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Ricos en 'oro blanco': ¿Puede Latinoamérica convertirse en la nueva Arabia Saudí?
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el litio abunda en chile, argentina y bolivia

Ricos en 'oro blanco': ¿Puede Latinoamérica convertirse en la nueva Arabia Saudí?

El precio de la tonelada de litio ha pasado de los 1.670 euros en 1998 a 8.600 euros en 2016. El 'boom' de la tecnología, las baterías Tesla y los coches eléctricos han disparado la demanda

Foto: Un militar boliviano custodia una salina en Uyuni, la mayor reserva mundial de litio, en agosto de 2015 (Reuters)
Un militar boliviano custodia una salina en Uyuni, la mayor reserva mundial de litio, en agosto de 2015 (Reuters)

Hace un par de décadas era un metal casi irrelevante. Hoy es indispensable para el mercado tecnológico. Lo llaman el ‘oro blanco’. Alimenta las baterías de nuestros ordenadores, ‘smartphones’ y aires acondicionados. No sólo eso. Ahora incluso hace moverse a nuestros automóviles. El litio es considerado por Goldman Sachs como la ‘nueva gasolina’.

Tres países latinoamericanos están de enhorabuena: Chile, Bolivia y Argentina aglutinan el 58% de las reservas del mineral, según el Servicio Geológico de los Estados Unidos. Conforman el llamado ‘triángulo’ del litio. Se debaten entre las expectativas de quienes ya se ven convertidos en la nueva Arabia Saudí y quienes piden calma ante un mercado con interrogantes.

La perspectiva de que el litio suponga un ‘boom’ financiero para las tres economías se basa en la evolución de su precio. Una tonelada de litio se cotizaba a 1.670 euros en 1998. El pasado año ya alcanzaba los 7.200 euros. Estos días ha subido hasta los 8.600 euros la tonelada.

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“En el marco de un incremento exorbitante de la demanda de litio, resulta claro que estamos frente a la aparición y posible consolidación en los próximos 20 años del nuevo centro energético del planeta”, reflexiona Juan Carlos Zuleta, experto boliviano en el mercado del mineral. Zuleta cree que la demanda se va a triplicar debido a la aparición de los vehículos eléctricos, incluidos autobuses, que hacen uso de baterías alimentada por litio.

El mayor espaldarazo al mineral lo dio en abril de 2015 el empresario sudafricano Elon Musk, líder de Tesla Motors, el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo: “Para producir 500.000 vehículos al año, básicamente necesitamos absorber toda la producción de litio del mundo”, dijo entonces. Su proyecto de baterías para almacenar la energía solar podría hacer aumentar aún más la demanda.

La oferta está creciendo espectacularmente. Los consorcios extractores intentan igualar las exigencias del mercado. En 2008 se producían 27.400 toneladas de litio en el mundo. En 2020 serían 60.000 toneladas, según las proyecciones de las compañías del sector La empresa de análisis Allied Market Research calcula que el mercado de las baterías de litio alcanzará los 46.000 millones de euros en 2022, teniendo en cuenta todos los factores.

China, el gran mercado

El protagonista absoluto de la compra mundial de litio es China. El precio del carbonato de litio importado por el gigante tecnológico asiático, líder mundial en la producción de ‘smartphones’, llegó a duplicarse entre noviembre y diciembre de 2015, poniendo el símbolo del dólar en los ojos de los directivos de las empresas extractoras del mineral. Decenas de compañías y consorcios pugnan por hacerse un hueco en el mercado. El objetivo: controlar la producción del metal y no quedar en desventaja ante las grandes expectativas creadas en torno al mineral.

Las mayores reservas mundiales de litio están en el Salar de Uyuni, profundo en los Andes bolivianos. Era un lago hace miles de años. Hoy en día es el desierto de sal más grande del planeta. Abarca unos 10.500 kilómetros cuadrados a casi 3.700 metros de altitud. Bolivia nada en litio, pero no ha logrado, hasta la fecha, sacar provecho de su posición estratégica.

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“En Chile y Argentina las condiciones físico-climáticas son mucho más favorables que en Bolivia. Esto explica que después de casi 9 años desde el inicio de actividades en el Salar de Uyuni, sólo se han podido obtener alrededor de 25 toneladas de carbonato de litio de pureza no certificada”, comenta Zuleta. Uyuni es una región muy lluviosa. El agua dificulta la extracción por evaporación.

Otros expertos apuntan a una falta de visión por parte del Gobierno, en especial por sus restricciones a la inversión extranjera. El Ejecutivo comandado por el presidente Evo Moralesnegocia arduamente con las mineras multinacionales, imponiendo condiciones para mantener el control del negocio. Morales ha programado una inversión de 900 millones de dólares para hacer realidad una industrialización soberana del litio. La planta de carbonato de litio de Uyuni estará lista en abril de 2018, según los planes gubernamentales.

Chile ha sido más rápida en capitalizar sus grandes yacimientos. Es el primer productor mundial de litio. Controla alrededor del 33% del mercado. El Salar de Atacama es la segunda mayor reserva mundial del mineral.

Activo estratégico en Chile

La iniciativa privada ha dominado hasta ahora el panorama extractivo chileno. SQM es la principal compañía del mercado. La empresa opera inmersa en la controversia. Fue dirigida durante años por Julio Ponce, ex yerno de Augusto Pinochet. Ocupó el puesto hasta su renuncia en 2015, tras la apertura de investigación a la empresa por evasión fiscal.

El Gobierno de Michelle Bacheletestá decidido a proteger el mineral. Aprobó, a inicios de 2016, una nueva política de extracción. Declaró al litio como no concesible y lo reafirmó como activo estratégico para la nación. “Eso no significa cerrar espacios a las alianzas público-privadas”, señaló entonces la dirigente. Codelco, la minera estatal, seleccionará en los próximos meses un “socio estratégico” para aprovechar varios salares ricos en litio.

“Chile debe aumentar al máximo la ventaja de ser hoy un productor líder a nivel mundial. Ha de asegurar el retorno económico antes de que su cuota de mercado se reduzca radicalmente por competencia”, reclama Jaime Aleé, director del Centro de Innovación del Litio de la Universidad de Chile.

Foto: El presidente argentino, Mauricio Macri, posa junto a los Roling Stones en su casa, el 14 de febrero de 2016. (Reuters)

Los principales puntos de extracción en la vecina Argentina se encuentran en el norte del país. Varias empresas privadas trabajan allí. Celebraron la eliminación de impuestos a las exportaciones mineras firmada en febrero de 2016 por el presidente Mauricio Macri.

Pero sus operaciones no han escapado a la polémica. Una investigación del diario norteamericano ‘The Washington Post’ ha puesto recientemente a la minera Exar, de capital chilenocanadiense, en el ojo del huracán. La compañía cerró acuerdos con varias comunidades locales para extraer litio en sus territorios. Generará unos 236 millones de euros anuales en ventas.

La controversia surge por los acuerdos alcanzados con los indígenas. Exar acordó pagar anualmente entre 9.000 euros y 58.000 euros a las comunidades por los derechos sobre agua y superficie. Muchos consideran esa cantidad irrisoria. La minera se defendió argumentando que ya ha invertido 227.000 euros en proyectos para los nativos y subrayando que los acuerdos incluyen capacitar y contratar a trabajadores locales.

¿Expectativas irreales?

Argentina, como Chile y Bolivia, es un objetivo marcado en rojo para las multinacionales mineras. Algunos expertos, sin embargo, consideran que las expectativas han sido exageradas. “El poseer reservas de litio se ha transformado en una post verdad. Se le asocia un ‘by-pass’ a un mundo tecnológico industrial que no tiene sustento alguno en la realidad”, piensa el experto Jaime Aleé.

Alberga muchas dudas en cuanto al desarrollo económico del ‘triángulo del oro blanco’ en torno al mineral: “El litio es abundante y barato, e irrelevante industrialmente, salvo como catalizador de algunas tecnologías, como las baterías de litio. Tener un catalizador, como el cuarzo en los relojes, o el cacao en los chocolates, no hace a los lugares productores de esas materias primas ricos ‘per sé’, como no ha hecho a los países productores de petróleo, infinitamente más valioso en términos como aporte al PIB que el litio, precisamente países ricos, ni industriales, ni sofisticados”, cree el experto.

No es el único escéptico. Otros investigadores apuntan que la tecnología basada en litio tiene aún mucho que evolucionar para poder rivalizar con el petróleo en el mercado de vehículos.

Un automóvil eléctrico, según los expertos, ha de ofrecer una autonomía de cientos de kilómetros para ser realmente atractivo. Debe poder recargarse en minutos, y no en horas. Dichas características estarían fuera del alcance de la tecnología basada en litio, según un artículo del Laboratorio Nacional Argonne de EEUU citado por ‘The Economist’.Los investigadores piden andar con pies de plomo en un sector donde, en estos momentos, reina el optimismo.

Hace un par de décadas era un metal casi irrelevante. Hoy es indispensable para el mercado tecnológico. Lo llaman el ‘oro blanco’. Alimenta las baterías de nuestros ordenadores, ‘smartphones’ y aires acondicionados. No sólo eso. Ahora incluso hace moverse a nuestros automóviles. El litio es considerado por Goldman Sachs como la ‘nueva gasolina’.

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