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El clan gitano deportado por el fascismo que creó la mafia más peligrosa de Roma
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"vittorio CASAMONICA. rey de la capital"

El clan gitano deportado por el fascismo que creó la mafia más peligrosa de Roma

La primera vez que la policía italiana oyó hablar en los setenta del clan de los Casamonica, no le prestó atención. Bajo el mando de Vittorio, devendría la banda más peligrosa de la ciudad y su región

Foto: Un grupo de personas porta el ataúd de Vittorio Casamonica durante su funeral en Roma. (Reuters)
Un grupo de personas porta el ataúd de Vittorio Casamonica durante su funeral en Roma. (Reuters)

La primera vez que la policía italiana oyó hablar de los negocios criminales del clan de los Casamonica, no le prestó demasiada atención. Eran los setenta, los años de plomo, de la Guerra Fría, repletos de conspiraciones, 'agentes dobles' y muertos que se agolpaban en las páginas de las crónicas judiciales italianas. Vittorio Casamonica, que luego se convertiría en el capo máximo del clan, era solo un veinteañero cuando pisó Roma por primera vez y no pintaba mucho en la escala jerárquica del mundillo criminal de la capital. Pero bajo su mando, el clan se convertiría en una de las bandas más peligrosas —y misteriosas— de la ciudad y su región, el Lacio.

Casamonica, nacido en 1950, era solo un inmigrante más. Proveniente de la región de los Abruzos o del Molise —nunca se ha llegado a saber con certeza—, se buscaba la vida a las órdenes de la Banda de la Magliana, un poderoso grupo criminal que por aquel entonces campaba a sus anchas en la capital de Italia, con tentáculos que alcanzaban los estratos más altos de la sociedad.

Con semejante preámbulo, Vittorio y los suyos habían empezado desde lo más bajo en la escala del delincuente: reunir el dinero extorsionado por sus superiores. Unos tipos que anhelaban dinero y respeto, pero que contaban poco ante el resto de mafiosos. Sin embargo, en los años noventa, desangrada por sus luchas internas y perseguida por la Justicia italiana, la Banda de la Magliana desapareció; los Casamonica, en cambio, sobrevivieron.

En esos años, Vittorio siguió tejiendo la telaraña que poco después transformaría en un verdadero imperio, un poder que en Roma todo el mundo temía pero del que nadie hablaba. Poco a poco, año tras año, Vittorio apuntaló su posición en la organización: construyó una estructura piramidal con él como jefe de un clan basado en rígidos vínculos familiares y alianzas matrimoniales —también originadas en sus raíces 'sinti', una de las poblaciones gitanas de Europa—, en que todos eran parientes y nadie se ‘arrepentía’ confesando ante la policía.

Foto: Italianos en la playa de Ostia, al oeste de Roma. (Reuters)

Vittorio y su clan dieron el último paso hacia 'la cima' cuando entraron en el negocio del tráfico de droga, recuerda el coronel Marcelo Manca, responsable hoy del Departamento de la Dirección de Investigación Antimafia (DIA), que coordina las investigaciones sobre los grupos mafiosos no tradicionales que operan en Italia. “La expansión de los Casamonica en Roma fue algo gradual y estuvo vinculada en particular al tráfico de cocaína, una actividad que sumaron a sus otros negocios, la extorsión, el fraude, los secuestros, la venta de mercancías robadas… Todo dinero que después han ‘lavado' en actividades legales, comercios, balnearios, supermercados, empresas”, explica a El Confidencial.

“Fue entre 2009 y 2010 cuando su protagonismo en la vida criminal romana comenzó a cobrar relevancia a los ojos de los investigadores”, comenta otra fuente bien informada sobre las andanzas de este clan. A esa época se remontan los primeros cálculos sobre el imperio construido por los Casamonica, con sus más de 1.000 integrantes y un patrimonio estimado en 90 millones de euros.

“En la actualidad —añade el coronel Manca—, los Casamonica mantienen una presencia importante en Anagnina, Tuscolana, Romanina, Tor Bella Monaca, los barrios del este de Roma, así como en algunas ciudades cercanas a la capital de Italia, entre ellas Ciampino, Frascati y Latina”. Así, los Casamonica y otras bandas criminales romanas han logrado ocupar el vacío dejado por la desaparición de la Banda de la Magliana.

Foto: Voluntarios de Cruz Roja reparten jeringuillas en Tor Bella Monaca durante la realización de este reportaje. (Croce Rossa Italiana/Emiliano Albensi)

Mafiosos "bajo el umbral de la pobreza"

El verdadero alcance del poder de los Casamonica empezó a desvelarse a partir del caso conocido como Mafia Capital, un enrevesado proceso judicial que, a partir de 2014, reveló la complicidad de varias bandas romanas con el poder político y económico de Roma. Las primeras sentencias sobre la 'metamorfosis' de los Casamonica son de poco antes.

En uno de estos primeros sumarios, emitido por el tribunal de Roma en enero de 2013, se describe a la organización como “una de las más poderosas y arraigadas en el Lacio, cuyos afiliados declaran vivir por debajo del umbral de la pobreza, aunque residan en enclaves protegidos por vallas, cámaras y vigilancia armada”, y a sus traficantes de drogas como sujetos "extremadamente eficaces", para vender su mercancía “de día y de noche, sin parar nunca”, en particular en el barrio romano de la Romanina, su cuartel general.

En otro, el número 27.975, del 18 de junio de 2013 y dictaminado por el Tribunal Supremo de Italia, se califica de “prominente” el papel de Vittorio Casamonica como proveedor de droga. En otras actas, se evidencia también el papel de las mujeres del clan, como miembros dedicados a la venta de droga al menudeo por cuenta de la organización criminal.

“Se trata de un fenómeno criminal complejo”, ha llegado a decir el fiscal Guglielmo Muntoni, presidente del Tribunal para las Medidas de Prevención y uno de los que más se han ocupado del caso. “Los Casamonica fueron deportados a Roma durante el fascismo y eran un grupo enorme, integrado por distintas familias, los Casamonica, los Silvio, los Di Gugliemo, los Rocco y Spada y los Spinelli”, añadió Muntoni, al sugerir que en sus inicios en Roma el grupo era un clan nómada más, no implicado en el crimen organizado.

Una década después, la creatividad de los afiliados al clan Casamonica para burlar la ley no tenía límites. Consiglio Casamonica, uno de los presuntos herederos del negocio familiar, llegó a enviar a su compañera sentimental para seducir a un fiscal que lo perseguía, Roberto Staffa. La mujer se presentó en el despacho del magistrado en la plaza Clodio de Roma y le ofreció sus 'servicios'. El fiscal aceptó y en 2013 acabó en la cárcel, mientras Consiglio lograba poco después librarse de un importante juicio en su contra, como luego certificó la sentencia en último grado emitida por el Tribunal Supremo el 20 de abril de 2017.

'Vittorio Casamonica. Rey de Roma'

Otro episodio fue el funeral de Vittorio Casamonica en agosto de 2015, que acabó en las portadas de la prensa nacional e internacional después de que el féretro llegase a la iglesia Don Bosco de Roma en una antigua carroza negra con adornos de oro, mientras se oía la música de 'El Padrino' y un helicóptero esparcía pétalos de rosas en la calle. 'Vittorio Casamonica. Rey de Roma', se leía en una de las pancartas. Los diarios italianos, casi indiferentes al caso hasta entonces, empezaron a investigar mientras en cada incautación la policía revelaba los excesos del clan: sus almacenes repletos de Ferraris, los inodoros y los muebles en oro, las pistolas adornadas con decenas de diamantes...

placeholder Una carroza traslada el ataúd de Vittorio Casamonica a una basílica en los suburbios de Roma, en agosto de 2015. (Reuters)
Una carroza traslada el ataúd de Vittorio Casamonica a una basílica en los suburbios de Roma, en agosto de 2015. (Reuters)

La última gran redada fue en diciembre de 2017. En ella cayeron Guerino Casamonica y otros dos miembros del clan, acusados entre otros delitos de secuestro de personas, extorsión y tráfico de drogas. Pero el declive de los Casamonica no se debió solo a las operaciones policiales. Según los investigadores, el afán de los hijos y nietos por tomar el relevo se ha transformado en los últimos años en el talón de Aquiles de los Casamonica. Sobre todo, a partir de la muerte de Vittorio.

Un afán que el 1 de abril indujo a Antonio Casamonica y sus primos, Alfredo y Vincenzo Di Silvio, a darle una brutal paliza a una mujer discapacitada y al propietario del café Roxy Bar, en el barrio de la Romanina. La razón: querían ser atendidos primero. El caso terminó por causar un gran revuelo y atrajo la atención de la policía, que detuvo a los tres jóvenes vástagos y a Enrico Di Silvio, abuelo de Alfredo y Vincenzo.

Fue una prueba de fuerza de los miembros más jóvenes del clan, pero les salió mal, algo que con toda probabilidad no les ha sentado nada bien a los miembros más ancianos de la banda”, comenta el coronel Manca, subrayando, no obstante, que este grupo criminal no tiene un código de honor preciso, como ocurre con la 'Ndrangheta, la Camorra y Cosa Nostra. Mafias con las que, por cierto, los Casamonica mantienen relación, aunque el clan haga las transacciones internacionales de droga de forma independiente, según los investigadores. Algo que, al parecer, aún no ha cambiado.

La primera vez que la policía italiana oyó hablar de los negocios criminales del clan de los Casamonica, no le prestó demasiada atención. Eran los setenta, los años de plomo, de la Guerra Fría, repletos de conspiraciones, 'agentes dobles' y muertos que se agolpaban en las páginas de las crónicas judiciales italianas. Vittorio Casamonica, que luego se convertiría en el capo máximo del clan, era solo un veinteañero cuando pisó Roma por primera vez y no pintaba mucho en la escala jerárquica del mundillo criminal de la capital. Pero bajo su mando, el clan se convertiría en una de las bandas más peligrosas —y misteriosas— de la ciudad y su región, el Lacio.

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