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Si huyes del país, secuestrará a tus hijos: nadie logra escapar del terror del príncipe
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Si huyes del país, secuestrará a tus hijos: nadie logra escapar del terror del príncipe

Tras el asesinato del periodista Khashoggi, el príncipe heredero Mohamed bin Salman (MBS) sigue persiguiendo a opositores, feministas y miembros de la familia real dentro y fuera del país

Foto: Mohamed bin Salman, en una imagen de archivo. (Reuters)
Mohamed bin Salman, en una imagen de archivo. (Reuters)

El pasado mes de marzo, Omar, de 21 años, y Sarah, de 20, fueron apresados al amanecer en su domicilio de Riad por las fuerzas de seguridad saudíes. En esos mismos días, también lo fue su tío, Abdelrahman al-Jabri, profesor de la Universidad Rey Saud. Desde entonces no han visto ni a un juez ni a un abogado. Sus familiares no han vuelto a tener noticias de ellos e ignoran su paradero. Omar y Sarah son los hijos de Saad al-Jabri, de 61 años, que hasta hace menos de un lustro era uno de los altos cargos del Ministerio del Interior saudí con responsabilidades en la lucha antiterrorista, un interlocutor muy valorado por los servicios secretos occidentales y quien llegó a entrevistarse en alguna ocasión con John Brennan cuando era director de la CIA.

En 2017, cuando el joven Mohamed bin Salman fue designado, con tan solo 31 años, príncipe heredero por el rey Salman ben Abdulaziz, de 81 años, el alto funcionario de Interior huyó de Arabia Saudí. Primero viajó a Alemania y de ahí a Estados Unidos. Pero la estrecha relación del presidente Donald Trump con MBS, las iniciales con las que se conoce al heredero del trono saudí, hizo que no se sintiese seguro en el país. Finalmente, se refugió en Canadá.

placeholder Sarah y Omar, hijos de Saad al-Jabri. (Fotos cedidas por la familia)
Sarah y Omar, hijos de Saad al-Jabri. (Fotos cedidas por la familia)

Su exilio no está resultando tranquilo, como el de tantos otros saudíes que se han escapado de su país. La desaparición de sus hijos y de su hermano es aparentemente un secuestro con la intención de obligarle a regresar. “Están siendo utilizados como rehenes para coaccionar a su padre y hacerle volver a Arabia Saudí”, comentó Tim Rieser, asesor en política exterior del senador estadounidense Patrick Leahy, uno de tantos políticos a los que Al-Jabri se ha dirigido para pedirle ayuda.

“Las autoridades saudíes caen cada vez más bajo persiguiendo a las familias de antiguos responsables poco apreciados por los actuales dirigentes”, recalcó Michael Page, director del área de Oriente Próximo de la ONG estadounidense Human Rights Watch.

"Las autoridades saudíes caen cada vez más bajo persiguiendo a familias de antiguos responsables poco apreciados por los actuales dirigentes"

Han transcurrido casi dos años desde que el periodista y disidente Jamal Khashoggi fue descuartizado en el consulado de Arabia Saudí en Turquía —el viernes 3 empezó en Estambul el juicio en ausencia de una veintena de los presuntos autores de aquel asesinato, ocurrido en octubre de 2018—, y los adversarios de MBS en el extranjero siguen sufriendo amenazas y acoso.

Persecución de rivales dentro y fuera del país

MBS es el que ostenta el poder, porque su padre octogenario, probablemente aquejado de alzhéimer, “apenas interviene en la toma de decisiones”, señala una fuente relacionada con la familia real. La imagen de un príncipe heredero liberal y aperturista, que reabrió los cines, permitió algunos conciertos y partidos de fútbol y redujo los poderes de la policía religiosa, se está resquebrajado dentro y, más aún, fuera del país.

Al desgaste de la popularidad de MBS contribuyen los nubarrones económicos que se ciernen sobre el reino de los Al Saud. A la crisis provocada por la pandemia del covid-19 se suma, en el caso saudí, la caída del precio de los hidrocarburos que merma los ingresos del Estado (-22% en 2020). Para paliar su desplome, el heredero ha triplicado el IVA (del 5% al 15%), suprimido ayudas sociales y deberá tomar más medidas de austeridad. Su Visión 2030, el ambicioso programa con el que pretendía modernizar la economía del reino y reducir su dependencia de los hidrocarburos, está en riesgo.

Foto: Mohamed bin Salman, heredero al trono saudí. (Getty)

El último en denunciar el hostigamiento fomentado por el régimen fue, hace un par de semanas, Omar Abdulaziz, de 29 años, amigo del difunto Khashoggi y exiliado en Canadá. Las autoridades de Ottawa le informaron de que era “un objetivo potencial” de los servicios de Inteligencia saudíes y debía tomar precauciones, según narró al diario británico 'The Guardian'. Abdulaziz cuenta con casi medio millón de seguidores en Twitter.

En la lista de los objetivos del régimen saudí, Saad al-Jabri es, sin embargo, el primero. Lo es porque durante 15 años fue el brazo derecho de Mohamed ben Nayef, quien hasta 2017 fue ministro del Interior y príncipe heredero. Ese año, MBS logró convencer al monarca de que le designase a él para sucederle.

Persecución en la familia real

El antiguo titular de Interior, de 60 años, fue desposeído de todos sus títulos y finalmente detenido en marzo pasado, junto con su hermano Nawaf y su tío Ahmed ben Abdulaziz, de 77 años. Este último es uno de los dos integrantes de la familia real que habían marcado tímidamente distancias con la intervención militar saudí en la guerra de Yemen.

No está del todo claro por qué MBS muestra tanto empeño en traer de vuelta al reino a Saad al-Jabri. Una de las explicaciones es que el ex alto funcionario podría poseer información sobre quien fuera su jefe en Interior que permita demostrar, en un hipotético juicio, que se enriqueció ilegalmente u otros posibles delitos. Desde que asumió 'de facto' el poder, el treintañero príncipe heredero no ha cesado de detener y encarcelar a miembros de la numerosa familia real saudí. Se estrenó ya en 2017 recluyendo en el lujoso hotel Royal Carlton de Riad a un centenar de personalidades, lo más granado y adinerado de la sociedad saudí, a las que tildó de corruptas.

placeholder La princesa Basma. (EFE)
La princesa Basma. (EFE)

Estas sucesivas oleadas de aprehensiones y encarcelamientos arbitrarios obedecen, probablemente, al deseo de MBS de neutralizar a todos aquellos que, de una forma u otra, podrían intentar obstaculizar su camino hacia el trono cuando su padre, el rey Salman, fallezca o abdique. En Riad, se especula con que podría hacerlo este otoño.

Lo que resulta más difícil de comprender es por qué, entre los recluidos detrás de los barrotes, hay miembros de la familia real que no suponen aparentemente la menor amenaza para las ambiciones del heredero. El caso más llamativo es el de la princesa Basma, de 56 años, que lleva 17 meses pudriéndose, junto con su hija Sohd al-Sharif, en una celda de la prisión de Al Hayar, cerca de Riad, sin haber sido inculpada. Aunque en otros tiempos abogó por convertir Arabia Saudí en una monarquía constitucional, la princesa permanecía callada y padece además problemas de salud.

En ramadán (mes de ayuno para los musulmanes), la princesa Basma, hija pequeña del rey Saud ben Abdulaziz, que reinó 11 años (1954-1964), logró publicar en Twitter, con la complicidad de algún familiar, una carta dirigida a su primo MBS y a su tío el rey Salman: “(…) apelo para que encuentren en sus corazones el sentido de la justicia que debe de impregnar a todo musulmán en ramadán y que recuerden a su pariente detenida arbitrariamente en las peores condiciones”, escribió. “Mi salud se sigue deteriorando, lo que me puede llevar a la muerte”, añadió. “Estoy MUY [escrito con letras mayúsculas] grave”, concluyó. Su llamamiento no tuvo respuesta.

Foto: Algunas chicas publican sus documentos para solicitar asilo

Los miembros de la familia real se codean en los penales con presos comunes y con disidentes, algunos de ellos defensores de los derechos humanos, muchos pendientes de juicio desde hace años. Aquí también desconcierta MBS, porque mantiene en prisión a jóvenes mujeres cuyas reivindicaciones más básicas —el derecho a conducir automóviles y la supresión de la tutela masculina para algunas actividades— ha satisfecho en buena medida.

Entre mayo y julio de 2018, las autoridades saudíes detuvieron a una docena de feministas, saudíes todas, aún pendientes de juicio. Loujain al-Hathloul, de 30 años, secuestrada en Abu Dhabi, donde estudiaba, es la que más ha dado que hablar gracias a la hiperactividad de su hermana pequeña Lina, exiliada en Bruselas. En redes sociales o informando a ONG y políticos de medio mundo de la suerte corrida por Loujain, Lina lucha a brazo partido por excarcelarla.

placeholder La activista feminista Loujain al-Hathloul. (Reuters)
La activista feminista Loujain al-Hathloul. (Reuters)

“¿Qué ha hecho Loujain para merecer este encierro, esta incomunicación, la tortura y ahora un juicio que puede hacer que pase años detrás de los barrotes?”, se pregunta Lina en las redes sociales. “Mi hermana está siendo castigada por atreverse a conducir, por atreverse a desafiar el sexismo y la discriminación de género en la sociedad saudí ante la cual es una persona heroica”, concluía.

Con su activismo, acaba de conseguir que Adam Schiff, presidente del comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de EEUU, escriba al embajador saudí en Washington, Reema bint Bandar Bin Sultan, una carta en la que asegura que Loujain al-Hathloul ha sido “torturada en la cárcel física y mentalmente y también amenazada con ser violada y asesinada”.

“El reino se ha convertido en una nación atenazada por el miedo”, sostiene el periodista norteamericano Ben Hubbard en su libro 'MBS: the Rise to Power of Mohamed ben Salman' ('MBS: el ascenso al poder de Mohamed bin Salman', publicado en abril por Tim Duggan Books), donde reveló, entre otras muchas cosas, que el heredero sometió a su propia madre a un arresto domiciliario de tres años sin que se conozcan los motivos.

El pasado mes de marzo, Omar, de 21 años, y Sarah, de 20, fueron apresados al amanecer en su domicilio de Riad por las fuerzas de seguridad saudíes. En esos mismos días, también lo fue su tío, Abdelrahman al-Jabri, profesor de la Universidad Rey Saud. Desde entonces no han visto ni a un juez ni a un abogado. Sus familiares no han vuelto a tener noticias de ellos e ignoran su paradero. Omar y Sarah son los hijos de Saad al-Jabri, de 61 años, que hasta hace menos de un lustro era uno de los altos cargos del Ministerio del Interior saudí con responsabilidades en la lucha antiterrorista, un interlocutor muy valorado por los servicios secretos occidentales y quien llegó a entrevistarse en alguna ocasión con John Brennan cuando era director de la CIA.

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