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Israelíes que construyen búnkeres antinucleares en su jardín
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TRAS EL ACUERDO ENTRE IRÁN Y LAS POTENCIAS

Israelíes que construyen búnkeres antinucleares en su jardín

El miedo se extiende en Israel tras el acuerdo marco con Irán sobre su programa nuclear. Algunos ciudadanos construyen refugios en sus propias viviendas. Entramos en uno de ellos

Foto: Soldados israelíes durante una simulación de un ataque químico en la ciudad de Haifa (Reuters)
Soldados israelíes durante una simulación de un ataque químico en la ciudad de Haifa (Reuters)

“Puede ocurrir en cualquier momento”, expresa Noah, “en los próximos cinco años sufriremos un ataque nuclear”. Hace dos semanas que este israelí ha completado una obra singular en el subsuelo de su casa: un lujoso búnker subterráneo de 85 m2. Orgulloso, camina sobre la sala principal y observa la majestuosidad de su recién estrenado refugio antinuclear. “He tardado cuatro años en construirlo y me he gastado medio millón de shekels (117.000 euros)”, comenta. Un “suicidio económico”, dice, que salvará la vida de su familia de la futura bomba iraní.

En medio del jardín, unas escaleras conducen a la entrada, protegida por dos enormes puertas de acero. La sala principal hace las funciones de salón-dormitorio; en el lateral, Noah ha construido un baño y una lujosa cocina conectada a una cisterna de 4.000 litros de agua; otra pequeña estancia incluye los filtros para limpiar el aire y una despensa conserva una tonelada de comida deshidratada. “Está todo preparado –cuenta–;después del ataque deberíamos estar aislados durante dos semanas hasta que desaparecieran los restos radiactivos en el exterior”.

Pensativo, recuerda el día en el que decidió construir su búnker familiar. “No confío en la seguridad de mi país. No me siento seguro”, confiesa. Fue un discurso del jefe del Ejército, en el que habló de una futura catástrofe eléctrica tras una guerra contra el Líbano, lo que le hizo pasar a la acción. Durante un año, estudió las necesidades técnicas, “investigué en internet sobre las normas físicas, la capacidad de aire, la cantidad de cemento que necesitaría…”. Después, se reunió con el arquitecto que diseñaría su particular refugio antinuclear.

Noah pertenece a esa parte de la sociedad israelí que vive obsesionada con la seguridad y la defensa. En cada esquina de su casa hay una cámara de vigilancia. En sus comentarios, fantasea con diversas teorías de la conspiración, en las que agencias de inteligencia unen sus esfuerzos para desestabilizar al país hebreo. “El ataque nuclear iraní formará parte de un complot de todos los países árabes para terminar con Israel”, espeta. Parte de sus frases coinciden con el discurso de ultraderecha. “Los musulmanes quieren borrar a Israel de la faz de la tierra”, repite. Se reconoce votante del partido sionista de extrema derecha Yachad y apuesta por un Estado en el que los ciudadanos musulmanes no tengan derecho a votar.

El nuevo acuerdo-marco nuclear entre Irán y las potencias del P5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania) ha desatado la furia entre la élite política israelí. Benjamin Netanyahu declaró que en lugar de alejar al régimen de Teherán del arma nuclear, “este acuerdo facilita el camino de Irán hacia la bomba”. Por primera vez, el primer ministro pidió que el pacto incluyera “el reconocimiento del Estado de Israel”, algo que la República Islámica ha rechazado desde su creación. En la calle, la mayoría apoya este discurso y la opinión es que el acuerdo será negativo para la seguridad del país. Así lo ha expresado el 61% de los encuestados por el Instituto de Democracia de Israel en el Índice de Paz Anual, que opinan que Obama firmará un pacto con Irán incluso si este representa una amenaza para Israel.

Sin un plan para defenderse de un ataque

Pero los expertos israelíes reconocen que el país no ha adoptado un plan de emergencia para un hipotético ataque nuclear. “El problema, obviamente, es el alto coste económico”, remarca Emily Landau, investigadora senior especialista en armamento nuclear del INSS (Instituto Nacional para Estudios de Seguridad, por sus siglas en inglés). Hasta el momento, solo la iniciativa privada ha erigido los primeros búnkeres anti-nucleares, además de una gran obra para dar refugio a miembros del Gobierno.

Landau confirma que la carrera nuclear, desde la “tradición de no uso” impuesta tras la ofensiva sobre Hiroshima y Nagasaki, es más bien una herramienta diplomática: “En algunos casos, las armas tienen una finalidad defensiva; otras se utilizan para dificultar relaciones como es el caso de Estados Unidos y Rusia o India y Pakistán; y otros estados las usan para coaccionar, y éste es el caso de Irán”, concluye.

La científica del INSS arremete contra “la comunidad internacional que ha ido relajando su postura en una muy mala negociación”. Cree que el número de centrifugadoras para producir uranio enriquecido debería haber sido muy inferior a 6.000; que plantas atómicas como Fordo tendrían que haber sido desmanteladas; también opina que el levantamiento de sanciones debe ser gradual; que Irán no puede mantener sus reservas de uranio enriquecido superiores al 3,5%; o que los inspectores de la AIEA deberían tener libre acceso para hacer controles; y también, conocerse los detalles del programa militar.

“Estamos viendo a un P5+1 que hace más y más concesiones mientras Irán se mantiene en su posición sin hacer ninguna”, comenta furiosa, “esta negociación no es sobre dos partes iguales que se hallan en igualdad de condiciones. (…) ¡Esta negociación debería ser entre un país que violó el NPT (Tratado de No proliferación Nuclear) en el pasado y un grupo de seis países que tienen que llevar al infractor del Tratado hasta los estándares del NPT!”.

¿Proliferación nuclear en Oriente Medio?

“La ambición nuclear iraní responde a sus ansias de liderazgo en la región para difundir su poder e influencia en Oriente Medio”, sentencia Landau. Y este es otro de los temores que inquieta a los israelíes. “Este mal acuerdo promoverá la proliferación nuclear en la región”, reclama, “¿Qué pensarán los Emiratos Árabes sobre un pacto que permite a Irán enriquecer su uranio cuando ellos no han conseguido negociar el uso de energía nuclear con fines civiles? (…) Este acuerdo animará a otros estados a exigir esta vía, por no mencionar a quienes buscan un mayor liderazgo en la región, como Arabia Saudí, Egipto, Turquía…”, opina.

“¿Qué es lo que puede hacer Israel?”, se pregunta Yossi Kuperwasser, el director general del Ministerio de Asuntos Estratégicos y antiguo jefe de la División de Investigación del Ejército israelí e Inteligencia. “Estamos formando coaliciones con otras partes (de la región) que mantienen nuestra postura (anti-iraní)”. El general cree que Israel debe reforzar su inversión en inteligencia, además de aumentar la presión para conseguir un acuerdo más severo con Irán.

Así, el Gobierno prepara una campaña de lobby a contrarreloj para que el Congreso norteamericano bloquee la aprobación del acuerdo antes del próximo 30 de junio. También influirán en la Casablanca e intentarán endurecer todos los puntos del texto. Pero lo que verdaderamente podría asustar a los israelíes es que su enemigo número uno, la República Islámica de Irán, haya acercado posturas con su principal aliado, Estados Unidos, y sea un nuevo interlocutor válido en la región; así como la intimidación de un Irán que ya es una potencia militar, con influencia y presencia en varios países y conflictos vecinos (como en el Líbano, en Siria, en Irak, en Yemen y en Baréin); y también económica, con las cuartas reservas petrolíferas, y la primera en gas natural, más importantes del mundo.

*El nombre Noah es ficticio por petición del entrevistado.

“Puede ocurrir en cualquier momento”, expresa Noah, “en los próximos cinco años sufriremos un ataque nuclear”. Hace dos semanas que este israelí ha completado una obra singular en el subsuelo de su casa: un lujoso búnker subterráneo de 85 m2. Orgulloso, camina sobre la sala principal y observa la majestuosidad de su recién estrenado refugio antinuclear. “He tardado cuatro años en construirlo y me he gastado medio millón de shekels (117.000 euros)”, comenta. Un “suicidio económico”, dice, que salvará la vida de su familia de la futura bomba iraní.

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