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Stephen Miller, el alma radical de la Administración Trump
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EL CAMBIO EN POLÍTICA MIGRATORIA

Stephen Miller, el alma radical de la Administración Trump

Siempre ha estado ahí, encaramado a la base del cráneo, como los traumas de la niñez. Ahora ha recibido el encargo de purgar el departamento que lleva la política migratoria de EEUU

Foto: El asesor presidencial Stephen Miller. (Reuters)
El asesor presidencial Stephen Miller. (Reuters)

Siempre ha estado ahí, encaramado a la base del cráneo, como los traumas de la niñez, como los deseos inconfesables. Hasta que ha salido a la superficie. El asesor presidencial Stephen Miller, de 33 años, ha recibido el encargo de purgar el departamento que lleva la política migratoria de Estados Unidos. La situación, según Donald Trump, es dramática, y requiere el bisturí de hierro de este joven nacionalista. La secretaria de Seguridad Interior, Kristjen Nielsen, y el director del Servicio Secreto, Randolph Alles, ya han sido purgados. Hay otros nombres en la lista.

“Sin duda hay un gran cambio liderado por Stephen Miller y el ala de la derecha recalcitrante dentro de la Administración”, declaró a 'Politico' una fuente cercana a la secretaria depuesta. “Fracasaron con los tribunales y con el Congreso, y ahora están comiéndose a los suyos”. La nominación de Ron Vitiello para dirigir la policía migratoria también ha sido retirada. Trump explicó por qué: “Ron es un buen hombre, pero vamos a tomar una dirección más dura. Queremos una dirección más dura”.

Las elecciones de 2020 están al caer y Donald Trump no está haciendo progresos en lo que se refiere a la frontera con México: los cruces ilegales están alcanzando niveles récord, con 100.000 detenidos sólo en el mes de marzo, y de momento no hay señal de que el presidente vaya a construir el muro que prometió. Así que el hacha ha empezado a funcionar, las cabezas ruedan por indicación de Miller, y cabe esperar un endurecimiento general de la política migratoria.

Foto: Donald Trump saluda tras abandonar la Iglesia Episcopal de St. John's, en Washington. (Reuters)

No es la primera vez que el joven asesor, responsable de escribir los discursos más importantes del presidente, define la política migratoria. Fue Miller quien ideó la ley que prohibía la inmigración a EEUU desde varios países de mayoría musulmana. Miller y su pareja política en el primer año de presidencia, Steve Bannon. Aquellas imágenes de caos en los aeropuertos se deben a aquella ley, que desde entonces ha sido un poco suavizada, en parte por presión de los tribunales. Pero su pasión por el nacionalismo, el “America First”, comenzó mucho antes.

Hijo de una familia judía acaudalada de Santa Mónica, la conversión de Miller a la derecha radical se puede documentar fácilmente. Cuando era un adolescente leyó “Armas, Crimen y Libertad”, del líder de la Asociación Nacional del Rifle, Wayne LaPierre. A los 14 años ya nadaba a contracorriente del instituto progresista en el que estudiaba. La mitad de los alumnos del Santa Monica High School eran minorías étnicas, uno de cada tres eran latinos, lo cual no impidió a Miller hacerlos objeto de sus burlas. Según varios testimonios, y de los propios escritos de Miller, este se reía de su mal inglés y exigía al centro que dejase de traducir los carteles al español.

En 2002, pocos meses después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, Miller critió la actitud de su instituto. Escribió una carta al editor del periódico escolar en la que decía que “Osama Bin Laden se hubiera sentido bienvenido en el Santa Monica High School”. En otro texto, Miller habló sobre el islam: “Todos hemos escuchado lo pacífica y benigna que es la religión islámica. Pero, por muchas veces que lo digáis, eso no puede cambiar el hecho de que millones de musulmanes radicales celebrarían vuestra muerte por la simple razón de que seáis cristianos, judíos o americanos”. El artículo se titulaba “Tiempo de matar”.

En el anuario del instituto, Miller aparece vestido de vaquero, con una sonrisa grande y orgullosa, junto a una cita del presidente Theodore Roosevelt: “No puede haber americanos al cincuenta por ciento en este país. Sólo hay espacio para un americanismo al 100%”.

placeholder El asesor de Trump Stephen Miller, en la Casa Blanca. (Reuters)
El asesor de Trump Stephen Miller, en la Casa Blanca. (Reuters)

Después estudió ciencias políticas en Duke University, donde escribió columnas en el periódico universitario y lideró la asociación conservadora Estudiantes por la Libertad Política. Miller se metió en diferentes charcos y batallas con las organizaciones progresistas del campus. Al acabar dio el salto a la política entre bastidores: ejerció de jefe de prensa de la congresista ultraconservadora Michelle Bachmann, defensora de prohibir el aborto y el matrimonio homosexual, y en 2009 se incorporó al equipo del senador de Alabama y futuro fiscal general de EEUU, Jeff Sessions. Fue su jefe de comunicación, y ambos desarrollaron una corriente populista, anti-inmigración, que cristalizaría en la campaña de Trump en 2016.

Desde entonces Miller ha sido objeto de análisis y también de escarnio; su cara afilada, sus “ojos muertos”, su injerto de pelo ha sido carnaza habitual de los medios. Sus apariciones públicas han sido esporádicas pero muy controvertidas. Cuando los aeropuertos de EEUU se sumían en el caos en febrero de 2017, y los jueces ponían límites urgentes a las acciones del nuevo presidente, Miller salió a fajarse con los medios. “Tenemos una judicatura que ha ganado demasiado poder”, declaró en la CBS. “Nuestros oponentes, los medios y el mundo entero, pronto verán, a medida que emprendamos más acciones, que los poderes del presidente para proteger nuestro país son muy sustanciales y no serán cuestionados”.

No solo ha sido criticado por periodistas y políticos demócratas, como la congresista Ilhan Omar, que esta semana se ha referido a Miller como “nacionalista blanco”. El año pasado, el neuropsicólogo David S. Glosser publicó una típica historia americana en Politico. Una historia que empezaba en “una choza de suelo sucio”, en una cominidad de granjeros autárquicos de la actual Bielorrusia. La pobreza y las persecuciones hacen que el patriarca de esta familia, Wolf-Leib Glosser, se marche a EEUU. Leib desembarca en Ellis Island en 1903, con 8 dólares, luego le sigue su primogénito. Ambos trabajan en talleres clandestinos, malvendan las mercancías por las esquinas, aprenden inglés, y poco a poco van trayendo a sus familiares.

Foto: Un granjero con una bandera mexicana en el cruce fronterizo entre Ciudad Juárez y El Paso. (Reuters)

La narración se alarga, el final es feliz, ¿y qué pinta esta historia en un artículo sobre Stephen Miller? El hombre que dejó la tierra de sus ancestros para probar suerte en Norteamérica no es otro que el antepasado de Miller. El autor del texto, David S. Glosser, es tío del asesor presidencial. “He visto con consternación y creciente horror cómo mi sobrino, un hombre educado que conoce bien su herencia familiar, se ha convertido en el arquitecto de políticas migratorias que repudian la mismísima fundación de la vida de nuestra familia en este país”, escribió Glosser.

La nueva política migratoria aún está por concretarse, pero todo apunta a que será mucho más dura que en los dos primeros años de la administración Trump. Múltiples informaciones indican que el Gobierno endurecerá el proceso de buscar empleo como inmigrante y de pedir asilo político, volverá a aplicar la separación de las familias detenidas en la frontera, que generó una fuerte polémica el verano pasado, y prolongará la detención de los menores. Una serie de medidas que probablemente se topen con obstáculos políticos y sobre todo legales.

Siempre ha estado ahí, encaramado a la base del cráneo, como los traumas de la niñez, como los deseos inconfesables. Hasta que ha salido a la superficie. El asesor presidencial Stephen Miller, de 33 años, ha recibido el encargo de purgar el departamento que lleva la política migratoria de Estados Unidos. La situación, según Donald Trump, es dramática, y requiere el bisturí de hierro de este joven nacionalista. La secretaria de Seguridad Interior, Kristjen Nielsen, y el director del Servicio Secreto, Randolph Alles, ya han sido purgados. Hay otros nombres en la lista.

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