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Merkel "sacrificó" a España en Berlín para intentar reconciliarse con Marruecos
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No le invitó a una conferencia

Merkel "sacrificó" a España en Berlín para intentar reconciliarse con Marruecos

La diplomacia marroquí rechazó, sin embargo, la mano tendida de Alemania y boicoteó la reunión berlinesa sobre Libia a la que, a diferencia de España, sí había sido invitada

Foto: Pedro Sánchez y Ángela Merkel durante una reunión en Berlín en 2020. (EFE)
Pedro Sánchez y Ángela Merkel durante una reunión en Berlín en 2020. (EFE)

La diplomacia española se desgañitó para que la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, fuese invitada el 23 de junio a la II Conferencia de Berlín sobre Libia que se desarrolló en la capital alemana. Fue en vano.

El Gobierno de España había hecho méritos para que Alemania, el país anfitrión junto con la ONU, reparase el “olvido” cometido en enero del año pasado cuando no fue invitado a asistir a la primera conferencia dedicada a debatir el futuro de Libia. Más concretamente, la retirada de las fuerzas extranjeras y la organización de elecciones libres en el conjunto del país.

El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, viajó el 3 de junio a Trípoli, donde anunció la reapertura de la Embajada de España cerrada desde 2014. Intentó así que las empresas españolas se abrieran un hueco en la reconstrucción en ciernes del país norteafricano. España es un socio importante de Libia. En 2019, antes de que estallase la pandemia, era su segundo cliente, después de Italia, y su quinto proveedor. En el país con las mayores reservas de hidrocarburos de África, también operan varias empresas españolas del sector energético, empezando por Repsol.

Foto: La ministra de Relaciones Exteriores española, Arancha González Laya, y su homólogo marroquí, Nasser Bourita, durante una reunión en Rabat. (EFE)

Aunque la reunión era a nivel de ministros de Asuntos Exteriores, la canciller alemana, Angela Merkel, que es quien en última instancia cursó las invitaciones, no flexibilizó su postura. España no estuvo entre los 15 participantes entre los que sí figuraban, además de la propia Libia, sus vecinos norteafricanos, EEUU y una retahíla de países europeos, incluidos los Países Bajos y Suiza. Ambos tienen mucha menos relación con Libia que España.

Merkel y su ministro de Exteriores, Heiko Maas, sí hicieron llegar una invitación a Nasser Bourita, el jefe de la diplomacia marroquí. Alemania y Marruecos atraviesan, desde el 1 de marzo, una crisis similar a la que España vive con su vecino del sur. Bourita reprocha a Berlín, sobre todo, que cuestione la decisión tomada en diciembre de 2020 por el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. El embajador de Alemania ante Naciones Unidas, Christoph Heusgen, que entonces presidía el Consejo de Seguridad, convocó incluso una reunión extraordinaria para debatir del tema. A su salida, habló de la “ocupación” marroquí del Sáhara.

Bourita también acusó al Gobierno federal alemán el pasado 6 de mayo de “menoscabar el papel de Marruecos a nivel regional, especialmente a propósito de Libia, excluyendo indebidamente al reino de reuniones regionales dedicadas a este asunto (…)”. El jefe de la diplomacia marroquí no había, por tanto, digerido no haber sido invitado a la primera conferencia de Berlín en enero de 2020.

Foto: La periodista Fatima-Zahra Rajmi.

Al cursar una invitación a Marruecos, Merkel quiso en junio hacer un gesto que allanará el camino de la superación de la crisis, según indican fuentes diplomáticas conocedoras de la organización de la reunión berlinesa. Llegó también a la conclusión de que la presencia de una delegación española indispondría a aquellos con los que trababa de reconciliarse —sin ceder sobre el Sáhara— y descartó proponer a González Laya que acudiera a Berlín, añaden las mismas fuentes. “Alemania sacrificó a España para intentar pasar página con Marruecos”, resumen esas fuentes.

De nada sirvió el gesto de Merkel. Bourita lo rechazó y no viajó a la capital alemana. “El papel de Marruecos no empezó en Berlín y no acaba en Berlín”, declaró airado el 24 de junio. “Marruecos no cambia su posición en función de si le invitan o no”, añadió. En las fotografías de la reunión berlinesa la bandera de Marruecos figura entre las de las demás delegaciones pese a que no hubo representación marroquí en la conferencia.

Rabat publicó en abril y mayo comunicados manifestando su descontento con la actitud de España y de Alemania y ha retirado a sus embajadoras en ambos países. Ahí acaba el paralelismo de la actuación de la diplomacia marroquí frente a Madrid y a Berlín.

Al tener frontera con España, Marruecos ha castigado a su vecino septentrional provocando, del 17 al 19 de mayo, una oleada migratoria —más de 10.000 personas— sobre Ceuta. También ha cancelado el desarrollo, a través de España, de la Operación paso del Estrecho que generaba ingresos a siete puertos españoles, a las navieras que cruzan el Estrecho y a las estaciones de servicio.

Contra Alemania, Marruecos ha aplicado otras medidas que, a veces, perjudican más al sancionador que al sancionado. Bourita ordenó el 1 de marzo cortar toda relación con las instituciones alemanas. Esa decisión “tuvo la desafortunada consecuencia de que las agencias” de ayuda al desarrollo “no pueden poner en práctica ningún compromiso programado sin tener contactos con la parte marroquí”, señalan fuentes diplomáticas alemanas. Berlín comprometió, en 2020, 1.400 millones de euros en cooperación con Marruecos que se canalizarían, sobre todo, a través del Banco de Desarrollo del Estado (KFW) y de la agencia de cooperación (GIZ).

La dirección general de comunicación del Ministerio de Exteriores de España sostiene, en cambio, que la cooperación española, más modesta que la alemana, se mantiene con normalidad con Marruecos. Otras fuentes españolas aseguran, sin embargo, que la Oficina Técnica de Cooperación ha dejado de tener una relación fluida con sus interlocutores en Rabat. Sus correos no siempre son contestados y reciben algunas respuestas enviadas desde 'e-mails' privados como si los funcionarios que las redactan no quisieran comprometerse.

La diplomacia marroquí también mortifica a Berlín suspendiendo la colaboración con los consulados de Alemania en Rabat y Casablanca, lo que perjudica, en primer lugar, a residentes y turistas alemanes en Marruecos. “Las autoridades marroquíes competentes rechazan proporcionar los servicios correspondientes a los ciudadanos alemanes sin dar ninguna justificación”, señala un comunicado de la Embajada alemana en Rabat colgado en su web el 10 de junio.

Foto: Policía Marroquí en la frontera con Ceuta. (EFE)

Quizá lo más grave sea la suspensión, por parte de Marruecos, de la colaboración policial, incluida la antiterrorista. “No hay ninguna cooperación en materia de seguridad con Alemania”, reiteró, el 25 de junio, Habboub Cherkaoui, director la Oficina Central de Investigación Judicial de Marruecos. Un portavoz del Ministerio del Interior Federal confirmó esta suspensión al diario 'Frankfurter Allgemeine Zeitung'. Con España sí continúa, según Cherkaoui, aunque “está amenazada”.

Las autoridades de Marruecos consideran que sus servicios secretos destacan por la abundancia y la calidad de la información que acumulan sobre el yihadismo. Los utilizan como herramienta, junto con la inmigración irregular, para presionar a sus socios. Por eso Rabat cortó esa cooperación antiterrorista, así como la judicial, con París entre febrero de 2014 y enero de 2015. También lo hizo con Madrid en agosto de 2014.

La potencia que se ha mostrado más crítica con la decisión de Trump sobre el Sáhara Occidental ha sido Rusia. El 12 de diciembre y el 11 de junio la portavoz de la diplomacia rusa, Maria Zakharova, afirmó que la iniciativa del presidente de EEUU “socava el marco jurídico internacional reconocido para resolver el asunto del Sahara Occidental que prevé determinar el estatuto definitivo del territorio mediante un referéndum amparado por la ONU”. Marruecos rechaza además tajantemente el referéndum acordado hace 30 años. Por ahora, sin embargo, Bourita no ha arremetido contra el Kremlin.

La diplomacia española se desgañitó para que la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, fuese invitada el 23 de junio a la II Conferencia de Berlín sobre Libia que se desarrolló en la capital alemana. Fue en vano.

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