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Un delirio atómico a 4.000 metros de altura financiado por la Rusia de Putin
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Se espera que esté terminada para 2021

Un delirio atómico a 4.000 metros de altura financiado por la Rusia de Putin

Con más de un millón de habitantes, la segunda ciudad más poblada de Bolivia -solo por detrás de la vecina La Paz- podría convertirse en la capital energética del país

Foto: El Alto, Bolivia. (Reuters)
El Alto, Bolivia. (Reuters)

Enmarcada por las majestuosas nieves perpetuas del Huayna Potosí, la caótica ciudad de El Alto se desparrama por la vasta meseta altiplánica boliviana a 4.000 metros sobre el nivel del mar. Con más de un millón de habitantes, la segunda ciudad más poblada de Bolivia -solo por detrás de la vecina La Paz- se ha convertido en la capital económica del país por su frenética actividad fabril y comercial. Y, Vladimir Putin de por medio, está a punto de convertirse también su capital energética.

En esta urbe de modestas casas de ladrillo visto y saturada por un tráfico anárquico podría albergar un hito mundial a partir de 2021: la central nuclear situada a más altura del mundo. La central, cuyo nombre oficial es Centro de Investigación y Desarrollo de Tecnología Nuclear, forma parte de una serie de acuerdos firmados en Moscú a principios de mes entre el gobierno de Evo Morales y Rusia en materia energética, de seguridad, agricultura y explotación de litio

Foto: Vladimir Putin junto a Sergey Kirienko, dirigente de Rosatom entre 2005 y 2016, durante una visita a una factoría en Podolsk. (Reuters)

La encargada de construir este complejo valorado en 300 millones de dólares será Rosatom, empresa pública rusa. El terreno pertenece al Tesoro General de la Nación y albergará tres edificios, rodeados de jardines, canchas de tenis, piscina, centro de congresos y un hotel. "Todavía no ha habido una experiencia parecida en el mundo", dijo Putin.

Atomito, tu súper amigo

Ya desde 2016 se estaba gestando la idea, cuando Bolivia creó la Agencia Bolivariana de Energía Nuclear (ABEN) y rubricó una serie de convenios con Rusia, incluyendo el complejo nuclear que, según los países firmantes, es para desarrollar "aplicaciones nucleares con fines pacíficos, con responsabilidad social y ambiental".

El Gobierno de Bolivia incluso ha creado ya una mascota amigable que explique las ventajas de tener una central nuclear en medio de la meseta del altiplano. Se llama Atomito, "el súper amigo de ustedes". En un vídeo cuenta cómo será el nuevo centro y la utilidad de sus tres módulos. El primero, que generará “radioisótopos y radiofármacos para hacer exámenes y seguimiento de diagnóstico”.

El segundo, la planta multipropósito de irradiación, para eliminar patógenos y bacterias de alimentos y "mantenerlos más frescos para la exportación". Precisamente, Putin ha señalado que la cooperación en el campo de la agricultura "es una de las prioridades más prometedoras en las relaciones ruso-bolivianas". Y apuesta porque pronto inicie el suministro de alimentos de Bolivia a Rusia.

Atomito deja la explicación del reactor nuclear para la última parte del vídeo. Dice que será para la investigación científica, donde "todos podrán capacitarse y formarse" para mejorar agricultura, salud, industria o minería. "¿Qué les pareció este súper proyecto que impulsa nuestro presidente Evo Morales?", dice el dibujo animado mientras, al fondo, se escucha una ovación.

Miedo a un Chernobyl

Rosatom no es la única empresa rusa que ya tiene un pie en Bolivia. Gazprom, el gigante del gas ruso, tiene asegurado ser la operadora de gas en Bolivia para la extracción en Vitiacua, una zona donde hay una reserva potencial de 2,3 trillones de pies cúbicos de gas natural.

La central estará rodeada de jardines, canchas de tenis, piscinas...

En principio la central iba a construirse en Zona Sur de La Paz, una zona residencial de la capital boliviana, y muy cerca de un club de golf. Pero varias organizaciones civiles protestaron por los riesgos que una central nuclear puede tener para la salud de quienes viven cerca.

A todo el mundo le puede venir a la cabeza la catástrofe de Chernóbil. Pero más cercano en el tiempo es el incidente de Fukushima, en Japón. En marzo de 2011, tras un terremoto y un maremoto, se perdió el control de la central y sus reactores. Aunque no hubo muertes directas por la radiación, más de 110.000 personas tuvieron que ser trasladadas y todavía habrá que valorar en el tiempo las consecuencias para la salud de la gente en el lugar.

Aunque la probabilidad de un accidente como el de Chernóbil es prácticamente inexistente, los expertos advierten sobre otros riesgos como el robo de fuentes radiactivas o errores en la gestión de los residuos.

placeholder Central nuclear Angra dos Reis en Brasil. (Reuters)
Central nuclear Angra dos Reis en Brasil. (Reuters)

Energía nuclear en Latinoamérica

El centro boliviano está anunciado desde 2014 y cuenta con el aval del Organismo Internacional de Energía Atómica de la ONU. No iba a ser el único proyecto nuclear ruso en la zona. En Venezuela había en marcha un acuerdo similar desde 2010.

Fue precisamente el episodio en Fukushima lo que hizo que el entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, lo pusiera en suspenso. "Lo que ha pasado en las últimas horas es sumamente riesgoso y peligroso para el mundo entero", dijo apenas unos días tras el accidente en Japón.

Del casi medio millar de centrales nucleares en el mundo, tan solo siete se encuentran en Latinoamérica concentrados en tres países: Argentina, Brasil y México. En estos dos últimos países se han producido incidentes de baja gravedad en la central brasileña de Goiania en 1987, y en Ciudad Juárez, diez años después. En ambas ocasiones trató de episodios de contaminación radioactiva debido al robo de maquinaria abandonada y vendida como chatarra, pero que contenían en su interior sustancias radioactivas.

En Goiana hubo contaminación con Cesio-137 y hubo cuatro muertos y más de 200 heridos, según informaciones de la época. En el caso de Juárez, en el que se dispersó Cobalto-60, nunca se supo el número de afectados después de que el gobierno ocultara la información.

El pasado jueves 11 de julio, el presidente Evo Morales viajó hasta Rusia para reunirse con su homólogo Allí cerraron diversos acuerdos en materia de seguridad, diplomacia, desarrollo de agricultura y explotación de litio. Y este proyecto nuclear.

Enmarcada por las majestuosas nieves perpetuas del Huayna Potosí, la caótica ciudad de El Alto se desparrama por la vasta meseta altiplánica boliviana a 4.000 metros sobre el nivel del mar. Con más de un millón de habitantes, la segunda ciudad más poblada de Bolivia -solo por detrás de la vecina La Paz- se ha convertido en la capital económica del país por su frenética actividad fabril y comercial. Y, Vladimir Putin de por medio, está a punto de convertirse también su capital energética.

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