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¿Una estafa de Barack Obama o una nueva potencia energética?
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méxico desnacionaliza el crudo con polémica

¿Una estafa de Barack Obama o una nueva potencia energética?

México ha gestionado con una limpieza casi escandinava la polémica reforma energética que desnacionaliza el crudo y lo abre al capital extranjero

Foto: Manifestantes muestran fotos de senadores durante una protesta contra la reforma energética. (Reuters)
Manifestantes muestran fotos de senadores durante una protesta contra la reforma energética. (Reuters)

México ha gestionado con una limpieza casi escandinava la polémica reforma energética que desnacionaliza el petróleo y lo abre al capital extranjero 75 años después. La forma en que el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el opositor Partido de Acción Nacional (PAN) han sabido apartar sus diferencias y unir fuerzas para sacar adelante tan histórica reforma constitucional es “un triunfo” del que Estados Unidos debería aprender. Así de tajante se mostró esta semana el influyente diario The Washington Post sobre la alianza política entre Gobierno y conservadores mexicanos en materia de petróleo, una inesperada alfombra roja a las multinacionales extranjeras (el proyecto inicial era mucho más restrictivo) que cambiará el rostro de México para las próximas décadas.

El diario estadounidense afirmó que el siempre enfrentado Congreso en Washington debería aprender “cómo una democracia más funcional puede abordar los problemas más importantes y sensibles de una nación”, además de ser este pacto por el petróleo “un modelo de cómo una democracia puede ponerse al servicio de un país en desarrollo”. Un piropo desconcertante: el teórico país más democrático del mundo dice que hay que tomar lecciones de su vecino, México, que ocupa el lugar 105 sobre 177 en la lista de honestidad política publicada recientemente por Transparencia Internacional. La organización también califica de “escasa” la persecución oficial contra los sobornos y le da una paupérrima nota de 34 sobre 100 en el examen global sobre corrupción.

A Estados Unidos le interesa un precio bajísimo del petróleo, como ha reconocido. El boom petrolero en aguas profundas será bueno para las multinacionales, pero habrá que ver si lo es para México, apuntó el analista político Alfredo Jalife

Según la última encuesta de Latinobarómetro, la mexicana es la sociedad de América Latina y el Caribe más insatisfecha con la democracia. Y tienen buenos argumentos para ello: vive bajo una democracia disfuncional dominada históricamente por un puñado de grandes familias, donde la mayoría de políticos ni pestañean a la hora de venderse al mejor postor, sea este una multinacional o un cartel de la droga.

¿Por qué entonces Washington aplaude ahora el espíritu democrático de México? “A Estados Unidos le interesa un precio bajísimo del petróleo, como ha reconocido. El boom petrolero en aguas profundas será bueno para las multinacionales, pero habrá que ver si lo es para México”, apunta el analista político Alfredo Jalife. De ahí que Washington, en vista de los millones de barriles de crudo que aguardan en los yacimientos vecinos, diera palmas con este sorprendente y ultraliberal pacto y, por eso, ensalzara a su siempre maltratado socio.

placeholder Un agente antidisturbios frente a una valla para proteger el Senado en México D.F. (Reuters)

Adiós al símbolo de la soberanía nacional

Algunos críticos han señalado con gesto torcido cómo la reforma energética responde casi punto por punto a las directrices que semanas atrás marcaban como idóneas los diarios The Wall Street Journal y Financial Times, en las que se iba mucho más allá de permitir a las multinacionales del petróleo entrar en México mediante “contratos de utilidad compartida”. Según la reforma aprobada a toda prisa por el PRI y el PAN, se abre la mano a todo tipo de modelos contractuales, incluidas las tan temidas licencias de explotación por las que Chevron, Exxon, Shell, BP y el resto sí serían dueños del petróleo, algo que el presidente Enrique Peña Nieto perjuró que nunca ocurriría cuando lanzó el proyecto de reforma. Hasta hace apenas unos días, cuando toda la maquinaria legislativa se puso en marcha a velocidades de infarto, Peña Nieto insistía en público en que sólo se iba a permitir que las grandes petroleras exploraran los yacimientos nacionales, para ser luego el Estado quien comercializara el crudo.

Hasta hace apenas unos días, cuando toda la maquinaria legislativa se puso en marcha a velocidades de infarto, Peña Nieto insistía en público en que sólo se iba a permitir que las grandes petroleras exploraran los yacimientos nacionales, para ser luego el Estado quien comercializara el crudo

Por eso los mexicanos no ven aquí ningún “triunfo de la democracia”, sino más bien el robo con agravante de alevosía del que, junto a la bandera, es (o era) el símbolo de la soberanía nacional: el petróleo nacionalizado por el general Lázaro Cárdenas en 1938. “El balance es muy penoso, un proceso indigno del Congreso tanto en la forma como en el contenido”, se desmarcó el senador del PAN Javier Corral.

“Creía que en unos meses llegaría la burla, pero no imaginé que en sólo 24 horas veríamos tamaña contradicción e inconsecuencia. Esto demuestra que los intereses (de los políticos) estaban en la energía, en el mundo de los negocios. Eso es lo que los apuró a violar la Constitución, la ley orgánica, los reglamentos del Senado, a abrir dos sesiones en un mismo día casi sin interrupción, a olvidarse del trámite de las comisiones. Es un escándalo que una reforma constitucional se procese así, es de una indignidad monumental”, denunció el senador conservador.

Corral apuntó un dato inquietante, al destacar que toda la prisa que han tenido los políticos en ampliar y aprobar la reforma no la han tenido para aprobar la ley de combate a la corrupción que, en teoría, debía ser parte inseparable del proyecto.

placeholder Un manifestante contra la reforma energética coloca un cartel frente al Senado (Reuters).

Sin mecanismos contra la corrupción

El dictamen para acotar los abusos que puedan surgir con la apertura del petróleo al capital privado continúa sobre la mesa, criando polvo, a la espera de que tal vez sea discutido y aprobado el año que viene. Hasta entonces, la reforma energética queda desnuda en materia de protección contra la corrupción oficial. “Esto deja en evidencia al Gobierno y al PAN, que decían que habría una reforma política de alto calado como condición a la energética. Es de vergüenza”, concluyó Corral.

Miles de mexicanos claman que tamaño cambio legislativo, el más importante que vive la nación precisamente desde 1938, cuando el petróleo pasó a ser propiedad del Estado, debería cuando menos ser aprobado en referéndum popular. De hecho, así lo exige la Carta Magna para modificaciones de artículos que afecten al “interés nacional”. Pero el PRI argumenta que el petróleo no es algo cuyo futuro deba consultarse a los ciudadanos, puesto que es un bien que solamente computa en el apartado de “ingresos y gastos”.

El dictamen para acotar los abusos que puedan surgir con la apertura del petróleo al capital privado continúa sobre la mesa, a la espera de que tal vez sea discutido y aprobado en 2014. Hasta entonces, la reforma energética queda desnuda en materia de protección contra la corrupción oficial

Así lo ha indicado David Penchyna, senador del PRI y presidente de la Comisión de Energía: “Muchos pensamos en el Senado y en la Cámara de Diputados que no es un tema que se deba consultar con la ciudadanía, ya que aplazaría decisiones importantes para el país”. La izquierda mexicana y amplias capas sociales están presionando para que la puerta de la consulta, a celebrarse en 2015 según el reglamento, no se cierre del todo. Según una reciente encuesta de la firma Mitofski, un 64% de los mexicanos se opone a que el petróleo deje de ser propiedad del Estado.

Más allá de que la reforma llegue a aportar a México miles de millones de dólares en impuestos y una mejora en la vida de sus habitantes, la desnacionalización del petróleo supone un cambio de paradigma económico, una apuesta clara por un modelo cada vez más liberal hecho a medida de Estados Unidos y sus grandes corporaciones. “Estamos asistiendo al cierre de una visión que se tenía de México y del futuro. Ya no tiene sentido hablar de una visión compartida, aquí ya cada quien que se salve como pueda. Las empresas llegarán y harán sus contratos. El sector empresarial mexicano que pueda meterse ahí va a ganar mucho dinero, pero no veo cómo va a salir ganando el grueso de los mexicanos”, opina el analista Lorenzo Meyer.

“Antes México quería ser un país soberano en búsqueda de la igualdad y de dejar atrás la herencia colonial. Ahora ya no hay nada colectivo. El Estado ya no se hace responsable más que en materia de seguridad y justicia, en las que es pésimo. Lo último que nos quedaba era Pemex, una de las empresas más grandes del mundo; ahora ya ni eso, porque estoy seguro de que va a desaparecer al no poder competir con sus rivales”, prosigue.

México ha gestionado con una limpieza casi escandinava la polémica reforma energética que desnacionaliza el petróleo y lo abre al capital extranjero 75 años después. La forma en que el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el opositor Partido de Acción Nacional (PAN) han sabido apartar sus diferencias y unir fuerzas para sacar adelante tan histórica reforma constitucional es “un triunfo” del que Estados Unidos debería aprender. Así de tajante se mostró esta semana el influyente diario The Washington Post sobre la alianza política entre Gobierno y conservadores mexicanos en materia de petróleo, una inesperada alfombra roja a las multinacionales extranjeras (el proyecto inicial era mucho más restrictivo) que cambiará el rostro de México para las próximas décadas.

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