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Renunciar a una casa o pedalear hasta Brasil: las locuras argentinas para ir al Mundial
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UN PUÑADO DE HISTORIAS LLENAS DE ADN ARGENTINO

Renunciar a una casa o pedalear hasta Brasil: las locuras argentinas para ir al Mundial

No importa cómo; hay personas que se animan hasta a ir en bicicleta. No importa si hay que renunciar al trabajo o endeudarse para comprar una entrada

Foto: Hinchas de la selección argentina reaccionan en Buenos Aires durante el encuentro ante Alemania en los cuartos de final de la Copa del Mundo de 2010 (Reuters).
Hinchas de la selección argentina reaccionan en Buenos Aires durante el encuentro ante Alemania en los cuartos de final de la Copa del Mundo de 2010 (Reuters).

No importa cómo; puede ser en avión o en coche, pero hay personas que se animan incluso a ir en bicicleta. No importa si hay que renunciar al trabajo, endeudarse para comprar un a entrada en la reventa o cambiar de destino la luna de miel. Tampoco si supone dejar arruinada la economía familiar. Está claro: para los argentinos no hay nada más importante que el fútbol. Más de 120.000 personas dejarán todo de lado, incluso la lógica, para seguir a la selección en el Mundial de Brasil.

Ellos sueñan. Imaginan que pueden estar en el Maracaná cuando Lionel Messi levante la Copa del Mundo. Se ilusionan. Y, tras un buen rato, cuando ya tienen decidido que no pueden perderse esta oportunidad por tener el Mundial tan cerca (aunque hay 3.500 kilómetros de distancia), piensan cómo pueden organizar semejante locura. El Confidencial ha encontrado un puñado de historias con ADN argentino que demuestran la obsesión que vive el país por la albiceleste.

Corto y al pie… por 2.000 euros

Javier Merlo, soltero de 28 años, siempre supo que estaría en Brasil. Pero los números no cuadraban: los días de vacaciones en el trabajo no eran suficientes. Ya lo tenía asumido, su sueño ‘mundialista’ había fracasado. Hasta que encontró un anuncio en Facebook que le tocó la fibra íntima. Una amiga ofrecía una entrada barata para el primer partido de la Argentina en Río de Janeiro. Hizo los cálculos y pidió dinero prestado. Aquel gran viaje que había imagino tantas veces se redujo a una escapada low cost, pero estará en el Mundial. Presenciará el debut de la selección en Río de Janeiro. Cuatro días por unos 1.200 euros.

Para pagar la deuda, Javier hizo negocio. Aunque sabía que no iba a poder asistir a los siguientes partidos, compró por la página oficial de la FIFA otras seis entradas para ver a la albiceleste. ‘Las voy a revender. Con lo que gane voy a pagar toda esta locura’, reconoce a El Confidencial

Para pagar la deuda, Javier hizo negocio. Aunque sabía que no iba a poder asistir a los siguientes partidos, esta semana compró por la página oficial de la FIFA otras seis entradas para ver a la albiceleste. “Las voy a revender. Con lo que gane voy a pagar toda esta locura”, reconoce a El Confidencial.

Como Javier, serán decenas de miles los argentinos que vayan al mundial, pero en versión económica. Ya no se trata de pasar un mes en las playas brasileñas. El hospedaje, la comida y las caipiriñas son demasiado para el bolsillo de los hinchas. La cercanía geográfica permite esta vez a los argentinos hacer escapadas. Las agencias de turismo lo entendieron: ofrecen promociones para ir y volver en el día. Sin perder tiempo. Así también se evitan problemas laborales y familiares. Cortito y al pie… por unos 2.000 euros.

El loco de las entradas

A Martín Chucker, 27 años, le gusta definirse como “el loco de las entradas”. Hará el viaje de sus sueños. Pasará 35 días en Brasil, asistirá a 12 partidos, incluidos todos los encuentros de Argentina, las dos semifinales y la final. Planificó todo desde noviembre: ahorró euro a euro y trabajó hasta el día de su cumpleaños para guardar los días de vacaciones en el trabajo. Para adquirir las entradas, creó seis usuarios distintos en la página web de la FIFA. Su estrategia dio resultado: compró 19.

“Tengo los datos personales y de tarjetas de créditos de mis padres, mis tíos y mi cuñada. Los días de venta de entradas nos conectamos con mi hermano desde tres ordenadores simultáneamente”, dice Martín a El Confidencial. Vivió las cinco fechas autorizadas por la FIFA para vender como si fueran una verdadera final. Ya tiene decidido que revenderá las ocho entradas que le sobran para solventar un viaje que le costará, como mínimo, 4.500 euros. Su aventura futbolera también incluye una semana de descanso en Río de Janeiro.

Al Mundial, en bicicleta y sin entradas

Lejos de esa comodidad, llegar a Brasil también puede resultar una aventura. La historia de dos amigos viaja en bicicleta y tiene tanta mística como el ‘Maracanazo’ de 1950. Sebastián Guida (41) y Matías Lombroni (29) irán pedaleando desde la provincia de Buenos Aires hasta Río de Janeiro: más de 3.500 kilómetros. El viaje no fue improvisado. Seis meses antes de la aventura comenzaron a entrenarse con tres sesiones semanales de spinning para fortalecer las piernas. También hicieron natación para completar el entrenamiento.

Salieron con anticipación. Necesitan hacer unos 150 kilómetros cada día para llegar a tiempo. “Vamos a llevar una bandera albiceleste y vamos a hacer que la firmen todos los argentinos que nos crucemos en el camino. Después se la vamos a regalar a los jugadores, así sienten toda esa energía”, relató Sebastián al diario Clarín. Llevan lo puesto: algo de ropa, una tienda para acampar y unos 600 euros para sobrevivir casi dos meses.

“Queremos sacarnos una foto con los jugadores y volver sanos a casa. Con eso nos conformamos”, reconoció. Con poco dinero y sin entradas, los aventureros saben que sólo un milagro les puede permitir ver un partido de su selección, aunque admiten que pagarían hasta tres veces más el valor de un ticket con tal de estar en el estadio.

De acuerdo a estimaciones, las autoridades brasileñas cuentan con el desembarco de más de 120.000 argentinos durante el Mundial. El gran problema al que enfrenta la mayoría de los aventureros es la falta de entradas. Menos de 50.000 las han comprado por la página oficial de la FIFA. Por eso ya se han creado decenas de grupos en Facebook que agrupan a los viajeros sin entradas. Desde la red social intercambian información sobre reventas para los partidos de la selección.

Gastarte el dinero de tu nueva casa

Más suerte tuvo Santiago Ferrario (34), que ganó en un sorteo tres entradas para ver a la selección en la primera fase. “Cuando me llegó el correo electrónico casi me muero de felicidad: fue lo mismo que sentí cuando nació mi hijo”, explicó. Pero no siempre el azar es oportuno. Santiago está construyendo la casa para su familia en la provincia de Santa Fe. Un piso que está en obras. Los casi 3.000 euros que tenía para terminar el baño, la cocina y las habitaciones se esfumaron entre aviones, hoteles y traslados. “Mi mujer sabe lo que significa para mí. Cuando vio mi locura tuvo que aceptar que la casa puede esperar”, dijo.

Para los casados, el viaje al Mundial es, al fin y al cabo, una historia de complicidad. Valeria Mungo (37) y Gianfranco Sanzi (36) lo saben bien, aunque para ellos no significa ningún esfuerzo. Ella es maradoniana; él, fanático de Lionel Messi. Se conocieron hace cuatro años, la historia de amor creció hasta que llegó el momento de casarse y… ¿qué mejor luna de miel que levantar la Copa del Mundo en Brasil?

Los casi 3.000 euros que tenía para terminar el baño, la cocina y las habitaciones se esfumaron entre aviones, hoteles y traslados. ‘Mi mujer sabe lo que significa para mí. Cuando vio mi locura tuvo que aceptar que la casa puede esperar’, dijo

“Cuando pensábamos la fecha de la boda, mi novio me dijo: “¡Ya sé! Nos casamos en junio y nos vamos de luna de miel al Mundial. A mí me pareció una idea perfecta: usamos los días de licencia para viajar y pagamos los costes con el dinero de los regalos”, explica. “No soy la mujer que acompaña al hombre a ver fútbol. Este también es mi sueño. Ni loca cambiaría un viaje así por una luna de miel en el Caribe”, añade Valeria.

Un autobús lleno de amigos solteros

Para los solteros, en cambio, el Mundial perfecto es otro. ¿Qué mejor que alquilarun bus para viajar al Mundial con diez amigos entre arenas blancas, fútbol y garotas? Se juntaron una noche de enero de 2012 para organizar la aventura con el menor costeposible. Entre asado y asado tomaron una decisión: compraron un bus Mercedes Benz 1994. Se juntaron todos los sábados, lo remodelaron, lo transformaron en un motor-home y lo pusieron a punto la mecánica para ir hasta Brasil. Tendrán cocina, baño y camas.

La noticia llegó a oídos de la empresa de cerveza Schneider, que se convirtió en auspiciante del proyecto al que bautizó como “Mundial Andando”. Ahora tiene una página de Facebook con videos que muestra anécdotas, cábalas y promesas de cada uno de los amigos. El grupo arranca el 7 de junio para llegar a San Pablo el día de la inauguración de la Copa del Mundo. Están tranquilos porque ya probaron el autobús. Fueron a Jujuy, el extremo norte de Argentina, para hacer la misma promesa que hizo Diego Maradona antes de viajar a México en 1986.

No importa cómo; puede ser en avión o en coche, pero hay personas que se animan incluso a ir en bicicleta. No importa si hay que renunciar al trabajo, endeudarse para comprar un a entrada en la reventa o cambiar de destino la luna de miel. Tampoco si supone dejar arruinada la economía familiar. Está claro: para los argentinos no hay nada más importante que el fútbol. Más de 120.000 personas dejarán todo de lado, incluso la lógica, para seguir a la selección en el Mundial de Brasil.

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