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Hong Kong, el paraíso del contrabando de antigüedades... que China quiere aprovechar
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PEKÍN pone FRENO A LOS CAZATESOROS

Hong Kong, el paraíso del contrabando de antigüedades... que China quiere aprovechar

La ex colonia británica se rige por leyes diferentes que tradicionalmente han facilitado la compraventa de piezas de dudoso origen. El sector se ha profesionalizado, pero el problema persiste

Foto: Una mujer observa varias antigüedades en una vitrina durante la feria Fine Arts Asia
Una mujer observa varias antigüedades en una vitrina durante la feria Fine Arts Asia

Rodeado de esculturas de feroces dioses budistas, mercaderes de la ruta de la Seda y voluptuosas cortesanas de la dinastía Tang, el propietario de uno de los numerosos anticuarios de Hollywood Road, una de las calles más antiguas de Hong Kong, enseña con orgullo su colección. “La mayoría de piezas fueron desenterradas en tumbas de distintos puntos de China”, explica. Instado a dar más detalle sobre el origen de las piezas, muchas de las cuales tienen más de mil años de antigüedad, el marchante da una escueta respuesta: “Las compramos hace ya mucho tiempo”.

Durante décadas, Hong Kong ha sido considerado el principal mercado de antigüedades de Asia, gracias a la constante llegada de artículos de China, y a su sistema legal, independiente al del resto del país. Sin embargo, a la vez que el gobierno chino intenta proteger su patrimonio histórico, la ciudad sigue siendo considerada un punto de intercambio de todo tipo de falsificaciones y piezas de contrabando chinas y asiáticas.

“Si quieres comprar antigüedades de contrabando, Hong Kong es uno de los mejores lugares del mundo para hacerlo”, explica Steven Gallagher, experto en legislación de patrimonio cultural de la Universidad China de Hong Kong. Gallagher defiende que la ciudad juega un importante papel en “el tráfico ilícito” de piezas de museo de toda la región gracias a distintas provisiones legales, que protegen a los compradores de objetos de contrabando.

Foto: Imagen de la antigua ciudad de Ptolemais, en Libia, a unos 100 kilómetros de Bengasi (Reuters).

De modo similar, Emiline Smith, una experta centrada en el tráfico de artefactos culturales de la Universidad de Glasgow, en Reino Unido, explica que Hong Kong se ha convertido en un “lugar de paso” no solo de piezas chinas robadas, sino también de objetos de colecciones europeas que ahora están volviendo a su país de origen, después de ser ‘blanqueados’ en el antiguo enclave británico. “En la mayoría de casos, las antigüedades chinas que se encuentran en el mercado han sido ilegales en algún momento”, afirma Smith.

Por el contrario, algunos miembros de la industria consultados quitan importancia a las acusaciones, y destacan que el flujo de objetos robados se ha reducido notablemente. “Puede que siga habiendo casos individuales hoy en día, pero la escala del problema es mucho menor que durante los 80, o principios de los 90”, explica Andy Hei, director de la Feria Fine Arts Asia, celebrada en Hong Kong a principios de octubre.

Otros anticuarios reunidos en el evento admiten que siguen habiendo piezas de origen cuestionable en el mercado, pero destacan que muchos profesionales no están interesados en ellas. “Se trata de una decisión personal de cada marchante, algunos se arriesgan, mientras que otros son más cautelosos, ya que muchos coleccionistas pueden rechazar comprarlas¨, explica Nader Rasti, propietario del anticuario Rasti Chinese Art. Jamie Wang, responsable del anticuario Orientiqué, explica que, más allá de su origen, las “buenas” piezas “siempre acaban siendo adquiridas”. “Nosotros no tenemos más remedio que seguir comprando y vendiendo”, dice resignada.

placeholder Varias figuras, supuestamente de la dinastía Tang, expuestas en un anticuario de Hollywood Road. (E. Fernández)
Varias figuras, supuestamente de la dinastía Tang, expuestas en un anticuario de Hollywood Road. (E. Fernández)

Millones de piezas ‘en el exilio’

Recordar a los extranjeros que China cuenta con una civilización con 5.000 años de historia es una de las grandes aficiones de los ciudadanos chinos y de su gobierno. Sin embargo, su convulsa historia contemporánea, marcada por distintas ocupaciones extranjeras, la guerra civil o la Revolución Cultural maoísta ha provocado la destrucción y el robo de numerosas reliquias históricas. Más de 10 millones de antigüedades chinas se encuentran actualmente en el extranjero, según un estudio del gobierno recogido por China Daily.

A su vez, durante las últimas décadas, la aparición de numerosos ladrones de tumbas ha causado daños en centenares de sepulcros. En 2015, la Administración Estatal de Patrimonio Cultural del país confirmó 103 casos de robos de reliquias y saqueos de féretros, según The New York Times, aunque se teme que las cifras reales sean muy superiores. “Algunas de las grandes tumbas imperiales fueron saqueadas en el pasado, y se podían encontrar objetos de gran importancia en anticuarios”, explica Jiang Qiqi, comisaria de distintas exposiciones sobre arte chino, y fundadora del sitio de subastas online ePaiLive, destinado al público chino.

Foto: Dos hombres consultan un mapa junto a una de las barricadas construidas en las protestas de Hong Kong, 2014. (Reuters)

Las autoridades defienden que cualquier objeto encontrado bajo tierra pertenece al Estado, y han intentado poner freno a este fenómeno. El septiembre pasado, la policía detuvo a seis ladrones de tumbas que operaban en las provincias centrales de Hubei y Hunan, según la agencia estatal Xinhua. Mientras cumplía una condena anterior, el líder de la banda, apellidado Ye, había estudiado fengshui, la filosofía china dedicada a armonizar los espacios físicos. Gracias a sus conocimientos, Ye era capaz de adivinar la ubicación de tumbas aún no desenterradas.

Una operación policial similar detuvo en 2015 a 175 cazatesoros, y logró recuperar más de 1.000 antigüedades, valoradas en cerca de 70 millones de euros. Jiang destaca que la campaña contra el contrabando ha tenido “grandes resultados”, y explica que el gobierno actualmente usa “equipos de alta tecnología” para proteger los artefactos históricos.

“Hay muchas cosas que los contrabandistas no intentarán pasar a través de la frontera con Hong Kong actualmente, y el número de traficantes ha disminuido, a la vez que [el presidente chino] Xi Jinping ponía freno a todo”, explica Roger Schwendeman, un marchante de antigüedades que opera en China y Hong Kong. Por otra parte, Emiline Smith, experta en el tráfico de antigüedades, explica que la persecución de este tipo de contrabando ha forzado a los ladrones a buscar nuevos mercados. “Hemos detectado un incremento de robos de piezas chinas en museos europeos, que es donde se encuentran algunas de las antigüedades mejor preservadas”, explica.

placeholder Rótulo de una tienda de antigüedades en Hong Kong. (E. Fernández)
Rótulo de una tienda de antigüedades en Hong Kong. (E. Fernández)

Al otro lado de la frontera

Sin embargo todos estos esfuerzos se ven socavados por un sencillo hecho: cuando un objeto robado llega a Hong Kong, queda fuera del alcance de las autoridades chinas. Gallagher explica que la legislación de Hong Kong, inspirada en las leyes británicas, protege a aquellos compradores que no supieran que se trataba de un artículo de procedencia ilegal. Al mismo tiempo, el experto asegura que algunos anticuarios “hacen la vista gorda” acerca de los orígenes de ciertos objetos, y se muestran dispuestos a crear “certificados falsos”, estableciendo que el objeto fue adquirido antes de la implementación de las principales convenciones internacionales sobre patrimonio robado.

“Algunos marchantes cuentan con una gran reputación, y nunca comerciarían con nada sin estar seguros de su procedencia, pero en otros establecimientos, y no hablo sólo de tiendas pequeñas, no se hacen suficientes preguntas”, destaca Gallagher. El sistema permite a los coleccionistas comprar piezas de contrabando, para exportarlas luego a su país, o incluso devolverlas de nuevo al gigante asiático, sin temer consecuencias legales.

La nueva élite económica china, virtualmente inexistente hace menos de cuarenta años, ha permitido a Hong Kong mantener su rol como capital del arte asiático. “Coleccionar antigüedades chinas está en la sangre de todos los chinos”, afirma Patrick Wang, de Orientiqué.

Foto: Estudiantes chinos utilizan alfombras rojas para formar una bandera antes del Congreso Nacional del PCCh, en Linyi, provincia de Shandong. (Reuters) Opinión
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Según un informe de Artnet, un analista del mercado del arte, las filiales de Hong Kong de Sotheby’s y Christie’s vendieron en 2016 arte y antigüedades chinas por valor de 750 millones de euros. Los organizadores de la Fine Arts Asia no cuentan con cifras oficiales sobre el volumen total del mercado, pero calculan que las grandes casas de subastas suponen cerca de la mitad del mismo.

Los comerciantes de arte admiten que la campaña contra la corrupción iniciada hace cinco años por el presidente chino, Xi Jinping, ha dañado algunos sectores de la industria, especialmente el de aquellas piezas que podían ser trasladas fácilmente, como los amuletos de jade o las pinturas tradicioanles, pero también ha servido para estabilizar el valor de las antigüedades. “Los precios llegaron a niveles ridículos, había mucha especulación. Para marchantes con productos de alta calidad, la situación actual facilita las cosas”, explica Rader Nasti. De modo similar, Andy Hei asegura que la demanda por antigüedades chinas “sigue al alza” gracias a que la gente se sigue enriqueciendo en todo el país.

placeholder Porcelana china, supuestamente de la Dinastía Qing, en una tienda de Hollywood Road. (E. Fernández)
Porcelana china, supuestamente de la Dinastía Qing, en una tienda de Hollywood Road. (E. Fernández)

Falsificación rampante

La imparable demanda de artículos históricos, y la baja regulación del mercado, ha hecho también que todo tipo de falsificaciones lleguen a Hong Kong. El marchante Roger Schwendeman dice que la ciudad ha sido tradicionalmente vista como un mercado más “seguro” gracias a la experiencia de sus anticuarios, pero advierte que hay establecimientos “donde no hay una sola antigüedad real”.

Muchas de las copias son trasladadas a Hong Kong desde el resto de China, donde algunas ciudades están especializadas en la creación de determinados productos. Según Schwendeman, Jingdezhen, un centro de producción de porcelana tradicional en el sur del país, se ha convertido en un uno de los principales puntos de fabricación de piezas falsas, mientras que la provincia de Hebei, próxima a Pekín, está centrada en la creación de imitaciones de muebles hechos con ‘huanghuali’, un tipo de madera ya extinta y muy buscada por los coleccionistas. “Se trata de una área gris, ya que algunas copias puede que sean vendidas ‘accidentalmente’ como originales, pero en China también es muy valorado el arte de copiar piezas de arte para apreciarlas mejor”, explica.

Foto: Montaje: EC

Jamie Wang, de Orientiqué, expone la situación de modo simple: “Si creas billetes falso, irás a la cárcel, pero si creas antigüedades falsas, no”. Los distintos intermediarios consultados apuntan que las falsificaciones son un fenómeno global, y que adquirir algunas forma parte de la profesión, mientras que “revenderlas” es un pecado imperdonable. Algunos de los expertos apuntan que China ha decidido no presionar a Hong Kong para poner orden en su mercado de antigüedades con el fin de fomentar el retorno de arte que actualmente se encuentra en el extranjero al país, aunque se trate de piezas de dudosa procedencia.

En cualquier caso, Gallagher apunta que para solucionar el problema, sería necesario una legislación más fuerte, y “más recursos” y entrenamiento para que los oficiales de aduanas pudieran detectar reliquias de contrabando y falsificaciones cruzando la frontera. “Sin embargo, esto no ocurrirá si Beijing no empieza a presionar [al gobierno de Hong Kong] o ocurre algún tipo de escándalo”. “Sólo si Hong Kong implementa una legislación integral en relación al comercio, la importación y exportación de antigüedades chinas y del resto de Asia estos países podrán proteger su propio patrimonio cultural de manera efectiva”, destaca Smith.

Rodeado de esculturas de feroces dioses budistas, mercaderes de la ruta de la Seda y voluptuosas cortesanas de la dinastía Tang, el propietario de uno de los numerosos anticuarios de Hollywood Road, una de las calles más antiguas de Hong Kong, enseña con orgullo su colección. “La mayoría de piezas fueron desenterradas en tumbas de distintos puntos de China”, explica. Instado a dar más detalle sobre el origen de las piezas, muchas de las cuales tienen más de mil años de antigüedad, el marchante da una escueta respuesta: “Las compramos hace ya mucho tiempo”.

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