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Martin Selmayr, el hombre que ha sacado de quicio a Theresa May
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forma parte de las negociaciones UE-UK

Martin Selmayr, el hombre que ha sacado de quicio a Theresa May

A día de hoy, nadie cuenta con tanta confianza por parte de Juncker como este alemán de 46 años, que no duda en aprovecharla para ir incluso más allá de los límites

Foto: Martin Selmayr, jefe de gabinete del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Martin Selmayr, jefe de gabinete del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

El 'monstruo'. Darth Vader. Rasputín. Doug Stamper, el siniestro ayudante del también peligroso Frank Underwood. Los apelativos que preceden a Martin Selmayr no podían ser menos cariñosos. Y sin embargo, a la mano derecha del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, no parece importarle. De hecho, el más poderoso de los funcionarios comunitarios no se molesta en esconder su mano dura, aunque esto le cree enemigos. Y la última en unirse a esta lista cada vez más larga es Theresa May.

Solo un par de personas de confianza acompañaron a Juncker al encuentro con May la semana pasada, que de cara a la galería se vendió como una cita “constructiva” y cordial. Sin embargo, uno de los presentes relató al 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' (FAZ) los entresijos de una cena “desastrosa”. Sin pasar por alto algunos momentos memorables, como cuando Juncker puso sobre la mesa las más de 2.000 páginas seis kilos de papel— que forman el acuerdo de libre comercio con Canadá (CETA) para convencer a May de que no puede esperar sellar un pacto comercial con la UE rápido.

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La fuente del periodista alemán Thomas Gutschker no dudó en decir que May parece estar “en otra galaxia”. Y que Juncker abandonó el número 10 de Downing Street “10 veces más escéptico” de lo que había llegado. Unas duras declaraciones para una primera ministra que se encuentra a menos de un mes de unas elecciones anticipadas diseñadas para fortalecer su posición, de cara a las difíciles negociaciones con las que pretende alcanzar un Brexit duro lo más beneficioso posible para su país.

Como era de esperar, en la Comisión nadie desmiente ni confirma quién está detrás de esta jugada —que una airada May ha calificado de intento de interferir en las elecciones británicas—, pero todos coinciden en que lleva el sello de Selmayr. Tanto en Londres como a este lado del Canal de la Mancha.

A día de hoy, nadie cuenta con tanta confianza por parte de Juncker como este alemán de 46 años, que no duda en aprovecharla para ir incluso más allá de los límites en los que tradicionalmente se mantenían sus predecesores en el cargo de jefe de gabinete del presidente de la Comisión Europea. Es su bastón de apoyo, pero también quien guarda la llave de acceso al presidente de la Comisión Europea. Una pieza clave e ineludible en el entramado de Bruselas.

Con dos años en el servicio jurídico del BCE a sus espaldas, durante los que realizó su doctorado en derecho comunitario, este convencido del proyecto europeo terminó por mudarse a Bruselas para trabajar, como tantos otros, dentro de Bertelsmann. En este periodo daría sin saberlo con su trampolín: el diputado europeo alemán Elmar Brok. La conexión entre ambos llevó a que el influyente político se convirtiese en su mentor y le iniciase en las complejas artes bruselenses, en las que pronto despuntó. Una vez entró en la Comisión, como responsable de prensa, no tardó en escalar hasta el gabinete de la comisaria Viviane Reding.

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La meteórica carrera del alemán quedó sellada cuando en plena campaña para las elecciones europeas de 2014 fue elegido para organizar la candidatura de Juncker para presidir la Comisión, gracias a una recomendación de Brok. Desde entonces, este alemán, conocido también como un adicto al trabajo —“no sé qué quiere decir el concepto de fin de semana”, ha llegado a comentar—, se ha convertido en la mano derecha del veterano político. “Juncker es el tipo bueno y yo soy el malo”, ha dicho el propio Selmayr a 'Financial Times'.

Su estilo contundente no es plato de gusto para todos. Sus críticos abundan. Y su férreo control sobre la actividad del Ejecutivo comunitario crea tensiones incluso dentro del colegio de comisarios, el núcleo decisorio de la institución. Kristalina Georgieva, que abandonó a principios de año una vicepresidencia de la institución para postularse como secretaria general de la ONU, llegó a decir que Selmayr “envenena el ambiente”. También se le ha pintado como la verdadera mano que mueve los hilos de un vacilante Juncker. Una “idiotez”, según zanjó este miércoles el propio Selmayr en una conversación con 'Politico'.

El funcionario alemán es miembro de la CDU de Angela Merkel, lo que en un principio facilitó un acercamiento con Berlín, pese a no ser un extraño en la política nacional alemana. Sin embargo, el empuje de Juncker y Selmayr para convertir su Comisión en la “más política” de todas pronto chocó con las capitales, siempre recelosas de una Bruselas proactiva. El peso pesado del Ejecutivo germano, Wolfgang Schäuble, llegó a quejarse por la actitud de “meter las narices donde no le llaman” de Selmayr, quien mantiene un perfil alto —incluso con intervenciones en Twitter—, en contra de los usos y costumbres comunitarios.

De cara al Brexit, nadie cuestiona el rol de la Comisión Europea, la encargada de negociar en nombre de los Veintisiete. Y aunque la cara visible será Michel Barnier —el experimentado político francés, antiguo comisario, conocedor de las sensibilidades británicas y reconocido como un 'gentleman' elegido como negociador jefe de la UE—, nadie duda de que en la sombra Selmayr tendrá un papel clave. Ahora, Londres es más consciente de ello que nunca.

El 'monstruo'. Darth Vader. Rasputín. Doug Stamper, el siniestro ayudante del también peligroso Frank Underwood. Los apelativos que preceden a Martin Selmayr no podían ser menos cariñosos. Y sin embargo, a la mano derecha del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, no parece importarle. De hecho, el más poderoso de los funcionarios comunitarios no se molesta en esconder su mano dura, aunque esto le cree enemigos. Y la última en unirse a esta lista cada vez más larga es Theresa May.

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