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¿Qué está pasando en la guerra de Ucrania? Las claves de las retiradas prorrusas
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UN NUEVO EJÉRCITO Y EL AISLAMIENTO REBELDE

¿Qué está pasando en la guerra de Ucrania? Las claves de las retiradas prorrusas

Los 2.000 rebeldes que ocupaban Slaviansk se han reunido en la capital regional, Donétsk, con otras fuerzas prorrusas y preparan una ‘guerra partisana’

La llegada a Slaviansk de las tropas ucranianas el pasado sábado trajo dos buenas noticias para los voluntarios de la iglesia protestante local Buena Nueva. Podían cambiar su misión de evacuación de civiles atrapados en la ciudad sitiada a la de reconstrucción y reinicio de la vida cotidiana, y el cautiverio de Alexey, un voluntario que hasta su arresto el pasado viernes por parte de los milicianos de la República Popular de Donetsk (DNR, en sus siglas rusas) cruzaba las líneas al menos tres veces al día para evacuar civiles, tocaba a su fin.

La precipitada huida de los rebeldes les dejó otro recuerdo: “La iglesia está intacta, gracias a Dios, sólo un poco sucia. Pero hemos tenido que sacar dos camiones repletos de municiones de dentro de ella”, explican miembros de la comunidad a El Confidencial. Fotos de la iglesia muestran cajones con balas de distinto calibre, misiles antiaéreos o anticarro portátiles y algunas minas antipersona. “La gente tiene varias opiniones. Unos dicen que el ejército ucraniano les ha bombardeado, otros que les han liberado. Hay destrucción, pero la ciudad no ha sido arrasada”, añade. Los rebeldes quemaron varios documentos en las oficinas de lo que fue su centro de mando y dejaron minada una de las habitaciones, informó el ejército ucraniano.

Tras los reveses que los rebeldes propinaron a un ejército ucraniano mal equipado y desmoralizado hasta el punto de que sus unidades se rendían al entrar en combate, la retirada de los prorrusos de Slaviansk y otras ciudades supone una dosis de moral para unas fuerzas armadas muy necesitadas de victorias

Los voluntarios de Buena Nueva describen una situación común en la zona de conflicto del Este de Ucrania, desde que hace cuatro meses comenzaran las primeras acciones contrarias al nuevo Gobierno surgido de la revuelta del Maidán que culminarían en la formación de unidades de milicianos prorrusos. Estas unidades, armadas y reforzadas con voluntarios llegados desde Rusia, son partidarias de o bien la independencia de una nueva entidad llamada Nueva Rusia, que abarcaría en torno a un 40% del actual territorio de Ucrania, o de la unión de las regiones de Lugansk y Donétsk, las únicas donde la rebelión ha triunfado, con su vecino oriental.

Tras los reveses iniciales que los rebeldes propinaron a un ejército ucraniano mal equipado y desmoralizado hasta el punto de que sus unidades se rendían llegado el momento de entrar en combate, la retirada de los milicianos de la DNR de Slaviansk y otras ciudades vecinas supone una dosis de moral para unas fuerzas armadas muy necesitadas de victorias. Al cumplir un mes en el cargo, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, se ha mostrado cauto ante el avance. “No es una victoria total, pero la purga de Slaviansk de estas bandas armadas hasta los dientes tiene una importancia simbólica tremenda”, declaró el presidente en un comunicado al conocer la noticia.

“Podremos morir por Donétsk si Moscú no nos ayuda”

El jefe militar de las fuerzas rebeldes, el ruso Igor Strelkov, ha definido la retirada como un repliegue táctico comparable al incendio de Moscú en 1812 por parte de las tropas rusas antes que ceder la ciudad a Napoleón. Tras meses de asedio de intensidad variable, las estimaciones cifran en más de tres cuartos los ciudadanos huidos de Slaviansk, que tenía una población inicial de 130.000 habitantes antes del conflicto. Strelkov participó también al mando de una unidad en la reciente anexión rusa de Crimea.

Los 2.000 rebeldes que ocupaban Slaviansk bajo el mando del ruso se han reunido en la capital regional, Donétsk, con las demás fuerzas prorrusas y se preparan para lo que el Gobernador Popular de los rebeldes, Pavel Gubarev, definió el pasado domingo como una futura “guerra partisana”, término con fuertes resonancias de la Segunda Guerra Mundial entre la población de la antigua URSS. Ante una multitud de unas 2.000 personas y de una edad media en torno a los 50 años, Gubarev desde un estrado en el centro de la ciudad un comunicado de los líderes militares anunciando nuevas órdenes, algunas bajas y pidiendo voluntarios.

Los 2.000 rebeldes que ocupaban Slaviansk bajo el mando del ruso se han reunido en la capital regional, Donétsk, con las demás fuerzas prorrusas y se preparan para lo que el Gobernador Popular de los rebeldes, Pavel Gubarev, definió el pasado domingo como una futura ‘guerra partisana’

El mensaje se despidió con un “disculpen si no hemos muerto por Slaviansk, pero tendremos la oportunidad de morir por Donétsk si Rusia no nos ayuda”. Las noticias fueron recibidas con gritos de “¡No nos vamos!” y de “¡El fascismo no pasará!”. Gubarev terminó su arenga exclamando “¡Viva el Donbás, viva Nueva Rusia, viva Rusia!”. Ese mismo día, tres puentes ferroviarios alrededor de la ciudad fueron volados. Hasta entonces, los trenes funcionaban con normalidad. Testigos de la voladura apuntan a los rebeldes como autores de la operación. Los milicianos acusan a “saboteadores” de Kiev.

También se están registrando combates en la provincia vecina de Lugansk, donde hubo intercambio de fuego de mortero entre rebeldes y soldados ucranianos a lo largo del fin de semana. El canal gubernamental ruso RT mostró columnas de humo en las afueras de la capital provincial, que tiene una población en torno a las 420.000 personas. La directora de la oficina moscovita de Human Rights Watch, Taya Lokshina, denunció en un artículo el pasado viernes la muerte de civiles bajo bombas de aviación en una aldea de la región. Reveló indicios que apuntan al Ejército ucraniano como autor de las muertes, pero también acusó a los rebeldes de detenciones ilegales en las aldeas de la región.

Las fuerzas prorrusas cuentan además con otros 5.000 milicianos repartidos entre los batallones Vostok y Oplot, el segundo con agrupaciones de cosacos; otros 1.000 de la agrupación del supuesto teniente coronel de la inteligencia militar rusa Igor Bezler; y unos 350 del Ejército Ortodoxo Ruso, según informa el diario ucraniano Espejo de la Semana. El área controlada por los rebeldes equivale a un tercio de la región oriental del Donbás, pero ocupa precisamente una de las de mayor densidad de población del país. En el Donbás viven unos 6 millones de personas. “La situación ha cambiado en el sentido de que nos hemos resituado en Donétsk”, explica a El Confidencial Aleksandr Chykovsky, que se presenta como líder de las milicias populares encargado de reclutar voluntarios. Desde un número de móvil ruso, explica que la meta de las milicias en este momento es reagruparse y “proteger a los civiles de los ocupantes”. “La República de Donetsk está pidiendo ayuda a la sociedad rusa: voluntarios y ayuda humanitaria. No estamos pidiendo ayuda al gobierno, que no nos la da”, añade.

Los 2.000 rebeldes que ocupaban Slaviansk bajo el mando del ruso se han reunido en la capital regional, Donétsk, con las demás fuerzas prorrusas y se preparan para lo que el Gobernador Popular de los rebeldes, Pavel Gubarev, definió el pasado domingo como una futura ‘guerra partisana’

Por su parte, la arena política internacional parece vivir completamente alejada de la realidad sobre el terreno, insistiendo en pedir a la otra parte que reconozca hechos que ésta niega u opere sobre acuerdos tiempo ha rotos. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, acusó ayer a Estados Unidos y a la Unión Europea de tener “responsabilidad” en “lo que está sucediendo en Ucrania” durante una visita oficial a Bulgaria. Urgió a “salvar vidas” y pidió la prolongación de una tregua que expiró la semana pasada y el comienzo de negociaciones que respeten los derechos de todas las regiones del país, aseguró el ministro. El presidente de EEUU, Barack Obama, y el francés François Hollande acordaron por teléfono que Rusia debe cesar sus “actividades desestabilizadoras” y pidieron al presidente ruso que presionara a los rebeldes para que fueran a la mesa de negociaciones. Rusia niega tener influencia alguna sobre las milicias del Donbás.

“Si la población les apoyase tendríamos más bajas”

La ausencia de apoyo ruso “es su forma de justificar por qué han perdido”, explica por teléfono Oleksandr Lytvynenko, vicesecretario del Consejo de Seguridad de Ucrania. “La verdadera razón es que carecen del apoyo de la población. La mayoría de ellos son mercenarios, no rebeldes de verdad”, añade. “Si tuvieran ese apoyo no podríamos liberar ciudades tan grandes sin tener bajas. Los rusos carecían de ese apoyo en Grozni y sólo pudieron entrar después de arrasarla”, explica en alusión a la Segunda Guerra Chechena (1999-2009).

“Los rebeldes tuvieron un gran apoyo inicial, sobre todo después de los incidentes de Odesa el 2 mayo. La propaganda rusa hizo bandera de las muertes. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de la población sólo se informa por los canales rusos de televisión”, explica Oleksiy Melnyk, analista militar del Centro Razumkov de Kiev.

Unidades completas eran bloqueadas por civiles, como en Crimea, mientras los voluntarios o fuerzas especiales rusas se escudaban detrás”, recuerda. “Pero la situación ha cambiado de forma dramática. La gente que se quedó en Slaviansk y Kramatorsk estaba harta de los defensores, hasta el punto de delatar sus escondites al ejército ucraniano cuando entró en la ciudad. Y, después de tres meses de república independiente, con una amenaza constante a sus vidas, sin gas ni electricidad, creo que tienen sus razones”, explica. “Pero no es tan sencillo. Por lo general, acusan a ambos lados de la destrucción de sus hogares y de la muerte de sus familiares, aunque creo que son más favorables al Estado ucraniano”, añade el analista.

“El papel que juega Rusia en el conflicto es inmenso”

La gestión del Gobierno interino, que aplicó fuertes recortes sociales al presupuesto en pro del esfuerzo bélico, y una fuerte movilización popular que se tradujo en campañas de crowdfunding y donativos al Ejército lograron poner en pie a las fuerzas armadas ucranianas. EEUU también ha aportado 23 millones de dólares en ayuda militar no letal. Ucrania tan sólo contaba con 6.000 soldados en condiciones de combate, de una fuerza de 140.000, en el momento de la toma de Crimea por parte de soldados rusos sin distintivo nacional. Los hombrecillos verdes, como fueron bautizados los rusos por la población local, ocuparon la península sin necesidad de dar prácticamente un sólo tiro mientras las guarniciones sitiadas se iban rindiendo una a una. Los analistas cifran en 40.000 las tropas desplegadas en el Donbás a día de hoy.

El Ejército ucraniano, tradicionalmente apolítico, habría sufrido un fuerte deterioro bajo la presidencia Yanukovich, que optó por destinar la mayor parte de los fondos a la policía y los cuerpos de seguridad que más tarde emplearía contra los manifestantes del Maidán, explica Melnyk. Por otra parte, el analista acusa al expresidente de haber puesto a un ciudadano ruso, Aleksandr Yakimenko, al frente de los cuerpos de seguridad ucranianos. “Y la mayoría de los jefes de departamentos especiales también habían sido nombrados por este hombre, por lo que, presumiblemente, también trabajaban para el FSB (la inteligencia rusa)”, explica. Yakimenko huyó a Moscú al día siguiente de la caída de Yanukovich.

‘El papel que juega la Federación Rusa en el conflicto es inmenso”, denuncia Lytvynenko. ‘Instructores y oficiales rusos están combatiendo en el conflicto. Rusia abastece a los terroristas con armas. En concreto, con tanques y artillería pesada, e incluso misiles antiaéreos. Son cosas que no se pueden comprar en una tienda’

“El papel que juega la Federación Rusa en el conflicto es inmenso”, denuncia Lytvynenko. “Instructores y oficiales rusos están combatiendo en el conflicto. Rusia abastece a los terroristas con armas. En concreto, con tanques y artillería pesada, e incluso misiles antiaéreos. Son cosas que no se pueden comprar en una tienda”, añade. Melnyk se muestra algo más cauto. “Ya no reciben tantas armas como antes, pero ya habían recibido muchas desde Rusia”, matiza.

“Vamos a cercar las ciudades y combatir con los terroristas en los alrededores, pero no las asaltaremos porque supondría un gran número de bajas entre la población”, explica el vicesecretario del Consejo de Defensa. “Sitiar una ciudad de un millón de habitantes es un gran riesgo. Tenemos que usar una táctica distinta a Slaviansk”, explica en alusión a las críticas que le valieron al ejército ucraniano el cerco, los cortes de suministros y los bombardeos a la ciudad recién tomada.

Sin abastecimiento militar, los rebeldes durarán unas dos semanas. Pero no podemos hacer sufrir a la población más de lo que ya padece”, añade Melnyk. “El trabajo principal lo tienen que hacer las fuerzas especiales y se tienen que centrar en los líderes clave, depósitos y bases dentro de la ciudad para evitar bajas civiles. Y no sólo porque son nuestros ciudadanos, sino porque cada civil muerto es un factor de movilización para los terroristas. Alimentará su propaganda”, concluye el analista.

La llegada a Slaviansk de las tropas ucranianas el pasado sábado trajo dos buenas noticias para los voluntarios de la iglesia protestante local Buena Nueva. Podían cambiar su misión de evacuación de civiles atrapados en la ciudad sitiada a la de reconstrucción y reinicio de la vida cotidiana, y el cautiverio de Alexey, un voluntario que hasta su arresto el pasado viernes por parte de los milicianos de la República Popular de Donetsk (DNR, en sus siglas rusas) cruzaba las líneas al menos tres veces al día para evacuar civiles, tocaba a su fin.

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