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Lagos construye su Gran Manzana para los millonarios del petróleo
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SOBRE LAS CHABOLAS DE PESCADORES

Lagos construye su Gran Manzana para los millonarios del petróleo

Nigeria ultima un faraónico proyecto para crear una Gran Manzana en Lagos. El plan choca con las tripas de pescado que definen el presente de Makoko.

Foto: Un hombre recoge su red en la comunidad de Makoko, en Lagos. (Reuters)
Un hombre recoge su red en la comunidad de Makoko, en Lagos. (Reuters)

Carece de escamas pero, cada mañana, el nigeriano Agbelebu Yusuf se zambulle en las frías aguas para garantizar su supervivencia. “Somos pescadores, como lo fueron nuestras antecesores. Es nuestra única forma de subsistencia”, cuenta a El Confidencial Yusuf, que ostenta el cargo de baale (líder religioso local) del barrio de Makoko, un asentamiento chabolista situado en plena laguna de la ciudad de Lagos (Nigeria).

La tradición no vale nada: su modo de vida se enfrenta a la extinción. Y no sólo por la escasez de líquidos vítreos en la zona. Es el precio del progreso. Desde julio de 2012, al menos 120.000 personas se enfrentan a la expulsión directa de este ancestral asentamiento de pescadores que ha florecido en la laguna de Lagos tras la orden emitida por el Gobierno de Abuja para su desalojo. Ahora, sólo son apátridas en su propia tierra.

“No tenemos otro lugar a dónde ir”, reconoce el líder local de un barrio que, en su origen, acogió a emigrantes de etnia yoruba, egun, ilaje e ijaws de la región.

Fundado en 1860, la identidad de los residentes de Makoko está íntimamente ligada al uso de las aguas para la pesca y el transporte de la madera desde el interior del país hasta Lagos. En este sentido, la comunidad local se jacta de haber logrado estructuras altamente desarrolladas que garantizan la seguridad y la cohesión comunitaria. Y su economía es igualmente vibrante, con más del 40% del pescado ahumado que se consume en la ciudad procesado en esta comunidad.

“Nuestra cultura necesita el agua para vivir”, asevera a este periodista Ewajane Osowo, uno de los residentes. “Es necesario que permanezcamos aquí”, exige. Aunque los planes del Gobierno de Nigeria parecen otros. Y no será por el preaviso.

Ya en julio de 1990, la Administración local declaraba “no aptos para la vida humana” los asentamientos populares de Eti-Osa, al este de la ciudad. En aquel momento, cerca de 300.000 personas fueron expulsadas del distrito y sus tierras entregadas a la familia Oniru, una de las más ricas del país. Curiosamente, estos terrenos se han revalorizado ahora de forma millonaria.

Proyecto faraónico para construir una ‘Gran Manzana’

De igual modo, planes urbanísticos de nuevo cuño como Eko Atlantic, un faraónico proyecto que pretende generar una 'Gran Manzana' en la zona, no parecen encajar con los orines y las tripas de pescado que definen el presente de Makoko. Mediante este millonario esbozo de hierro y granito, cerca de 250.000 nigerianos (y expatriados) de alto nivel adquisitivo residirán en una zona plagada de centros comerciales de lujo. Frente a estos pingües beneficios, rehabilitar el barrio no parece una opción.

placeholder Habitantes de Makoko, la comunidad chabolista de pescadores de Lagos (Reuters).

Como destaca Felix Morka, abogado proderechos humanos que representa a los vecinos del barrio en su cruzada contra el Estado nigeriano para evitar la demolición de sus viviendas, la situación deprimida y desesperada de Makoko es una consecuencia directa del incumplimiento reiterado del Gobierno de sus promesas sobre las mejores garantías sociales. “La comunidad ha existido durante decenas de años sin la presencia visible del Estado”, señala.

En la actualidad, según cifras de la organización humanitaria Social and Economic Rights Action Center, apenas el 20% de los 15 millones de habitantes de esta ciudad son propietarios de sus hogares. De igual modo, los barrios marginales de la ciudad se han ampliado, desde los 42 de 1984 a los más de un centenar que hay actualmente.

Las paradojas de un gigante petrolero

Esta es tan sólo una más de las grandes paradojas del gigante petrolero Nigeria. Y de su corrupción. Pese a producir cerca de 2,5 millones de barriles de crudo al día, ante la ausencia de refinerías eficientes, el país africano importa prácticamente la totalidad del combustible que consume, sobre todo desde Estados Unidos.

Obiageli Ezekwesili, economista y cofundadora de Transparency International, calcula que hasta 400.000 millones de dólares en ingresos petroleros han sido robados o malgastados desde la independencia del país en 1960. No resulta extraño, por tanto, que su organización haya situado a Nigeria en el puesto 137º de las 174 naciones más corruptas del mundo.

Por ello, en los últimos tiempos, la comunidad de residentes de Makoko centra sus oraciones en la aplicación (real) del Lagos Metropolitan Development and Governance Project, un programa cercano a los 200 millones de dólares y cuyo objetivo es mejorar los servicios en nueve de los principales asentamientos chabolistas de Lagos, incluido Makoko.

placeholder Habitantes de la comunidad pesquera de Makoko, en Lagos (Reuters).

Bajo este proyecto, el Gobierno local está obligado a actuar de forma conforme a las políticas de actuación del Banco Mundial (socio financiero del plan urbanístico), así como a suministrar una nueva vivienda a todos aquellos desplazados involuntarios, en caso de que el derribo fuera inevitable. No obstante, a pesar de sus compromisos contractuales, el Gobierno estatal trata a los residentes de estas comunidades como personas prescindibles.

La guerra de los ‘slums’ se extiende por África

Se calcula que hasta 400.000 millones de dólares en ingresos petroleros han sido robados o malgastados desde la independencia del país en 1960

Aunque el caso no es único en la región. En Agbogbloshie, situado en la capital de Ghana, Accra, y considerado el mayor vertedero de basura electrónica del mundo, su población también pelea por no caer en la memoria del olvido. “Las autoridades nos quieren expulsar del asentamiento”, asevera Philip Kumah, presidente de la Slum Union of Ghana, “pero estamos luchando para que esto no ocurra”.

Su situación vital tampoco es que sea envidiable. En 2009, por ejemplo, de las cerca de 215.000 toneladas de productos electrónicos que fueron exportados a Ghana por parte de la Unión Europea –desde lavadoras a ordenadores–, el 70% eran de segunda mano. Y de todos ellos, el 15% eran totalmente inservibles (sin embargo, Naciones Unidas asegura que tan sólo 50 toneladas de basura electrónica son vertidas cada año en el mundo). Gran parte de ellos acaba en Agbogbloshie.

Pero ¿por qué permanecer en este lugar? “Este es el sitio en el que hemos vivido toda nuestra existencia. Y las autoridades no están listas para realizar un proceso de reubicación o de mejora de las actuales condiciones”, asegura el líder comunitario. “¿Cómo expulsar a cientos de miles de personas a la calle? ¿Hacerlos vivir como refugiados en su propio país?”, se pregunta Kumah, quien denuncia que el Ejecutivo no está siendo claro sobre sus intenciones reales con respecto al futuro del enclave.

Según un reciente informe del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, el 62% de la población del África Subsahariana vive en poblados chabolistas o slums. En el documento (State of the World's Cities), se acredita cómo esta situación es especialmente significativa en país como la República Centroafricana (95,9%), Chad (89,3%) o Níger (81,7%). Mientras, activistas como Philip Kumah o Agbelebu Yusuf luchan cada día para poder seguir viviendo en ellos de la forma más digna posible.

Carece de escamas pero, cada mañana, el nigeriano Agbelebu Yusuf se zambulle en las frías aguas para garantizar su supervivencia. “Somos pescadores, como lo fueron nuestras antecesores. Es nuestra única forma de subsistencia”, cuenta a El Confidencial Yusuf, que ostenta el cargo de baale (líder religioso local) del barrio de Makoko, un asentamiento chabolista situado en plena laguna de la ciudad de Lagos (Nigeria).

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