país africano, ahora ahogado en una crisis económica que además levanta dudas sobre la aplicación del AfCTA, el tratado que dará vida en África a la mayor área de libre comercio del mundo.

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