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Nigeria: el Goliat africano va a las urnas bajo la atenta mirada de España
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Nigeria: el Goliat africano va a las urnas bajo la atenta mirada de España

España permanecerá atento al resultado de las elecciones por sus lazos económicos y de seguridad con el país más poblado de África, que se enfrenta a unas elecciones claves para la estabilidad

Foto: Venta de objetos de campaña en Makurdi, Nigeria. (Reuters)
Venta de objetos de campaña en Makurdi, Nigeria. (Reuters)

Este sábado, Nigeria, una de las mayores potencias de África, se enfrenta a las urnas. Marcada por la recesión económica de los últimos años, la rampante corrupción y la violencia, los ciudadanos votarán a los diputados para sus cortes, así como a su nuevo presidente de entre una terna de 73 candidatos. Entre todos sobresalen el actual presidente, Muhamadu Buhari, y su principal rival, Atiku Abubakar. Los países europeos y España, con importantes intereses económicos y de seguridad en la región, estarán muy atentos al resultado de unas elecciones clave para el desarrollo y la estabilidad en el África Occidental.

Nigeria, con una población de 200 millones de habitantes —más de 20 millones sólo en la megalópolis de Lagos—, es un país de países con una clara división entre norte y sur. El sur es de mayoría cristiana y concentra la riqueza económica, con las fuentes de petróleo en el Delta del Níger y el poderío empresarial de Lagos. El norte es de mayoría musulmana y concentra el poder político del país. De allí son ambos candidatos, Buhari y Abubakar, ambos de la etnia fulani. El primero se enfrenta a las elecciones sin la imagen del cambió que le aupó en 2015. Esa bala la juega ahora el segundo, el multimillonario ex vicepresidente del país. Las últimas encuestas dan como vencedor por un ligero margen a Buhari, pero los indecisos podrían voltear la balanza a favor de Abubakar.

España y el resto de sus socios europeos estarán atentos al desarrollo de los comicios en un país con un interés especial por tres diferentes motivos: la seguridad, la economía y la potencial inmigración. Buhari llegó al poder en 2015 con tres claras promesas: la primera, eliminar al grupo yihadista de Boko Haram, asentado en el norte del país en la frontera con el cinturón de seguridad del Sahel. Desde el año 2009 los terroristas han matado a alrededor de 40.000 personas y, a pesar de que en 2015 el presidente les diera por “técnicamente derrotados”, el grupo sigue vivo con hasta 500 combatientes. Hace unas semanas Buhari admitió que habían dado “un paso atrás” en la lucha contra Boko Haram.

Para acabar con esta insurgencia se creó en 2015 la Fuerza Operativa Multinacional Conjunta en la que participan principalmente los países que rodean el Lago Chad. A esa misión la Unión Europea le dedicó 50 millones de euros, que se suman a los 700 millones que los países europeos han dedicado a potenciar la estabilidad en la región del Lago Chad.

Foto: Una mujer camina por un barrio de Gyallesu, en el estado de Kadura, Nigeria, uno de los más azotados por la insurgencia de Boko Haram. (Reuters)
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Un repunte en los ataques de Boko Haram podría desestabilizar la ya de por sí inestable región del Sahel. Allí se establecen misiones europeas de desarrollo para frenar el avance del terrorismo. Las acciones las lidera el G5 del Sahel, que incluye a los cinco países que cubren el Sahel de este a oeste —Mauritania, Burkina,Chad, Níger y Malí—. El grupo recibió este pasado mes de diciembre el compromiso de un aumento de la financiación hasta los 2.400 millones de euros, 800 millones de los cuales provienen de las arcas europeas y 85 millones adicionales directamente de España.

En esa región España tiene un contingente de militares que, a pesar de no contribuir a la lucha directa contra Boko Haram, trabajan por contener la expansión del yihadismo. España lidera la misión de adiestramiento del ejército de Mali con 310 militares entre el Ejército de Tierra y el apoyo aéreo del Ejército del Aire desde Senegal. A ellos se le suman 54 militares en la misión de adiestramiento de las tropas de República Centroafricana por tierra y por aire desde Gabón. En total, todas estas misiones supusieron un gasto de más de 150 millones de euros en 2018.

El G5 del Sahel recibió el compromiso de un aumento de la financiación hasta los 2.400 millones. 85 provienen directamente de España

A la amenaza yihadista se le une el grave conflicto entre pastores y agricultores en el centro del país que dejó un total de 1.500 muertos tan solo en 2018, una cifra hasta seis veces mayor a las muertes causadas por Boko Haram. Los ganaderos, musulmanes de etnia fulani, emigran desde el norte, castigado por el cambio climático, en busca de tierras menos áridas y sus reses ocupan las tierras de los agricultores establecidos allí, de mayoría cristiana. Un conflicto que se ha recrudecido ante la inacción del gobierno, a quien los cristianos acusan de mirar a otro lado al ser el presidente Buhari también de la etnia fulani. Finalmente a todos los graves problemas de seguridad se suman las múltiples milicias separatistas en el Delta del Níger que claman por el control de los recursos petrolíferos de la zona y atacan constantemente para robar las reservas existentes.

La segunda promesa de Buhari era acabar con la corrupción. Recientemente el presidente suspendió de su cargo al jefe del Poder Judicial, Walter Onnoghen, quien tiene potestad para resolver disputas electorales. El movimiento fue tildado de golpe de Estado por la oposición y el relator de la ONU dijo que rompía el derecho humano internacional de independencia de la judicatura.

Foto: Abu Adnan Walid al Sahraui, en el momento de jurar lealtad al Estado Islámico en 2015, en un vídeo propagandístico.

Su tercera promesa a su llegada al poder en 2015 tampoco se ha cumplido. El nuevo presidente prometió potenciar el crecimiento económico y diversificar la economía. Sin embargo, a su llegada Nigeria crecía a un ritmo del 6% anual; en menos de dos años cayó ocho puntos hasta entrar en una grave recesión. Tras un ligero repunte, la economía nigeriana vuelve a crecer, pero a un ritmo del 2% anual, muy lejos de las perspectivas de Buhari a su llegada.

El petróleo además sigue siendo el principal motor económico del país, con más del 90% de las exportaciones derivadas de su sector. Nigeria es el mayor productor de África junto con Angola y el sexto mayor productor de la OPEP.

Un petróleo vital para España

Su petróleo es vital para España. Nigeria es el país desde el que más importa España el oro líquido, y el segundo país desde el que más importa gas. Con todo, España es el tercer cliente comercial del gigante africano, al que pagó en 2017 un total de 4.500 millones de euros. El 97% de las importaciones procedentes de Nigeria fueron petróleo y gas.

La estabilidad política en el país es clave para poder mantener su producción de petróleo y proseguir con el repunte económico en el África Occidental. La ONU estima que el crecimiento en la región se situará en un 2.9% en el año 2019 liderado por Nigeria, que tiene previsto un crecimiento del 2.1% anual y representa tres cuartas partes de la producción económica de esa zona. “Sin un cambio en las políticas y con un entorno externo favorable, a medio plazo el crecimiento debería llegar al 4% en la región”, manifiesta el informe de la ONU con las previsiones para el África Occidental y el Sahel en 2019.

placeholder Una imagen de Muhammadu Buhari, en Abuja, Nigeria. (Reuters)
Una imagen de Muhammadu Buhari, en Abuja, Nigeria. (Reuters)

Además de diversificar su economía, uno de los mayores retos que tiene Nigeria es convertir el crecimiento económico en un crecimiento inclusivo que llegue sobre todo a los jóvenes. Nigeria pasó a India en 2018 como el país con más personas viviendo bajo el umbral de la extrema pobreza, con 89 millones, casi la mitad de la población total del país. A ello se le une que el desempleo juvenil ha ido empeorando conforme avanzaba la legislatura de Buhari, desde un 15% en 2015 hasta un más de un tercio de la población joven en el tercer cuatrimestre de 2018.

Con 135 millones de personas menores de 30 años, las consecuencias de que Nigeria deje de lado a sus jóvenes pueden ser muy negativas. Por una parte, los jóvenes sin trabajo son más propensos a ser captados por organizaciones terroristas como Boko Haram, donde ven una oportunidad de desarrollo y canalizan su frustración con el gobierno. Por otra parte, algunos jóvenes que se encuentran sin oportunidades intentan cruzar desesperados el Mediterráneo para encontrarlas. Hasta un 95% de los que deciden emigrar lo hacen por motivos económicos. En el año 2016 Nigeria fue el principal país de origen de los inmigrantes que intentaron cruzar por la ruta del Mediterráneo central hasta Italia y ese mismo año hasta 40.000 nigerianos cruzaron el mar para llegar a Europa.

España es el tercer país con más población nigeriana de Europa con aproximadamente 30.000 personas, tan solo por detrás de Reino Unido e Italia. A esto se le añade que la ruta del Mediterráneo occidental suma adeptos, ya que el año pasado se duplicó por segundo año consecutivo la llegada de inmigrantes ilegales a España, hasta los 65.325.

El mundo pone sus ojos este 16 de febrero en el país más poblado de África. De la transparencia, seguridad y fiabilidad de los comicios dependerá el futuro del país. España tiene grandes intereses en materia de seguridad y económica por lo que necesita un resultado que legitime al presidente y traiga estabilidad al país. De ello depende continuar la senda de negocio y buena sintonía con Nigeria, bien sea con el actual presidente Buhari o con su rival Abubakar.

Este sábado, Nigeria, una de las mayores potencias de África, se enfrenta a las urnas. Marcada por la recesión económica de los últimos años, la rampante corrupción y la violencia, los ciudadanos votarán a los diputados para sus cortes, así como a su nuevo presidente de entre una terna de 73 candidatos. Entre todos sobresalen el actual presidente, Muhamadu Buhari, y su principal rival, Atiku Abubakar. Los países europeos y España, con importantes intereses económicos y de seguridad en la región, estarán muy atentos al resultado de unas elecciones clave para el desarrollo y la estabilidad en el África Occidental.

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