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¿Por qué no hay más Erasmus africanos en Europa? Así le cambió la vida a una doctora pionera
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¿Por qué no hay más Erasmus africanos en Europa? Así le cambió la vida a una doctora pionera

La doctora marfileña Duni Sawadogo y el oncólogo español Antonio Brugarolas formaron una improbable relación de amistad que muestra un nuevo camino de cooperación intercontinental

Foto: La doctora Duni Sawadogo. (Fundación Harambee)
La doctora Duni Sawadogo. (Fundación Harambee)

La doctora Duni Sawadogo es la primera catedrática de Hematología Biológica de Costa de Marfil, flamante ganadora del Premio Harambee 2021 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana, una figura líder por el desarrollo farmacológico de su país. Pero cuando hace tres décadas llegó a la Universidad de Navarra, no era más que una joven becaria que venía de muy lejos a hacer su tesis. Como la mariposa que no sabe que el leve batir de sus alas puede provocar un huracán en otro hemisferio, su tutor, el doctor Antonio Brugarolas, determinó mediante pequeñas rutinas —pero para siempre— la vida de su colega africana.

"Quizás él no se da cuenta de todo el bien que me hizo...", adelanta Sawadogo. El suyo fue un viaje de ida y vuelta entre la costa occidental africana y las aulas españolas, que acabó determinando la persona que finalmente es y su colaboración al desarrollo de su país. Hoy, con perspectiva, ve cada vez más fundamental que muchos más africanos sigan su camino: que se formen como profesionales de prestigio y vuelvan a casa. Esta es la historia de la improbable amistad de dos personas de lugares y generaciones distintas, y cómo su ejemplo ayuda a moldear una nueva idea de cooperación intercontinental.

Foto: Protesta contra el financiamiento chino de universidades australianas. (Reuters)

— Perdone, me han dicho que en este número puedo hablar con Duni Sawadogo... —se justifica el doctor Brugarolas al devolver la llamada telefónica a este periódico.

Cuando se le pregunta por la estancia de la marfileña bajo su tutelaje, el médico recuerda el día que Sawadogo leyó su tesis. La familia de la doctoranda estuvo presente en el acto y escucharon sus disertaciones sobre Biología Celular y Hemología mientras portaban tocados en la cabeza, colores chillones, unos vestidos "impresionantes"; en definitiva, lo que Brugarolas define casi treina años después como "una cosa fabulosa": "Era un perfil un poco especial porque no era frecuente en ese momento tener graduados africanos [en la clínica], a lo mejor en otros departamentos de la universidad los había", explica. La tesis, "con mucho rigor" y con un enfoque "relativamente pionero" en aquel momento sobre el transplante de médula, obtuvo la máxima calificación.

Brugarolas muestra su alegría por el recuerdo de su antigua alumna y admite que, aunque no le haya seguido tanto profesionalmente porque se han centrado en campos distintos, sí lo ha hecho personalmente: "Tengo mucho afecto por ella y me gusta que todavía todos los años nos decimos algo", dice en referencia a unas felicitaciones de Navidad que intercambian cada año por carta. Al final de la conversación con este periódico, anota el teléfono de Sawadogo para poder escuchar su voz de nuevo.

"Para él yo era más que una becaria, ahora me doy cuenta de que para él era como una hija o una hermana pequeña", reinterpreta la doctora Sawadogo su relación casi tres décadas después.

Irse a Europa...

Cuando Duni todavía no era la doctora Sawadogo, sino una niña, se percató de la suerte que tenía de haber nacido en una familia de intelectuales, con padre musulmán y madre cristiana, al ver cómo chicas su edad se le acercaban a venderle frutas cuando viajaba por carretera al interior del país: "Muchas veces me he preguntado por qué no estaba yo también a su lado con las frutas en la cabeza en vez de estar sentada en un coche o en un autobús. Esta diferencia se debe simplemente al hecho de que tuve la suerte de ser escolarizada", rememoraría décadas después en su discurso de agradecimiento por el premio Harambee.

No se conformó con esa fortuna e intentó multiplicarla: terminó la carrera de Medicina, pero se dio cuenta de que le resultaba imposible hacer su tesis en Costa de Marfil. Su padre, ingeniero, le había inculcado la importancia de formarse adecuadamente al más alto nivel. Duni pidió una beca estatal y, sabiendo que ya hablaba francés como lengua propia de su país y dominaba el inglés, el afán por aprender un nuevo idioma le llevó a España. La Universidad de Navarra aceptó su candidatura.

"Lo que hicieron conmigo, lo tengo que hacer yo con los otros. No me puedo guardar nada"

"[La experiencia en España] me marcó muchísimo, encontré una segunda familia de acogida. Cuando yo llegué a la Universidad de Navarra y trabajé en la clínica, me enseñaron todo lo que sabía sin esconder nada. Pensé: 'Lo que hicieron conmigo, lo tengo que hacer yo con los otros. No me puedo guardar nada'. Ahora tengo alumnos [en Costa de Marfil] que saben mucho más que yo y no es un problema, porque cada uno ayuda a subir en el nivel que está", asegura Sawadogo en conversación con este periódico.

Una figura resaltó en su formación sobre todas: la del tutor de su tesis y director del Departamento de Oncología de la Universidad de Navarra, Antonio Brugarolas Masllorens. Este veterano oncólogo se había licenciado en Medicina en la Universidad de Barcelona en 1967, había sido residente 'fellow' entre 1970 y 1973 en un histórico instituto de investigación y tratamiento del cáncer en Nueva York y se había doctorado en Navarra en 1984. Él también había ido al extranjero a formarse y había vuelto a su país.

Brugarolas define a aquella joven que vino de Costa de Marfil como una persona "muy inteligente", "muy abierta, muy alegre y muy positiva", que "se integró muy bien" y proporcionó "esa especie de jovialidad bastante frecuente en ambientes universitarios jóvenes africanos". El doctor recuerda sus aportaciones al equipo ante algunas de las difíciles situaciones con las se pueden encontrar los oncólogos: "Tenía un sentido del humor muy bueno, era una mujer fuerte a la hora de soportar tensión. Era muy positiva en las sesiones y tenía comentarios de soporte, de apoyo, de quitar la tensión en algunos momentos complicados... Ella apuntaba ya a que era una mujer capaz de hacerse con el ambiente, organizar una colaboración y mover a las personas a hacer algo". Rememora que el departamento llevaba en ese momento hasta 7 u 8 tesis simultaneamente, pero Sawadogo le dejó una huella particular.

No se han vuelto a ver desde sus cuatro años de tesis; pero, desde entonces, Brugarolas le envía un mensaje de felicitación a finales de año: "Me sentí muy querida y muy animada. Mi jefe cada año me manda una tarjeta de Navidad. Con cosas que te marcan y que te dicen 'Este es el modo de trabajar'", explica Sawadogo.

...para volver a África

A la ya doctora Duni Sawadogo se le hizo difícil volver a su país, en 1993. "Desde el principio, me comentaron que era muy importante volver y, cuando ves todas las facilidades para el trabajo científico [en Europa], es una crisis porque sabes cuáles serán las condiciones a la vuelta. Son muchos esfuerzos, no es muy fácil volver", asegura. Casi tres décadas después, mantiene la defensa de su decisión y respeta a quienes eligieron lo contrario: "Se trata de desarrollar África (...). Hay mucha gente que van fuera y son brillantes profesionales en Estados Unidos, Canadá o Francia. Muy pocos vuelven, porque es muy difícil trabajar sin ningún medio".

"Entiendo que muchos de nuestros mejores licenciados se queden en donde tengan más oportunidades, pero yo quiero dar esperanza a la juventud universitaria. Ayudarles a comprender que el trabajo es una bendición y que dedicar su vida a la investigación en su área de conocimiento será decisivo para el progreso del país", explicaría luego a la fundación Harambee.

Volvió a apoyarse en su formación para atarse los machos y ponerse las manos a la obra: "Un día decidí no quejarme y actuar, hacer todo lo que podía para ayudar a las mujeres a dedicarse a una carrera científica sin esperar a tener unos medios que se retrasan. En primer lugar, necesitaba ser yo misma una mejor profesional. Me presenté a un concurso internacional que reúne a casi todos los países francófonos de África Tropical y Madagascar con un tribunal de expertos europeos y africanos. Saqué el número uno en la sección de farmacia. Así, fui la primera catedrática de Hematología Biológica de mi país. En segundo lugar, había que formar un equipo. Aunque fuera más fácil trabajar con hombres, busqué a mujeres para integrarlo. Eso supuso mucho más trabajo de mi parte". Como catedrática, ha intentado tratar y apoyar a sus estudiantes al menos con tanta consideración como ella fue tratada y apoyada en Navarra.

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Además de su rol pionero y docente, la dra. Sawadogo forma parte del comité de dirección de la Autoridad Marfileña de Regulación Farmacéutica y ha hecho del desarrollo de la industria del medicamento en su región uno de sus principales campos de batalla. Cree que este será el camino más recto contra el lucrativo (y mortífero) negocio de la falsificación de medicinas, que se venden a familias desesperadas en mercadillos callejeros improvisados con precios muchos más bajos que las reguladas.

"Hay mucho dinero [cifra los beneficios de este mercado en 20 veces superior al del comercio de heroína]. Ahora preocupa más en el mundo entero porque se dieron cuenta de que es una red transnacional. En países como China e India es donde más se fabrican y después van a todo el mundo entero. La consecuencia son muertes por neumonías o por palurdismo tras usar unas medicinas falsas que a veces no tienen ni principio activo", explica a El Confidencial.

¿La solución? Desde su perspectiva, el desarrollo de grandes laboratorios en su propia región ahorraría las comisiones por la importación de medicamentos desde Europa o Estados Unidos: "Si hay industrias farmacéuticas que establecen fábricas según las especialidades más vendidas en los países de África Occidental [unos 381 millones habitantes, de acuerdo con la estimación de la ONU en 2018], se podrán tener unas medicinas de más bajo precio, buenas y las personas no van a tener necesidad de ir a los mercadillos. La industrialización farmacéutica es el mejor medio para luchar contra este tráfico", plantea. Otra de sus propuestas, en clave de política interna, es aumentar las multas y penas a los culpables del comercio irregular de fármacos.

Más Erasmus intercontinentales

Sawadogo lucha en su frente y el doctor Brugarolas, en el suyo: para acelerar este desarrollo en los países del sur, cree que recibir en las aulas y laboratorios españoles a muchos más estudiantes africanos es una buena opción. "[El continente africano] tiene que modernizarse en pocos años, es muy difícil, solo lo puedes hacer con personas africanas que se formen, vuelvan, comprendan la manera de pensar y hacer de allí, y sean capaces de hacer un salto muy importante que, a lo mejor, la población no puede hacer si no es guiada por esas personas concretas", reflexiona.

"No me extraña nada que sea una persona muy sobresaliente en su país"

La doctora marfileña lo respalda plenamente: "A veces, el problema es encontrar un laboratorio de acogida, una Universidad para tener buenos acuerdos, un profesional para tener buenos estudios y volver. Con los intercambios, gana todo el mundo. Es el mejor modo de ayudar a potenciar la enseñanza y la calidad de los universitarios (...). Mis cuatro años en España me ayudaron mucho. No sé si se dan cuenta de lo que es terminar los estudios cuando te falta lo más básico. [En Navarra] me ayudaron a alcanzar una madurez científica y a no tener vergüenza de ser africana. Los intercambios son fundamentales, así los africanos se quedan luego en África, así podrán ayudar a su población".

Son palabras que no sorprenden al doctor Brugarolas, pues él ya vio en la joven Duni su "carácter, su integridad, responsabilidad, seriedad y al mismo su facilidad social de ser agradable con todo el mundo, simpática y muy alegre...". Y concluye: "No me extraña nada que sea un persona muy sobresaliente en su país. La influencia que pudo tener en esto la universidad de Navarra es a lo mejor un poco y el tiempo que estuvo con nosotros, a lo mejor otro poco... pero lo más importante es ella". Por muchas más felicitaciones de Navidad intercontinentales.

La doctora Duni Sawadogo es la primera catedrática de Hematología Biológica de Costa de Marfil, flamante ganadora del Premio Harambee 2021 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana, una figura líder por el desarrollo farmacológico de su país. Pero cuando hace tres décadas llegó a la Universidad de Navarra, no era más que una joven becaria que venía de muy lejos a hacer su tesis. Como la mariposa que no sabe que el leve batir de sus alas puede provocar un huracán en otro hemisferio, su tutor, el doctor Antonio Brugarolas, determinó mediante pequeñas rutinas —pero para siempre— la vida de su colega africana.

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