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Después de Trump, ¿quién liderará el trumpismo?
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IVANKA, COTTON, NIKKI HALEY...

Después de Trump, ¿quién liderará el trumpismo?

En 2021 o en 2025, Trump dejará la Casa Blanca, y el trumpismo necesitará otro paladín: alguien que logre mantener circulando las energías y los agravios del nacional-populismo

Foto: Donald Trump y el senador Tom Cotton en una imagen de archivo. (Reuters)
Donald Trump y el senador Tom Cotton en una imagen de archivo. (Reuters)

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no es inmortal. Su omnipresencia mediática y su teórica victoria sobre el coronavirus, como si los anticuerpos que circulan por sus venas llevasen la gorra roja de 'Make America Great Again', no deben llevarnos a engaño. En 2021 o en 2025, Trump dejará la Casa Blanca, y el trumpismo necesitará otro paladín: alguien que recoja la antorcha del presidente y que logre mantener circulando las energías y los agravios del nacional-populismo.

El primer lugar hacia donde se suele mirar es a su propia familia. Donald Trump siempre ha manejado sus asuntos en petit comité: con sus personas más allegadas y sobre todo con sus propios hijos. Esto era así en la Organización Trump y lo sigue siendo en la presidencia de Estados Unidos. La sombra de Javanka, como se conoce en Washington al matrimonio de Jared Kushner e Ivanka Trump, planea por encima de las políticas más precisas y los acuerdos internacionales más complejos.

La hija mayor del presidente ha estado implicada en su carrera política desde el principio, sobre todo en esta campaña, donde ostenta el título de representante. Ivanka Trump, como sus hermanos y hermanastros, siempre ha estado ahí: junto al patriarca, con el que comparte, además de apellido y genes, sus propias marcas de productos, una serie de libros de cómo triunfar en la vida y en los negocios, y una devoción confesa por mimar su imagen por encima de todo lo demás (“La percepción es más importante que la realidad”, dice en uno de sus libros).

Las ambiciones políticas de Ivanka Trump han aflorado varias veces de boca de su padre. El pasado agosto el presidente dijo que su hija estaría mucho mejor dotada que la demócrata Kamala Harris, número 2 de Joe Biden, para ocupar el despacho oval. “También quiero ver a la primera mujer presidente, pero no quiero que la primera mujer presidente llegue al puesto de la manera en que lo haría [Kamala Harris], y ella no es competente”, dijo Trump. “Todo el mundo dice, ‘¡queremos a Ivanka!’. Y no les culpo”. Según el exvicedirector de campaña de Trump, Rick Gates, el republicano consideró nombrar a su hija candidata a la vicepresidencia en 2016.

El atractivo de las dinastías

Si miramos a la historia reciente, una administración Ivanka no sería impensable. Un estudio de 2018 dice que, entre el año 2000 y 2017, el 10% de los líderes mundiales eran parte de alguna una dinastía: estaban emparentados con otros líderes políticos. Una proporción que se triplica, curiosamente, entre las mujeres. Si llegara a presentarse, Ivanka Trump seguiría los pasos de Benazir Bhutto en Pakistán, de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina o de Hillary Clinton en Estados Unidos. Solo que añadiendo un salto generacional.

El nombre del primogénito, Donald Trump Jr., también ha sido barajado en los mentideros político-periodísticos. Algunos periodistas indagaron en ello, pero el entorno de Trump Jr ha negado que este tenga interés alguno en imitar a su padre. Aun así, con cinco hijos y una decena de nietos, es posible que la estirpe política del presidente no se apague cuando este abandone la Casa Blanca.

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Fuera de la familia Trump, una figura con posibilidades es Tom Cotton, senador de Arkansas, de 43 años. El senador Cotton ha sido un cercano confidente de Donald Trump en cuestiones como la inmigración o la escalada comercial con China, donde apuesta igualmente por la mano dura.

Quizás los dos hombres nunca han estado tanto de acuerdo como el pasado junio, cuando reivindicaron el despliegue del Ejército contra los disturbios raciales que sacudían varias ciudades del país. La postura de Cotton, explicada en una polémica columna en 'The New York Times', lo colocó durante unos días en las portadas y alimentó los ya gruesos rumores de que el senador, algún día, buscará la presidencia.

El lugarteniente del trumpismo

“Tom Cotton está de hecho colocándose para ser el heredero del trumpismo”, dijo a 'The Wall Street Journal' Goeffrey Kabaservice, director de estudios políticos del think tank Niskanen Center. “En varias maneras, creo que sus argumentos para liderar el ala de Trump del partido después de esta era se han fortalecido por esta última semana”, declaró Kabaservice, poco después de la columna de Cotton en el Times. Tres años antes, al principio de la administración Trump, The New Yorker ya había puesto su olfato en Cotton, entonces de 40 años, como futuro líder populista.

Si hay un buen lugar para observar a las estrellas ascendentes del Partido Republicano, además del Congreso, es la CPAC (Comité de Acción Política Conservadora, por sus siglas en inglés). Sus reuniones anuales son el lugar en el que los hinchas del partido se congregan para escuchar a los líderes actuales y potenciales. Como en las grandes convenciones que se celebran en año electoral, la CPAC suele mezclar a republicanos de primera fila, como el propio Donald Trump, con nuevas promesas y con aquellos políticos lo suficientemente fuertes como para liderar algún día la causa republicana. Trump se estrenó en la CPAC en 2011, por ejemplo; décadas antes, en 1974, también lo había hecho Ronald Reagan.

El Comité de Acción Política Conservadora, entre otras cosas, es una buena manera de tomarle el pulso a las bases del Partido Republicano

A principios de este año, cuando el coronavirus era una cosa abstracta que sucedía en China, varios rumoreados aspirantes a la corona republicana pos Trump se subieron al escenario de la CPAC, en Maryland, a presentar sus casos. La CPAC, entre otras cosas, es una buena manera de tomarle el pulso a las bases conservadoras.

El senador de Texas, Ted Cruz, que fue derrotado por Trump en las primarias de 2016, mantiene un sólido perfil y parece estar moviendo algunas piezas. Durante su alocución en la CPAC, Cruz habló de su podcast, “El Veredicto”, que empezó a emitirse durante el proceso de destitución a Donald Trump en el Congreso. Cruz realizó una apasionada defensa de Trump y fue bendecido con un retuit de este. Desde entonces, además de su rol en el Senado, analiza la actualidad junto a un joven comentarista conservador, Michael Knowles.

Otro de los oradores, el secretario de Estado, Mike Pompeo, parece estar construyéndose un perfil público a fuerza de aplicar el bisturí de Trump al orden mundial: enfrentándose a China, apretándoles las tuercas a los europeos y estos últimos meses forjando pequeños acuerdos de paz con Israel en Oriente Medio. Pompeo dio el salto a la política en el seno del Tea Party, el embrión del populismo conservador que cristalizaría cinco años después en la campaña de Trump.

Foto: Boris Johnson y Donald Trump. (Reuters)

Pero más que Pompeo suena el perfil de Nikki Haley, que también habló en la CPAC y en la convención republicana del pasado verano. Haley es un valor en alza por múltiples razones: tiene experiencia como exgobernadora de Carolina del Sur y como embajadora de EEUU ante la ONU, y su condición de mujer joven y de color, nacida en una familia de inmigrantes indios, resulta distintiva en un partido asociado con una mayoría de hombres blancos y conservadores. Haley, además, ha sido de los pocos exmiembros de la administración Trump que, en lugar de salir escaldada y ganarse unos cuantos millones sacando unas memorias, ha permanecido leal al presidente. Un detalle que las bases electorales pueden recordar en el futuro.

Hay otros pretendientes destacados, como es el caso de Matt Gaetz, un congresista de Florida que tiene muchas cosas en común con Donald Trump: una familia acaudalada, un pasado en el sector inmobiliario, ganas de atención y colmillo político. El propio Donald Trump, viéndolo en acción en Fox News, dijo que Gaetz era un “absoluto guerrero”; ningún cumplido mejor que este de boca del presidente. El joven senador de Misuri, Josh Hawley, de 40 años, también está en las quinielas.

En algún momento el actual presidente habrá de retirarse de alguna manera, o quizás continúe predicando en una Trump TV o acabe, como desean muchos demócratas, entre rejas. Pero su movimiento, el ala nacional-populista del Partido Republicano que ha logrado estructurar, puede ser más duradero; y quizás siga manteniendo el control del partido frente al vencido establishment neocon. Esto, como tantas otras cosas, empezará a tomar forma el 3 de noviembre.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no es inmortal. Su omnipresencia mediática y su teórica victoria sobre el coronavirus, como si los anticuerpos que circulan por sus venas llevasen la gorra roja de 'Make America Great Again', no deben llevarnos a engaño. En 2021 o en 2025, Trump dejará la Casa Blanca, y el trumpismo necesitará otro paladín: alguien que recoja la antorcha del presidente y que logre mantener circulando las energías y los agravios del nacional-populismo.

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