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Biden quiere subir los impuestos a los ricos. ¿Está el 'American Dream' por la labor?
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Las grandes fortunas apenas pagan

Biden quiere subir los impuestos a los ricos. ¿Está el 'American Dream' por la labor?

Las revelaciones del portal ProPublica, que demuestran los pocos impuestos que pagan los ricos estadounidenses, han alimentado la indignación de una parte de la opinión pública

Foto: Un camión con mensajes de protesta contra Jeff Bezos circula frente a una de las casas del multimillonario en Washington. (Reuters)
Un camión con mensajes de protesta contra Jeff Bezos circula frente a una de las casas del multimillonario en Washington. (Reuters)

La guillotina fiscal brilla sobre las grandes fortunas de Estados Unidos. Las revelaciones del portal sin ánimo de lucro ProPublica, que demuestran los pocos impuestos que pagan los súperricos estadounidenses, han alimentado la indignación de una parte de la opinión pública y estimulado los instintos redistributivos de la Administración Biden, un gobierno al que, por ahora, no le tiembla el pulso en materia económica.

Se trata de números estelares, difíciles de ubicar a escala humana. La fortuna del fundador de Amazon, Jeff Bezos, por ejemplo, es comparable al PIB de 140 de los 195 países del mundo, o al valor bursátil de más de la mitad de las 100 corporaciones globales más importantes. Pero, ¿cuánto paga Jeff Bezos, anualmente, al fisco de Estados Unidos?

Según ProPublica, en 2007, cuando Bezos ya era un multimillonario, no pagó ningún impuesto federal. En 2011 prácticamente tampoco: menos de 5 dólares. Lo mismo sucedió con el CEO de Tesla, Elon Musk, en 2018; o con Michael Bloomberg; o con Carl Icahn, dos veces; o con George Soros tres años seguidos. Cero impuestos federales.

Foto: Cumbre del G-7. (Reuters)

No son casos aislados, sino parte de un patrón. ProPublica comparó el crecimiento de la riqueza de las 25 personas más acaudaladas de Estados Unidos, entre 2014 y 2018, con los impuestos federales que pagaron esos cinco años. Descubrió que, pese a que estas 25 fortunas aumentaron en más de 400.000 millones de dólares, solo abonaron un 3,4% de esa cantidad en impuestos federales. Todo de forma escrupulosamente legal. Warren Buffett, por ejemplo, solo pagó un 0,1%.

Mientras tanto, la familia media norteamericana vio expandirse su capital, ese lustro, en 65.000 dólares por hogar. ¿Y cuánto pagó cada familia en impuestos federales? Una cantidad prácticamente idéntica a ese crecimiento: 62.000 dólares, en cinco años. Un contraste más palpable si se tienen en cuenta las deficiencias estadounidenses en materia de inversión pública: con unas infraestructuras que suelen datar de cuando Franklin D. Roosevelt era presidente y una sanidad extremadamente cara y desigual, según el dinero que tenga el paciente.

La razón fundamental de estas cifras es que el fisco estadounidense no tasa aquellos activos que suelen representar la riqueza de los magnates, que son las acciones y las propiedades. No se tocan, por lo general, a no ser que se vendan. Y, si se venden, existen fórmulas financieras para esquivar la lupa del IRS, la Hacienda americana. Una de ellas es coordinar la venta de estos activos con el anuncio de pérdidas; otra, usar las propiedades como activos para comprar otros activos. La riqueza de las personas cuyo patrimonio supera los mil millones de dólares, por cierto, se ha expandido un 55% durante la pandemia.

Foto: CEO de EEUU, Warren Buffet

El diario de centroderecha The Wall Street Journal, sin embargo, trata de cuadrar estas revelaciones en otro contexto: el del oportunismo político. “Esta historia llega en medio del esfuerzo de la Administración Biden de aprobar el mayor aumento de impuestos, proporcionalmente a la economía, desde 1968”, dice un editorial del periódico. “La historia de ProPublica es un viejo argumento de que los ricos no pagan lo suficiente. El momento no es una coincidencia, camarada”.

Hay varios apuntes que hacer respecto a la primicia de ProPublica. El primero, que la filtración de estos datos confidenciales les llegó de una fuente anónima cuya identidad o motivos se desconocen. Simplemente les llegó de la nada, como un regalo, lo cual induce a pensar al Journal que puede haber habido intencionalidad política por parte de la administración demócrata, que es de donde salió la filtración. El segundo apunte es que, en realidad, estas cifras no demuestran nada nuevo. El debate de que los ricos pagan poco es tan viejo como EEUU, y no existe un líder demócrata que no lo aborde en favor de su agenda política.

Sea como fuere, el Partido Demócrata, que domina la presidencia y las dos cámaras del Congreso, ha sido raudo a la hora de usar las revelaciones de ProPublica en su campaña por subir los impuestos. “Lo que revelan estos datos es que los más ricos del país, aquellos que se han beneficiado inmensamente durante la pandemia, no han pagado lo que deben”, declaró Ron Wyden, miembro del Comité Financiero del Senado. “Traeré una propuesta para cambiar eso”.

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El presidente Biden ha prometido varias veces aumentar la fiscalidad a estas fortunas. Entre otras cosas, lo necesita para pagar sus planes billonarios de gasto público, que pueden rondar, en total, los seis billones de dólares. En lugar de crear una tasa nueva, que sería ese “impuesto de la riqueza” que proponen desde el ala izquierda demócrata, Biden prefiere elevar los impuestos existentes.

La idea del Gobierno es subir al 39,6% el impuesto a los ingresos de quienes ganen más de 400.000 dólares al año, elevar también el impuesto a las propiedades inmobiliarias y a las ganancias de capital y reforzar los controles y mecanismos de vigilancia a las grandes fortunas, tapando los agujeros legales por los que Bezos y compañía dan esquinazo al fisco. Sería el 1% de los más ricos del país, aquellos que ganan 2,2 millones de dólares anuales, quienes costearían la mayor parte del incremento.

Joe Biden, como se vio durante la reciente cumbre del G7 en Cornualles, lidera también el esfuerzo por aplicar un “impuesto global” a las grandes fortunas que circulan por el mundo, y que podría ser, a tenor de las negociaciones, de un 15%. Su administración planea castigar fiscalmente a los países que no apliquen esta tasa, que, para ser efectiva y como su propio nombre indica, debería de ser aplicada a nivel global.

Foto: Reunión del G-7. (EFE)

Según diferentes encuestas, la opinión pública estaría mayoritariamente a favor de este tipo de medidas. Un sondeo de Ipsos/Reuters del año pasado reflejaba que el 64% de los estadounidenses estaban de acuerdo con la idea de que “los muy ricos deben de contribuir una porción extra de su riqueza total cada año para respaldar programas públicos”. Una simpatía que se da, sobre todo, entre los demócratas (77%), pero también entre la mitad de los republicanos (53%).

Pero este apoyo, según un estudio de la agencia Gallup, debería de ser abordado con cautela. Pese a que la mayoría de estadounidenses daría luz verde a aumentar la fiscalidad de las fortunas, apenas un 2% cree que la diferencia entre ricos y pobres es la mayor prioridad nacional. De hecho suele figurar en la parte más baja de la lista de cuáles deben de ser las prioridades del Congreso y el presidente.

Otros informes indican que a los estadounidenses les gusta tener una clase social de ricos; un motivo, simplemente, es que a la mayoría les gustaría pertenecer a ella algún día. Otro es que se suele ver en los ricos a una clase social dinámica que genera riqueza y hace que las cosas se muevan, que se invierta, que se innove y que se tomen riesgos. Desde esta perspectiva liberal-conservadora, dejar que adictos al trabajo como Jeff Bezos tengan las manos fiscalmente libres para hacer y deshacer a su antojo tendría la ventaja de permitirles emprender más proyectos y de premiar su labor, de cara a la sociedad, para animar a que haya más Bezos en el futuro.

Este sigue siendo el país del 'American Dream', un concepto casi bíblico, de Tierra Prometida, que suena constantemente en los labios de los políticos de ambos partidos y que tiene un fuerte imaginario de pioneros, emprendedores e historias de 'from rags to riches' (de la miseria a la riqueza). Un hechizo que puede no ser tan fácil de romper.

La guillotina fiscal brilla sobre las grandes fortunas de Estados Unidos. Las revelaciones del portal sin ánimo de lucro ProPublica, que demuestran los pocos impuestos que pagan los súperricos estadounidenses, han alimentado la indignación de una parte de la opinión pública y estimulado los instintos redistributivos de la Administración Biden, un gobierno al que, por ahora, no le tiembla el pulso en materia económica.

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